28 de mayo de 2011

Sevilla casposa y Sevilla digna

Ya tenemos estatua de la Duqesa de Alba. ¡¡¡ Bieeennn!!! A la inauguración acuden los dos alcaldes (el que llega y el que se va), demostrando en lo único en que sí se ponen de acuerdo: en hacer de la ciudad lo que les da la real gana. Ahora cambio el nombre de una calle porque la actriz es de izquierdas, ahora empiezo el proceso para dedicarle otra (calle) a un periodista homófobo, misógino, machista, intolerante, mantiroso y manipulador, esto es, de los nuestros (eso lo hará Zoido) y ahora... ahora ponemos, en los Jardines de Santa Catalina, una estatua de la Duquesa de Alba.

Al acto acuden un montón de marqueses, duques, condes, el ex-pregonero Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp (que no falte la Iglesia en semejantes actos, faltaría más); esto es, como pueden comprobar, todos ellos grandes representantes del pueblo sevillano.

El sevillano de a pie es el que madruga para trabajar (el que tiene suerte), para sacar adelante a sus hijos, por un sueldo cortito (muy cortito); si es que no trabaja en el campo (ése, cuyo 80% de las subvenciones de la UE al campo andaluz, se lo llevaba calentito la duquesa, a la que se vio poco trabajar la tierra); el sevillano de a pie, el que paga terribles impuestos; el que se traga el tráfico y la inseguridad ciudadana; el que vive, no en un palacio de la calle Dueñas, sino en un pisito hipotecado (que le puede ser arrebatado por el banco, que ya le robó durante años -con el apoyo de PP y PSOE-, en cuanto su empresa declare el siguiente ERE y lo eche a la calle); el que no puede dormir porque lo despiertan a las seis de la mañana los cohetes rocieros; el que es robado por el Ayuntamiento con miles de multas trampa, puestas por empresas privadas para quitarle aún el poco dinero que le queda; ése el el sevillano real, el que día a día sostiene con su trabajo, sudor y lágrimas la vida profunda (real) de la ciudad.

¿Se hace, entonces, una estatua de reconocimiento al ciudadano anónimo? ¡¡ No !! ¡¡Por Dios!!!" La estatua, para la Duquesa de Alba, a la que ya la Junta del PSOE nombró en su día "hija predilecta de Andalucía". ¿Que por qué motivos? ¿Que qué méritos ha hecho para tener semejantes condecoraciones, estatuas, etc? Aparte de ser muy, pero que muy rica, no le conozco los méritos.

Así trabajan los que "nos representan". ¿Y se lo vamos a seguir permitiendo? ¿Vamos a seguir sin darnos cuenta del divorcio insalvable entre el pueblo, la sociedad, y las instituciones políticas (fundamentalmente, partidos políticos)?

Propongo que animemos y apoyemos a esa digna representación de todos los que estamos indignados, esa gente seria y comprometida (a los que Antonio Burgos insultó hace pocos días, en el panfleto-anuncia-prostitutas llamado ABC) que sigue acampando en las Setas, y manifestándose, cada tarde, a las ocho en el mismo sitio. Necesitamos apoyo, ánimo, que se extienda este descontento y esta denuncia por los barrios y pueblos. Que no decaiga el movimiento, que tomemos de una vez la calle que nunca debimos perder; llevémosles comida, hielo y agua, que lo necesitan (ayer les pregunté qué necesitaban y me dijeron que agua, hielo, frutas y vegetales). En el mismo mercado que hay en el subsuelo que pisan, les compré algo de eso y animo a todos a que, de vez en cuando, le lleven algo y les pregunten en qué podemos ayudar y arrimar nuestro hombro.

Frente a la Sevilla casposa, de ricos, marqueses, purpurados y altos cargos políticos, está la Sevilla digna, la anónima, la de la calle, la de los olvidados. Y estoy seguro de que en todas las ciudades se da también esta división. Hagamos pueblo, hagamos espalda, limpiemos tanta casposidad de los cuatro gatos que sólo se representan a sí mismos; digamos "NO" a tanta endogamia yuppy y gritemos, hasta quedar roncos, "QUE NO, QUE NO, QUE NO NOS REPRESENTAN"

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