Isaac Rosa
Público
“El mejor homenaje a la II República es que aquel bello sueño modernizador se ha hecho realidad en nuestra democracia.” -Ramón Jáuregui, ministro de Presidencia-
Pues no, mañana no será, ni pasado mañana, ni probablemente el año que viene. Aunque los republicanos coreemos hoy el “España mañana será republicana”, sabemos que aún habrá que esperar. Y ése es parte del problema: que más que trabajar por traer la república, la esperamos, como si fuese a caer del cielo o nos la fuesen a conceder graciosamente.
Como además no sólo queremos un cambio en la jefatura del Estado, cambiar el rey por un presidente, sino que muchos aspiramos a una república laica, social, federal y más democrática que esta democracia incompleta, va para más largo.
No es derrotismo, al contrario. Pero tengamos claro que no vale con esperar, ni con desear, ni con exhibir un republicanismo que a menudo es más sentimental que político, que nos vuelve tricolores en las fechas señaladas y decae el resto del año (yo el primero, que escribo hoy que toca).
Hacer de España una república no es fácil, incluso aunque sólo nos limitásemos de entrada a prescindir del rey. Porque la corona, como la iglesia católica, la organización territorial, el bipartidismo, la corrupción o los atrasos socioeconómicos y educativos forman parte de un todo, de un sistema de poder muy sólido, un régimen donde todas las piezas encajan, y por eso cuesta tanto abrir el debate sobre la corona, avanzar en la laicidad o mejorar la calidad democrática, porque cada pieza cumple su función y se sujetan unas a otras.
Pero además, hay que reconocerlo, el blindaje institucional, político y económico se hace más fuerte por nuestra propia debilidad. Es verdad que todo juega en contra, y que ese blindaje trabaja activamente para que el republicanismo no prospere. Pero seamos autocríticos, precisamente hoy: no sólo estamos divididos, desorganizados y dominados por otras prioridades. Ni siquiera contamos con un programa mínimo. ¿Qué pasaría si hoy mismo abdicase por motivos de salud el rey o falleciese de repente? ¿Tenemos algo preparado, o cantaremos “España mañana será republicana” mientras coronan a Felipe VI?
Que no cunda el desánimo, y a trabajar. Viva la República.
Público
“El mejor homenaje a la II República es que aquel bello sueño modernizador se ha hecho realidad en nuestra democracia.” -Ramón Jáuregui, ministro de Presidencia-
Pues no, mañana no será, ni pasado mañana, ni probablemente el año que viene. Aunque los republicanos coreemos hoy el “España mañana será republicana”, sabemos que aún habrá que esperar. Y ése es parte del problema: que más que trabajar por traer la república, la esperamos, como si fuese a caer del cielo o nos la fuesen a conceder graciosamente.
Como además no sólo queremos un cambio en la jefatura del Estado, cambiar el rey por un presidente, sino que muchos aspiramos a una república laica, social, federal y más democrática que esta democracia incompleta, va para más largo.
No es derrotismo, al contrario. Pero tengamos claro que no vale con esperar, ni con desear, ni con exhibir un republicanismo que a menudo es más sentimental que político, que nos vuelve tricolores en las fechas señaladas y decae el resto del año (yo el primero, que escribo hoy que toca).
Hacer de España una república no es fácil, incluso aunque sólo nos limitásemos de entrada a prescindir del rey. Porque la corona, como la iglesia católica, la organización territorial, el bipartidismo, la corrupción o los atrasos socioeconómicos y educativos forman parte de un todo, de un sistema de poder muy sólido, un régimen donde todas las piezas encajan, y por eso cuesta tanto abrir el debate sobre la corona, avanzar en la laicidad o mejorar la calidad democrática, porque cada pieza cumple su función y se sujetan unas a otras.
Pero además, hay que reconocerlo, el blindaje institucional, político y económico se hace más fuerte por nuestra propia debilidad. Es verdad que todo juega en contra, y que ese blindaje trabaja activamente para que el republicanismo no prospere. Pero seamos autocríticos, precisamente hoy: no sólo estamos divididos, desorganizados y dominados por otras prioridades. Ni siquiera contamos con un programa mínimo. ¿Qué pasaría si hoy mismo abdicase por motivos de salud el rey o falleciese de repente? ¿Tenemos algo preparado, o cantaremos “España mañana será republicana” mientras coronan a Felipe VI?
Que no cunda el desánimo, y a trabajar. Viva la República.
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