1.Una causa anacrónica
y descolocada
Había revuelo de
prensa, famosos del canto, del humor y
del arte que se apiñaban a la entrada del Juzgado y saludaban con efusión a los
encausados. Se hizo el recuento y el control y al final acabamos una cuarentena
de personas dentro de la Sala, enmarcada por el juez, los abogados y
testigos.
Pude seguir la causa contra Javier Krahe (cantautor) y Montse Fernández(Productora) , en la
que se les acusa de delito por ofender sentimientos religiosos de miembros de la Religión católica expresado
en escarnio a algunas de sus creencias. Tal escarnio se da en un cortometraje con
imágenes fugaces en las que aparece cómo
se cocina a un Cristo, después de desclavarlo de una cruz, untarlo con
mantequilla y meterlo en un horno y sacarlo
“al tercer día ya en su punto”. Todo en un minuto escaso.
Pasaba el tiempo y en la sala se
sucedían las intervenciones del juez y de los abogados, sus preguntas y
respuestas, sus defensas y ataques, muy
correctas, pero tratando unos y otros de
inclinar a su favor lo que podría ser la sentencia del juez. Fue restricto y contundente
el acusador: “el video, en sí mismo, es
un escarnio de la creencia fundamental de la
Divinidad de Jesús, de su muerte y de su resurrección; es palmaria la
intención de ofender y dicha ofensa alcanza a los sentimientos de la
comunidad por ser el valor religioso un valor comunitario de primer
magnitud”.
La exposición iba cobrando tintes
dramáticos, a pesar de que era evidente que los autores no habían tenido esa
intención, de que no habían hecho el corto para emitirlo, de que eran unas
imágenes fugaces y de que no se podía
sobreponer una interpretación arbitraria a la sugerida por el corto mismo. Me parecía estar asistiendo
a una acusación anacrónica,
descolocada, que no hacía justicia a los
tiempos nuevos : Modernidad, concilio Vaticano II,Transición democrática
española.
2.Significado alegórico del corto “Cómo cocinar a un
Cristo”.
A
quien contemple la instantánea del corto
“Cómo cocinar a un Cristo” no hay duda de que le provoca una reacción de
repulsa y horror, pues nadie entiende que
los elementos objetivos de esa acción
pretendan describir o presentar una novedad culinaria de interés y aplicación
social. No tiene sentido.
Ni puede entenderse tampoco como
acción directa de desprecio y crueldad contra
quien, en opinión universal, fue un dechado de humanidad. Los autores,
por otra parte, tienen conocimiento para inducir que por ahí no concordaban con
el público. Hay repudio, cierto, pero de un uso inapropiado, esperpéntico,
que se volvería contra quien lo ha usado
sin razón y contra toda estética.
Entonces, ¿qué otro sentido podía tener la
acción del corto?
Si
la acción del corto sobrepasa lo sugerido
literalmente, había que verlo
desde un significado alegórico: (del
griego alos agoreuo), ficción en
virtud de la cual algo representa o significa otra cosa diferente
Tal función es frecuente en el campo
de la comunicación religiosa. Así, por ejemplo, cuando Jesús dice que “Yo soy
la vid y vosotros los sarmientos” es
claro que ni El es vid ni los discípulos
son sarmientos, pero la vid y los sarmientos
tienen una relación aplicable a Jesús y sus discípulos.
La actividad de cocinar a Cristo,
tras untarlo y meterlo en un horno, con
el comentario de que “sale
al tercer día en su punto”, podía
entenderse como una alegoría: “los
creyentes cristianos sostienen que
Cristo, tras ser crucificado,
recibir sepultura y ser embalsamado
resucitó al tercer día”.
Pero a los no creyentes tal creencia les puede
resultar insólita, incomprensible y absurda, tan insólita, incomprensible y
absurda como la de que una figura que
parece ser de piedra de un Cristo cocinado en horno pueda, al cabo de tres
días, pueda resultar una buena comida.
Llevada hasta ahí la lectura
alegórica del corto, la ocurrencia de
cocinar a Cristo resulta absolutamente
descabellada. Pero, precisamente por eso, no se la puede tomar en su
significado directo y se la pueda
calificar de antiestética al pretender aludir de esa manera alegórica a la irracionalidad e imposibilidad
de la resurrección de Jesús.
3.Contexto
sociopolítico del tema
Para situar el
tema, me resultaba necesario tener en cuenta que vivimos en una
sociedad con Estado aconfesional,
admitido el derecho a la libertad
religiosa y según el cual cada ciudadano es libre de ser creyente de una u otra religión o no serlo de ninguna. Creer o no creer es un derecho individual que
conlleva el disentimiento legítimo entre
los que creen o no creen y el diálogo
entre unos y otros para depurar y asegurar los valores comunes que los unen y aquellos en que con libertad y respeto
no coinciden.
Ciertamente hubo, ya antes de
Cristo, un rechazo de la resurrección,
lo hubo en la misma sociedad judía y, de no ser por los hechos ocurridos posteriormente, los
mismos discípulos eran tan radicalmente
opuestos a esa creencia, que no la
hubieran admitido. Y aún después de producirse,
representantes y maestros de la
cultura judía y de otras
culturas, siguen negándola, como siguen negándola otros no creyentes.
El tema de la resurrección ha suscitado
en la Exégesis y Teología modernas, estudios de
máxima calidad y rigor que sustentan con vigor la fe
en este dogma cristiano. Desde esos estudios y, sobre todo, desde la fe que todo cristiano recibe desde la
experiencia y transmisión de los primeros testigos, entiendo que la teología no
ve que pueda ser objeto de escarnio público la resurrección de Cristo
simplemente porque en unas imágenes fugaces, se pretenda sugerir alegóricamente
la imposibilidad o irracionalidad de esa creencia. Pienso que esas u otras alusiones estimulan más que debilitan la fe en la resurrección de Cristo.
Podríamos suscribir lo que pensadores y teólogos han escrito: “La mejor
de la religión es que produce herejes” o “Solo un ateo puede ser un buen
cristiano, pero ciertamente también: solo un cristiano puede ser un buen ateo”.
Pienso que el corto no pretende ningún escarnio de sentimientos religiosos
ni impugna directamente con argumento
alguno el dogma de la resurrección cristiana. Solo parece haberlo intentado
hacer alegóricamente. Dicha alegoría no
puede ser vista como escarnio de la
resurrección por ningún católico, que
viva su fe con la madurez, libertad, respeto
y diálogo con que la Iglesia católica exige vivir la fe renovada y actualizada en la sociedad de
hoy.
Es muy significativo el hecho,
normal entre nosotros, de que creyentes y ateos dialoguen y colaboren
amistosamente, aún sabiéndose en
disentimiento de ciertos dogmas de la Iglesia católica. Sobre el dogma de la resurrección, conocemos nobles y profundos diálogos en que , con
posturas contrapuestas, unos la defienden y otras la niegan, con razones
propias, sin que por ello lleguen a reprobarse mutuamente o plantar acusación
pública de unos contra otros.
Vivimos en otros tiempos, tiempos en
que legítimamente la libre fe e increencia de cada uno, no nos impiden
construir y colaborar juntos en fundamentales valores y derechos que brotan del
dogma universal de la dignidad humana.
(Benjamín Forcano. Teólogo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario