29 de diciembre de 2015

Siete consideraciones a favor de un Gobierno de Progreso

Hemos pasado de una situación en la que la ciudadanía concentraba mayoritariamente el voto en dos partidos (PP y PSOE) y en algunos partidos nacionalistas, a otra con 4 grandes formaciones en todo el estado, más IU (quinta formación en votos, pese a todos los obstáculos a los que ha debido hacer frente) y diversos partidos de ámbito autonómico.

La ciudadanía, además de distribuir el voto, ha manifestado su rechazo mayoritario a los gobiernos monopartidistas, así como su preferencia, también mayoritaria, por coaliciones de izquierda y centroizquierda. No tiene sentido, pues, proponer que gobiernes el partido más votado ni comparar los resultados actuales del PSOE (o del PP) con los de la situación precedente, exigiendo dimisiones a “los perdedores”. Ahora, afortunadamente, hablar de gobierno, o de ganadores y perdedores, obliga a hablar de coaliciones.

Los resultados obtenidos globalmente por las fuerzas de izquierda y centro izquierda han sido mejores que los de la derecha y centroderecha (y hubieran sido aún mejores si la coalición a la izquierda del PSOE hubiera incorporado a IU en todo el Estado, evitando la pérdida de cerca de un millón de votos). Ha sido la izquierda plural, pues, la ganadora de las elecciones.

Esta ventaja de las fuerzas de izquierda se puede y debe traducir en un gobierno de progreso que rompa con las políticas mal llamadas de austeridad del PP, rechazadas mayoritariamente por la ciudadanía, porque han conducido, entre otros, al debilitamiento de los servicios públicos, a la precarización laboral, al hundimiento de la actividad cultural, a la pérdida de derechos sociales, a la desprotección del medio ambiente, a leyes (en sectores vitales como la educación o la justicia) que han merecido el rechazo generalizado de la sociedad, etc., mientras se favorecía a las grandes fortunas y a la corrupción, con amnistías fiscales y reducciones de impuestos.

Ningún interés partidista debe anteponerse a esta necesidad de un gobierno de progreso, que puede lograrse con un programa transparente en torno a los muchos puntos de acuerdo existentes. Hay que hablar, pues, de esos puntos de acuerdo en vez de airear divergencias que, aunque legítimas, no deben bloquear los acuerdos necesarios y posibles.

Tras las pasadas elecciones autonómicas y municipales, las fuerzas políticas de izquierda y centroizquierda dieron muestras de generosidad, superaron descalificaciones mutuas y legítimas diferencias -gracias, en buena medida, a una potente presión ciudadana- y formaron gobiernos plurales en torno a programas consensuados con transparencia, que la ciudadanía ha acogido muy favorablemente. Eso mismo ha de hacerse ahora, en vez de pensar en innecesarias “grandes coaliciones” (que algunos extienden a “todas las fuerzas políticas”) que solo favorecerían a la derecha y su inmovilismo, en nombre de supuestos peligros secesionistas.

La alternativa al gobierno plural de izquierdas, que los resultados electorales hacen posible, es dejar que la derecha siga (des)gobernando u obligar a unas nuevas elecciones, en las cuales la ciudadanía castigaría al conjunto de la izquierda por haber antepuesto equivocados intereses partidistas a la formación de un gobierno de consenso. La presión ciudadana y de los militantes de los partidos es de nuevo esencial para evitar este despropósito y lograr la formación del gobierno de progreso que los pueblos de España necesitan ahora.



Un abrazo

(Esteban de Manuel. Partido EQUO)

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