No son dos horas: es nuestro futuro
Es detestable la manipulación de la información que nos ofrecen a diario los medios para conseguir el respaldo de la opinión pública sobre lo que es claramente un atentado contra el derecho a una educación pública y de calidad. Insisten en la necesidad de los recortes sociales en tiempos de crisis pero no reconocen las consecuencias que sufriremos a largo plazo: los recortes de hoy hipotecan el futuro de nuestra sociedad. Se afirma que el horario actual de un profesor de Secundaria son 18 horas semanales e insisten en que la posible huelga de profesores debido al aumento de 2 horas salariales no está justificada, falacias ambas que han calado hondo en la opinión pública y que deberíamos de analizar.
En primer lugar, el horario de un profesor es en realidad de 37,50 h. Contamos aquí, por supuesto, solo las horas legales, pero no las horas extra no remuneradas que además de esas 37,5, muchos de nosotros dedicamos voluntariamente a otras tareas educativas, tales como actividades extraescolares, salidas, viajes, grupos de teatro, jornadas culturales, revistas escolares, programas de intercambio..., iniciativas que la Consejería no reconoce en modo alguno. En segundo lugar, el aumento de 2 horas lectivas no es el verdadero móvil de estas manifestaciones, sino las consecuencias encubiertas de esta acción. Dejando a un lado que una hora lectiva se multiplica por otras tantas horas de trabajo fuera del aula (preparación de las clases y exámenes y su posterior corrección, formación continua y obligatoria del profesorado, atención a las familias, etc.), el aumento de 2 horas salariales por docente trae consigo el hacinamiento de los alumnos en las aulas de los centros públicos (no así en los privados) y por consiguiente el empeoramiento de la calidad de la educación pública, así como el despido de miles de profesores, en su mayoría interinos pero también algunos funcionarios de carrera que tras haber pasado años de su vida dedicados a la preparación y superación de una oposición, ven peligrar su vida laboral.
Que quede claro: no nos quejamos por 2 horas más, pues muchos de nosotros ya dábamos 19, 20 o incluso 21 horas lectivas en cursos anteriores. Somos conscientes de la crisis y ya lo asumimos cuando sufrimos un recorte salarial del 7% el año pasado, que culminó tras años de congelación salarial (los funcionarios fuimos los únicos que nos apretamos el cinturón mientras los demás disfrutaron de años de bonanza y no nos quejamos) y por ello mismo, muchos -por no decir todos- estamos dispuestos a asumir ese aumento de horas siempre que se respeten las plantillas y los cupos de profesores actuales, sin embargo eso no es lo que están haciendo, en perjuicio de la calidad de la educación pública. Es decir, el aumento de dos horas por profesor en un centro de 90 profesores supone 180 horas menos, o lo que es lo mismo, 9 profesores despedidos en ese centro. No solo hablamos de 9 personas por centro educativo que se van a la calle sino del empeoramiento de la situación educativa del alumnado.
Tomemos por ejemplo un profesor de inglés (una asignatura de 3 horas semanales); ese profesor daba clase a 6 grupos de 28 alumnos, lo que suponen 168 alumnos por cada profesor que ahora se han quedado sin nadie que les de clase. Como en cada centro son 9 los puestos docentes eliminados, podríamos pensar en cada uno de esos 9 profesores diesen una asignatura diferente, dejando así a los 168 alumnos sin profesor en todas y cada una de las materias. ¡Pero eso no puede ser!- dirían los padres, ¡Cómo no va a dar nadie clase a mi hijo! Así que esos 168 alumnos tienen que ser redistribuidos en otros grupos, lo que aumenta la ratio de alumnos por aula. Suponiendo que cada uno de esos 6 grupos fuese de un nivel educativo diferente (1º, 2º, 3º y 4º de ESO y 1º y 2º de Bach), en un centro de unos 4 grupos por nivel, la redistribución de alumnos conlleva el aumento del número de alumnos por aula y pasaríamos de 28 a 35 alumnos por clase. Esto no solo supone más trabajo para el profesor (más exámenes que corregir, padres con los que hablar, etc) sino que la atención que cada alumno reciba será menos personalizada.
