Con esto de la jubilación del Papa Benedicto XVI me he acordado de este poema de Rafael Alberti.
Basílica de San Pedro
Di, Jesucristo, ¿por quéme besan tanto los pies?
Soy San Pedro aquí sentado,
en bronce inmovilizado,
no puedo mirar de lado
ni pegar un puntapié,
pues tengo los pies gastados,
como ves.
Haz un milagro, Señor.
Déjame bajar al río,
volver a ser pescador,
que es lo mío.
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