"Casas Viejas" era una de esas casas del pueblo de toda la vida. Sin dueño (al menos, de paradero conocido), llevaba mucho tiempo ocupada por el movimiento Okupa, pero al servicio de la gente del barrio (o de cualquier otro que quisiera), es decir, al servicio de la gente del pueblo.
En "Casas Viejas", la gente se reunía, se hacían talleres, se intercambiaban libros, incluso los miércoles había sesión gratis de cine. Una casa del pueblo y para el pueblo.
Pues nada, lo de siempre: ¡Váyanse de aquí, que procedemos al desalojo!
Y la poli antidisturbios entró a saco, como se hace en esta democracia sevillana del "socialista" (ja, ja, ja) Monteseirín. Porra que te crió y leña al mono. Claro: la gente no se quería ir de la que había sido su casa. Lo normal; no les venía bien quedarse en la calle. Y la poli respondió "democráticamente".
Lo más triste es que pasan estas cosas, que no hacen sino desenmascarar esta gran pantomima teatral de la "pseudodemocracia neoliberal", y la gente se queda tan tranquila. Aquí no se conciencia ni se mueve ni el Pequi. Bueno, sí: los cuatro románticos que se llevaron ayer los "saludos" de la pasma monteseirina, y los dos que se han encadenado a cuatro metros bajo tierra, y cuya única forma de sacarlos de ahí es literalmente matándolos. Con dos riñones: Casas Viejas resiste.
CASAS VIEJAS, LOS DOS ENCADENADOS: ENFOCA-ENFOCATE ESTÁ CON VOSOTROS. Y SEGUIREMOS A VUESTRO LADO.