18 de enero de 2013

¿Tiene la izquierda alternativas a la crisis?




El pasado lunes participé, junto con Gaspar Llamazares (IU) y Verónica Pérez (PSOE) en el debate organizado por la asociación En Campo Abierto en el primero de los tres debates del ciclo que lleva por título el de ¿Tiene la izquierda respuestas a la crisis? La respuesta por parte del público, que desbordó la sala y obligó a habilitar dos espacios complementarios para seguir el debate, así como las numerosas y certeras preguntas que siguieron a nuestras exposiciones iniciales, dan cuenta de que la sociedad busca y demanda respuestas.

La respuesta a esta pregunta para mí es un rotundo sí pero…todavía no.

Sí, porque sólo recuperando la mejor tradición crítica, creativa, cooperativa y transformadora de la izquierda podremos hacer posible una salida a esta crisis. Pero… porque partimos de una situación de revisión y crisis de identidad de la izquierda mayoritaria, la que tiene mayor peso electoral y muy especialmente de la que ha gobernado y gobierna. La socialdemocracia es corresponsable de las causas de esta crisis y no ha sabido dar respuesta las mismas.

Esta crisis no es un accidente cíclico del capitalismo, una fatalidad ante la que nada podía haberse hecho. Es producto de las políticas de las tres últimas décadas generadas por las ideas asumidas de forma compartida por los gobiernos de derecha y de izquierda que han gobernado el mundo occidental en general y el reino de España en particular.

Y el estallido de la crisis financiera ha dejado perpleja y sin capacidad de respuesta a la izquierda mayoritaria, en el gobierno o en la oposición, en toda Europa. La izquierda mayoritaria no ha dado muestras aún de haber entendido la naturaleza de la crisis y por tanto a día de hoy carece de capacidad para ofrecer una salida. Llama poderosamente la atención que cuándo esta estalló sólo una voz, y no precisamente de izquierdas, la del presidente Sarkozy, fuera la que alertara de la necesidad de reinventar el capitalismo. Cierto es que rápidamente el poder debió llamarlo a orden porque no volvió a insistir en la idea y contribuyó, junto con el resto de presidentes occidentales, a que se olvidara la necesidad de eliminar paraísos fiscales y crear nuevos mecanismos de regulación y control de los mercados financieros, porque los existentes habían demostrado su fracaso estrepitoso. Nada de esto está hoy en la agenda política de las reformas para salir de la crisis de la Unión Europea. También es preciso mencionar una excepción significativa. Cuando España sufrió los ataques especulativos del verano de 2011, el presidente andaluz, José Griñán, declaró que estábamos ante un fenómeno de terrorismo financiero. También es preciso destacar como rápidamente abandonó esa idea. Ambos presidentes debieron romper un pacto no escrito por el que el poder político parece no poder cuestionar el poder económico.

Esa es desde mi punto de vista la situación de partida. Y eso es lo que da sentido a actos como el organizado por la asociación En Campo Abierto.

Nos enfrentamos a una crisis sistémica, que es a la vez económica, política, social y ambiental. Empieza a extenderse la idea, que compartimos en Equo, de que nos enfrentamos a una crisis de civilización, de la civilización industrial, productivista, basada en el dominio de la economía sobre el resto de las dimensiones de la vida de una sociedad y sobre la política en particular. Una civilización que produce una sociedad de mercado, en la que lo que no se mercantiliza no encaja.

Una economía en la que la dimensión financiera domina a la productiva y la somete a su lógica de ganancia especulativa. En las tres últimas décadas, en diferentes partes del mundo, venimos asistiendo a la generación y explosión de burbujas económicas de naturaleza especulativa. Lo que ocurre ahora en Estados Unidos y Europa ha ocurrido antes en América Latina y el sureste asiático. Y, dicho sea de paso, hacemos mal en ignorarlo porque eso nos lleva a acometer las mismas erróneas políticas de gestión de esas crisis financieras que demostraron ya su fracaso allí dónde fueron aplicadas. Las políticas de ajuste, de recortes, de privatizaciones llevadas a cabo en los países que han sufrido crisis financieras sólo han producido un retroceso económico, social y de derechos, y grandes beneficios a las instituciones financieras y las grandes empresas multinacionales beneficiarias de las privatizaciones. Eso es exactamente lo que está ocurriendo ahora en Europa con las políticas aplicadas indistintamente por gobiernos de derecha e izquierda y que los medios de comunicación nos venden como las únicas posibles. Están produciendo una transferencia de renta desde los trabajadores y la sociedad en general hacia aquellos que disponen de rentas más altas. Todos los indicadores económicos de que disponemos nos lo señalan: los ricos están incrementando su riqueza con la crisis. El consumo de lujo es el único que está aumentando con la crisis.

