Manuel Alcántara
Diario Sur
Ya no hay iniciados capaces de descifrar doctrinas
ocultas. La estadística se ha cargado a la teosofía y los adivinos, que
siempre han hecho de su capa un sayo, están de capa caída. A cinco días
de las elecciones se da por seguro quiénes serán los vencedores, aunque
persistan dudas acerca de si el triunfo sea sinónimo de victoria. El
primero que da por hecho que va a ganar es el candidato Mariano Rajoy.
«Mi primera medida será un mensaje de austeridad», ha dicho, en vez de
decir que «sería». Quienes tienen fe ciega en la victoria deben andarse
con los ojos bien abiertos, ya que hay herencias que no pueden
rechazarse.
Las más importantes cabezas económicas, que quizá entre todas no sumen la de un buen macrocéfalo aplicado, están dando las recetas para luchar contra el paro. Coinciden en la necesidad de establecer nuevas reformas y de aumentar la confianza, pero no dicen cómo se hacen esas cosas. Sus consejos se parecen a los de aquel entrenador de un equipo de fútbol que les decía a sus delanteros, antes de salir al campo: «vosotros tirar siempre raso y pegado al poste». Una táctica inmejorable, a condición de que la estrategia de los rivales no la impida.
Las mayorías quizá nunca debieran ser aplastantes, ni siquiera apabullantes. Les basta con ser abrumadoras. No está bien humillar al vencido sobre todo cuando ha costado mucho tiempo vencerlo. Incluso el funesto Berlusconi, el mal llamado 'Cavaliere', que es un golfo de levita, nos empieza a dar lástima. Ha dejado no solo a Italia, sino a media Europa, al borde del naufragio, pero hay que preguntarse dónde está ahora el resto de la tripulación. Agarrados a una tabla, aunque nunca fue la tabla de la Ley. Al parecer, la feliz pareja que eventualmente forman la señora Merkel y el señor Sarkozy le amenazó con ir a Roma, donde se llega por todos los caminos, para exigirle que se fuera. Las cuentas no salen y la aritmética ha sustituido a la cábala.
Las más importantes cabezas económicas, que quizá entre todas no sumen la de un buen macrocéfalo aplicado, están dando las recetas para luchar contra el paro. Coinciden en la necesidad de establecer nuevas reformas y de aumentar la confianza, pero no dicen cómo se hacen esas cosas. Sus consejos se parecen a los de aquel entrenador de un equipo de fútbol que les decía a sus delanteros, antes de salir al campo: «vosotros tirar siempre raso y pegado al poste». Una táctica inmejorable, a condición de que la estrategia de los rivales no la impida.
Las mayorías quizá nunca debieran ser aplastantes, ni siquiera apabullantes. Les basta con ser abrumadoras. No está bien humillar al vencido sobre todo cuando ha costado mucho tiempo vencerlo. Incluso el funesto Berlusconi, el mal llamado 'Cavaliere', que es un golfo de levita, nos empieza a dar lástima. Ha dejado no solo a Italia, sino a media Europa, al borde del naufragio, pero hay que preguntarse dónde está ahora el resto de la tripulación. Agarrados a una tabla, aunque nunca fue la tabla de la Ley. Al parecer, la feliz pareja que eventualmente forman la señora Merkel y el señor Sarkozy le amenazó con ir a Roma, donde se llega por todos los caminos, para exigirle que se fuera. Las cuentas no salen y la aritmética ha sustituido a la cábala.
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