Las
elecciones venezolanas han tenido una repercusión mundial y han demostrado
tener pendientes de ellas a los grandes medios de comunicación social y a
ciudadanos de los más remotos y diversos
lugares de la tierra.
Una
primera mirada en Occidente –Europa y Estados Unidos- recoge titulares, autores y comentarios que ensalzan
al opositor Capriles auspiciando su victoria y que denigran a Chávez y
silencian cuanto pueda realzar su figura
y el proceso de la revolución bolivariana.
Imágenes
reiterativas de la televisión y voces de la radio y la prensa han emitido
interminables ondas de animadversión, insulto y reprobación de un lider al que
se pinta como exgolpista , militarote, autócrata, populista excluyente,
pervertidor de la democracia, gárrulo político, extravagante teatral, payaso, divididor
de la unidad nacional, etc. Ondas que no nacen de la sociedad sino de la secreta oscuridad de los centros que odian a Chávez y a la revolución bolivariana.
Lo
hicieron durante décadas en Venezuela con una destrucción que alcanzaba sobre todo
a los más débiles y
desfavorecidos, a los que olvidavan y dejaban caer, pues las desigualdades, injusticias y carencias que sufren son culpa suya, gente que hay que tener como
inferior e indigna, irremediablemente sobrante. No hay
alternativa: triunfan los fuertes, los destinados al éxito por la estirpe o la genética.
Afortunadamrente,
en este mundo está también o lleva
camino de estar globalizada la dignidad humana y sus derechos, la información
libre y veraz, el sentido universal de la justicia y de la solidaridad y
podemos descubrir a los que nos quieren
dar gato por liebre, mentira por verdad, democracia por dictadura económica.
Es
lo más significativo: las elecciones de Venezuela han servido para descubrir,
como en un espejo, a cuantos en una y otra parte, siguen con los viejos hábitos
de la explotación, del racismo, de la invasión y colonización, de la
dominación imperialista, de la ambición
y avaricia egoistas. Y ha servido
también para ver a cuántos se dejan someter y desempeñan un papel servil: por
ignorancia, por engaño, manipulación, cobardía, chantaje, soborno, dimisión de
la propia dignidad.
Pero,
las cartas están bien marcadas y hacen imposible el juego sucio. Por eso, Chávez y la revolución bolivariana,
no dejan a nadie indiferente, acabaron con la neutralidad ético política y nos tuvieron a tantos pendientes hasta el
último momento. Chávez el 2 de febrero
de 1999, el día de su investidura,
afirmó: ”Juro delante de mi pueblo trabajar en beneficio de los más pobresa”,
entonces la mayoría de los venezolanos.
El
modelo social niciado por Chávez
No es, pues, una
casualidad que Chávez, limpia y democráticamente, llegue otra vez a la
victoria. Venezuela con unos 28 millones de habitantes, y con un presidente carismático de 55 años, ha
obtenido 1.600.000 votos más que su opositor Capriles: un 54, 42 % frente a un 44, 97 %.
Chávez
recuperó para su país las enormes riquezas que estaban bajo el poder de élites
políticas y de empresas transnacionales.
Los gobiernos anteriores habían procedido a privatizar todo
indiscriminadamente. Domesticó los mercados y, apoyado por el pueblo, logró que
el Estado se reapropiara de sectores estratégicos de la economía. Recupero la
soberanía nacional y pasó a refundar una nueva sociedad frente a la anterior, autoritaria y elitista, que se creía dueña
del pais.
No en vano, en
pocos años, los logros hicieron que una mayoría de venezolanos, ignorada,
pasiva y resignada, se hiciera visible y defendiera la identidad popular de la
revolución bolivariana:
-Un 43, 2 % del
presupuesto va dedicado a políticas sociales.
-La mortalidad infantil
ha bajado a la mitad.
-En 1999 había más
de 8.000 niños en la calle, hoy todos están atendidos por un cupo escolar.
-Venezuela ocupa el
5º lugar mundial en estudiantes
universitarios y el 2º en América Latina.
-El analfabetismo
ha sido erradicado.
-Se han construido
20 nuevos hospitales y 10 más están en contrucción.
-Junto con Ecuador
Venezuela es el país que más ha reducido
la tasa de la pobreza.
-La libertad de
expresión, tan negada por la oposición, es una realidad obvia como lo atestigua
el hecho de que el sector privado
controla 61 de los 111 canales de televisión
y el 80 % de la prensa, superando
una audiencia del 61 %.
-La revolución amplía
la democracia otorgando el voto a
millones que antes no lo tenían y
con unas elecciones tan legales y
correctas que la ONU, la UE y la OEA no han dudado en reconocerlas como
ejemplares.
Como escribe Ignacio Ramonet: “Políticas sociales, inversión pública, nacionalizaciones, reforma agraria,
casi pleno empleo, salario mínimo, imperativos ecológicos, acceso a la
vivienda, derecho a la salud, a la educación, a la jubilación… Chávez también
se dedicó a la construcción de un Estado moderno. Ha puesto en marcha una
ambiciosa política del ordenamiento del territorio: carreteras, ferrocarriles,
puertos, represas, gaseoductos, oleoductos.
En materia
de política exterior, apostó por la integración latinoamericana y privilegió
los ejes sur-sur, al mismo tiempo que imponía a Estados Unidos una relación
basada en el respecto mutuo… El impulso de Venezuela ha desencadenado una
verdadera ola de revoluciones progresistas en América Latina, convirtiendo este
continente en un ejemplar islote de resistencia de izquierdas alzado en contra
de los estragos del neoliberalismo”.
Las elecciones de Venezuela, libres
y democráticas, afrontaron el reto de una coordinación variopinta de más de 20
partidos, intentada hábilmente dentro y activada desde fuera por Wasghinton.
¿Puede extrañarle a alguien que
integrantes de esta oposición, capitaneada por el superelogiado Capriles fuera
la que en 2002 urdiera el golpe de
Estado contra Hugo Chávez? ¿Puede extrañarle que haya sacado
su odio y que, de manera análoga lo hiciera, como Ricardo Koesling abogado y secretario de
finanzas del Partido Piedra, lo hizo en Radio Caracas: “Capriles será el
próximo presidente de Venezuela y a los chavistas los vamos a sacar a plomo, a patadas, a
votos, como sea?”.
Es mucho lo que se ha jugado en
Venezuela. Sus eleciones libres y
democráticas son una referencia emblemática para América Latina, el Tercer
Mundo y también para el Primer Mundo.
En ellas se demuestra cómo cuando un
gobierno es de verdad popular, el pueblo
se levanta, camina unido y es capaz de
defender y preservar su revolución. Revolución que habrá de cuidar, desarrollar y perfeccionar en
estos próximos 7 años.
(Benjamín Forcano. Sacerdote y teólogo expulsado de la orden Claretiana por orden del actual Benedicto XVI)
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