La derecha, la izquierda socialdemócrata y la comunista comparten una visión productivista de la economía.

Una concepción de que la economía productiva basada en la idea de que el crecimiento económico, expresado en el crecimiento de la producción, del producto interior bruto, que ignora en sus propuesas que el crecimiento de la producción no puede crecer de forma ilimitada, que ignora que ya hemos superado los límites del crecimiento, que ignora por tanto que viviemo en un planeta limitado, con recursos limitados. Se ignora, contra toda lógica y pensamiento científicamente fundamentado, que ya hemos superado la capacidad productiva y de absorción de residuos del planeta. Se ignora que la huella ecológica global es de 1,4 veces la superficie del planeta, es decir que necesitaríamos un 40% más del planeta que tenemos para mantener nuestro nivel de producción y emisión de residuos contaminantes actual. Y se ignora que la huella ecológica española se sitúa duodécima con una huella ecológica de 5,7 hectáreas globales per cápita, lo que equivale a un déficit ecológico del 338% nada más y nada menos. Dicho en palabras más de estar por casa, se necesitarían casi 3 países y medio para absorber todos los residuos contaminantes que se generan en el país.

Y este hecho, ignorado, es la base de la crisis económica actual que es una crisis de escasez, aunque no se hable de ello en el discurso político ni periodístico. Escasez de energía, escasez de alimentos, escasez de materias primas de interés estratégico para la industria. Sólo ajustando la economía a los límites del planeta, cambiando el modelo de producción y consumo, cambiando el modelo energético y de movilidad, el modelo agropecuario e industrial, el modelo de distribución de bienes imperante en la
economía global, y el modelo de reparto de la riqueza socialmente producida podremos lograrlo.

Pero eso no es cuestión sólo de economía. Es cuestión de formas de vida, de valores, de cultura, de civilización en definitiva. Sólo logrando mayores cotas de civilización, sólo creciendo en sabiduría, en capacidad de cooperación, en sentido de la justicia y la equidad, lograremos una sociedad capaz de producir y distribuir equitativamente entre toda la población lo necesario para vivir y además vivir mejor de cómo vivimos en la sociedad productivista-consumista, hipercompetitiva e individualista actual. Y es cuestión de política. Sólo con otra política que empodere a la población podremos contrapesar el actual poder que gobierna el mundo en su beneficio económico exclusivo y ciego. Hoy una minoría de la población, en torno al 1% de la misma, acumula lo que precisa para vivir el 99%. Estamos ante una descomunal crisis de equidad que afecta a la cohesión social y al poder. Esa minoría tiene tanto poder como para poder imponer su discurso, como para ocultar que es la principal responsable de la crisis que padecemos y hacer creer a una parte importante de la población que sufre la crisis de que es la sociedad la causante de la misma: esta crisis la ha producido una sociedad que vive por encima de sus posibilidades. Y esto, dicho como se dice, de forma simplificada, como si fuera la principal si no única razón de la crisis, no es verdad.

Todas las propuestas que se hacen desde la concepción política compartida mayoritariamente se basan en lanzar el mensaje de recuperar la senda del crecimiento del producto interior bruto, de volver a recorrer, por tanto, el camino que nos ha llevado a esta crisis. Se ignoran las causas económicas de la crisis y no se proponen medidas para salir de ella salvo en el terreno económico, consistentes en profundizar el modelo económico neoliberal, que en versión conservadora o socialdemócrata se ha venido aplicando en Europa hasta el punto de haber sido plasmado, como marco de juego, en el mal llamado proyecto de constitución europea, la primera constitución que fija como único marco de juego político posible el desarrollo de las políticas económicas de recortes del gasto público y de privatizaciones. Y nadie parece querer responsabilizarse de estas políticas de recortes. El gobierno de Madrid deriva la responsabilidad en Europa y el de Andalucía en Madrid. Ningún gobierno hasta ahora, salvo el islandés y por presión de su ciudadanía, se ha declarado insumiso ante los recortes y el pago de la deuda privada de los bancos a costa del incremento de la deuda pública.

