27 de abril de 2010

La hipocresía de González Pons

Entresacamos del diario Público esto:

"Los ciudadanos que el pasado sábado salieron a las calles madrileñas —indignados por el proceso abierto por el Tribunal Supremo al juez Baltasar Garzón por investigar el franquismo— blandieron banderas republicanas, legales hasta que un golpe de Estado llevó a este país a una Guerra Civil, echó por tierra el estado democrático existente y sembró de cadáveres cunetas, tapias y fosas. Y pedían, porque en su derecho están de tener un lugar en el que llorar a los suyos, que sean localizados y se los devuelvan.

González Pons censura a los que clamaron ¡España, mañana, será republicana!, pero respeta que los herederos ideológicos del falangismo y el franquismo desenfunden sus yugos y flechas, proclamen que La lucha continúa y se muestren Orgullosos de nuestra historia . Los primeros, "de moderados, nada", aseguró.

"Yo no soy quien para tachar de legal o ilegal una corriente de pensamiento", dijo respecto a La Falange.

Respecto a los segundos, que convocaron también el sábado un acto ultraderechista en el que participaron apenas 150 personas, se limitó a decir:

"Yo no soy quien para tachar de legal o ilegal una corriente de pensamiento. Desde luego, no me gusta que haya partidos fascistas, pero lo tolero. Porque en mi condición de demócrata está tolerar desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha", indicó Pons, informa María J. Güemes.

La "corriente de pensamiento" coreó Con nuestros caídos no se juega, Carrillo, muérete o Garzón, masón, vete a prisión. El vicesecretario de Comunicación del PP, en este caso, no tachó de radicales los gritos xenófobos y las peticiones para que el juez de la Audiencia Nacional juzgue a Zapatero. Los exaltados, para él, eran los del No pasarán."
Evidentemente, nadie del PP ha corregido a este hipócrita... porque todos están de acuerdo con él.
Lo sigo diciendo: si están a favor de que partidos y sindicatos fascistas puedan llevar a un juez al banquillo; si juegan con las palabras y las ideas, cambiándoles el sentido cada vez que les conviene; si muchos de estos fascistas siguen dentro de sus filas; si se niegan a que eliminen los nombres y símbolos franquistas de nuestras calles y plazas; si siguen siendo uña y carne de la iglesia más rancia y reaccionaria, en su resistencia a que el Parlamento pueda legislar siguiendo simplemente los intereses de quienes votan, etc, etc, etc... de verdad, ¿no os da miedo que esta gente pueda gobernar? Si estando en la oposición apoyan el fascismo, ¿qué no harían si mandasen? En serio, ¿no os da miedo?
A mí me aterra. Pero una barbaridad.

23 de abril de 2010

Carta al Presidente del Consejo General del Poder Judicial

Querido/a amigo/a lector/a: te invitamos a mandar esta carta al Sr Presidente del CGPJ. Sólo hay que copiar, pegar y enviar a la dirección abajo indicada, poniendo simplemente tu nombre y DNI. Aún estamos a tiempo de parar esta terrible injusticia que, desde lo más rancio del fascio español, se quiere cometer, no ya contra un juez particular, sino contra nuestra historia, contra los fundamentos del Derecho y contra los mismísimos cimientos de la democracia, todo ello, eso sí, revestido del más estricto e hipócrita formalismo jurídico.
Muchas gracias por vuestra colaboración:
Enfoca.


"Sr. Presidente y Consejeros
del Consejo General del Poder Judicial.

Ante la noticia de que en fecha próxima han de resolver sobre la “suspensión de funciones” del magistrado D. Baltasar Garzón por razón los procedimientos judiciales incoados contra el mismo por el Tribunal Supremo, como ciudadano de un Estado Democrático de derecho y en el ejercicio del derecho de petición, reconocido en el Art. 29 de la Constitución y desarrollado por la L.O. 4/2001,solicito de Vds, con el respeto debido pero también con la máxima energía, que no acuerden dicha suspensión de conformidad con las fundadas razones de la Fiscalía General del Estado. En caso contrario, la decisión causaría un gravísimo perjuicio al principio constitucional de independencia judicial y a los valores democráticos constitucionales.
Atentamente.

Firma Fulano de tal y tal.
D.N.I. 27.692941J"

*** Enviar a :
E-Mail: webmaster@cgpj.es

15 de abril de 2010

La censura política en los medios

Vicenç Navarro
Público


Durante mi largo exilio viví en dos monarquías (Suecia y Reino Unido) y en una república (EEUU), y pude ver en los medios de información de aquellos países críticas abundantes a sus jefes de Estado y a los sistemas políticos que representaban, tal como es de esperar en cualquier país democrático. No así en España. Cuando me integré de nuevo a mi país vi una situación muy distinta. La gran mayoría de los medios de información ofrecían, y continúan ofreciendo, un blindaje mediático al rey y a la monarquía, frente a cualquier tipo de crítica. En realidad, tales medios promocionaban al rey y a la monarquía en una campaña propagandística, presentando a la monarquía como un elemento de estabilidad, la manera cortesana de definir el orden profundamente conservador heredado del régimen dictatorial anterior. En tal propaganda, el rey se presentaba como un demócrata camuflado durante la dictadura, que nos había traído la democracia. Criticar al rey se veía como criticar la Transición y el establecimiento de la democracia.

Es fácilmente demostrable que esta imagen del monarca es profundamente falsa. El rey era un producto del régimen anterior y su comportamiento durante la dictadura y en la Transición así lo demostró. Su supuesta vocación democrática quedó falseada en las primeras propuestas que el primer Gobierno monárquico hizo para establecer la democracia. Tanto en las reglas del proceso democrático, como en la limitación en las ofertas políticas al electorado, las propuestas del rey eran escasamente democráticas. Fueron las movilizaciones populares, y muy en especial las huelgas políticas de la clase trabajadora, las que forzaron una apertura y la democratización de aquellas propuestas. La debilidad de las izquierdas, recién salidas de la clandestinidad, y el dominio de las derechas en el aparato del Estado, así como en la sociedad civil, incluidos sus medios de información y persuasión, explican, sin embargo, que aquella Transición inmodélica diera lugar a una democracia vigilada y enormemente limitada, en la que la cultura promovida por los medios era profundamente conservadora y excluyente de las voces republicanas. El orden profundamente conservador establecido tenía a la monarquía como su eje, locual explica su blindaje mediático.

