30 de noviembre de 2008

La compra

Ha comprado dos botellas de aceite de un litro,
un paquete de azúcar, pan y unas naranjas.
Debe de rondar los setenta años,
saca del refajo un pañuelo y cuenta las monedas.

-Me pregunto si su idea de riqueza
coincidirá con la mía-

La cajera, con el desprecio bien aprendido hacia los que ya no son útiles,
productivos, esclavos como ella, me dice
que lleva cinco años comprando lo mismo
-cuando no hay que dárselo fiado-

Recoge la bolsa, avanza en falso hacia la puerta
y vuelve arqueando las piernas, el luto,
la babucha rota,
se iza sobre sí misma
y me dice que ha votado a Felipe,
que le dio la paga.

Extraño pueblo el de España
tan poco acostumbrado a la justicia.

Antonio Orihuela

28 de noviembre de 2008

¿Consumir o no consumir?

Hoy es el día mundial sin compras, jornada que pretende hacer una parada en nuestro caminar consumista para que reflexionemos acerca de nuestros hábitos de vida y consumo.

Ayer se nos anunció el nuevo plan del gobierno contra la crisis. Simplificando, se trata de medidas que pretenden sacar, con dinero público, las castañas del fuego generado por el dinero privado. Entre estas medidas "se crea un plan integral de apoyo al sector de la automoción para reducir los costes laborales en el sector y mejorar la formación y la innovación en la industria del automóvil".

Así que mi obligación, de buen español, es comprarme un coche para que las medidas adoptadas por el gobierno tengan el efecto deseado. Pero hoy es el día sin compras, así que lo haré mañana.

No sé por qué me da en la nariz que los banqueros han gritado más fuerte que nostros: ¡Mi crisis que la paguen ellos!

El mejor mail del año

Varias veces al año nos llegan mensajes que anuncian haber sido elegidos como el mejor mail del año. Casi nunca dicen quién lo ha elegido ni en qué año. Dado que un mensaje se puede tirar varios años rodando de ordenador en ordenador, ¿quién sabe en qué año fue elegido?

Aún así, queremos publicar este mensaje por su sencillez y su estilo directo. Algunas fotos pueden (deben) herir nuestra sensibilidad. Quizá sea poco profundo, pero invita a una reflexión interesante: aprovechando este momento de crisis mundial ¿podemos cambiar algo en nosotros mismos y en nuestro estilo de vida para hacer este mundo un poco mejor?
Mejor mail del año
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27 de noviembre de 2008

Fernando crucificado

No creo que a nuestros lectores habituales se les haya escapado que somos, casi todos los que aquí escribimos, cristianos católicos.

La señora que lleva ese cartel increpa a diario, junto con más padres, a Fernando Pastor delante de sus hijos (los de ella y los de él). El pecado de Fernando es entender que la escuela pública no debe estar presidida por crucifijos, haberlo llevado a la justicia y haberlo ganado (por ahora). Por este pecado a Fernando le crucifican a diario en el mismo crucifijo que él pretende quitar. Rizando el rizo, pues la respuesta a quien piensa que el crucifijo es, de alguna forma, un símbolo de dominación es darle con la cruz de la humillación y el escarnio público en la cabeza.

Leo a Fernando en el blog Kabila: "Esperemos que la Junta no recurra y se acabe cuanto antes, pues hoy ha habido incidentes serios en el colegio, con un grupo de padres descargando su ira contra mí, tanto a la entrada como a la salida. Yo, que me tengo por una persona mentalmente fuerte, creo que no podré aguantar que se repitan más días, en presencia de mi hija como ha ocurrido hoy. Estoy muy triste y preocupado por ello, tanto que por primera vez ha pasado por mi cabeza abandonar, cambiar a la niña de colegio y dejarlo todo. Luego en frío veo que no puede ser que eso ocurra, y que hay que seguir, pero hoy que pensaba que iba a ser un día feliz, el primer día post sentencia, ha sido triste. Me recordaba la ira reaccionaria de los sectores más ultras, con infundios y demás. Y todo instigado por la directora del colegio, que ha debido de decir que por mi culpa este año no hay fiesta de navidad".

Como homenaje a Fernando y en desagravio de muchos católicos, publicamos a continuación un artículo publicado por José María Castillo, teólogo, en julio de 2006.