Para hacer frente a esta crisis por tanto es preciso comprender en primer lugar el carácter sistémico de la misma, la necesidad de intervenir en todas causas y dimensiones. De un diagnóstico compartido debe surgir una estrategia compartida, con un programa de gobierno compartido por una mayoría social decidida a llevarlo a cabo sabiendo que se va a enfrentar, como en Islandia, al núcleo del poder. Que va a contar con la oposición frontal del poder económico, a través de sus portavoces del FMI y del BCE, y del unánime descrédito de la prensa de mercado y de los gobiernos de los mercados, como ya ocurrió en el caso de Islandia y en el de Grecia, cuando su entonces presidente anunció que tomaría la iniciativa de someter a referéndum las políticas de ajuste que le imponía Europa. ¿Hace falta recordar cómo se posicionó nuestro gobierno entonces? Pero es posible hacerlo si conseguimos conformar una mayoría social decidida. Repito, Islandia nos señala el camino.

Desde Equo Andalucía nos planteamos dos líneas de acción para afrontar la crisis, desde los principios de la ecología política y la cooperación. Compartimos la idea de que es necesario cooperar para conseguir una mayoría social que detenga la política neoliberal de desmantelamiento de los servicios públicos y de recorte de los derechos económicos y sociales. Que detenga la política de transferencia de recursos económicos de la mayoría social hacia los bancos. Cooperar para resistir es urgente y debe ser un objetivo alcanzable a corto plazo. Los seis millones de parados, los desahuciados, los jóvenes sin futuro, no pueden esperar. Es una demanda social inaplazable que se está tratando de articular desde varias iniciativas: Movimiento 15M, Foro Social, Frente Cívico… Equo está dispuesta a cooperar en ello.

La segunda línea de acción es de más largo alcance porque va más allá de la gestión de una crisis económica de naturaleza financiera. Si nos enfrentamos a una crisis de civilización es preciso trabajar ya para plantar las semillas y echar los cimientos de una nueva. Esta no es tarea que se pueda resolver en un periodo legislativo ni en dos, pero es inaplazable comenzarla. La sociedad ya ha comenzado el trabajo desde sus márgenes, que es dónde siempre surgen las alternativas. En este ciclo de conferencias tendremos oportunidad de debatir sobre ello. Y desde la política tenemos que ser capaces de hacer política de largo alcance, que mire más allá del cortoplacismo de los periodos legislativos. Y para ello desde Equo trabajamos con la idea de transición hacia una utopía posible y deseable. Es preciso reivindicar el sentido de la palabra utopía y su capacidad movilizadora, su capacidad de señalarnos una meta a seguir que marque nuestro camino. El capitalismo opera así. Tiene su utopía y mueve sus hilos para llevar a la sociedad por sus caminos. Planifica a varias décadas vistas porque sabe a dónde quiere llegar. La utopía del capitalismo productivista es una quimera incompatible con una sociedad equitativa y en equilibrio con la naturaleza. La utopía del capitalismo no puede ser la utopía de la izquierda, pero el desconcierto creado en parte de la misma por la quiebra de la utopía comunista, allí dónde se implantó, hizo perder el norte a la izquierda socialdemócrata que asumió el capitalismo como el final de la historia y al liberalismo como la ideología común denominador de las ideologías con capacidad de gobierno. Cuándo España iba bien parecía que era compatible el beneficio escandaloso de una minoría, el crecimiento de la desigualdad, con el beneficio del conjunto de la sociedad. ¿Es razonable seguir pensando así?

Equo propone a la sociedad entretejer todas las iniciativas que nos lleven hacia una economía del bien común, capaz de generar una sociedad equitativa, en equilibrio con la naturaleza y radicalmente democrática.