No fue hasta hace poco que la televisión, el mayor medio de difusión en España, exhibió un documental, “Els nens perduts del franquisme” (Los niños perdidos del franquismo), de Montserrat Armengou y Ricard Belis, que muestra el nivel de represión y horror que representó aquella dictadura. Este documental, que vio la luz en la televisión pública catalana, ponía de manifiesto cómo el robo de niños de las familias represaliadas, que se estaba denunciando en Argentina, había ocurrido con creces bajo la dictadura de Franco. En realidad, tal documental causó la integración del caso de los niños robados por el fascismo en la investigación del juez Garzón sobre los crímenes del régimen anterior. Este documental, que recibió gran número de galardones en el extranjero, tuvo escasa difusión fuera de Catalunya, y las autonomías gobernadas por el PP nunca lo mostraron en sus medios televisivos públicos.

Tal resistencia a conocer aquel pasado fue lo que determinó el caso Garzón. El Tribunal Supremo, presidido por una persona profundamente conservadora que había jurado lealtad al movimiento fascista, admitió la denuncia del partido fascista, la Falange, en contra del único juez en España, Garzón, que intentó llevar a los tribunales a los responsables de aquellas atrocidades, siendo su causa supervisada por otro miembro del Tribunal, Adolfo Prego (que será el que redactará la sentencia final), admirador del mayor ideólogo que tiene el fascismo en España, Pío Moa.

Mientras, a los autores de aquel documental se les ha prohibido, en la práctica, emitir su nueva obra, ¿Monarquía o República?, en la que se daba voz a personas republicanas, críticas del sistema monárquico (algo bastante inédito en los canales públicos), así como a partidarios de la monarquía. Mònica Terribas, directora de TV3, vetó el documental aduciendo, sorprendentemente, que lo hacía para proteger la libertad de los ciudadanos, asumiendo que su prohibición venía motivada por el interés de proteger a la ciudadanía de un posible sesgo republicano en el programa. Tal motivación no impidió, sin embargo, que tal directora aprobara la emisión de un documental (presentado como ficción), 23-F: el día más difícil del Rey, que era una mera propaganda de la monarquía y del papel del rey en el fallido golpe militar del 23 de febrero de 1981. No hay duda de que los portavoces de TV3 y sus apologistas en el mundo mediático negarán que haya habido un veto político, señalando –como hizo Mònica Terribas– que es una mera suspensión temporal hasta que se haya corregido su orientación. Tales declaraciones ignoran que el documental, tal como lo han hecho sus autores, ha sido prohibido, nunca se mostrará su versión original y nunca se emitirá, a no ser que se modifique. Esto, en una sociedad democrática, se llama censura.

La Vanguardia, el diario monárquico de Catalunya, propiedad de la familia del conde Godó (uno de los mayores colaboradores que el régimen anterior tuvo en Catalunya) felicitó a Mònica Terribas por su suspensión (el término que se utilizó para definir el veto), indicando que “la objetividad y el rigor que deben ofrecer la actuación de toda la televisión pública, han llevado a suspender la emisión de un documental sobre la república y la monarquía, que requería un enfoque distinto” (10-04-10), lo cual significa que se desea que se diluyan todavía más las voces republicanas, dilución que, en el caso de La Vanguardia, alcanza su máxima expresión, equivalente a eliminación, pues tal rotativo nunca ha publicado un artículo favorable al establecimiento de la república en España. Esto es lo que el establishment mediático define como libertad de expresión.

12 de abril de 2010

Trabajadores pisoteados

Soy cliente de ONO y, al estropeárseme la tele el pasado sábado, llamé por teléfono a la operadora para dejar constancia de la avería. Me dijeron que en 24 horas me llamaría un técnico. En efecto: estando desayunando ayer por la mañana, me llamó el técnico y se plantó en mi casa a los cinco minutos. Repito: era ayer domingo por la mañana.

Llegó el hombre, hizo su trabajo muy rápidamente y le pregunté que cómo es que trabajaban en domingo. Sonrió sin responder. Le pregunté entonces que qué día descansaba y me dijo que no tiene ningún día de descanso. Y me explicó la situación:

ONO trabaja con una contrata, Magtel, a la que paga 30 euros por cada avería que le arregla. Al técnico que vino a casa (a todos los técnicos, quiero decir) se les exige un mínimo de diez averías arregladas para cobrar lo que le pagan: 60 euros por una jornada de entre diez y doce horas de trabajo. Repito: las diez visitas son el mínimo, no el máximo. Es decir, que si el técnico hace el mínimo, por esos diez arreglos, Magtel cobra 300 euros, le paga 60 a él y se queda 240 (como siempre, la empresa - es decir, la propietaria privada de la firma- se queda una plusvalía del 400% del trabajo de su empleado)

Pero ése no es el problema; ya sabemos que capitalismo liberal (o derecha económica) y explotación son una misma cosa. De toda la vida. El problema es que el hombre que me arregló ayer la televisión trabaja una media de unas 80 horas semanales (exactamente el doble del máximo que permite la ley, según el estatuto general de trabajadores), no descansa ningún día a la semana y, cuando le pregunté si no lo comunicaba a ningún sindicato, me explicó que Magtel les prohíbe sindicarse y los despide si se afilian a cualquier sindicato. Naturalmente, está buscando un trabajo alternativo pero, de momento, esto es lo que tiene

Obviamente, ONO conoce de sobra la situación, pero como toda gran empresa (todo gran capital) que trabaja con contratas y subcontratas, hace la vista gorda pues lo único que le interesa es la enorme cuota de beneficios (que es el espíritu del sistema capitalista, que diría el economista Sombart). ONO se enriquece, Magtel se enriquece, todas las demás compañías harán lo mismo (o algo muy parecido), supongo, y este hombre (y sus compañeros) trabajan de lunes a domingo, unas 80 horas semanales y tienen prohibido afiliarse a un sindicato, para poder llevarles el pan a sus hijos. Esto se llama flexibilización del mercado laboral (lo que defienden Aznar, su FAES, Esperanza Aguirre, el PP, la radio de los obispos, etc, etc). Ésta es la libertad del mercado capitalista; esto es el liberalismo, o el capitalismo liberal.

Al próximo que me diga que ya no hay explotación de los trabajadores y que la crítica marxista del capitalismo ya está trasnochada, le corto el cuello. O algo peor: le obligo a estar dos horas escuchando a María Patiño y Belén Esteban.

11 de abril de 2010

Los enemigos de la verdad

Gran Wyoming
Público


La causa abierta contra Garzón ha sacado a la luz algo que es difícil de explicar a los extranjeros: Franco se pasea por los pasillos de nuestros juzgados. Las reticencias a acabar con los símbolos de la dictadura amparadas en todo tipo de absurdas justificaciones, que van desde el respeto a la Historia a cuestiones estéticas, son una evidencia de la admiración que aquel dictador suscita entre muchos de nuestros mandatarios.