Los crucifijos en las escuelas

José María Castillo
Diario de Sevilla

EL crucifijo, como símbolo de los creyentes en Jesucristo, se desnaturalizó y perdió su significado original el día en que, según cuenta una leyenda, el emperador Constantino (a comienzos del siglo IV) vio en el cielo una cruz y oyó una voz que le decía: "con este signo vencerás".

A partir de entonces, la cruz dejó de ser lo que realmente fue para Jesús, un instrumento de fracaso y de muerte, y se convirtió en la que es ahora para los que creen más en el poder que en Jesús, un símbolo de dominio o incluso de dominación. Me refiero a la cruz que ha brillado en las coronas de los reyes y emperadores, la cruz de oro y piedras preciosas que se pone como condecoración de los grandes de este mundo o, simplemente, la cruz que llevan algunas personas como adorno.

Si este asunto se piensa despacio, hay razones para pensar que lo que ha pasado con la cruz de Cristo es una de las expresiones más claras y más hondas de la perversión que se ha producido en el cristianismo. Porque, al hablar de la utilización que se hace de la cruz, estamos tocando fondo en la inteligencia (y en la descomposición) de lo cristiano. Y lo peor del caso es que hay demasiada gente ( a veces, personas de muy alto rango) en la Iglesia que piensan y sienten, en este punto concreto, de manera enteramente opuesta a como pensaba Jesús de Nazaret.

Y es que situarse ante la imagen de la cruz, o incluso ante la sola idea de un crucificado, con los criterios de Jesús es una cosa tan extraña y tan difícil, que hasta el mismo san Pedro, cuando Jesús le dijo que iba a morir de semejante forma, mostró tal rechazo, que el propio Jesús le replicó sin rodeos: "¡Quítate de mi vista, Satanás, eres un escándalo para mí" (Mt 16, 23).

Recuerdo estas cosas a cuento de la trifulca que se ha organizado con motivo de si en las escuelas tiene o no tiene que haber crucifijos. En otros casos, el problema se plantea en los juzgados. Y no estoy seguro si en los cuarteles ocurre algo parecido. En Italia, la cosa está que arde desde hace meses. Y en nuestra Andalucía, sin ir más lejos, el conflicto de los crucifijos empezó, no hace mucho, en un colegio público de Baeza, el día en que el diputado andaluz del PSOE, José Pliego, propuso que la Junta retire todos los símbolos religiosos de los colegios públicos, alegando la "no confesionalidad del Estado".

Poco después, el problema saltó de Baeza a Córdoba, donde la Junta de Personal Docente de esa provincia solicitó la retirada de los símbolos religiosos en las escuelas públicas. Como era de esperar, los sectores más conservadores de nuestra sociedad, como el semanario ultracatólico Alba, han dicho que aquí se pone en evidencia "la cara más sectaria de la Junta de Andalucía". Y sabemos que, por ejemplo, en la Junta de Castilla y León, el asunto también está en danza. La polémica, por tanto, está servida. Otra vez la confrontación a cuento del tema religioso.

Como es lógico, lo primero que se le ocurre a cualquiera que piense en todo esto con serenidad y sin apasionamiento, es que la razón está de parte de quienes piensan que los símbolos religiosos (sean de la confesión que sean) no tienen por qué presidir en ningún centro ni en ningún acto público. Si el Estado español constitucionalmente no es confesional, saquemos las consecuencias que de eso se derivan. Sobre todo, si tenemos en cuenta que la sociedad española es cada día más plural en cuanto se refiere a las creencias religiosas. Porque son muy diversas. Y también porque hay personas que no tienen ninguna. Y es claro que si el Estado no es confesional tiene que respetar la igualdad de derechos de todos los ciudadanos. Los símbolos religiosos deben estar en los centros y en los actos religiosamente confesionales, pero no en lo que pertenece a la esfera pública, que ha de ser igual para todos y en todos los sentidos.

Pero el problema es mucho más profundo para los cristianos. Porque, para un creyente en Jesucristo, lo que aquí está en juego no es sólo un presunto derecho, que no existe en nuestro actual ordenamiento jurídico.