Las medidas que tomemos para hacer frente a la crisis deberían ser medidas enmarcadas en la transición. Tenemos que equilibrar las cuentas públicas, afrontar la crisis financiera, generar y repartir empleo, crear las bases de un nuevo pacto social que garantice a toda la ciudadanía sus mínimos vitales, afrontar la crisis de la vivienda, garantizar unos servicios de salud y de educación pública de calidad y al mismo tiempo reducir nuestra huella ecológica y conservar la biodiversidad. ¿Cómo? Avanzando en autosuficiencia, en capacidad de autogestión, en soberanía económica, financiera, alimentaria, energética y política y redistribuyendo la riqueza. Para ello proponemos considerar cada una de las líneas de acción no como cajones cerrados con medidas exclusivamente económicas, sociales o políticas sino como piezas de un rompecabezas dónde cada pieza necesita engancharse con las demás para componer la política alternativa.

Líneas de acción para la transición económica:

- Reforma fiscal basada en los principios de progresividad, redistribución de renta y penalización de actividades nocivas para la salud y el medio ambiente. Esta reforma fiscal precisa ir acompañada de una decidida lucha contra el fraude fiscal y la economía sumergida, con una lucha internacionalmente coordinada para perseguir la evasión de capitales, los paraísos fiscales y el blanqueo de dinero. Esta fiscalidad progresiva debe tener como horizonte limitar la diferencia entre rentas máximas y rentas mínimas y será la base de la financiación de una renta básica de ciudadanía, en la que corresponderá fundamentalmente al 10% de las rentas más altas la financiación de la misma. Todos y todas tenemos responsabilidad en cambiar la mentalidad ante el pago de impuestos y la permisividad contra el fraude fiscal. Sin unos impuestos justos y equitativos en los que cada uno y cada una aporte lo que le corresponda, no podemos sostener los servicios públicos y los derechos sociales.

- Crear una banca ética, social y ambientalmente responsable, orientada a financiar la transición de la economía productiva y no al juego especulativo, a través del apoyo a las iniciativas, ya en marcha, de economía social, y la creación de una banca pública democráticamente gestionada e independiente de los intereses partidistas. La mejor forma de romper la dependencia de la sociedad y la política del poder financiero es avanzar hacia la soberanía financiera desconectándonos progresivamente de la banca privada de naturaleza especulativa. Todas y todos podemos llevar ya nuestros ahorros a una banca ética, como Fiare, COOP57 o Triodos Bank entre otras.

- Avance hacia la soberanía energética, impulsando de forma decidida a la transición desde el modelo fósil y nuclear al 100% renovable, con base tecnológica propia, apoyando las iniciativas de autoproducción y consumo ya en marcha para democratizar la producción y acercarla al consumo. Es preciso una reforma en profundidad de todo el sector eléctrico para asegurar el control social democrático de este sector estratégico. Este eje lo consideramos de interés estratégico por su capacidad de estimular la I+D+i propia, de generar empleo, por su capacidad de equilibrar nuestra balanza de pagos y nuestra dependencia económica y por su contribución fundamental a la reducción de nuestra huella ecológica y del impacto sobre el cambio climático. Todos y todas podemos ya hacernos socios de cooperativas de producción y consumo de energía renovable, como SOM energía.

- Avance hacia la soberanía alimentaria apoyando a nuestros agricultores y ganaderos, creando canales cortos de comercialización de sus productos, estimulando las iniciativas cooperativas de productores y consumidores ya en marcha, estimulando la creación de industrias de transformación comarcalizadas y formándoles y asesorándoles en su transición hacia una producción ecológica, libre de la dependencia de la industria agroquímica. El cumplimiento de este objetivo tiene un gran potencial de creación de empleo al tiempo que fortalece nuestra capacidad de resiliencia y de resistencia en el contexto de escasez de alimentos en el que estamos entrando. Debe ir acompañado de cambio de hábitos alimentarios que redundarán en la mejora de nuestra salud.

- Impulso a la producción y el consumo local, tenemos que fabricar en Andalucía y en España lo que aquí consumimos. La fábrica del mundo no puede estar en China, concentrando allí los puestos de trabajo y teniendo que recorrer las mercancías miles de kilómetros, consumiendo millones de toneladas de combustibles fósiles. Tenemos que crear los puestos de trabajo aquí con condiciones laborales justas, no las chinas que son las que nos quiere imponer el capitalismo europeo con sus reformas laborales.

