La
mandataria de Argentina, Cristina Fernández, se ha erigido en el nuevo diablo mediático[1] (en
famosa expresión científica), y su país asciende puestos en el top ten de Estados díscolos (o, cuando
menos, de los juzgados como tales por los grandes medios), junto a Corea del
Norte, Irán, Siria o Venezuela.
Con
motivo de la recuperación para el patrimonio público argentino de la petrolera
YPF, y como la totalidad de los grandes medios de comunicación españoles, ABC dedicó un amplísimo despliegue de
textos muy críticos, en tono fuertemente hiperbólico, hacia la presidenta. En
uno de sus editoriales, titulado “Asalto a Repsol”[2], el
rotativo promonárquico asoció la medida a una serie de tópicos. Entre ellos,
pueden recopilarse: el delito (“asalto
a Repsol”, “escarnios como el anunciado por Kirchner”), la trampa (“sustituir las reglas de conducta…, como la seguridad
jurídica y el respeto a lo convenido”), el propio
perjuicio (“impropio de un país que precisa inversiones extranjeras”, “La
contribución de las empresas españolas al crecimiento del continente
suramericano no merece… escarnios como el anunciado”), las referencias al eje del mal bolivariano (“remataría las
cancelaciones de licencias decididas en las últimas semanas por diversos
gobiernos regionales”, “un ejercicio… al que no habían llegado siquiera los
líderes bolivarianos, como Chávez, Correa o Morales”), la demagogia (“populista”, “demagogia nacionalista”, “para ocultar sus
problemas internos”), el antiespañolismo (“el
Gobierno argentino contra las multinacionales españolas”, “agravios contra
España y utilizando a nuestro país”, “los intereses españoles”, “evitar nuevos
episodios que socaven la imagen de España”, “incurrir contra España”) y el autoritarismo (“acto arbitrario”, “golpe
de mano tercermundista”, “caza de brujas”, “en un ejercicio tan autoritario de
su poder”, “esta dinámica autoritaria del Gobierno argentino”).
Repasemos
los dos últimos tópicos del editorial de ABC.
Se atribuyen a la Administración de Fernández (viuda de Néstor Kirchner)
“agravios contra España” por expropiarle una compañía, originariamente
propiedad del Estado argentino, a una gran corporación transnacional que tiene
su sede social en nuestro territorio. Calificar a empresas del tipo de Repsol como
“españolas” basándose en este hecho resulta harto discutible. Para empezar,
Repsol, al igual que había pasado con YPF, dejó de ser de ser, en puridad,
española con la oleada privatizadora que, bajo el culto a Hayek y las políticas
de Margaret Thatcher, hizo salir del control público en España a grandes
monopolios y oligopolios (Telefónica-Movistar, Tabacalera-Altadis, Endesa),
pero sin haber liberalizado previamente los mercados, para así desplazar dicha
concentración empresarial a la gestión de personas afines al PP. La compañía
petroquímica era una de las más grandes y rentables de España, con una
trayectoria implacable desde su creación en 1986, fecha en la que aglutinó los
activos empresariales mejores del monopolio del petróleo. Una década después,
un año antes de ser privatizada,
“A
mayo de 1996, Repsol era un grupo petroquímico de carácter multinacional, con
intereses y permisos de exploración en Indonesia y buena parte de América del
Sur, que facturaba 2,7 billones de pesetas anuales y conseguía unos beneficios
de 120.000 millones cada año. La aportación de beneficios para sus 300.000
accionistas era considerable y constante. En los tres años anteriores a la
privatización había repartido un dividendo de 140, 171 y 181 pesetas por acción
[ibídem][3].
Pero
otro hecho permite cuestionar la cacareada españolidad (todavía) de la
compañía. Su
actual compleja estructura de monopolio vertical comprende muchas subempresas
que trabajan en lugares diferentes a aquellos donde tienen su domicilio social
(Luxemburgo, Suiza, Andorra, Islas Caimán, Bermudas…), lo que hace que Repsol
consiga beneficiarse de los Acuerdos de Protección de Inversiones entre
determinados Estados, de los juegos contables y ventajas tributarias permitidas
en ciertos territorios.
