6 de abril de 2012

No disparen a los funcionarios


Los funcionarios son esos señores y señoras que un buen día aprobaron
una oposición en busca de un empleo estable. Su sueldo era seguro,
pero escasito. Es más, cuando estalló ese tsunami de falsa prosperidad
y este país se llenó de nuevos ricos, su sueldo, en comparación, era
claramente una puta mierda. No obstante, la gran ventaja que tenían
(esto lo valoran ahora) era que nadie se metía con ellos: en todo
caso, si alguien les señalaba, era para compadecerse de su pobreza.

-Mira ese pringao: veinte años en la Administración, y gana al mes la
cuarta parte de lo que yo saco en mi empresa sólo en horas extras.

Pero un día la crisis estalló y España, que estaba a punto de
adelantar a Francia, según ZP, luego de haber pasado a Italia, empezó
a irse al carajo. Resulta que la economía de este país se había basado
casi única y exclusivamente en una burbuja inmobiliaria que nadie
quiso pinchar a tiempo, y, cuando explotó, lanzó de golpe contra las
oficinas del INEM a tres millones de parados. La recaudación fiscal
cayó en picado y, como al mismo tiempo aquí se había despilfarrado en
obras absurdas lo que no está escrito, corrupciones aparte, la deuda y
el déficit se dispararon, se empezó a hablar de quiebra y el gentío
volvió la cabeza hacia los culpables de tanta ruina: los jodidos
funcionarios, que cada mes se llevan a casa su sueldo calentito, un
sueldo que ahora, en comparación con tanto "ni-mileurista" como hay,
es muy apetecible.

"¡Es que la partida destinada al pago de las nóminas de los empleados
públicos no deja de crecer!", protesta el gentío. Y lleva razón: tanto
en la Administración Central, como en la Autonómica y la Local, cada
día hay más gente colocada a dedo y más asesores. Los funcionarios de
carrera, o sea, por oposición, no crecen porque sus bajas ya no se
cubren, pero cada vez hay más enchufados.

Los gobernantes lo tienen muy fácil a la hora de estrangular a los
funcionarios: el gentío ha sentenciado que hay que ir a por ellos. El
gentío no distingue entre el burócrata que no da un palo al agua en su
negociado (¿para qué estará la inspección, oyes?) y el médico que no
da abasto en urgencias, y los dos son funcionarios. Por eso los
empleados públicos lo van a pasar francamente mal en lo que queda de
crisis. ¡Les van a recortar hasta la calderilla!

-A ver, usted que tenía diez trienios, a veinte euros el trienio, va a
pasar a tener cinco, a diez euros la unidad.
-¿Lo qué?
-Es que Bruselas nos ha dicho que a partir de ahora cada trienio tenga
seis años. ¡Todo sea por rebajar el déficit, hombre, no ponga esa
cara!

Si por el gentío fuera, incluso habría que fusilar a muchos
funcionarios al amanecer, así nos ahorraríamos hasta sus futuras
pensiones. Pero tampoco hay que pasarse. A no ser que el déficit se
resista, claro.
(El Jueves).

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