El líder espiritual de la derecha española, José María Aznar, pasaba parte de sus vacaciones en Quintanilla de Onésimo, que debe el nombre a Onésimo Redondo, conocido militante fascista que predicaba en sus escritos el antisemitismo, la abolición de la democracia por burguesa y decadente y la violencia como estrategia para tomar el poder. En los días siguientes al golpe de Estado de 1936, ese que los ponentes de los cursos de capacitación de la Comunidad de Madrid para catedráticos y profesores de Historia dicen que no existió, fundó la llamada “patrulla del amanecer” que se jactaba de fusilar a 40 personas diarias. El yugo y las flechas fueron una aportación suya.

Al ex presidente demócrata de centro del PP no debían molestarle, desde luego no mandó retirar esos símbolos de su entorno. Por respeto a las tradiciones, supongo.Nos encontramos con la sorpresa de que investigar crímenes es un delito. En un Estado de derecho no puede acatarse una ley que borre los hechos o imponga la mentira. Los valedores de la dictadura sienten la obligación de defender el honor de aquellos criminales; allá ellos, pero la Justicia no puede detenerse y menos a manos de los encargados de administrarla.

8 de abril de 2010

La Iglesia está nombrando obispos en contra del Evangelio

De la revista Religión Digital (que seguro que están encantados de compartirlo con nosotros) hemos tomado esta entrevista al magnífico José Ignacio González Faus que, desde Enfoca, también queremos difundir:

(José Manuel Vidal).-José Ignacio González Faus es una de las principales figuras de la teología mundial y española. Ha sido durante muchos años, y sigue siendo, santo y seña de cantidad de generaciones que hemos bebido en sus libros doctrina y espiritualidad. Es un maestro de los que no se cansan, de los que no tiran la toalla. Sigue al pie del cañón, ahora, como responsable teológico de Cristianismo y Justicia. Tiene infinidad de artículos publicados, más de 50 libros. Hoy está con nosotros por la percha del último libro que ha escrito en colaboración con otro gran teólogo también, el vizcaíno Javier Victoria. El título del libro es Presencia pública de la Iglesia, ¿fermento de fraternidad, o camisa de fuerza?

P- José Ignacio, es un placer tenerte con nosotros. Ya teníamos ganas.¿Cómo ves en este momento la presencia pública de la Iglesia? ¿Cómo es y cómo debería ser?

R- "Presencia pública", desgraciadamente, se refiere a aquello que es la Iglesia "oficial". Hay mucha Iglesia por ahí, la Iglesia somos todos, y esto es una cosa que no se puede dejar de decir nunca. Esa otra Iglesia es la que tiene una presencia pública más adecuada, me parece a mí, a lo que pide el Evangelio. La Iglesia oficial ha estado y todavía está demasiado metida en una estructura de poder: un Papa Jefe de Estado, unos representantes de la Iglesia romana que pertenecen al cuerpo diplomático... Todo esto lleva a que casi la única presencia pública que aparezca sea la de la Iglesia oficial. Y lleva también a que la búsqueda de esa presencia pública se haga como una lucha de poder a poder. Del poder de un Estado que tendría que volverse laico -porque en una sociedad plural como la nuestra, el Estado no puede estar a favor de nadie-, y el poder (o los restos de poder) de una institución eclesial que antes intervenía mucho en la vida pública de los Estados, y que ahora anhela seguir interviniendo. Eso, a parte de que no parece compatible con la dinámica pluralista de nuestra sociedad (suena casi más a un resto de fundamentalismo islámico, como el que hay en algunas sociedades), tampoco es compatible con lo mejor del Evangelio. El cristianismo permitiría, en un ambiente de cristiandad que no hay, una identificación con la Iglesia de la sociedad. El Evangelio sugiere la metáfora de lo pequeño que fermenta (la levadura, el grano de mostaza...), y es eso lo que la Iglesia debería hacer.

En el libro, analizando un texto de Ratzinger, traigo 6 calificativos de cómo tendría que ser la presencia de la Iglesia: En primer lugar, sin poder, dialogante, que no pretenda imponer su propia verdad ni su propia moral (aunque sea la Verdad), sino a través del argumento; una presencia servicial y molesta (porque la Iglesia ha de estar en los lugares donde no está nadie, donde la sociedad crea sus víctimas: en la Cañada Real, etc); una presencia ejemplar (que se viera que realmente practica lo que predica y no va por la línea del poder); una presencia plural, para una comunidad que es tan grande y a veces conflictiva, con muchas voces distintas que, sin embargo, convergen todas en la figura de Jesucristo.

A partir de estos adjetivos, en el libro vamos discutiendo los temas como la ciudadanía, la subvención a la Iglesia, el aborto, el Vaticano... etc.

P- ¿O sea que aterrizáis en las cuestiones?

R- Sí, pero son sólo propuestas. Primeras palabras para que surjan otras.

P- Si no te entiendo mal, los que hemos soñado después del Concilio con que la Iglesia fuese perdiendo estructura de poder, desapareciesen los nuncios, por ejemplo... ¿Estamos muy lejos? ¿Hemos ido hacia atrás en vez de hacia delante?

R- Yo creo que sí. Es duro, pero es la impresión que yo tengo. El estamento más oficial de la Iglesia está siendo profundamente infiel al Vaticano II. Se puede hacer un análisis de la eclesiología que está latente, por ejemplo, en la Gaudium et Spes, donde se dicen muchas cosas sobre la Iglesia hoy en día que no se respetan. Como reconocer que el Vaticano II no tiene la solución a todos los problemas, y actuar como si todo problema que se presentase estuviera ya resuelto. En ese sentido, yo creo que hay un retroceso importante en cuanto al Vaticano II.

P- ¿Pero por qué? ¿Le tiene miedo el Vaticano II a las consecuencias, o es que, como dicen, algunos han ido demasiado lejos?

R- Antes que nada, yo diría que todo concilio ha necesitado tiempo para ser aceptado. Trento hoy pasa por el más conservador para nosotros, lo que no es del todo verdad, porque en Trento, además de unos documentos dogmáticos antiprotestantes que evidentemente provienen de la derecha, hay también otros documentos llamados de reforma, valientes y atrevidos, pero desconocidos, porque en aquella época mucha gente no los aceptaba.

Una de mis lecturas favoritas, que es el libro de marcelle batallon sobre Erasmo de Rótterdam en España, cuenta de un señor que estaba en Zaragoza y venía de Trento, y decían dos clérigos al verle: "¡Ese ha aprendido a luteranizar en Trento!". Creo que esa misma reacción sigue ahora a propósito del Vaticano II

Otro aspecto fundamental es la resistencia de la Curia romana en tiempos del Concilio. Algunos señores dijeron: "Los obispos se van, la Curia se queda". Y se hizo con todas las riendas. Yo creo que el problema no está en los Papas, que son figuras de buena voluntad -y algunos de gran talla, como Pablo VI o Juan XXIII-, sino en la Curia. Para mí, los Papas son prisioneros de la Curia romana. Y no me recato en decirlo.