Por
ende, mucho
puede objetarse a esa supuesta españolidad si nos atenemos a su composición
accionarial. De acuerdo con datos de 2005, ya en ese año existía un importante
componente de capital foráneo. PMI Holdings (perteneciente a Petróleos
Mexicanos) poseía el 4,8%. Dos grandes segmentos de Repsol se componían de
“participaciones extranjeras”: de Estados Unidos, con el 16,2% y del resto del
mundo, con el 31,6%. Si sumamos a estos últimos la parte de Petróleos
Mexicanos, resultaría un 52,6% total de capital exterior, lo que resta crédito
a los mensajes que hablan de Repsol como empresa española. En este sentido,
En Repsol YPF existe una creciente incidencia del capital
estadounidense. El JP Morgan Chase, grupo dentro del cual se encuentra Chase
Manhattan Bank tiene el 10,4% de las acciones que corresponden a EE.UU.
(16,2%). La incidencia del Chase Manhattan Bank en la Repsol es tan grande que
se considera que en pocos años la Repsol va a pasar a propiedad del Chase
Manhattan Bank. El fondo de inversiones estadounidense Capital Group
International incrementó su participación inicial de 2% en Repsol YPF a 5,4% en
2006[4].
El
otro tema es el presunto autoritarismo demostrado con la medida expropiatoria
de YPF. No es la primera vez que Cristina Fernández es objeto de un discurso
mediático hostil en España, incluida esta imputación autoritaria. El País acostumbra desde hace tiempo a
proyectar un mensaje sesgado contra la presidenta, como hizo en una crónica de su
versión digital del 7/IX/2009, acusándola de “controlar los medios” cuando
ésta, en aplicación del programa electoral por el que fue elegida, impulsó una
ley antimonopolio en materia de medios de comunicación, similar a otras de
Europa, Japón o Estados Unidos. Dicha ley haría que el grupo mediático argentino
Clarín, propietario del periódico del mismo nombre, debiera elegir entre
desprenderse de su televisión en abierto o renunciar al negocio del cable, y el
grupo Prisa, editor de El País, tenía importantes negocios en común, justamente, con
Clarín[5].
Volviendo
a la renacionalización de YPF, ABC tiene
dos motivos para denostar al Gobierno de Cristina Fernández. De entrada, el solo hecho de que un Estado adquiera una
empresa clave para el control del sector energético supone una afrenta para los
defensores del libre mercado y, según José Antonio Zarzalejos, ex director del rotativo en dos etapas
diferentes, ABC
es “partidario, desde su fundación, de la libertad de mercado desde el
punto de vista económico”[6].
Pero más allá del terreno meramente ideológico, otro pecado
imperdonable del Gobierno argentino, a ojos de ABC, ha sido expropiar YPF a la transnacional Repsol, precisamente
nada ajena al accionariado de Vocento, el conglomerado mediático al que
pertenece el diario. Destaquemos, por ejemplo, la doble condición de “Nemesio Fernández-Cuesta, presidente de honor de ABC y director general de Repsol-YPF”[7],
quien puede presumir de haber tocado los tres palos del mundo de la
comunicación, la alta política y la gran empresa, dado que
Cuenta
con una amplia trayectoria profesional en el sector energético y
particularmente en Repsol. Participó en las negociaciones para la entrada de
España en el Mercado Común Europeo y en la adaptación del Monopolio Español de
Petróleos (CAMPSA) y el Protocolo del Gas. Ha sido Secretario de Estado de la
Energía y Recursos Naturales […][8].
Con
el fin de mantener en el tiempo los ataques al Gobierno de Cristina Fernández,
en días posteriores a la fecha del citado editorial de ABC, el mismo periódico ofreció una pequeña entrevista, bajo el
titular “Argentina se jacta de incumplir las reglas del juego”, a Graham
Mather, a quien se le hacen preguntas como si Argentina es “un Estado gamberro”
o “Cuáles serían los ‘puntos de dolor’ que se podrían pulsar” para que la
nación austral salde sus cuentas pendientes con el FMI[9]. Para
aclararnos un poco en relación con el entrevistado, éste “fue eurodiputado
conservador en los 90 y trabajó para los gobiernos de Margaret Thatcher. Este
veterano de los círculos del poder en Londres preside el European Policy Forum,
un «think-tank» pro mercado que publicó en marzo un profético informe sobre el
peligro de los incumplimientos económicos de Argentina”[10].
