Los estrategas del PP llevan meses repitiendo la misma idea: Mariano Rajoy es un político moderado. Y, para demostrarlo, sostienen que el presidente conservador evita lanzar los mensajes más radicales del partido. De esta forma, dan por bien empleado que se hable de “los dos discursos del PP”, porque ello permite situar a Rajoy en el lado de la moderación. Toda una escenificación que menosprecia la inteligencia del ciudadano medio.
Resulta que los militantes del PP encargados de lanzar mensajes propios de partidos antisistema o ultraderechistas no son concejales en Alpedrete o en Bollullos Par del Condado. ¡Qué va! Ese discurso radical lo difunden la secretaria general, el portavoz del partido, el responsable del PP en Europa o los principales presidentes autonómicos. Es, por tanto, una falacia contraponer un presunto Rajoy moderado a otros dirigentes extremistas. Son sus radicales, sus personas de máxima confianza, quienes cultivan el lenguaje ultra.
El presidente del PP es el máximo responsable de los ataques de su partido contra los jueces, de los intentos de intimidación a los periodistas de TVE, de la utilización vil del terrorismo con fines electorales, de la persecución de quienes investigan la corrupción, del amparo a los presuntos saqueadores de las arcas públicas que llenan algunas listas nada ejemplares. Lo es por acción, al ordenar a sus lugartenientes el trabajo sucio. Y lo es por omisión, por no desautorizar jamás esos mensajes impropios de una derecha europea civilizada y esconderse detrás de un silencio que lo delata.
Resulta que los militantes del PP encargados de lanzar mensajes propios de partidos antisistema o ultraderechistas no son concejales en Alpedrete o en Bollullos Par del Condado. ¡Qué va! Ese discurso radical lo difunden la secretaria general, el portavoz del partido, el responsable del PP en Europa o los principales presidentes autonómicos. Es, por tanto, una falacia contraponer un presunto Rajoy moderado a otros dirigentes extremistas. Son sus radicales, sus personas de máxima confianza, quienes cultivan el lenguaje ultra.
El presidente del PP es el máximo responsable de los ataques de su partido contra los jueces, de los intentos de intimidación a los periodistas de TVE, de la utilización vil del terrorismo con fines electorales, de la persecución de quienes investigan la corrupción, del amparo a los presuntos saqueadores de las arcas públicas que llenan algunas listas nada ejemplares. Lo es por acción, al ordenar a sus lugartenientes el trabajo sucio. Y lo es por omisión, por no desautorizar jamás esos mensajes impropios de una derecha europea civilizada y esconderse detrás de un silencio que lo delata.
(Manuel Rico. Publico)
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