P- ¿Ese retroceso se transmite hacia abajo, hacia las iglesias locales?

R- Es que hay un modo muy fácil de transmitirlo: En contra del Evangelio, del Nuevo Testamento y de su propia tradición, la Iglesia está nombrando hoy a sus obispos de una manera que puede ser legítima, pero que lo ha sido en casos de excepción.

P- Sobre eso escribiste un libro magnifico, Ningún obispo impuesto.

R- Sí. Es que, como el nombramiento de obispos ha quedado exclusivamente en manos de la Curia romana, se eligen los peones que a la Curia le convienen para que se muevan a su gusto. A veces, hasta sin mala voluntad. Yo comprendo que un poder central quiera evitarse los muchos problemas que puede tener, y, si a los obispos los eligiesen, como debería ser, las comunidades, podrían ser más conflictivos con Roma. Imagínate lo que está pasando en Chiapas, lo que ha pasado en Brasil... Pero es que nadie le ha dicho a la Iglesia que ha de estar libre de problemas. Lo que se ha dicho es que los debería resolver evangélicamente.

P- Una de las cosas que tratáis en vuestro libro es la pluralidad. ¿Por qué a la Iglesia española le cuesta tanto aceptar eso que decías al principio, de que "todos somos Iglesia"? Que hay distintas sensibilidades, que cabemos todos, que el mosaico es más bonito que la uniformidad del gris...

R- Bueno, yo soy bastante pesimista respecto a la situación actual, y creo que del futuro inmediato no podemos esperar nada. Seguiremos en las catacumbas durante algún tiempo. Pero, a pesar de todo, creo que este problema es mucho más agudo en España que en otras partes del mundo. Todas las cosas que han pasado aquí, con Pagola, etc, en Francia o Alemania no hubieran pasado. ¿Por qué? Pues porque en España, además de la Iglesia oficial, ha habido siempre una derecha de gente muy rica y muy recalcitrante (que puede venir ya desde aquello de Menéndez y Pelayo) y que ha puesto su identidad en esa uniformidad. Todo eso del franquismo y del nacional catolicismo de que "España, si no es católica, no es España"... Hasta que llegó un día, no sé si te acordarás, cuando la Iglesia tiraba un poquito más hacia el centro, hubo un marqués que dijo: "Si la doctrina de la Iglesia está en contra de los principios del movimiento, yo me quedo con los principios del movimiento". Es decir, es una derecha que ha usado a la Iglesia. La Iglesia ha sido una tonta útil bien pagada. Y esto ha dado lugar a que ahora en España está reviviendo la línea más trágica de nuestra historia eclesiástica.

Que también hay otra, porque en el siglo XVI tenemos el tránsito de la época de Cisneros (de esplendor, donde nace el erasmismo hispánico, Teresa y Juan de la Cruz....) a la época del inquisidor Valdés, que da un giro total a la derecha, y vienen las persecuciones, las denuncias... Eso parece que ha marcado todos los siglos siguientes.

P- ¿Esa derecha católica está encarnada en estos momentos en los movimientos neoconservadores?

R- Me parece que sí. Los conozco poco, pero esa es la sensación que dan. Quizá por ignorancia, porque a veces estos movimientos son muy piadosos y muy poco ilustrados. No saben hasta qué punto pueden ser manipulados, y son catequizados inconscientemente, de una manera que luego es la más cómoda para la derecha, en el sentido negativo del término.

P- Pero la derecha eclesiástica dice que esos movimientos son los que en estos momentos están ofreciendo, por ejemplo, vocaciones ala Iglesia, que de otros ámbitos no salen...

R- Sí. Pero el problema de las vocaciones no es tanto de número como de calidad. A mí me gustaría ver qué vocaciones son ésas. Mis últimos años de profesor en la facultad (ahora estoy emérito ya) contrastan mucho con los primeros. Los primeros años yo iba a clase casi con miedo, porque sabía que los alumnos se me iban a levantar. Los últimos años era al revés: Les interesaba el examen nada más, y, en todo caso, los seminaristas de Barcelona, si yo decía alguna cosita que sonaba un poco distinta de lo que ellos oían de las voces oficiales, levantaban la mano para decirme: "Bueno.... pero... dejemos las cosas en su sitio".

Era un alumnado que se había vuelto muy conservador. Y yo no creo que un ministerio así tenga futuro para salvar el cristianismo en España. Tendrá futuro para convertirlo en una secta. Pero la misión de la Iglesia no es ser secta, sino levadura y fermento. El caso de España es de lo más particular.

P- ¿Hay miedo en el ámbito teológico en que te mueves? Hay delación, anónimos llegando continuamente... ¿Cómo os sentís los teólogos españoles?

R- Lo de los anónimos y la delación es uno de los grandes pecados, yo diría pecados mortales, que se dan en la Iglesia y, consciente o inconscientemente, son favorecidos desde hace tiempo. Antes aludía a las denuncias de la inquisición presentadas contra Santa Teresa, algo increíble. Pero, sin irnos tan lejos, cuando los jesuitas tuvimos aquel problema, después de la muerte de Arrupe, el padre pidau? decía: "Es que no tenéis ni idea de las cartas que llegan de Roma, del tono de esas cartas, que parecen de gente que tendría que estar en el psiquiátrico".

Esa práctica sigue, y en Roma se da audiencia a todo esto. A mí me parece que en todos los sistemas muy absolutistas y totalitarios, el miedo a la desinformación es un enemigo muy grande, porque saben que no hay conexión con el pueblo. Entonces, cuando llega cualquier cosa, dicen: "A ver si esto es así y nosotros no lo sabíamos...". Por eso se da audiencia a todos los chifladitos.

P- ¿Eso hace que vosotros mismos, los teólogos, intentéis autocensuraros, moderaros?

R- Yo intento no hacerlo, no sé si lo hago. Creo que, desde mi juventud más exaltada, hasta los años que tengo, sí que me he vuelto un poco más suave en las formas, porque estoy absolutamente convencido de que todo puede ser dicho si se dice bien. Y yo, mientras Dios me dé vida, no callaré una cosa que creo que ayuda a que el Evangelio no esté tan desfigurado como está en estos momentos.

P- Y por decirlo todo, en la Iglesia no debería haber ni censura ni represalias.

