Me detengo
en leer las páginas que El País , hoy por ejemplo (8 de marzo ), dedica a Hugo Chávez. Y no puedo evitar la
impresión de que todas ellas, de entrada con respeto y admiración, acaban
dibujando una figura fanfarrona, contradictoria y excéntrica: caudillista y
mesiánico, cínico populista, sin pensamiento, ambicioso infinito, descarado e
impenitente, embrujador, político de espectaculares desastres , etc. y , sin
embargo, hizo lo que nadie antes había hecho, encarna la ambición fundamental
de la justicia social, gana fácil y democráticamente las elecciones cuatro
veces, muere en olor de multitudes, con
un funeral digno de un santo.
Es fácil rizar la pluma para decir lo
que uno quiere o decir lo que otros quieren que se diga. Pero el periodismo es
más directo: observar, acumular
datos, analizar, relacionar y contar. La
pregunta es cuántos de los periodistas, que de Chávez escriben, han estado en
Venezuela, se han preocupado de ver el antes y el ahora, de convivir y
preguntar a la gente, de escuchar llanamente al presidente, de verlo sin
predeterminaciones, de narrar obras supermeritorias de sus Gobiernos, logros maravillosos, que
nunca aparecen en las crónicas de estos periodistas. Y, al lado, los errores y fallos, como sean. Menos calificativos, menos infundadas evaluaciones y más datos, más historia, más paso a la realidad por él y el pueblo día a día recorrida y menos
sentencias de despacho , hechas con la
artificialidad de la distancia y del prejuicio.
Con Chávez, la desigualdad se ha reducido en un 54 %; la pobreza ha bajado del 40 % al 7,3 %; pensionistas en la vejez
han pasado de 387.000 a 3,1 millones; la educación es gratuita desde las guarderías a la Universidad;
asisten a guarderías públicas el 72 % de niños; asisten a la escuela el 85 % de los niños en edad escolar; se
crearon 10 nuevas universidades. Venezuela es el quinto país del mundo en tener
proporcionalmente más estudiantes
universitarios; antes importaban el 90 % de los alimentos, ahora el 30%; cuatro
millones de niños reciben comida
gratis en las escuelas y 6.000 comedores
alimentan a 900.000 personas; la mortalidad infantil ha bajado del 25 por 1000
al 13 por mil; de 18 médicos por cada
10.000 habitantes se pasó a 58; en un
solo año construyó 250.000
viviendas para los miles de familias que
quedaron sin hogar en 2011 a causa de
las lluvias; el desempleo bajó del 11,3
% al 7,7 %; se crearon más de
50.000 cooperativas. La deuda pública de
Venezuela es del 45 % del PIB, la de la
Unión Europea es del 82,5 %; el gasto social aumentó un 60,6 % (772.000
millones de dólares).
(Benjamín Forcano. Sacerdote y teólogo moral)
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