7 de febrero de 2011

A los lectores de Enfoca

Queridos amigos:
Por un grave problema personal de uno de los nuestros, nos hemos visto obligados a abandonar nuestra querida web por unos días (problomas técnicos del dominio, aparte). Esperamos (especialmente por él,nuestro queridísimo amigo) recuperar la normalidad lo antes posible.
Mientras tanto, y desde aquí, todo nuestro ánimo y fuerza a nuestro querido Pepe.

Cómo nos han ocultado la revolución social en Islandia

En estos días se habla y mucho, del levantamiento de los pueblos árabes para
derrocar a líderes tiranos y así crear formas de gobierno más democráticas y armoniosas.
Una de las revoluciones de las que no hemos oído hablar casi nada, es de la
vivida en nuestra vecina Islandia.

Vamos a conocerla:

Recientemente nos han sorprendido los acontecimientos de Túnez que han
desembocado en la huida del tirano Ben Alí, tan demócrata para occidente
hasta anteayer y alumno ejemplar del FMI. Sin embargo, otra “revolución” que
tiene lugar desde hace dos años ha sido convenientemente silenciada por los
medios de comunicación al servicio de las plutocracias europeas. Ha ocurrido
en la mismísima Europa (en el sentido geopolítico), en un país con la
democracia probablemente más antigua del mundo, cuyos orígenes se remontan
al año 930, y que ocupó el primer lugar en el informe de la ONU del Índice
de Desarrollo Humano de 2007/2008. ¿Adivináis de qué país se trata? Estoy
seguro de que la mayoría no tiene ni idea, como no la tenía yo hasta que me
he enterado por casualidad (a pesar de haber estado allí en el 2009 y el
2010).
Se trata de Islandia, donde se hizo dimitir a un gobierno al
completo, se nacionalizaron los principales bancos, se decidió no pagar la
deuda que estos han creado con Gran Bretaña y Holanda a causa de su
execrable política financiera y se acaba de crear una asamblea popular para
reescribir su constitución. Y todo ello de forma pacífica: a golpe de
cacerola, gritos y certero lanzamiento de huevos. Esta ha sido una
revolución contra el poder político-financiero neoliberal que nos ha
conducido hasta la crisis actual. He aquí por qué no se han dado a conocer apenas
estos hechos durante dos años o se ha informado frívolamente y de refilón:
¿Qué pasaría si el resto de ciudadanos europeos tomaran ejemplo? Y de paso
confirmamos, una vez más por si todavía no estaba claro, al servicio de
quién están los medios de comunicación y cómo nos restringen el derecho a la
información en la plutocracia globalizada de Planeta S.A.

Esta es, brevemente, la historia de los hechos:

A finales de 2008, los efectos de la crisis en la economía islandesa son
devastadores. En octubre se nacionaliza Landsbanki, principal banco del
país. El gobierno británico congela todos los activos de su subsidiaria
IceSave, con 300.000 clientes británicos y 910 millones de euros invertidos
por administraciones locales y entidades públicas del Reino Unido. A
Landsbanki le seguirán los otros dos bancos principales, el Kaupthing el
Glitnir. Sus principales clientes están en ese país y en Holanda, clientes a
los que sus estados tienen que reembolsar sus ahorros con 3.700 millones de
euros de dinero público. Por entonces, el conjunto de las deudas bancarias
de Islandia equivale a varias veces su PIB. Por otro lado, la moneda se
desploma y la bolsa suspende su actividad tras un hundimiento del 76%. El
país está en bancarrota.

El gobierno solicita oficialmente ayuda al Fondo Monetario Internacional
(FMI), que aprueba un préstamo de 2.100 millones de dólares, completado por
otros 2.500 millones de algunos países nórdicos.

Las protestas ciudadanas frente al parlamento en Reykjavik van en
aumento. El 23 de enero de 2009 se convocan elecciones anticipadas y tres
días después, las caceroladas ya son multitudinarias y provocan la dimisión
del Primer Ministro, el conservador Geir H. Haarden, y de todo su gobierno
en bloque. Es el primer gobierno (y único que yo sepa) que cae víctima de la
crisis mundial.

El 25 de abril se celebran elecciones generales de las que sale un
gobierno de coalición formado por la Alianza Social-demócrata y el
Movimiento de Izquierda Verde, encabezado por la nueva Primera Ministra
Jóhanna Sigurðardóttir.

A lo largo del 2009 continúa la pésima situación económica del país y el
año cierra con una caída del PIB del 7%.

Mediante una ley ampliamente discutida en el parlamento se propone la
devolución de la deuda a Gran Bretaña y Holanda mediante el pago de 3.500
millones de euros, suma que pagarán todos las familias islandesas
mensualmente durante los próximos 15 años al 5,5% de interés. La gente se
vuelve a echar a la calle y solicita someter la ley a referéndum. En enero
de 2010 el Presidente, Ólafur Ragnar Grímsson, se niega a ratificarla y
anuncia que habrá consulta popular.