R- Evidentemente que no. La verdad -decía Santa Teresa- padece pero no perece. La Jerarquía actual tiene la sensación de que la verdad perece a menos que ellos saquen las espadas en seguida en su defensa. Y no. Se pueden decir cosas más o menos sesgadas, desviadas o falsas, pero la verdad se abre camino precisamente a través del diálogo, la confrontación, los argumentos. Lo que pasa en el mundo de las ciencias, lo que está pasando -y es precioso- en la Biblia (pues en estos momentos ya se sabe que muchos exegetas y muchos investigadores han dicho alguna tontería, porque la manera de hacerse famoso es escribir una tesis doctoral contra todos los demás, pero luego eso, poco a poco, se va asentando), es lo que la Iglesia debería hacer para progresar. Porque, además, es lo que hacía en los primeros siglos. Porque los grandes concilios cristológicos que yo he estudiado, son siempre la última palabra después de muchas discusiones, agresividades, conversaciones... Muchos obispos de entonces decían: "¡Cirilo es un hereje!", y tenían razón. Y a muchos obispos de hoy en día, que están en la línea de san Cirilo, habría que decirles: "Con todo respeto, Vuestras Excelencias tienen algo de heterodoxia en sus mentalidades".

P- ¿Y la justificación ésa que se suele utilizar muy a menudo, del "escándalo de los sencillos"? Que lo que hacéis y decís muchas veces, escandaliza al Pueblo de Dios.

R- Puede tener su apariencia de verdad en algunos momentos, porque los de izquierda o los progres, tampoco debemos ir por ahí buscando protagonismo. Pero, a pesar de todo, es un argumento falso. Porque, si el pueblo no pasa su pequeño sarampión, sus crisis, a tiempo, acabará perdiendo la fe más tarde. De mucho de lo que es hoy la crítica histórica de la Biblia y demás, el pueblo no sabe nada, y ya tendría que saber un poquito. ¿Que al momento se pueden quedar asustados? Pero eso hace bien. Todos hemos pasado por sacudidas de ésas, y yo creo que mi fe ha crecido.

Por otro lado, al pueblo a veces lo mitificamos como un conjunto de tontos piadosos, y no es así. Hay señoras, madres súper católicas, etc, que perciben muchas cosas. El pueblo no es ignorante.

P- ¿A qué se debe la mala imagen de la Iglesia institucional española? Cada vez que salen Camino o Rouco en la televisión, la gente dice: "¡Ya están aquí!".

R- Pues como cuando salía Guerra Campos en tiempos del franquismo.

P- Pero en esa época, un poco después, estaba el contrapeso de Tarancón.

R- Sí. Pero cuando estaba Guerra en las televisiones, la gente se salía de los bares.
Su mala imagen se debe a que no permiten que se vea una Iglesia plural, y su única voz tiene en estos momentos poca audiencia. Aunque ellos lo crean, no es la única voz posible, ni muchísimo menos. Ahora, esto se remonta también a bastante lejos. Me estoy acordando ahora de una novela de un escritor inglés, católico, con gran sentido del humor, que tiene novelas encantadoras. Una de ellas comienza en España, tras la República, cuando ya ha habido tantos muertos y líos. Y cuenta que los obispos sacan un decreto diciendo que las mangas para entrar en la iglesia tienen que llegar hasta la rodilla o no sé dónde. Es un tremendo contraste entre la realidad y el mundo que quieren imponer esos tíos. Un contraste llamativo, que continúa.

P- Y en el post-concilio, sin embargo, en España teníamos a Tarancón por un lado, y a González Martín por el otro. Y los dos tenían cabida y proyección social. ¿Por qué en este momento no existe esa otra contraparte, un poco más abierta?

R- Ésa es una buena pregunta que me gustaría poder contestar, pero no sé si sabré.

Un día me tenía que ver con un obispo (el nombre no lo diré), y me dijo que no podía porque otro obispo le había dicho: "Ven, que necesito murmurar". Hay un sector en el episcopado, mayor de lo que parece, que disiente bastante de la línea oficialmente impuesta de la Iglesia. Pero no se atreven a decirlo públicamente, porque temen que escandalizarían, dando sensación de ruptura. Yo no sé si Roma les presiona para que no den sensación de división, pero en Alemania, por ejemplo, hay dos líneas claras en el episcopado: Una, la del arzobispo de Colonia, y otra, la de Lehman y esa gente, mucho más abiertos. Los fieles están más de acuerdo con uno o con otro, y no pasa nada.

P- Los nombramientos episcopales a los que aludías antes, ¿nos pueden hipotecar durante unos años en la misma tesitura?

R- Seguramente sí. Por eso he dicho que yo no espero poder respirar en el futuro un aire diferente. Porque, además, yo creo que ellos mismos perciben que no tienen mucho que decir, al contrario que Pagola, Javier Victoria, etc. Que a veces quizá lo dicen más a lo bestia, pero es porque tienen algo que decir. Ellos no. Entonces, surge la frase de un premio Nóbel (físico) que yo he utilizado tantas veces: "La intolerancia es la angustia de no tener razón".

A mí me parece que muchos de estos buenos hermanos míos, pastores de la Iglesia, tienen la angustia de no tener razón, y por eso se vuelven intolerantes.

P- ¿Sí hay ciertos ámbitos dentro de la Iglesia donde seguís pudiendo respirar un poco más (las congregaciones religiosas, por ejemplo)? ¿Eso hace que estéis en una especie de limbo? La gente de las parroquias, de la base, de la calle, los que nos movemos en los movimientos especializados de acción católica etc, y notamos esa asfixia, ¿dónde podemos acudir, qué podemos hacer?

R- En general yo creo que en este momento las congregaciones religiosas están mal vistas por la Jerarquía. Y no sólo las apostólicas, porque, curiosamente, hay congregaciones contemplativas (carmelitas y algunas más), con una línea tremendamente abierta, y que a Roma le molesta. Porque a Roma le gustaría que fuesen todas del breviario al comedor y del comedor al breviario.
En Cataluña, donde yo estoy, no se respira la misma angustia que aquí. La Iglesia catalana es bastante más abierta, y allá podemos hacer más, estamos mejor. Aunque cuando salimos en las noticias la gente se echa las manos a la cabeza. Bueno, pues si nos toca sufrir, sufriremos.
La Iglesia somos todos, la Iglesia es la comunidad de los creyentes antes que nada. Y yo he de decir que en mi iglesia me encuentro muy bien, porque la base la forma gente maravillosa que no saldrá ni siquiera en Religión Digital, que en estos momentos están trabajando por ahí con prostitutas, contra el problema de la trata de mujeres, que en España es espantoso. Esa gente que está dando el callo y sufriendo, no saldrá nunca en ningún sitio. Chicas que se ven obligadas a infinidad de cosas que nos harían llevarnos las manos a la cabeza, y que los obispos desconocen. ¿Que una chica necesita abortar? Pues, mira, la acompaño. Porque esas decisiones se ven de otra manera desde la crudeza y la dureza de la situación. Estos son Iglesia.

