Como existe una tendencia a tomar a IU a chirigota, nadie ha hecho demasiado caso a la batería de propuestas fiscales que presentó este lunes, de las que bien podría aprender algo Rubalcaba ahora que ha reparado en que la socialdemocracia existe, por lo menos en las campañas electorales. Muchas de la iniciativas son de sentido común, y aunque no faltará quien argumente que con algunas de ellas los grandes capitales huirían del país a la carrera, no es menos cierto que el dinero tiene querencia a la fuga haya o no causa justificada.
Más allá de plantear nuevos tramos de IRPF a la rentas más altas o de pedir que las grandes empresas contribuyan más por sus beneficios, se recuperan planteamientos novedosos, como el de hacer tributar los rendimientos del capital al mismo tipo que los del trabajo en un única tarifa progresiva. A los que la medida les parezca revolucionaria o bolchevique sepan que ya fue recogida por el PSOE en su programa electoral de 2004, para ser olvidada después para siempre jamás.
Es posible que IU peque de ingenuidad, y que a la vicepresidenta Salgado le haya entrado la risa floja al leer que los de Cayo Lara reclaman un impuesto especial a los movimientos de capitales con paraísos fiscales. En realidad, es de risa que, formalmente, el Gobierno abandere la lucha contra estos territorios y que, en su patriótico intento para que se compre nuestra deuda soberana, haya exonerado de tributar por sus rendimientos a los capitales procedentes de esos paraísos. En definitiva, si un narcotraficante con cuenta en la Isla de Jersey quiere comprar letras del Tesoro, no sólo puede hacerlo sino que, además, está exento de declarar la plusvalía.
¿Es maximalista pretender eliminar los billetes de 500 euros o reducir a 1.000 euros el importe máximo que se puede pagar en efectivo? Puede. ¿Es poco realista exigir que nadie pueda poseer en una Sicav más del 2% del capital? Quizás. ¿Es atrevido proponer que la declaración por módulos se limite a tres años porque es un coladero de fraude? Tal vez. Lo innegable es que, aun ingenuo, maximalista y atrevido, el plan de IU es ético.
(Juan Carlos Escudier. Público)
Más allá de plantear nuevos tramos de IRPF a la rentas más altas o de pedir que las grandes empresas contribuyan más por sus beneficios, se recuperan planteamientos novedosos, como el de hacer tributar los rendimientos del capital al mismo tipo que los del trabajo en un única tarifa progresiva. A los que la medida les parezca revolucionaria o bolchevique sepan que ya fue recogida por el PSOE en su programa electoral de 2004, para ser olvidada después para siempre jamás.
Es posible que IU peque de ingenuidad, y que a la vicepresidenta Salgado le haya entrado la risa floja al leer que los de Cayo Lara reclaman un impuesto especial a los movimientos de capitales con paraísos fiscales. En realidad, es de risa que, formalmente, el Gobierno abandere la lucha contra estos territorios y que, en su patriótico intento para que se compre nuestra deuda soberana, haya exonerado de tributar por sus rendimientos a los capitales procedentes de esos paraísos. En definitiva, si un narcotraficante con cuenta en la Isla de Jersey quiere comprar letras del Tesoro, no sólo puede hacerlo sino que, además, está exento de declarar la plusvalía.
¿Es maximalista pretender eliminar los billetes de 500 euros o reducir a 1.000 euros el importe máximo que se puede pagar en efectivo? Puede. ¿Es poco realista exigir que nadie pueda poseer en una Sicav más del 2% del capital? Quizás. ¿Es atrevido proponer que la declaración por módulos se limite a tres años porque es un coladero de fraude? Tal vez. Lo innegable es que, aun ingenuo, maximalista y atrevido, el plan de IU es ético.
(Juan Carlos Escudier. Público)
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