El presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, del Partido Popular y gran amante de que le regalen trajes, parece que no deja que se eliminen los símbolos franquistas en su comunidad autónoma, según nos cuenta el diario Público:
""Parece que las víctimas del franquismo son víctimas de segunda". Con esta frase, el coordinador del Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valencia, Matías Alonso, mostraba su indignación por el dictamen del máximo órgano consultivo valenciano. El Consell Jurídic Consultiu afirma que los ayuntamientos no están obligados a retirar los escudos franquistas de las calles porque reflejan un "cambio histórico" y no una "exaltación" de la dictadura. "Llegan a dar soporte a los razonamientos con que la ultraderecha defiende la simbología franquista", se lamentó Alonso. Se sorprenden, sobre todo, de que el Consell pretenda restar peso político al escudo analizando sus elementos por separado, con afirmaciones como que el águila y el yugo y las flechas ya se usaron en el Renacimiento. "Es como decirle a una víctima del nazismo que no debe ofenderse por la esvástica porque ya se usaba en Oriente. O imponer a las víctimas de ETA que vivan bajo el escudo de la banda porque, total, sólo es una serpiente y un hacha de leñador", dice Alonso. Para rebatir los argumentos del Consell basta una lectura del Decreto de 1938 por el que el bando sublevado establece sus nuevos símbolos y hace del escudo el reflejo de su ideología totalitarista. La dictadura rompe con la tradición heráldica de los últimos cuatro siglos y decide recuperar el escudo de los Reyes Católicos para mostrar que el nuevo régimen es "radicalmente distinto al que ha venido a sustituir", dice el decreto. Le añaden, además, nuevos elementos puramente franquistas, como el lema "Una, Grande, Libre", inventado por la Falange".
""Parece que las víctimas del franquismo son víctimas de segunda". Con esta frase, el coordinador del Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valencia, Matías Alonso, mostraba su indignación por el dictamen del máximo órgano consultivo valenciano. El Consell Jurídic Consultiu afirma que los ayuntamientos no están obligados a retirar los escudos franquistas de las calles porque reflejan un "cambio histórico" y no una "exaltación" de la dictadura. "Llegan a dar soporte a los razonamientos con que la ultraderecha defiende la simbología franquista", se lamentó Alonso. Se sorprenden, sobre todo, de que el Consell pretenda restar peso político al escudo analizando sus elementos por separado, con afirmaciones como que el águila y el yugo y las flechas ya se usaron en el Renacimiento. "Es como decirle a una víctima del nazismo que no debe ofenderse por la esvástica porque ya se usaba en Oriente. O imponer a las víctimas de ETA que vivan bajo el escudo de la banda porque, total, sólo es una serpiente y un hacha de leñador", dice Alonso. Para rebatir los argumentos del Consell basta una lectura del Decreto de 1938 por el que el bando sublevado establece sus nuevos símbolos y hace del escudo el reflejo de su ideología totalitarista. La dictadura rompe con la tradición heráldica de los últimos cuatro siglos y decide recuperar el escudo de los Reyes Católicos para mostrar que el nuevo régimen es "radicalmente distinto al que ha venido a sustituir", dice el decreto. Le añaden, además, nuevos elementos puramente franquistas, como el lema "Una, Grande, Libre", inventado por la Falange".
Así las cosas, y puesto que conservar símbolos de un criminal asesino como Franco nunca es malo ni significa nada, según opina SIEMPRE el PP, la dida que me corroe es: ¿por qué, entonces, todos los políticos de la derecha, y sus apoyos de la caverna mediática, celebran siempre la caída de "recuerdos históricos de izquierdas", como la estatua de Lenin en la Plaza Roja de Moscú, en su momento, y tantas y tantas otras? ¿Hay que conservar todo lo que es historia o no? ¿En qué quedamos?
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