Hace poco he estado en Manresa dando un curso de reciclaje, y estuve con un curita de Chiapas que, después de 40 años allí, acababa de traducir toda la Biblia a la lengua de los indígenas chiapanecos, contando con una comisión de expertos, que son muy pocos. Es, además, una lengua muy difícil, porque tiene poco vocabulario, tenían que buscar giros, significados... Y me contó la tragedia de la Iglesia de Chiapas, con la prohibición para los diáconos. Porque allí se había producido realmente. Gente formada, preparada, que sabe teología y que se convertía fácilmente en líder de las comunidades, pero que no podía celebrar la eucaristía, que es un derecho para los fieles.

P- ¿Hay cosas que son imparables, y que parece que se están retrasando?

R- Sí, pero llegarán. Acabarán llegando. Lo peor puede ser que lleguen mal.

P- Y tarde.

R- Sí, tarde y mal. En mi libro La autoridad de la verdad, sobre los errores de los documentos del magisterio eclesiástico, en el que intento transmitir que la Iglesia puede equivocarse, aparece una constante, que es que la Iglesia acepta las cosas con 200 años de retraso. 200 años después del grito de la Revolución Francesa, Juan Pablo II dijo: "Esto son palabras cristianas". Pero en un primer momento "libertad, igualdad y fraternidad" parecían un ataque a la Iglesia.

La Iglesia tendría que hacer aquello que dice Mateo del Mesías: No quebrar la caña torcida, y no apagar la mecha humeante. Porque la Revolución Francesa, evidentemente, era una mecha. Y, así, muchas cosas.

Como dijo un cardenal, la hora más negra de la historia de las misiones es lo que pasó en China y en India con richy? y demás. 200 años después, Juan Pablo II dijo que richy había sido el gran misionero, el gran inculturador, pero se las hicieron pasar canutas, a él y a sus sucesores. Lo malo es que el reconocimiento llega tarde, porque si lo de richy se hubiera mantenido, sin apagar la mecha humeante -aunque hubiera que modificar algo (porque no hay parto sin alguna suciedad en este mundo)-, probablemente la situación del cristianismo en China y en la India sería hoy otra.

P- ¿Se puede personalizar el problema en España? ¿Rouco es el vicepapa, sin contrapoder alguno, o la situación no depende sólo de él?

R- Yo no quiero juzgar a personas, pero eso es lo que dicen. Sí que da la sensación de que es quien tiene el poder absoluto, a pesar de que lo tiene sólo por un voto, que, como dice la gente malintencionada, sería el de su sobrino (cosa curiosa). En las elecciones a la presidencia de la Conferencia Episcopal, me refiero. En fin, él verá.

P- ¿Qué nos queda? A la gente que nos movemos en una sensibilidad abierta y dialogante, ¿sólo nos queda lo que decías antes, de la mística de la resistencia?

R- La resistencia supone siempre esperanza. Esto en Cristianismo y Justicia lo decimos mucho. Tenemos que luchar por la justicia, pero no debemos dar esperanza.
A pesar de todo, nos vale la frase que el Apocalipsis dice para una situación de crisis mucho mayor, de persecución, etc: "Dios es el señor de la historia". Y las babilonias acaban cayendo.
Por consiguiente, pasaremos esta travesía del desierto, pasaremos el invierno eclesial -que dijo Rahner-, pasaremos los tiempos recios -que decía Santa Teresa, porque la cosa no es de hoy-... Pero seguiremos aquí humildemente, evangélicamente resistiendo.

Tenemos dos armas muy fuertes. La primera es el Evangelio. Lo que no deja dormir tranquila a la Iglesia no es el progresismo o el laicismo, sino el Evangelio. Cógete el capitulo 23 de San Mateo, con aquella dureza de las palabras de Jesús. San Jerónimo decía: "Eso no se ha dicho contra los judíos, se ha dicho contra nosotros, para que no caigamos en eso mismo". (Imponer cargas que nosotros no llevamos, limpiar el sepulcro por fuera, que nos saluden y nos digan padre y maestro y todo eso...). Eso está en las páginas del Evangelio. El Evangelio es enormemente subversivo.

Y luego, tenemos otro arma, que es la mejor tradición de la Iglesia. La tradición es una palabra que cubre muchísimas cosas, y la mejor tradición de la Iglesia está en contra , por ejemplo, de todo lo de los nombramientos de los obispos que hemos estado hablando. Todo lo que yo escribí en mi libro del que siempre hago propaganda: Vicarios de Cristo, los pobres de la Iglesia y la espiritualidad. Ahí está la mejor tradición de la Iglesia.

Son dos armas serias y podemos defenderlas, naturalmente, con sensatez y sentido común, sabiendo que la hora no es de triunfo y de gritar. Pero no nos han de hacer perder la esperanza, ni muchísimo menos.

P- De la resistencia a la esperanza. ¿Algún proyecto entre manos, a parte de este libro que acabas de presentar?

R- Mi proyecto es prepararme para la llamada del Señor. Pero, a parte de eso, tengo entre manos un libro que no sé si podré acabar. Se titulará Otro mundo es posible desde Jesús, parodiando el titulo aquel (...). Yo soy el que inventó la paráfrasis aquélla del anuncio de Jesús: "El Reino de Dios llega, hoy no se entiende".

Entonces, ampliando algunas cosas, desarrollo ese otro mundo de Jesús, el otro mundo posible: La lucha contra los ricos, la preeminencia de los pobres, el poder curador de Jesús, la manera de ejercer la autoridad... Esa es la primera parte. La segunda es Otra Iglesia es posible. Y la tercera, que es la más difícil (porque la Iglesia está mal, pero el mundo está peor), es responder, justamente, a la pregunta de cómo es posible un mundo en que siempre triunfan los malos. Cómo tiene que vivir en él el cristiano.

La crisis económica, como se está viendo, la provocaron unos cuantos canallas, que van a salir beneficiados. Porque creceremos, pero la tasa de paro habrá aumentado y eso será ya natural. Esto tiene que ver mucho con la oración, con la crítica al progreso (porque nuestro progreso tiene también su Pecado Original).

La tercera parte trata, pues, de cómo vivir la fe en esa situación, porque yo no me acabo de creer eso de mi querido amigo Laboardeta de que "habrá un día en que todos...". Más bien, yo soy de la otra canción, de que, cuando el pobre nada tiene, aún reparte

No es que cambiaremos el mundo, es que va Dios mismo en nuestro mismo caminar. Y esa experiencia de Dios va en el otro.

Me gusta decir mucho, parodiándola, una frase de San Ignacio: "Hay que ser contemplativos en la acción". Yo digo: "Hay que ser contemplativos en la relación". Saber ver en el otro -con sus debilidades, sus promesas, sus defectos, lo que sea-, algo de Dios. Eso es lo que hay que cultivar.

