Desde siempre los ciudadanos saben que el político es creíble por el ejemplo. Considero obsceno que en momentos de la crisis que estamos atravesando nos pongamos a ventilar los sueldos de los políticos y otros representantes de la Administración Pública, obsesionados por ver cómo dejamos peor malparados a políticos de la oposición o del partido que gobierna. Unos y otros pueden estar cobrándolos dentro de la legalidad y con absoluta transparencia. Pero, quedarse ahí, es miopía ética. La realidad humana y sociopolítica no permite camuflar esa injusticia.
La Sra. Cospedal, por ejemplo, cobra al año 241. 840 €, cantidad que, asignada a todos nuestros ciudadanos con un promedio más bien alto de 9.600 € anuales, la Sra. Cospedal cobraría lo equivalente a veinticinco ciudadanos. Ella, como todos los demás, trabaja y acaso le toca también hacer horas extras. Pero lo que es imposible que lo haga veinticinco veces más en tiempo, esfuerzo, dedicación y responsabilidad. A ella su sueldo, devenido del bolsillo de los ciudadanos, le da para tener una vivienda, una comida, una indumentaria, una educación, una salud, unos viajes, etc. que seguramente se eleva en veinticinco por la del español medio. ¿En virtud de qué? ¿Y en virtud de qué puede invocar autoridad para cambiar y mejorar la vida de los españoles si, al igual que otros miles y miles como ella, no es capaz de renunciar a lo que le sobra y no es suyo y no trabaja por asegurarlo con leyes que impidan estos escándalos de injusticia?
¿Nos extrañaremos luego que muchos ciudadanos pasen de la política y esperen poco de ella? ¿No sería otro el resultado si, como alcalde y concejales de cierto ayuntamiento, prometieran: “Juro ser el primero en el sacrificio y el último en el beneficio"?
(Benjamín Forcano)
La Sra. Cospedal, por ejemplo, cobra al año 241. 840 €, cantidad que, asignada a todos nuestros ciudadanos con un promedio más bien alto de 9.600 € anuales, la Sra. Cospedal cobraría lo equivalente a veinticinco ciudadanos. Ella, como todos los demás, trabaja y acaso le toca también hacer horas extras. Pero lo que es imposible que lo haga veinticinco veces más en tiempo, esfuerzo, dedicación y responsabilidad. A ella su sueldo, devenido del bolsillo de los ciudadanos, le da para tener una vivienda, una comida, una indumentaria, una educación, una salud, unos viajes, etc. que seguramente se eleva en veinticinco por la del español medio. ¿En virtud de qué? ¿Y en virtud de qué puede invocar autoridad para cambiar y mejorar la vida de los españoles si, al igual que otros miles y miles como ella, no es capaz de renunciar a lo que le sobra y no es suyo y no trabaja por asegurarlo con leyes que impidan estos escándalos de injusticia?
¿Nos extrañaremos luego que muchos ciudadanos pasen de la política y esperen poco de ella? ¿No sería otro el resultado si, como alcalde y concejales de cierto ayuntamiento, prometieran: “Juro ser el primero en el sacrificio y el último en el beneficio"?
(Benjamín Forcano)
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