Lo que los cristianos tenemos que pensar, cuando se presenta un asunto como éste, es: 1) Si, ante todo, somos buenos ciudadanos, sin pretensiones de preferencias o privilegios. 2) Si tenemos el debido respeto a las creencias de quienes no piensan como nosotros. 3) Si respetamos sus símbolos religiosos, exactamente como queremos que ellos respeten los nuestros. 4) Y, llegando hasta el fondo del problema, tenemos que preguntarnos qué es lo que representa el crucifijo para una persona que afirma creer en Jesús.

La cruz es para los cristianos, ¿un signo de privilegio y poder (como lo fue para Constantino y el constantinismo) o es un símbolo de identificación con el dolor y el amor del Crucificado? Más aún, ¿creemos en la cruz de Cristo como expresión de lo que fue para Jesús: humildad, humillación y renuncia a dominar a quien sea y de la forma que sea? ¿Qué nos hemos creído los cristianos? ¿Que por creer en el Crucificado tenemos derecho a excluir o marginar a quienes tienen otras creencias? San Pablo dice que la cruz de Cristo es "locura" y "escándalo" (1 Cor 1, 23).

Pues bien, cuando se produce una situación como la que está ocurriendo con el tema del crucifijo en las escuelas, no puedo evitar la idea de que, a veces, precisamente los que se las dan de más católicos son los que menos creen en lo más serio y desconcertante que hay en el cristianismo: la cruz de Cristo.

Un asunto muy sucio

Pascual Serrano
Rebelión

Hay unos hechos, confusamente reseñados en los medios de comunicación, que no deberían pasarnos desapercibidos. El 14 de noviembre unos desconocidos -terroristas si utilizásemos la terminología habitual- lanzaron una bomba contra de la representación de la UE en Kosovo.

A nadie se le escapa que la UE ha disminuido mucho su papel de apoyo a la independencia de Kosovo de unos años acá. En 1999 los países de la UE apoyaron los bombardeos de la OTAN y asumieron las tesis de los separatistas albanokosovares. Pero hoy las cosas han cambiado, ya la OTAN se ha deshecho de Slodoban Milosevic que tan mal ejemplo daba y para países como España sancionar la independencia de Kosovo le puede crear más problemas por los paralelismos con Euskadi que otra cosa. Por otro lado, Rusia, que se opone a esa independencia, ya ha demostrado en Georgia que no está dispuesta a que se reconfigure el mapa de la antigua Europa socialista sin tenerle en cuenta. La explosión coincide en el marco de protestas contra el despliegue de una misión civil europea integrada por 2000 policías y agentes judiciales (Eulex) en Kosovo que los independentistas consideran una injerencia en su soberanía, mientras que Serbia lo apoya. Una de las funciones de la misión Eulex, propuesta además por Ban Ki Moon y rechazada por el gobierno kosovar-albanés es mantener la seguridad de los enclaves serbios a los que se les dota de autonomía dentro de Kosovo. Además Pristina no esconde su malestar por el primer informe UE posterior a la declaración de independencia unilateral en el que se acusa a la dirigencia kosovar-albanesa de "corrupción generalizada" y de "no tutelar las minorías".

En este contexto, el atentado sólo se puede interpretar como una acción violenta de represalia contra la UE por parte de sectores independentistas kosovares que perciben que los dirigentes comunitarios les han abandonado.

Lo más interesante es lo que ha sucedido la semana pasada. La detención por parte de las autoridades kosovares de tres espías alemanes, acusados de haber lanzado la bomba contra la sede de la UE, incluso el juez afirma disponer de un vídeo donde se observa cómo uno de los alemanes lo hace, por lo que dictó treinta días de prisión preventiva contra los tres agentes. Como consecuencia de todo esto, las luces rojas de la diplomacia se han encendido y ha comenzado una intensa labor que, según la prensa alemana, ha permitido llegar a un acuerdo entre Berlín y Pristina para que los agentes sean liberados y juzgados en Alemania y no mover más el asunto.

No olvidemos que Alemania ha sido el país que más interés ha puesto siempre en dinamitar la federación yugoslava, fue el primero en ir reconociendo la independencia de las distintos estados, desde Croacia y Bosnia hasta posteriormente Kosovo. Los servicios secretos alemanes trabajaron muy estrechamente desde 1992 con la guerrilla kosovar en su enfrentamiento contra Serbia. Alemania es también el país que, después de EEUU, presta más ayuda financiera a Kosovo, cien millones de euros para los próximos dos años.