P- Un gran proyecto, muy ilusionante. Te emplazamos a que nos lo presentes también.

R- Si algún día sale y yo todavía no estoy en silla de ruedas... Yo le digo al Señor: "Señor, si tú quieres que lo acabe, dame vida". Si no, será que no hace falta.

6 de abril de 2010

Lo que nos llevamos a la boca

Gustavo Duch
Público

Si atendemos a los comunicados de, por ejemplo, la Asociación Médica de EEUU, deberíamos asegurarnos de que cada uno de nosotros y nosotras estemos bien lejos de la exposición a los pesticidas. Según dicen, “existe incertidumbre acerca de los efectos de la exposición prolongada a dosis bajas de pesticidas. Los sistemas de supervisión actuales son inadecuados para definir los riesgos potenciales relacionados con el uso de pesticidas y con enfermedades relacionadas con pesticidas. (…) Teniendo en cuenta esta falta de datos, es prudente limitar la exposición a pesticidas y usar los pesticidas químicos menos tóxicos o recurrir a alternativas no químicas”. Pero caminamos en el sentido contrario, porque, además de la exposición directa que sufren muchas personas, por ejemplo, trabajadoras y trabajadores agrícolas, todos, poco o mucho, acabamos tragando alguna clase de pesticidas transportados por los alimentos que contienen transgénicos, cuando tenemos –como recomienda la asociación– una alternativa, mejor dicho, un derecho, muy sencillo: disponer de comida libre de transgénicos.

En la actualidad, dos de los transgénicos más extendidos llegan, aunque sea en bajas dosis o como residuos, a nuestros platos. Soja bañada de un pesticida llamado glifosato y maíz que incorpora una toxina letal para los insectos.

La soja –no la confundamos con la usada en la alimentación asiática– nos llega desde el cono Sur de Latinoamérica y especialmente de Argentina, y su rasgo transgénico la hace inmortal a dicho pesticida; por lo tanto, se le riega y se le riega con esa sustancia. Aunque aquí no consumimos esa soja directamente, es la base de la alimentación de nuestra ganadería intensiva y un ingrediente importante de la comida industrial, donde la encontramos en forma de lecitina en la bollería, las salsas, las papillas, etc. ¿Y qué ocurre con los seres humanos que entran en contacto directo con el glifosato, como ocurre en muchas poblaciones de esas regiones? Los datos empíricos son claros: malformaciones embrionarias, enfermedades dérmicas, respiratorias y aumento de casos de cáncer. Y en el laboratorio, cuando se estudia con animales, hay ya numerosos y rigurosos estudios muy preocupantes que han determinado, por ejemplo, que el glifosato puede inhibir el cese de la reproducción de una célula en ensayos sobre el erizo de mar; que la aplicación de glifosato sobre fuentes de agua con anfibios en desarrollo destruía el 70% de la biodiversidad de anfibios y el 86% en renacuajos; que hay una estrecha relación entre Linfoma No Hodgkin (un tipo de cáncer) y el glifosato; y, por último, los más conocidos estudios dirigidos por el doctor Gilles-Eric Seralini, de la Universidad de Caen en Francia y asesor de la Comisión Europea, que demuestra en unos trabajos publicados en la revista Scientific American que tal sustancia produce la muerte de las células embrionarias, placentarias y del cordón umbilical, dando origen a malformaciones, teratogénesis y tumores.

El mismo Dr. Seralini alerta, en un reciente estudio publicado en International Journal of Biological Science, sobre qué le pasa a los animales de experimentación alimentados con maíz con las toxinas Bt antes mencionadas: a los tres meses en los análisis de sangre encuentra un aumento de grasa en sangre, de azúcar y problemas de riñones y de hígado. Este maíz, aunque sólo está aprobado para alimentar ganado, lo tenemos más cerca. En España hay 100.000 hectáreas dedicadas al cultivo de maíz transgénico. La contaminación de este maíz a los cultivos convencionales o ecológicos para el consumo humano está demostrada. Saquen ustedes la conclusión.

Y ahora la Comisión Europea ha aprobado un nuevo cultivo transgénico, la patata. Al igual que el maíz y la soja (mayoritariamente de Monsanto, al igual que el glifosato requerido) se trata de un cultivo para usos industriales y piensos. Basf, propietaria de la frankenpatata, aspira a ganar unos 20 millones de euros al año. La modificación genética, esta vez, no tiene que ver con pesticidas, se trata de hacer más aprovechable su almidón, pero lleva, como alertan las organizaciones ambientalistas, genes resistentes a los antibióticos. ¿Y para qué le sirven en este caso? En el campo para nada. Sólo son utilizados como marcadores para localizar los genes modificados en los laboratorios. Pero, en cambio, si entran en la cadena alimentaria favorecerán la creación de resistencia de las bacterias a esos antibióticos. Y perderemos un recurso médico.

Estas son algunas de las hipótesis de los efectos sobre nuestra salud. Pero me queda uno. Miren, a medida que los transgénicos avanzan, desaparecen las pequeñas fincas productoras de alimentos diversos y de calidad. La soja arruina a las chacras y tambos y en Argentina han de recurrir entonces a alimentarse de carne producida intensivamente, siempre menos saludable que la producida extensivamente, sin nada más que sol y hierba. Y en España el avance del maíz significa la desaparición del pequeño hortelano y hortelana, y nos queda comer lechugas y tomates (porque no hay mucha más variedad) producidos bajo plásticos con mucha química encima.

¿Son los transgénicos la solución contra el hambre? Si no están destinados para el uso humano, está claro que no. Y si cuando nos los comemos nos pasa como a los ratoncitos, ¿por qué no se prohíben? Nuestra mesa está gobernada por Monsanto, Basf y compañía.

Gustavo Duch
es editor de la revista ‘Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas’. Autor de ‘Lo que hay que tragar’

Ilustración de César Vignau

Su película favorita cotizará en Bolsa

De todos es conocida la voracidad de nuestro capitalismo financiero que, cual dios Cronos devorando a sus hijos, amenaza con seguir fagocitando y jibarizando todas y cada una de las realidades humanas. Se empezó con la economía (quiero decir, con la riqueza real) y la política, se siguió con la comunicación, el arte y el fútbol, y ahora se pasa al cine.

Las compañías de inversión Cantor Fitzgerald y Verania Networks van a comercializar productos bursátiles que permitirán especular con la taquilla de los estrenos o el tirón popular de un determinado actor.

Cantor Fitzgerald y Verania Networks afirman que los productores podrían usar este mercado para cubrir sus riesgos económicos en determinadas películas. Ante la polémica, el presidente de Cantor Exchange, Richard Jaycobs, afirmó que "si hay personas que compran acciones de Nike porque adoran sus zapatillas, por qué no van a poder invertir en las películas que les gustan".