En marzo se celebra el referéndum y el NO al pago de la deuda arrasa con
un 93% de los votos. La revolución islandesa consigue una nueva victoria de
forma pacífica.

El FMI congela las ayudas económicas a Islandia a la espera de que se
resuelva la devolución de su deuda.

A todo esto, el gobierno ha iniciado una investigación para dirimir
jurídicamente las responsabilidades de la crisis. Comienzan las detenciones
de varios banqueros y altos ejecutivos. La Interpol dicta una orden
internacional de arresto contra el ex-Presidente del Kaupthing, Sigurdur
Einarsson.

En este contexto de crisis, se elige una asamblea constituyente el pasado
mes de noviembre para redactar una nueva constitución que recoja las
lecciones aprendidas de la crisis y que sustituya a la actual, una copia de
la constitución danesa. Para ello, se recurre directamente al pueblo
soberano. Se eligen 25 ciudadanos sin filiación política de los 522 que se
han presentado a las candidaturas, para lo cual sólo era necesario ser mayor
de edad y tener el apoyo de 30 personas. La asamblea constitucional
comenzará su trabajo en febrero de 2011 y presentará un proyecto de carta
magna a partir de las recomendaciones consensuadas en distintas asambleas
que se celebrarán por todo el país. Deberá ser aprobada por el actual
Parlamento y por el que se constituya tras las próximas elecciones
legislativas.

Y para terminar, otra medida “revolucionaria” del parlamento islandés: la
Iniciativa Islandesa Moderna para Medios de Comunicación (Icelandic
Modern Media Initiative), un proyecto de ley que pretende crear un marco jurídico destinado a la protección de la libertad de información y de expresión. Se pretende hacer
del país un refugio seguro para el periodismo de investigación y la libertad
de información donde se protegan fuentes, periodistas y proveedores de
Internet que alojen información periodística; el infierno para EEUU y el
paraíso para Wikileaks.

Pues esta es la breve historia de la Revolución Islandesa: dimisión de todo
un gobierno en bloque, nacionalización de la banca, referéndum para que el
pueblo decida sobre las decisiones económicas trascendentales, encarcelación
de responsables de la crisis, reescritura de la constitución por los
ciudadanos y un proyecto de blindaje de la libertad de información y de
expresión. ¿Se nos ha hablado de esto en los medios de comunicación
europeos? ¿Se ha comentado en las repugnantes tertulias radiofónicas de
politicastros de medio pelo y mercenarios de la desinformación? ¿Se han
visto imágenes de los hechos por la TV? Claro que no. Debe ser que a los
Estados Unidos de Europa no les parece suficientemente importante que un
pueblo coja las riendas de su soberanía y plante cara al rodillo neoliberal.
O quizás teman que se les caiga la cara de vergüenza al quedar una vez más
en evidencia que han convertido la democracia en un sistema plutocrático
donde nada ha cambiado con la crisis, excepto el inicio de un proceso de
socialización de las pérdidas con recortes sociales y precarización de las
condiciones laborales. Es muy probable también que piensen que todavía quede
vida inteligente entre sus unidades de consumo, que tanto gustan en llamar
ciudadanos, y teman un efecto contagio. Aunque lo más seguro es que esta
calculada minusvaloración informativa, cuando no silencio clamoroso, se deba
a todas estas causas juntas.

Algunos dirán que Islandia es una pequeña isla de tan sólo 300.000
habitantes, con un entramado social, político, económico y administrativo
mucho menos complejo que el de un gran país europeo, por lo que es más fácil
organizarse y llevar a cabo este tipo de cambios. Sin embargo es un país
que, aunque tienen gran independencia energética gracias a sus centrales
geotérmicas, cuenta con muy pocos recursos naturales y tiene una economía
vulnerable cuyas exportaciones dependen en un 40% de la pesca. También los
hay que dirán que han vivido por encima de sus posibilidades endeudándose y
especulando en el casino financiero como el que más, y es cierto. Igual que
lo han hecho el resto de los países guiados por un sistema financiero
liberalizado hasta el infinito por los mismos gobiernos irresponsables y
suicidas que ahora se echan las manos a la cabeza . Yo simplemente pienso
que el pueblo islandés es un pueblo culto, solidario, optimista y valiente,
que ha sabido rectificar echándole dos cojones, plantándole cara al sistema
y dando una lección de democracia al resto del mundo.

El país ya ha iniciado negociaciones para entrar en la Unión Europea.
Espero, por su bien y tal y como están poniéndose las cosas en el continente
con la plaga de farsantes que nos gobiernan, que el pueblo islandés complete
su revolución rechazando la adhesión. Y ojalá ocurriera lo contrario, que
fuera Europa la que entrase en Islandia, porque esa sí sería la verdadera
Europa de los pueblos.

Rebelion

Web Analytics