Fernando Sánchez Dragó, el periodista insoportable (por peñazo), cuyo hartazgo sólo es superable por él mismo en tanto escritor (no le lean ni no desean castigarse por semejante martirio), ha dicho que los indignados del 15M son ignorantes, perezosos, iracundos, envidiosos y (atentos) pre-fascistas, "aunque no lo saben".
Me pregunto cómo sabrá tanto de los indignados y a cuántos conocerá: a cuántas asambleas de los mismos y manifestaciones habrá asistido. Aunque, en realidad, suponemos que, como su colega, Jiménez Losantos, afirma las cosas sin más comprobación que haberlo leído en El Mundo de Pedrojota (al que cogieron en bragas y liguero, con una mujer que no era la suya, ¿recuerdan?).
Sánchez Dragó es esa apestosa infamia que hizo aquellas asquerosas declaraciones sobre "lo tiernas que eran las adolescentes y cómo le excitaban" (por cierto, ninguna declaración episcopal, ni de ABC, de denuncia de aquello). Y ahora se deja caer con este ataque contra este brote de esperanza democrática llamado 15M. ¿Cómo se llamaban los que no quieren que el pueblo se organice y se limite a obedecer? ¡Ah, sí! : fascistas.
¿Y cómo se llaman los que dicen esas cosas de las niñas (y quizá no pasen a mayores porque no puedan)? ¡Ah, si! Pederastas.
Pues que el Dragó era ambas cosas ya lo sabíamos. Lo que quizá ignorábamos era que es tan tonto.
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