Esta tremenda injusticia (donde los productores de los alimientos cobran muy poco por producir y casi todas las ganancias se las llevan las distribuidoras y el comerciante final) no es nueva desgraciadamente, pero pone otra vez sobre la palestra, como las grandes distribuidoras ejercen una “dictadura de mercado” donde ponen el precio a los productos que ellos no producen, aumentando su margen de beneficio en prejuicio de los agricultores y ganaderos y de los consumidores finales.
Es necesario por tanto volver a una nueva relación productores-consumidores-naturaleza más humana donde todas las partes se beneficien: los productores por un incremento en sus precios de venta y los consumidores por un aumento en la calidad de los alimentos, y todos por un modelo de producción a pequeña escala, ecológica que preserve el medio rural.
Cada vez son más las personas que compran directamente a los productores (a través de cooperativas de consumidores o de grupos de consumo) y que exigen unos alimentos de calidad, ecológicos y libres de abonos, pesticidas, etc.
En Sevilla tenemos la suerte de tener “La Ortiga” entre otros establecimientos. De nuevo es necesario recordar “el poder político de la cesta de la compra”. Otra producción de alimentos más humana y ecológica ya es posible.
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