¡Pues claro!

Según el directivo, cuando la bolsa de Nueva York inició la comercialización de futuros sobre los precios del crudo ninguna gran petrolera quería participar. Poco después se convirtieron en los principales actores del mercado. Jaycobs lo tiene claro: "Dentro de tres años, todos los grandes estudios de cine estarán participando".

Está claro: allí donde Manmona pueda extender su imperio, lo hará: Es algo así como la nueva reformulación de un imperativo metafísico que explique la realidad global: “todo lo que el capital pueda colonizar, debe hacerlo”. Y así, se empieza especulando con las divisas (aunque hundan la moneda de un país) y con el derecho humano a una vivienda, y se acaba llevando a los actores a la Bolsa.

Y yo sugiero: ¿por qué no proponer a nuestras parejas o a nuestros hijos, como productos financieros? Invirtamos en ellos (pero en Bolsa), por si fracasan. Por ejemplo: yo puedo capitalizar a mi mujer, vender acciones por su valor y que éstas vayan subiendo o bajando según la renta que me produzca (ella es muy apañada; sabe hacer trajes, coser perfectamente, bailar, entiende mucho de decoración, cocina de lujo, y un largo etcétera). ¿Y mis hijos? Pues anda que no son, ni nada, una buena inversión de futuro, con el inglés que saben.

¿Y por qué no cotizan en bolsa las religiones? ¡Pues anda que no da dinero eso ni ná! ¿Y los conciertos de música clásica? ¿Y las óperas? ¿Y las puestas de sol? Podemos vender entradas (o interesantes abonos) a la playa, para verlas, y ganaríamos mucho dinero. Lo único que hay que hacer es convencer al gobierno para que nos deje privatizar las playas con un decretazo, como decretó, por la cara, que se acabó la televisión analógica, y creo que la industria de la TV digital ha debido ganar algo de dinero con ello. Esto es la democracia, señora, la democracia.

¿Y la amistad? ¿Por qué no cotiza en bolsa? Al fin y al cabo, hay gente muy solitaria que pagaría por tener amigos. ¡Hay que ver lo que está perdiendo Dios Capital por culpa de las redes sociales en Internet, que proporcionan amigos gratis! ¡Qué lento y descuidado está el sistema (el mejor de los posibles, que dicen los liberales), que aún no ha hecho que coticen en bolsa el aire, la estrellas, la poesía, los orgasmos, las lágrimas de los bebés...!

En fin, voy a dejarlo, que creo que se me está yendo la pinza.

5 de abril de 2010

La conciencia es una pension incomoda

Os dejo esta magnifica reflexion del poeta Luis Garcia Montero, en Publico:

"La conciencia no es un hotel de lujo, sino una pensión incómoda en la que uno no puede quedarse dormido. Está situada, además, al lado de cualquier frontera.

Como somos una sociedad de consumo, nos gusta llenar el carro del supermercado con las ofertas de la semana y las páginas de los periódicos con los escándalos y las polémicas de la actualidad. Consumimos escándalos igual que se consume una caja de galletas. La costumbre en España es que, se trate de lo que se trate, corramos a integrarnos en una bandería. Los toros, la posible exhumación de los restos de un poeta, las actuaciones de un juez, la situación en Cuba, la salida de la cárcel de un preso, la política antiterrorista o las tramas de los corruptos generan siempre una discusión a dos bandas y con afirmaciones tajantes.

Resulta muy difícil matizar, quedarse en tierra de nadie, sin ser acusado de rojo trasnochado o de fascista vendido al capitalismo. La sociedad consumista tiene mucha prisa, y en medio de los dogmas, que son la prisa de las ideas, es difícil matizar, por ejemplo, que uno no siente mucha simpatía por un juez estrella, que entra y sale de la política o de los titulares sin demasiados escrúpulos, pero que es una barbaridad y una grave agresión democrática intentar condenarlo por una prevaricación inexistente. La matización se convierte incluso en un peligro cuando el contrario está dispuesto a manipularte y las dudas sobre una actuación judicial sirven para que, bajo el manto de los muertos del franquismo, una trama indeseable de políticos y negociantes corruptos intente echar humo sobre sus tropelías.

El consumo de opinión procura mantener viva con sus prisas la lógica de las dos Españas. Pero se olvida que Antonio Machado no escribió sus famosos versos (“una de las dos Españas / ha de helarte el corazón”) para referirse a la derecha y a la izquierda, con la que él siempre se identificó, sino a los turnos de los partidos de la Restauración, a las dos Españas monárquicas de los conservadores y liberales, caras distintas de una misma mentira. Lo que de verdad aprendió Machado es que a la hora de opinar, en la lógica de las banderías, a veces debemos salirnos por la tangente.

Por eso conviene recordar que la conciencia no es un hotel de lujo, sino una pensión incómoda situada en una frontera. Voltaire levantó un castillo en Ferney, justo en la frontera de Francia y Suiza. Cuando despertaba las iras de Luis XV o de los calvinistas ginebrinos podía situar su pensamiento en el lado de la frontera que permitiese su independencia. En una sociedad de poderes mediáticos, hoy han cambiado las cosas para el orgullo intelectual y es excesivo levantar castillos en homenaje a la opinión propia. Más bien la conciencia vive en una pensión. Pero es bueno que siga levantada junto a una frontera.

Luis Cernuda identificó al poeta con la soledad de un farero. Su búsqueda de la dignidad, de la conciencia individual, le recordaba al farero que sabía vivir aislado, en una torre a las afueras del pueblo, pero con la intención de evitar el naufragio de las ilusiones colectivas. Para embarcarse en una ilusión colectiva, nada resulta más conveniente que aprender a quedarse solo. Ninguna patria, raza, religión, partido, consigna, nostalgia o vanidad puede estar por encima de la propia conciencia. Sólo la claridad de las conciencias individuales sostiene la dignidad de las ilusiones colectivas.

Llegados aquí no faltarán los compañeros de catecismo que piensen en la conciencia individual y en los amparos democráticos como una deformación burguesa. Si tienen tiempo, les aconsejo que lean El invierno de la democracia del politólogo Guy Hermet. La democracia hoy es pura inexistencia, una nostalgia de otro tiempo, y no han acabado con ella los viejos totalitarismos. Ha sido el capitalismo desarrollado como un cáncer, con su capacidad de destruir los espacios públicos y las conciencias individuales, el que le ha dado el tiro de gracia al viejo sueño democrático.

Voltaire se sintió orgulloso de su castillo en Ferney y dijo que iba a durar mil años. La conciencia es una pensión pobre, pero es el único espacio propio que nos queda. No conviene que nos acomodemos en el balneario ancho y ajeno de las banderías".

Rebelion

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