Un año después, el espíritu del 15-M sigue vivo. Parece evidente que
tuviera que ser así. La situación económica no ha mejorado, sino que va a
peor, el marco político democrático, con el recorte de derechos y
libertades democráticos de los que teóricamente gozábamos está en fase
terminal… Además, nos han introducido el miedo, que es la mejor manera
de prevenir protestas, revueltas o revoluciones. Tenemos miedo a que nos
echen de casa si no pagamos la hipoteca o el alquiler (cuando según la
Constitución tenemos derecho a una vivienda digna), tenemos miedo a que
nos echen del trabajo si enfermamos, a que nos reduzcan el sueldo
arbitrariamente o nos cambien la jornada laboral sin consultarnos sobre
nuestra vida personal (cuando según la Constitución tenemos derecho a un
trabajo digno), tenemos miedo a salir a la calle a protestar o a
organizar una manifestación porque sabemos que la policía puede poner
nuestra foto en internet, o nos puede acusar de ser demasiado
noviolentos (cuando según la Constitución tenemos derecho a
manifestarnos, dignamente y sin violencia).
Ante el comprensible miedo de la gente normal y corriente no nos
queda otra opción que indignarnos, para recuperar la dignidad que nos
están quitando, paso a paso, decreto a decreto. Nunca en tan poco tiempo
se habían tomado en este país tantas decisiones políticas, económicas y
sociales antidemocráticas. Porque la democracia no es solo votar cada
cuatro años. La democracia es que todas las personas vivamos con
dignidad, trabajemos con dignidad, nos manifestemos con dignidad… Por
eso es más necesaria que nunca la lucha del 15-M, que un año después ha
demostrado que sigue estando ahí, canalizando el enojo, la ira y el
enfado contra políticos y banqueros. Gracias al 15-M seguimos mostrando
nuestra indignación, por mucho que se empeñen en hacernos pensar que
somos inferiories, que somos indignos de vivir como ellos. Sin miedo.
(Jordi Calvo. Público)
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Hace 5 horas
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