Cuando las cosas iban bien no le dábamos tanta importancia, como si pensáramos que era un peaje que había que pagar a cambio de que la economía funcionara. Ahora sabemos que realmente no estaba funcionando, sino que se trataba de una gran burbuja que ahora ha estallado. Una gran mentira que se ha ocultado en el tiempo y que se ha ido haciendo cada vez más grande. Todos sabemos que una mentira sostenida en el tiempo puede volverse en tu contra con mucha violencia. Y era mentira que España y Europa fueran bien, en todo este tiempo ha desaparecido gran parte del tejido productivo y se han dirigido todos los esfuerzos fomentar una economía de casino, donde el dinero parece crecer por arte de magia, sin producir nada.
Evidentemente este dinero no aparecía de la nada, ha salido de la clase trabajadora, a la que le han vendido pisos, coches, alimentos, seguros, diversión... a precios muy por encima de su verdadero valor. Para poder sostener esto se concedieron préstamos baratos, de forma que nuestro dinero (el de entonces, el de ahora y el futuro) ha ido a mano de unos pocos especuladores.
Este robo (desviación del dinero de las familias hacia los especuladores) ha sido la primera fase, el germen de la actual crisis. La segunda fase, la actual, es de juzgado de guardia (pero para esto no hay ninguno abierto). Consiste, perdón por la simplificación, en desviar dinero público hacia la especulación, una vez que las familias ya están exprimidas hasta la extenuación.
Con gran desvergüenza, en esta fase, los actores del robo sistemático de los ahorros de los trabajadores se han quitado las caretas ante nuestros ojos. Pero estamos tan ciegos que no queremos verlo (aparentemente). Es cierto que la clase política (para mí la traición más grave de los políticos no es su sueldo, ni su estilo de vida, es haberse constituido en una clase, salvando honrosas excepciones), decía que la clase política parece haber quedado desenmascarada a ojos de los ciudadanos, que los han tomado como blanco de todas sus críticas. Y no nos falta razón, pero nos olvidamos de gran parte de golfos apandadores de nuestros ahorros.
Los grandes medios de comunicación, es decir, casi los únicos que quedan, que se ha endeudado por encima de nuestras posibilidades pagando sueldos de miseria a sus becarios pero estratosféricos a sus directivos y jugando a especular allende las fronteras. Estos son los que ahora, día tras día, nos venden que todos somos culpables de la crisis porque, al parecer, hemos querido vivir por encima de nuestras posibilidades. Hemos cometido el gran pecado de querer comprar una casa justo en el mismo barrio en el que nuestros padres en su día pudieron adquirir una a un precio más ajustado a su valor. Estos son los que señalan a los políticos como únicos culpables. Y estos son los que nos venden cada día que esta situación es inevitable y que tenemos que aceptar con resignación los duros recortes que nos están imponiendo. Son los que venden que hay que desmantelar el ineficiente sistema público, callando que lo que ha petado es la empresa privada. Al fin y al cabo, repiten hasta la saciedad, somos culpables de esta situación.
Las grandes empresas, que han usurpado la voz de todo el empresariado español. Como si los intereses de El Corte Inglés fueran coincidentes con los de mi panadería. A través de las confederaciones de empresarios, en connivencia con los gobiernos de Zapatero y Rajoy, están impulsando leyes y medidas que agravan la crisis. Estas medidas favorecen a las grandes empresas y perjudican, la mayoría, a la pequeña y mediana empresa. Pongamos un ejemplo tonto y aparentemente inocuo: la propuesta de trasladar los festivos a lunes para evitar los puentes. Beneficia a las grandes empresas, que prefieren parar tres días seguidos que andar parando días sueltos y a medio gas los otros. En Sevilla pienso en Renault, Abengoa, Endesa, Persán,... Pero es que la mayoría del empleo está en la pequeña y mediana empresa. En Sevilla gran parte de esa empresa se dedica a la hostelería y/o al turismo, a los que la desaparición de los puentes les perjudica claramente. Para la ciudad suponen más empleos que las empresas antes mencionadas, sin embargo su voz no se oye en la CEA ni en la CEOE. Mientras tanto, los directivos de las grandes empresas cada vez ganan más, en comparación con los sueldos de sus obreros, y defraudan más.
Por ellos, porque este robo es insoportable, yo encuentro sobradas razones para hacer huelga el próximo 14N.
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