Guardar Todas las empresas del Ibex 35, excepto dos que parecen idiotas, actúan en paraísos fiscales. Gracias a ello, en vez de cotizar como usted y como yo, que somos gilipollas, evaden legalmente los impuestos. Significa que las instituciones funcionan. Muchas de esas empresas, presididas por filántropos incurables y personas de misa y comunión diarias, desvían su producción hacia países donde la obra de mano es barata porque las condiciones laborales son de pena. En Bangladesh, por poner un ejemplo, acaban de morir aplastados más de 500 obreros que fabricaban nuestros pantalones vaqueros y nuestros fulares de colores en un edificio que amenazaba ruina. Tranquilos, ningún filántropo español irá a la cárcel por ese crimen. Las instituciones funcionan.
A un señor que no podía pagar la prótesis de rodilla que necesitaba para su recuperación, se la han arrancado antes de que saliera del hospital. Las instituciones funcionan. A Gerardo Galeote, un tipo de la Gürtel tan presunto como Jesús Sepúlveda o su entonces esposa, Ana Mato, le duplicaron el sueldo (con el dinero de nuestros impuestos) cuando a la gente honrada comenzaban a bajárselo. Y es que las instituciones (en este caso, el PP) funcionan. En el hospital de Hellín han operado extrajudicialmente a la madre del gerente (el que lleva los números y tal vez decida los despidos) por eso, porque las instituciones funcionan.
Si queda alguna duda de que las instituciones funcionan, ahí está la desimputación, o como se diga, de la infanta Cristina, la mujer que creía que con dos sueldos de clase media era posible adquirir un palacio de clase alta. La infanta Elena, sorprendida en un open de tenis (dónde si no), declaró a preguntas de la prensa que ignoraba si se había hecho justicia, pero que estaba feliz. Feliz, suponemos, de que las instituciones funcionaran.
(Juan José Millás. El País).
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