No hace falta tener mucha imaginación para coincidir con el experto en servicios secretos Erich Schmidt-Eenboom, quien considera muy coherente la mano alemana detrás de esos atentados para enviar a la UE el mensaje de indignación de los kosovares.

De ser así sería un asunto muy preocupante, estaríamos ante una acción terrorista internacional cometida por un país de la UE contra una delegación de la propia UE con la única intención de crear una desestabilización que favorezca sus intereses. Y la segunda conclusión es preguntarse cuántos otros atentados y acciones terroristas han podido sucederse en la antigua Yugoslavia que en realidad fueron planificados por intereses extranjeros que deseaban romper la federación.

26 de noviembre de 2008

Sobre la manifestación por la retirada de las tropas españolas en Afganistán

El sábado 22 de Noviembre a las 13:00 h comenzó en Sevilla y sólo asistimos con unas 200 personas.

Esta pobre asistencia me ha hecho recordar y reflexionar: ¿por qué esta guerra tan injusta como la de Irak no provoca la misma movilización ciudadana que entonces, incluso después de la muerte de dos españoles allí?. No olvidemos que ya nos ha costado a los españoles 1.100 millones de euros.

Sin ánimo de ser exhaustivo, se me ocurren varias razones:
  • Esta guerra de ocupación se nos vendió muy bien pues se dijeron varias mentiras:
    • íbamos a buscar a Bin Laden (todavía no lo han encontrado y no lo harán ya que las familias Bush y Bin Landen son grandes amigas como lo demuestra el avión que salió el 12 de Septiembre de 2001 con unos 60 integrantes de la familia de Bin Landen, cuando un decreto firmado el día antes prohibía cualquier vuelo),
    • íbamos a liberar a las mujeres afganas de los talibanes, pero hoy día su situación ha empeorado según informes de la ONU y
    • debíamos de parar la producción de heroína en Afganistán, pero desde la ocupación se ha multiplicado por 5.
  • Fue autorizada por la ONU por la presión de EEUU después de los atentados del 11-S y parece que eso da legitimidad.
  • En España, el gobierno que retiró las tropas de Irak (muy bien hecho) ha seguido en Afganistán pues es “una misión de paz” y así nos la ha vendido.
  • Muchos medios de comunicación que se movilizaron contra la guerra de Irak se han olvidado de la de Afganistán, lo que lleva a sospechar de su pacifismo.
En definitiva vemos como esta guerra sigue sin importar demasiado, aunque sea igual de aberrante que la de Irak. Y la del Congo y… tantas otras.

Los Bíocombustibles

La palma aceitera se cultiva para obtener aceite para las industrias del biodiésel, la alimentación y la cosmética, ocasionando una grave deforestación en las selvas de nuestro planeta.

Lo más sorprendente e indignante del uso de aceite de palma para fabricar biodiésel es que este combustible ¡NO! es ecológico. Hay otro gran impacto similar derivado del uso de otro biocombustible: el bioetanol, este combustible tampoco es ecológico. El proceso de obtención de estos "bio"combustibles conlleva numerosos y graves impactos ambientales y sociales, de consecuencias imprevisibles, principalmente:
  • Grave deforestación de los bosques tropicales, cuya desaparición es una causa fundamental del cambio climático en nuestro planeta.

  • Apropiaciones ilegales de suelos de indígenas y campesinos, con múltiples episodios de amenazas, torturas y asesinatos.

  • Pérdida de la biodiversidad animal y vegetal.

  • Crisis alimentaría mundial.
Una de las últimas consecuencias del cultivo de aceite de palma ha sido el asesinato (el día 14 octubre de 2008) de Walberto Hoyos Rivas, líder de una comunidad colombiana que propició una "Declaración Internacional" (suscrita también por el Proyecto Gran Simio y 247 ONGs de todo el mundo) denunciando la producción industrial del aceite de palma en los países tropicales. Esta muerte es uno de los 140 crímenes cometidos contra estas comunidades solo en Colombia.

Estos "Bio" combustibles están subvencionados por numerosos gobiernos, con el dinero de todos sus ciudadanos. En España, en concreto, el actual Plan de Energías Renovables (PER) contempla para estos combustibles estímulos fiscales de 2850 millones de euros hasta el año 2010.

