La agenda del ciudadano indignado, en un día cualquiera de esta semana:
08.00h: reparto en el intercambiador de octavillas sobre la huelga general.
09.00h: acción para detener un desahucio en el barrio.
11.00h: concentración frente al Hospital de La Princesa, contra su privatización y cierre.
12.00h: recibimiento al presidente de Bankia en la puerta del Casino de Madrid.
13.00h: manifestación frente al Ministerio de Cultura contra los recortes.
14.30h: apoyo a los acampados frente a la sede de Bankia.
18.00h: nueva concentración en La Princesa.
19.00h: manifestación de la Marea Verde.
20.00h: rodea el Congreso.
21.00h: reunión de la coordinadora vecinal para preparar la huelga general.
22.00h: concierto en defensa de lo Público.
Entre medias, no olvides firmar unos cuantos manifiestos y peticiones,
reenviar y retuitear todo lo que te llegue. Para los momentos de ocio,
puedes leer unos cuantos libros nuevos con denuncias y alternativas, ver
un documental sobre Islandia, y un puñado de montajes fotográficos muy
divertidos, powerpoints y vídeos caseros de denuncia que rebosan en la
bandeja de entrada.
Si además tienes conflicto
laboral en tu empresa, añade unas cuantas citas más en forma de
asambleas, concentraciones, minutos de silencio o paros durante el día.
Ah, y no te despistes con la indumentaria: verde para las manis sobre
educación, blanca para sanidad, negra con los funcionarios... La
pancarta, si llevas una que diga “NO” te vale para cualquier ocasión, y
te ahorras ir cambiando de lema.
Puede sonar a broma
todo lo anterior, incluso está bien reírnos un rato de lo que nos está
pasando, para respirar entre tanta tensión. A la manera del clásico “Si
hoy es martes, esto es Bélgica” que refleja el despiste del turista que
recorre Europa en viaje organizado; nuestra vida suena últimamente a “si
hoy es miércoles, esto es una mani”. Pero no es una broma, es la
realidad de la protesta hoy: una ofensiva contra los trabajadores en
todos los frentes, a la que intentamos responder multiplicándonos para
estar en todas partes y a todas horas. Y no siempre llegamos a todo,
claro, ni somos bastantes.
Porque además, en la
mayoría de frentes no basta con presentarse, hay que quedarse,
persistir, y no moverse hasta conseguir el objetivo. Ahí están los que
rodean Bankia: saben que cualquier promesa que arranquen a la entidad
tiene que ser por escrito, y ni por esas hay garantía de que no acabe
siendo papel mojado. La lucha contra los desahucios, que ha obligado a
PP y PSOE a mover ficha, tampoco puede perder un gramo de fuerza, porque
en cuanto aflojas se te escapan con otro código de buenas prácticas
para la banca. O los trabajadores del hospital de La Princesa que ayer
cortaban la calle: si los dejamos solos acabarán desmantelados sin
remedio.
Los gobernantes siempre han confiado en el
agotamiento natural de toda movilización: que el paso del tiempo acabe
causando bajas, que cunda la discrepancia, que se desesperen, o que otra
protesta reclame el foco. Así es como han querido siempre derrotar a
movimientos ciudadanos, encierros, acampadas y todo tipo de protestas:
por la vía del aburrimiento.
Como en el actual ciclo
de protesta no hay aburrimiento posible, sino que al contrario, el
malestar va en aumento, han elegido otra estrategia: la multiplicación
de frentes.
Nos atacan por todas partes y a todas
horas: en un mismo día desahucian a varias familias, despiden a decenas
de trabajadores, desmantelan un servicio público, privatizan un
hospital, recortan un presupuesto, anuncian una contrarreforma,
comparecen en un juzgado, celebran un pleno importantísimo, crean un
banco malo, y si te descuidas piden un rescate al acabar la tarde ya
como tiro de gracia.
Y los ciudadanos, golpeados y
furiosos, sentimos que corremos de un lado para otro con el cubo de agua
mientras se multiplican los focos del incendio. Sí, a menudo nos
organizamos, formamos una cadena para ir pasando los cubos, alguien trae
una manguera, una multitud consigue abrir un cortafuegos, pero nunca
parece suficiente, mientras pisas las últimas brasas ves aparecer otra
columna de humo varias calles más allá y la gente grita “¡fuego!”.
Recuerdo hace años un librito de esos de literatura de management que
tanto gustan a los ejecutivos de éxito, que se llamaba “El arte de la
guerra para directivos”. Ya saben que las editoriales del ramo adaptan
al mundo empresarial cualquier cosa que se ponga a tiro, y en este caso
versionaban el clásico de la estrategia militar de Sun Tzu, con sus
máximas orientales, ya saben: “sé como el agua, sin forma constante,
cambiando y adaptándote”, “sé rápido como el viento, muévete como el
relámpago…”, etc.
Pues sospecho que en los altos
despachos de España y Europa circulan ejemplares de una nueva versión:
“El arte de la guerra para recortar derechos sociales”. Y en algún
capítulo adapta eso de “Cansa a los enemigos manteniéndolos ocupados y
no dejándoles respirar”; o eso otro de “Sé como una serpiente veloz que
contraataca con su cola cuando alguien le ataca por la cabeza,
contraataca con la cabeza cuando alguien le ataca por la cola…”
Porque así es: nos mantienen ocupados sin dejarnos respirar; nos
golpean con la cola cuando atacamos a la cabeza, y con la cabeza cuando
nos revolvemos contra la cola, y mañana habrá más fuegos, más
desahucios, más rodeos y más manifestaciones. Pero nuestro cansancio,
nuestra desesperación, nuestro aburrimiento, son también su victoria. No
sé en qué capítulo, pero seguro que Sun Tzu también lo dice.
(Eldiario.es. Blog Zona Crítica).
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