Cabe
recordar que la ex primera ministra Thatcher (a la que nombrábamos como
conspicua inspiradora de la ola de privatizaciones que sacó a Repsol del sector
público español), ferviente defensora de la desregulación y las privatizaciones
en materia económica, fue una de las más visibles abanderadas de la llamada
‘revolución conservadora’ mundial, de cuyas políticas devino un notable
incremento de las desigualdades y la pobreza a nivel global. Pues bien, echemos
un vistazo al mencionado informe de este antiguo colaborador suyo; todas las
negritas corresponden al original, lo que, en algunos casos, resulta muy significativo.
Para empezar, se revela que Argentina puede convertirse en un peligroso ejemplo
a imitar:
En la actual situación internacional, en la que el impago de la deuda
soberana se ha convertido en un problema en el caso de Grecia, el
ejemplo argentino es un caso preocupante […] que desfavorece tanto a otros
gobiernos como a instituciones crediticias del sector privado […], más aún si
cabe, cuando Argentina ha aconsejado a Grecia seguir la estrategia de impago.
Europa no puede permitirse que Grecia y otros estados miembros imiten este
comportamiento. […][11]
Un sector más o menos amplio de la ciudadanía española está
percibiendo los actuales recortes como la pérdida de soberanía de su Estado
intervenido, o como una merma de la independencia de su Gobierno en favor de
las directrices de Angela Merkel, la canciller de Alemania, cuyos objetivos
apuntan a que los bancos radicados en la nación teutona recuperen el dinero
prestado al sector privado (principalmente) español. Aunque sea al otro lado
del Atlántico, la larga historia de préstamos contraídos por Argentina desde
hace décadas con instituciones internacionales no está exenta de implicaciones
y paralelismos con la actual situación de la Unión Europea. ¿Podría el
Ejecutivo de Alemania (donde, por otra parte, sus propios trabajadores
nacionales llevan años viendo reducidos sus derechos laborales y capacidad
adquisitiva) perder parte de su vigente capacidad de coacción sobre otros
Gobiernos del continente, los de los países donde existe una abultada deuda con
la banca germana? Siguiendo con el mismo texto del European Policy Forum:
En un informe del Servicio de Investigación del Congreso (R41029
de 21 de enero de 2010), el especialista en comercio y finanzas internacionales
del servicio, J. F. Hornbeck, indica: […] “el caso de Argentina demuestra que
los gobiernos nacionales pueden ver limitadas sus iniciativas de influir en una
nación soberana que toma la determinación de retrasar o negarse al reembolso de
la deuda”. […] La acción unilateral de Argentina está claramente reñida con el
mantenimiento de un sistema financiero internacional [...] esencial para la
salud de la City de Londres. […]
Así pues, la línea adoptada por Argentina es un peligroso ejemplo
y un perjuicio… sobre todo para los que se han venido en llamar últimamente
‘los mercados’. En particular, el sacrilegio argentino representa una mala
influencia para el ‘Wall Street Guantánamo’, sobrenombre adquirido por la Bolsa
londinense a raíz de sus prácticas financieras, escasamente sujetas a control
público, donde se encuentran radicados el 80% de los hedge funds[12],
fondos de inversión que consiguen la máxima rentabilidad a base de técnicas ‘de
cobertura’: básicamente, cubrir sus operaciones más arriesgadas mediante otros
productos financieros vinculados con ellas, tejiendo una compleja red
multimillonaria mundial en la que sólo intervienen unos pocos inversores muy
poderosos[13].
Las negritas del texto atraen la atención acerca de a quiénes merman “la salud”
las políticas del Ejecutivo Fernández de Kirchner.
Según glosa el fragmento del informe de Mather, por tanto, hay
“gobiernos nacionales” como el británico (aunque la referencia sería extensible
al alemán) que se dedican a “influir en una nación soberana que toma la
determinación de retrasar o negarse al reembolso de la deuda”; por ejemplo,
Argentina (extrapolemos el caso a Grecia… o España). La cuestión es qué tienen
que temer, concretamente, los primeros.
Al contrario que otras naciones en mora que negocian con los acreedores y
suscriben la reestructuración voluntaria de la deuda, el Gobierno argentino […]
aprobó una Ley Candado con la intención específica de avisar a los acreedores
de que si no emprendían la vía coercitiva, sus deudas serían repudiadas.
Irónicamente, Argentina alecciona ahora a Grecia y otras naciones de la UE
sobre la estrategia de impago, lo que podría socavar seriamente las iniciativas
de reestructuración de la UE.
