RAJOY se encuentra ante el inicio de su declive como presidente y como político. Lo sucedido ayer en la calle Génova se presenta como una señal inequívoca de debilidad y de falta de credibilidad. Más allá de lo que piensen los más acérrimos seguidores del PP, la total ausencia de argumentos contrastados de Rajoy, su negativa a contestar a los periodistas y su negación contínua de los hechos pidiendo poco menos que hagamos un acto de fe para confiar en que nunca cobró dinero del partido, suponen una clara evidencia de que el presidente está contra las cuerdas, con su carrera en horas tan bajas que dudo mucho que pueda remontar el vuelo. El ambiente generado en el país con las corruptelas que han aflorado en los últimos meses con un rosario vergonzante de cargos y de personalidades imputadas refuerza el ambiente que existe contra el gobierno, que se ve afectado de forma indirecta por todo lo que huele a basura del sistema. Y así nos encontramos de nuevo con un ejecutivo debilitado pese a la amplia mayoría absoluta que lo respalda; por eso me atrevo a decir que asistimos al principio del fin de Rajoy.
Todos los presidentes de la democracia española han tenido un punto de inflexión en el que ha comenzado su declive. Suárez vio cómo los barones de su partido comenzaron a hacerle la cama justo cuando ganó sus primeras elecciones y se sacudía el estigma de franquista que le había acompañado desde que fue nombrado presidente. A González se le abrieron varios frentes pero la puntilla se la dieron el GAL y una crisis económica que no pudo combatir con credibilidad política. Aznar sentenció su carrera y el futuro de su partido al frente del país el día que apareció en la famosa foto de las Azores y Zapatero quebró cuando negaba una crisis que todos sentíamos ya en los bolsillo. A Rajoy, con poco más de un año al frente del país, se le ha acabado ya el crédito y ha comenzado su recta final. Seguramente acabará el mandato si la polémica de los sobres no se convierte en una gigantesca bola de nieve de corrupción que acabe por llevárselo por delante, pero tiene las cosas muy difíciles porque le queda muy poco crédito. Los principales medios, incluso aquellos defensores de las tesis de su partido, le cuestionan y le exigen respuestas mientras la sociedad hierve. Ojalá me equivoque, porque España necesita ahora más que nunca un gobierno fuerte, pero a Rajoy le pasará una factura muy seria esta profunda crisis de credibilidad.
(Fco Javier Domínguez. www.eldiadecordoba.es)
1 comentario:
Con prácticamente 3 años de legislatura por delante y dada la memoria de pez de la mayoría de la ciudadanía, es más que probable que Mariano Rajoy acabe la legislatura y excepto que elementos propios de su partido decidan deshacerse de él (Me voy a arriesgar a plantear que los papeles del Sr Bárcenas y toda esta campaña mediática viene orquestada soterradamente desde sus propias filas ¿Aguirre y amigos, quizás?), es muy posible que sea capaz de renovar en unas próximas elecciones generales. La razón de todo esto, que la mayoría de los españoles viven de espaldas a las cosas que pasan en este país, ni sienten ni padecen, excepto que las situaciones les afecten directamente. La ignorancia y estupidez llevada como programa de implantación sobre la sociedad por todos y cada uno de los gobiernos que hemos tenido tras el franquismo(En esto la mayor responsabilidad corresponde a los sociatas, que en sus cacareadas reformas educativas, convirtieron los insuficientes planes de 1974, con los que nos educamos, en la nefasta educación que hoy reciben nuestros hijos y que a todos parece importarnos bastante poco). Miestras permanezcamos adormecidos o anestesiados y los que nos gobiernan (Políticos, Bancos y grandes Corporaciones)lo sigan teniendo así de cierto, seguirán en la misma línea de cinismo e hipocresia porque les importará muy poco lo que se piense o se diga de ellos. Ya lo dice un refrán muy español: Ande yo caliente y ríase la gente.
Publicar un comentario