- Tenemos que emprender una transición democrática hacia una democracia participativa en la que la ciudadanía decida y tome la iniciativa. Para ello es dar pasos previos y lograr una democracia representativa en la que el parlamento refleje proporcionalmente las preferencias de los electores. Y para ello hay propuestas en las que se conjuga la proximidad y la proporcionalidad, que son posibles, y que sólo requieren el desbloqueo de los partidos mayoritarios, beneficiarios de las injustas reglas electorales actuales. Ni PP, ni PSOE, están dispuestos a dar respuesta al clamor ciudadano. Esta misma semana hemos visto como ambas formaciones proponen una reforma del sistema electoral que refuerza aún más el bipartidismo. Con la excusa de buscar la proximidad de electores y elegidos proponen reducir el tamaño de los colegios electorales. Esto nos llevaría al sistema anglosajón, mayoritario, y nos alejaría del alemán, proporcional. A falta de ideas para salir de la crisis apuestan, inútilmente, por cambiar las reglas de juego para dificultar que surjan alternativas, para dificultar la libre competencia de ideas políticas. El bipartidismo es funcional al capitalismo y desgraciadamente el PSOE sigue demostrando con sus acciones que no piensa desviarse de esa dirección.

- Transición del modelo educativo, hoy centrado en conseguir individuos competitivos adaptados a la sociedad productivista y de mercado, hacia un modelo educativo emancipador, centrado en conseguir personas críticas, creativas, responsables, que orienten su acción hacia el bien común en lugar de hacerlo hacia su propio beneficio, como les pide la ideología capitalista. La educación es una pieza clave del mantenimiento del orden actual y debe ser pieza clave de la transformación, en beneficio de la propia sociedad.

- Transición hacia un nuevo pacto social, centrado en una renta básica de ciudadanía, que garantice a todas las personas los mínimos vitales, como expresión de un modelo de sociedad que redistribuye, vía impuestos, la riqueza socialmente producida. Una renta básica de ciudadanía que es pieza básica de la emancipación social, que servirá de base para el ensayo y el estímulo de acciones económicas transformadoras. Financiada por las rentas más altas, especialmente por el 10% con más recursos. Una transición hacia una política de vivienda social que prime el alquiler y favorezca la autogestión, estimulando las cooperativas de usuarios de vivienda.

- Transición hacia una sociedad en equilibrio con la naturaleza, conservadora de la biodiversidad, en la que la economía se produzca en ciclos cerrados de manera que se tome de la naturaleza en la misma medida en que esta es capaz de reponer y absorber. Para ello es fundamental la transición hacia el modelo de energía 100% renovable y aquí tenemos la oportunidad de reactivación económica más inteligente. Sin embargo, una vez más, PP y PSOE, están de acuerdo en mantener el modelo energético que beneficia a los grandes oligopolios energéticos, el fósil. En el debate surgió la pregunta, dirigida directamente a la reprsentante del PSOE, sobre la autorización del gobierno andaluz a las prospecciones en busca de gas por el método de fractura o fracking, enormemente contaminante. Tanto Gaspar Llamazares como yo coincidimos en un rotundo rechazo a esta práctica.

Si bien las cuestiones de sostenibilidad son asumidas por todas las opciones políticas, en la práctica asistimos a contradicciones. PSOE e IU coinciden con el PP en la necesidad de seguir estimulando la producción de automóviles y invertir en infraestructuras para el automóvil como vías para generar empleo. Nosotros defendemos en cambio crear empleo impulsando la creación de una red eficiente de transporte público y reducir la necesidad de movimiento de personas y mercancías, y por tanto el consumo de energía, relocalizando la producción, equilibrando la ciudad y el territorio, acercando los servicios, creando redes de recorridos peatonales y en bici.

En la conclusión de mi intervención volví a la premisa inicial. Sólo habrá salida a la crisis por una vía transformadora, mediante una democracia participativa que implique al conjunto de la sociedad en el diagnóstico y en la elaboración de alternativas. Para ello es condición necesaria abandonar la política neoliberal de recortes y privatizaciones allí dónde gobierne la izquierda, como en Andalucía, abandonar el productivismo y construir una cultura política de cooperación.

Del debate me quedo con la actitud de Llamazares llamando a recuperar la vía transformadora de la izquierda y a iniciar procesos constituyentes a escala estatal y europea.

(Esteban de Manuel. Partido político Equo)



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