Sustitúyase en el último fragmento el eufemismo “reestructuración”
por el tabú ‘pago de la deuda’. En la radio, televisión y prensa españolas se repite
que lo primero es saldarla y que no hay alternativa a las medidas
‘recomendadas’ por FMI, BCE y Comisión Europea (con la instigación de Merkel),
a pesar de que dichas medidas supongan en los países deudores precarización
laboral, disminución del salario directo, indirecto (prestaciones públicas) y
diferido (pensiones), redistribución de las rentas del trabajo al capital (vía
aumento de impuestos indirectos), pérdida del patrimonio del Estado (por las
privatizaciones)… De no acatarse, nos dicen que se nos negará el dinero de
Europa, lo que sería, según el mensaje unánime, aún peor que las duras
consecuencias de esos préstamos. ¿Cómo pueden los Gobiernos europeos de los
considerados países acreedores hacer acatar sus mandatos, “influir en una
nación soberana”? A este respecto, regresemos a la situación argentina y
busquemos la solución al enigma en el documento redactado por el ex
eurodiputado conservador británico:
Frente a estos antecedentes, no sorprende que el Gobierno de Estados
Unidos haya decidido votar en contra de los programas de préstamos del Banco
Mundial para Argentina, excepto en el caso de aquellos que sirvan
verdaderamente para alivio del sufrimiento humano de los pobres en Argentina.
Quizás sea el momento para que el Gobierno de Reino Unido adopte un
planteamiento similar, puesto que está claro que un porcentaje considerable de
los préstamos actuales no cumplen en absoluto el criterio de sufrimiento
humano. Las medidas para mejorar la seguridad vial, el aprendizaje permanente y
los programas para mejorar la calidad de la administración pública no entran
obviamente en esta categoría. […] También
sería deseable que los representantes británicos en instituciones financieras
internacionales promovieran medidas para reembolsar las deudas a
acreedores oficiales y privados de Argentina.
Así pues, esta institución de pensamiento, defensora del intocable
y libre Mercado, parece reconocer que el objetivo de “un porcentaje
considerable” del dinero que presta uno de sus máximos organismos no persigue “en
absoluto” aliviar el “sufrimiento humano”.
Por el contrario, se alude a medidas para “mejorar” aspectos como “seguridad
vial”, “aprendizaje permanente” y la “calidad de la administración pública”.
Dado el currículum político de Mather al lado de los gobiernos Thatcher, no
parece descabellado suponer que tales programas tengan algo que ver con la
entrada de capital privado en la prestación de dichos servicios. Por otra
parte, intentando encontrar nuevos paralelismos, que cada uno evalúe, al hilo
del tema del “aprendizaje permanente”, si los conocidos cursos de formación
profesional ocupacional financiados por la Unión Europea han contribuido a que
descienda el desempleo en España en los últimos lustros. Sobre todo porque,
como contrapartida, se obligó a nuestro país a recortar la producción agrícola
(acordémonos del arranque de olivos), ganadera (visualicen de nuevo los litros
de leche derramados por los suelos de Cantabria) e industrial (pérdida, esta
última, no directamente motivada por el establecimiento de cuotas, sino a raíz
del Tratado de Maastricht, por la competencia de las industria foránea, más
aventajada).
Es posible que una interpretación heterodoxa de los argumentos
expresados por el European Policy Forum nos pueda llevar a interesantes
escenarios. Partamos, para empezar, de un par de premisas; eso sí, totalmente
ajenas a su doctrina. Uno: los llamados rescates aumentan el déficit (porque se
supone que luego el Estado debe devolverlos, y con intereses). Dos: los
recortes en gasto e inversión pública también agrandan tal déficit (porque
deprimen la actividad económica en general, lo que dificulta la recaudación de
ingresos estatales). Conclusión necesaria: la deuda se torna progresivamente
impagable (aunque jamás será reconocido por el ‘establishment’).
Confrontemos con esta primera conclusión otra, ésta sí
suministrada por el think-tank británico: la supervivencia de la gente en
dificultades no depende sustancialmente de los préstamos internacionales, puesto
que en un “porcentaje considerable” éstos “no cumplen en absoluto el criterio
de sufrimiento humano”. Muy al contrario, el objetivo de las instituciones
neoliberales es el “mantenimiento de un sistema financiero internacional [...]
esencial para la salud” no de las personas sino de las grandes Bolsas (en suma,
actividad especulativa), tal como confiesa el documento.