Los graves impactos provocados por los biocombustibles se están produciendo gracias al apoyo económico de todos nosotros aunque, desafortunadamente, la mayor parte de los ciudadanos españoles ignoran esta realidad. Por tanto, el Proyecto Gran Simio deja claro que cada vez que introducimos un "bio" combustible en el depósito del coche no estamos contribuyendo a la defensa del planeta, sino que estamos destruyendo sus selvas, sus recursos alimenticios y estamos propiciando el asesinato de campesinos e indígenas, ocasionando además otros muchos impactos.

El impacto medioambiental de los Biocombustibles es tan grave que están pasando a denominarse AGROCOMBUSTIBLES. Esta realidad es ya tan evidente que, en julio de 2008, el Parlamento Europeo ha aprobado reducir el uso de agrocombustibles, de un 10% a un 4%, debido al impacto que causan en la crisis alimentaría mundial, la biodiversidad y por su escasa aportación a la lucha contra el cambio climático. No obstante, si tenemos en cuenta dichos impactos, no debería hablarse de la reducción sino de la total prohibición de su utilización. Además, incomprensiblemente esta reducción aprobada en Europa está prevista que entre en vigor a partir del año 2015.

"En octubre de 2008 la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO) ha pedido la revisión urgente de las políticas y subvenciones de los biocombustibles, para mantener la seguridad alimentaría mundial, proteger a los campesinos y asegurar la sostenibilidad ambiental. Por éstas y otras muchas circunstancias, es el momento de exigir al gobierno español y a la unión europea que cesen las ayudas a los agrocombustibles y que se prohíba su comercialización. Su uso se esta convirtiendo en un verdadero crimen contra la humanidad", ha declarado Pedro Pozas Terrados, Director Ejecutivo del Proyecto Gran Simio (GAP/PGS-España).

La investigación sobre energías alternativas, según esta Asociación, es una obligación que debe corresponder a los Gobiernos y no a las empresas, y más en concreto a las petroleras. Las compañías petroleras tienen demasiados intereses económicos, pocos intereses sociales y forman un lobby excesivamente poderoso e influyente. La existencia de este tipo de lobbies puede acarrear consecuencias nefastas para el equilibrio económico y ecológico del planeta. Esto se puede constatar fácilmente viendo la actual crisis económica, provocada principalmente por los lobbies petrolero y financiero, con la permisividad de los Gobiernos.

En España, la Comisión Nacional de Energía (CNE), del Ministerio de Industria, debería tener como principal finalidad la de supervisar y apoyar intensamente las investigaciones sobre energías alternativas que se realicen en territorio español y en otros países con los que así se acordase. En cambio, entre los fines principales de la CNE no se encuentra la investigación sobre nuevas energías. En la estructura de este organismo existen 9 Direcciones y 24 Subdirecciones y ninguna de ellas está dedicada a las energías alternativas o renovables. Asimismo sólo existen dos Consejos Consultivos: el de la Electricidad y el de los Hidrocarburos.

Ante la actual situación energética y medioambiental, es prioritario que la comisión nacional de la energía tenga, al menos, una subdirección y un consejo consultivo dedicados a la investigación y apoyo de las energías alternativas, planteamiento éste que bien podría incluirse en la Ley de Energías Renovables que el Gobierno Español planea aprobar en la presente legislatura.

Red de Alternativas a la impunidad y la globalización del mercado

25 de noviembre de 2008

Contra la Violencia sobre la Mujer

Hoy, Día Internacional contra la Violencia sobre la Mujer, queremos recordar a las 66 mujeres que han muerto este año por delitos de violencia de género.

Aunque la aplicación de la Ley Integral contra la Violencia de Género, con casi cuatro años de andadura, ha supuesto la multiplicación del número de denuncias, condenas y mujeres protegidas, bien es cierto que aun queda mucho por hacer. Ahí tenemos a la juez Gemma Poveda, titular del de Violencia sobre la Mujer de Torrejón de Ardoz (Madrid), que no tiene capacidad para procesar los 609 casos que tiene encima de la mesa. Es lamentable que este juzgado que supera ampliamente en casos de maltrato a varios exclusivos que sólo se dedican a esa materia no esté suficientemente dimensionado. Ya su anterior titular pidió ayuda sin éxito. Por tanto desde aquí exigimos que el Ministerio de Justicia dote de los medios necesarios a los juzgados para llegar a tiempo y proteger a todas las mujeres que solicitan ayuda.

