De nuevo con Actuable:
“Sí, sí, sí. Que venga Sarkozy”, reza un cartel gigante en la apacible localidad vasca de La Arboleda ¿A qué se refiere la pancarta? ¿Por qué quieren los habitantes de este pequeño pueblo minero que venga el mandatario galo? ¿Para hacer una visita oficial? ¿A negociar con los sindicatos? Analicemos los antecedentes .
Hace un año y medio una familia gitana llegó a esta población minera de apenas 300 habitantes desatando la ira de gran parte de los vecinos. Tanto es así que, a su llegada, la familia tuvo que ser escoltada por la Ertzaintza. Como comité de bienvenida, una colección de carteles invitándoles a coger sus cosas y marcharse a otro lugar. Como todo en la vida, fue cuestión de tiempo que la tensión empezara a rebajarse. Hasta hace unos días, cuando a alguien se le ocurrió una bonita forma de recordar a estas personas que siguen siendo non gratas en el lugar donde viven.
Los autores de la pancarta y quienes les apoyan, sostienen que no hay ningún tipo de racismo en su forma de actuar. Sólo defienden su derecho a no tener que compatir el aire con un “vecino conflictivo”, nada más. ¿Qué hay de malo en ello? Pues bien, a nosotros se nos ocurren un par de cosas. En primer lugar, Sarkozy no ha echado a los gitanos franceses (de momento), sino a los rumanos, algo que contraviene todas las normativas comunitarias, ya que se ha expulsado a personas europeas por su étnia sin que hubieran cometido ningún delito.
Pero lo más importante (y preocupante) es que, a partir de ahora, ya sé qué debo hacer si mi vecino pone la música alta, ha robado una manzana en el súper o me entero que debe dinero al banco: queda validado el acoso para deshacerse de aquellos que no nos gustan.
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