Pero los recortes que minan la calidad de la educación pública no acaban ahí. Algún padre obcecado podría pensar que 7 alumnos más no son tantos (no piensan lo mismo cuando después de un mes de vacaciones con sus dos hijos está deseando que empiecen las clases porque ya no los aguantan más, pero en fin, ese es otro tema), sin embargo, no se dan cuenta de que entre esos 9 profesores que se han ido a la calle se encontraba la orientadora que dedicó horas y horas para ayudar a su hijo a superar la dislexia, o la trabajadora social que intervino cuando el abusón de la clase arremetía contra su hijo, también estaba el tutor, que tras horas de atención individualizada ayudó a su hijo a integrarse en el grupo, resolver conflictos, educarse en valores, elegir carrera, y mil cosas más.
A partir de ahora todo eso cambiará: ¿Qué su hijo tiene problemas de comprensión lectora? Lo siento, no podemos ayudarle, gracias a los recortes nos han quitado los desdobles de lengua y ahora su hijo tendrá que apañárselas para ponerse al nivel de la clase él solito. ¿Le cuestan las matemáticas? Es una pena que también nos hayan quitado el programa de compensatoria… que se busque la vida. ¿Se le da mal el inglés? Bueno, pues le paga usted una academia, que ahí los grupos son reducidos y pueden practicar el idioma, no como en una clase de 35, ¡Oiga, que mi hijo no aprende porque se aburre en clase! Si en vez de invertir tanto dinero en la privada se hubiese invertido más en la pública quizá podríamos hacer más actividades que motivasen a su hijo, ¡Mi hijo lleva 3 semanas sin profesor porque han operado al de historia! Si no nos hubiesen aumentado esas 2 horas lectivas, aún conservaríamos las “guardias” y su hijo estaría con un profesor esas horas, pero claro con los recortes… ¡Que a mi hijo lo ningunean en la clase (o cosas peores)! ¡Uy! Pues es que la orientadora está en paro, resuelva usted misma el conflicto…
Pero no se preocupe, si usted es padre y no le gusta la educación pública que le ofrecen para sus hijos siempre puede pagar una escuela privada. Seguro que la mayoría de padres (muchos con sueldos mileuristas) ya habrán ahorrado los 54.000 € que les costará la educación de cada hijo- este cálculo es para solo 1 hijo, claro- (450€ x 10 meses/año x 12 años de escolarización desde 1º de Primaria hasta 2º de Bachillerato = 54.000€) ¡ Y eso que no repitan ningún curso!; y si no pueden pagarlo, pues mala suerte y que se aguanten, que ustedes apoyaron los recortes, así que ahora no se quejen.
Y es que los que vivimos dentro del gremio de los docentes estamos hartos de tener que luchar contra los discursos políticos plagados de mentiras que la gente “se traga” alegremente. No se puede mentir tan descaradamente y difamar al colectivo educativo haciendo creer a la opinión pública que la posible huelga de profesores está motivada por el aumento salarial de 2 horas, sin reconocer que eso supone el desmantelamiento de la educación pública. Estamos de acuerdo con que en años de crisis “hay que ahorrar”, pero lo que no toleramos es que lo que se ahorran en recortes sociales vaya destinado a entidades privadas. Constantemente oímos hablar de los hospitales y colegios nuevos que se inauguran en Madrid cada día, pero nunca dicen que solo 2 de cada 10 son públicos.. La Consejería de Educación admite que con los recortes en educación se van a ahorrar 80 millones de euros, pero no dice que 64,7 de esos millones van destinados a ACADE (Fundación de enseñanza privada). La gente aplaude medidas sin conocer las consecuencias de éstas. Ya es hora de que nos quitemos la venda de la ignorancia, nos bajemos del trono de la comodidad y luchemos por nuestros derechos y el futuro de nuestros hijos: por una educación pública de calidad, “una educación de todos y para todos”.
(Ana Canellas)
No hay comentarios:
Publicar un comentario