Asimismo hay que seguir trabajando en educación y concienciación. La violencia de género es una manifestación de la discriminación y desigualdad a la que están sometidas las mujeres. Mujeres que, en su posicionamiento como personas con los mismos derechos y deberes que el resto de la humanidad, se convierten en una amenaza de la supuesta ventaja social de la que se apropian algunos hombres por el hecho de su ser masculino.

Por último no podemos olvidarnos en este día del profesor Neira y de toda aquellas personas que con su actitud y su trabajo contribuyen activamente a la erradicación de esta terrible lacra social.

Regalar días de vacaciones

ideas4all es un sitio estupendo para buscar inspiración, ideas y solución a tus problemas. Pues buscando y rebuscando doy con una maravillosa idea que pretende posibilitar la opción de que le regalemos días de vacaciones a nuestros familiares y amigos (en navidades, cumpleaños, etc.)

No sería fácil de implantar, y sin embargo, pensándolo y situándolo en el contexto hacia el que nos movemos, me parece casi inevitable que alguien termine montándolo.

Como dice su autor: "Vivimos en un mundo en el que los regalos han perdido todo su sentido. Regalar cosas que el regalado tendría si las quisiera, en la mayoría de las ocasiones, ya no es del agrado del regalado ni de la persona que regala, y hace que tenga mucho más aliciente, en esta nueva sociedad, el regalar servicios: viajes, spa, conciertos, etc."



Os animo a que visitéis la idea y que la votéis como buena; a ver si tiene éxito y alguien se anima a poner dinero para ponerla en marcha.

Lukoil y Repsol

Andan nuestros dos grandes partidos discutiendo sobre la posible compra de la petrolera Lukoil (controlada por oligarcas rusos) del 29% de Repsol-YPF. El PSOE dice que no se puede interferir en el mercado y que es una cuestión entre dichas empresas y por eso no va a evitarlo. El PP dice que es una irresponsabilidad, pues se permite que un sector estratégico como es la energía esté en manos extranjeras y rusas (que no son precisamente amigos).

Es bueno recordar la historia de la privatización de Repsol. En 1989, con gobierno del PSOE, se empezó su privatización poniendo en venta un 26% de la compañía (a 31/12/1995 ya se había privatizado el 79% de la compañía). En 1997, con gobierno del PP, se completó dicha privatización. Por tanto ambos son responsables de que Repsol sea una empresa privada hoy día.

Señores del PP: ¿por qué dicen que el gobierno está entregando a manos rusas el sector de la energía española, cuando ustedes terminaron de privatizarla? ¿Es que no creen en el libre mercado? ¿No es el libre mercado el mejor sistema de asignación de recursos? ¿No han privatizado ustedes otras empresas de suma importancia? ¿Cómo se puede nadar-privatizar y guardar la ropa-controlar dicha empresa?

Señores del PSOE que se dicen de izquierdas: ¿Cómo defienden ustedes el libre mercado en todos los sectores, no son defensores de un estado fuerte que pudiera por ejemplo controlar sectores como la energía? ¿Por qué no actúan como Alemania, Francia e Italia que siguen controlando sus empresas energéticas y no permiten que sean controladas por manos extranjeras? ¿Por qué son tan respetuosos con el libre mercado y sin embargo intervienen masivamente para ayudar a empresas privadas como los bancos?

Parece la historia al revés: el PSOE defendiendo el libre mercado a ultranza y el PP defendiendo la intervención estatal. ¿Son creibles?

Soberanía Alimentaria: Documental y merienda ecológica

Hoy martes 25 de noviembre en el CC Hogar San Fernando (Calle Don Fadrique, junto al Parlamento) se proyecta el documental "Campesinas. Semillas de Cambio", que recoge la lucha por la soberanía alimentaria de mujeres campesinas en Latinoamérica, sobre el que girará un debate posterior sobre la crisis de la alimentación en el mundo y la soberanía alimentaria como alternativa.

Previamente se dará una merienda ecológica y de comercio justo gracias a la colaboración de nuestra cooperativa La Ortiga.

El documental forma parte de la Muestra de Documentales y Cine Social "La Imagen del Sur" organizada por CIC Batá.

