Todos entendemos por Estado de Derecho aquel que trata de asegurar la
convivencia de un pais según las normas intrnacionales de la democracia,
sustentada en la soberanía del pueblo y
en los derechos humanos.
Es
un hecho normal que entre los pueblos surjan conflictos u oposición de interpretaciones
jurídico-morales cuando les toca dirimir problemas entre ellos. Aquí, el hecho
de que me ocupo es el de de la concesión de asilo concedido por Ecuador a
Julian Assange. Y me ocupo tras el supertendencioso artículo de Ana Palacio “Julián Assange, fraude al Estado de derecho”
( El Pais, 22 –agosto- 2012).
¿Se
coloca Ecuador fuera del Derecho
Internacional al conceder ese asilo? El Derecho Internacional tiene consagrado
que las delegaciones y locales diplomáticos de los Estados son inviolables,
incluido como consecuencia el derecho al asilo. Por lo tanto, EL Estado
“perseguidor” estaría obliagdo a
conceder un salvaconducto al asilado para un abandono tranquilo del pais, no
podría expulsarlo.
El
presidente Correa legitima su decisión presentándola como garantía de un derecho que es esencial a
Julián Assange y que lo ha ejercido con la denuncia y divulgación de miles y
miles de documentos que cuestionaban la dignidad de la política del
todopoderoso Estados Unidos. El derecho a la libre información podía, en este
caso, ser conculcado o anulado y su autor podía verse perseguido, calumniado y
hasta procesado injustamente. Esto lo acredita la práctica histórica de USA en
casos semejantes.
Ecuador
es un Estado democrático y de derecho, sin que la opinión particular de Ana
Palacios, -miembro del Consejo de Estado- lo impugne con simple decir que la
política del presidente Correa
restringe libertades que en este caso
pretende defender. Lo afirmado hay que probarlo y probarlo desde el contexto
real en que sucede y con conocimiento
riguroso e independiente.
La
intervención de Baltasar Garzón en el
caso de Julián Assange potencia como válida la decisión de Ecuador, dada
precisamente la competencia, rigor, independencia y valentía que atestiguan su larga trayectoria de juez.
Carece
de fundamento pensar que el juez Garzón procede
a obstaculizar la extradición de
Julián Assange a Suecia o la orden de detención
por la vieja manía de “echar la culpa a Estados Unidos” o por dejarse llevar “por un populismo
ascendente que se envuelve en el Estado de derecho”. Es mucho prejuicio y mucha
arrogancia, y muy vieja, ésta de marcar a paises de América Latina de
populistas y relegarlos al margen de la
comunidad internacional. ¿También ocurre esto cuando en la ONU siempre que se
vota contra el embargo de Estados Unidos contra Cuba, una y
otra vez Estados Unidos es derrotado por votación unánime y desprecia una y
otra vez el veredicto? ¿O cuando el
Tribunal Internacional de la Haya, por 13 votos contra 2, sentenció que Estados
Unidos indemnizara a Nicaragua todos los inmensos daños causados con 15.000 millones de dólares y Estados
Unidos nunca hizo caso de la sentencia?
Hacer
clasificaciones desfavorables acerca de los derechos y libertades en Cuba,
Bolivia, Venezuela y otros pueblos,
desde paises que han practicado sistemáticamente el imperialismo y el
colonialismo, y por el que se han impedido esos derechos y libertades hasta
el extremo, resulta irreverente y
hacerlo ahora en la conyuntura del resugir prometedor de América Latina, es
de un engreismo soterrado imperdonable.
La
legitimidad o no para el derecho de asilo debe apoyarse en razones y no en el aireamiento de detestables
prejuicios, que llevan a proyectar falsedades y calumnias sobre la vida política de esos paises. Hay
quien la coloca a Vd. Ana Palacios “entre esos periodistas que creen que por tener un tintero y un micro
por delante puede desahogar fuertes sus desafectos”. Ecuador no se mueve bajo la caricatura de un
Estado de derecho, ni los que lo seguimos críticamente hacemos profesión de un “inventado” populismo. Y hemos aprendido a
precavernos contra ese papanatismo
occidental que admira su sistema “ como
barrera contra impulsos totalitarios”. La historia nos cuenta, sin apenas
enmienda, de dónde y de quiénes han partido muchas veces esos impulsosos
totalitarios. Ciertamente, “es hora de
que las voces del liderazgo europeo se alcen altas y claras, marcando una
dirección”, pero que sea una dirección –finalmente- no para invadir, saquear,
mentir y dominar, sino para promover , reafirmar la soberanía de esos pueblos hermanos , reparar
nuestros errores históricos, respetarlos
y cooperar con ellos.
(Benjamín Forcano. Teólogo y sacerdote ex-claretiano expulsado de su orden a instancias del Vaticano)
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