En síntesis, dado que si la deuda externa es impagable, los
préstamos de los acreedores no sirven para gran cosa y tanto los Gobiernos de
los países deudores como los de los acreedores lo saben, ¿por qué no guiarse
por el famoso aforismo según el cual si
debes diez mil dólares al banco tienes un problema, pero si debes diez millones
el problema lo tiene el banco? ¿Qué ocurriría de adoptar el camino de la
herejía argentina aquí, en los países deudores de Europa, a quienes desde la
City de Londres nos aplican acrónimos de jugosas interpretaciones freudianas
como ‘cerdos’ (PIGS) o ‘gitanos’ (GIPSI)?[14]
¿Es totalmente cierta la disyuntiva entre rescate o caos?
Muchas personas piensan que el rescate contraído por el Ejecutivo
español proveniente de Bruselas (bajo la edulcorada expresión “línea de
crédito”), con la coartada de salvar a los bancos y, con ello, a las ‘pymes’ y
familias, poco va a aliviar, en realidad, el “sufrimiento humano” de las clases
populares. El Gobierno argentino, como los demás, sabe que los préstamos
internacionales no hacen tal cosa, pero a diferencia del griego, portugués o
irlandés, ha decidido “incumplir las reglas del juego”; un juego que, retomando
la expresión del periodista de ABC que
entrevistó a Graham Mather, no pretende aliviar los “puntos de dolor” de la
amplia mayoría de la población española, cada vez más dolorida. ¿Qué hizo a
Argentina cambiar de juego? Quizá la dolorosa experiencia de un par de décadas
de círculo vicioso de préstamos ad
infinitum, adopción de una moneda extranjera de hecho a través de la
paridad con el dólar (como en España adoptamos el marco alemán, rebautizado
como euro), privatización masiva del sector público y recetas neoliberales. Con
la Argentina de los ochenta y noventa ya compartimos hasta el abultado
currículum de desmedida fiebre y éxito deportivo. La cuestión clave es si
seremos capaces de escarmentar en cabeza ajena o tendremos que pasar, haciendo
realidad la previsión krugmaniana, por nuestro propio ‘corralito’.
(Manuel Rodríguez Illana. Profesor de ESO y afiliado a USTEA)
[1]
REIG, Ramón (2004): Dioses y diablos mediáticos. Cómo
manipula el Poder a través de los medios de comunicación. Barcelona: Urano.
[2] ABC (edición de Sevilla), 13/IV/2012,
página 4.
[3]
MOTA HERVÍAS, Jesús (1998): La gran
expropiación. Las privatizaciones y el nacimiento de una clase empresarial al
servicio del PP. Madrid: Temas de hoy. Página 317 y siguientes.
[4] VV.AA. (2006): Repsol. ¿Quién es? ¿Qué hace en Bolivia? Cochabamba: Centro de
Documentación e Información Bolivia - CEDIB. Páginas 4 y 5.
[5]
REIG, Ramón (2010): La telaraña mediática. Cómo conocerla, como
comprenderla. Sevilla-Zamora: Comunicación Social Ediciones y
Publicaciones. Página 170 y siguientes.
[6] SERRANO, Pascual (2009): Desinformación. Cómo los medios ocultan el
mundo. Barcelona: Península. Página 63.
[7]
Ibídem, página 76.
[8] REPSOL. “Consejo de
Administración. Miembro: Nemesio Fernández Cuesta”. http://www.repsol.com/es_es/corporacion/accionistas-e-inversores/gobierno-corporativo/comite_de_direccion/cd_nemeso_fernadez_cuesta.aspx. [Consultado el 9/IX/2011.]
[9] ABC de Sevilla, 25/IV/2012, página 65.
[10]
Ibídem.
[11] “Why Argentina’s debt matters to Europe”, Background Bulletin, March 2012, escrito por el
citado Graham Mather. Documento
disponible en http://www.epfltd.org/publications.htm.
[12]
NAVARRO, Vicenç; TORRES LÓPEZ, Juan y GARZÓN ESPINOSA, Alberto (2011): Hay alternativas. Propuestas para crear
empleo y bienestar social en España. Madrid: Sequitur. Página 70.
[13] Ibídem.
Página 22.
[14]
Siglas inglesas. PIGS: Portugal, Irlanda, Grecia, España (‘S’ de Spain). GIPSI:
adición de Italia al grupo.
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