25 de noviembre
CC Hogar San Fernando

18,30 Merienda ecológica y de comercio justo
19,00 Proyección del Documental "Campesinas. Semillas de Cambio"
19,30 Debate: "Crisis y Soberanía Alimentaria".

24 de noviembre de 2008

Tabaré Vázquez frente al aborto

La semana pasada el Presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez (que pertenece al Frente Amplio, partido de izquierdas en el gobierno e incluido en la INTERNACIONAL SOCIALISTA.) haciendo uso de la facultad de veto que le confiere la legislación de su país, vetó el proyecto de la ley aprobada por el Congreso y el Senado en la que se legalizaba la práctica del aborto.

Transcribimos el texto pues creemos que es bueno e interesante escuchar voces de izquierda que se oponen al aborto:

Tabaré Vázquez
Presidente de la República de Uruguay

TEXTO DEL VETO DEL PRESIDENTE DE URUGUAY, TABARÉ VÁZQUEZ, A LA LEY DE DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO
Montevideo, 14 de noviembre de 2008
Señor Presidente de la Asamblea General:

El Poder Ejecutivo se dirige a ese Cuerpo en ejercicio de las facultades que le confiere el artículo 137 y siguientes de la Constitución de la República a los efectos de observar los Capítulos II, III y IV, artículos 7 a 20, del proyecto de ley por el que se establecen normas relacionadas con la salud sexual y reproductiva sancionado por el Poder Legislativo.

Se observan en forma total por razones de constitucionalidad y conveniencia las citadas disposiciones por los fundamentos que se exponen a continuación.

Hay consenso en que el aborto es un mal social que hay que evitar. Sin embargo, en los países en que se ha liberalizado el aborto, éstos han aumentado. En los Estados Unidos, en los primeros diez años, se triplicó, y la cifra se mantiene: la costumbre se instaló. Lo mismo sucedió en España.

La legislación no puede desconocer la realidad de la existencia de vida humana en su etapa de gestación, tal como de manera evidente lo revela la ciencia. La biología ha evolucionado mucho. Descubrimientos revolucionarios, como la fecundación in vitro y el ADN con la secuenciación del genoma humano, dejan en evidencia que desde el momento de la concepción hay allí una vida humana nueva, un nuevo ser. Tanto es así que en los modernos sistemas jurídicos -incluido el nuestro- el ADN se ha transformado en la "prueba reina" para determinar la identidad de las personas, independientemente de su edad, incluso en hipótesis de devastación, o sea cuando prácticamente ya no queda nada del ser humano, aun luego de mucho tiempo.

El verdadero grado de civilización de una nación se mide por cómo se protege a los más necesitados. Por eso se debe proteger más a los más débiles. Porque el criterio no es ya el valor del sujeto en función de los afectos que suscita en los demás, o de la utilidad que presta, sino el valor que resulta de su mera existencia.

Esta ley afecta el orden constitucional (artículos 7º, 8º, 36º, 40º, 41º, 42º, 44º, 72º y 332º) y compromisos asumidos por nuestro país en tratados internacionales, entre otros el Pacto de San José de Costa Rica, aprobado por la Ley Nº 15.737 del 8 de marzo de 1985 y la Convención Sobre los Derechos del Niño aprobada por la Ley Nº 16.137 del 28 de setiembre de 1990.

En efecto, disposiciones como el artículo 42 de nuestra Carta, que obliga expresamente a proteger a la maternidad, y el Pacto de San José de Costa Rica -convertido además en ley interna como manera de reafirmar su adhesión a la protección y vigencia de los derechos humanos- contiene disposiciones expresas, como su artículo 2º y su artículo 4º, que obligan a nuestro país a proteger la vida del ser humano desde su concepción. Además, le otorgan el estatus de persona.

Si bien una ley puede ser derogada por otra ley, no sucede lo mismo con los tratados internacionales, que no pueden ser derogados por una ley interna posterior. Si Uruguay quiere seguir una línea jurídico-política diferente a la que establece la Convención Americana de Derechos Humanos, debería denunciar la mencionada Convención (Art. 78 de la referida Convención).

Por otra parte, al regular la objeción de conciencia de manera deficiente, el proyecto aprobado genera una fuente de discriminación injusta hacia aquellos médicos que entienden que su conciencia les impide realizar abortos, y tampoco permite ejercer la libertad de conciencia de quien cambia de opinión y decide no realizarlos más.

Nuestra Constitución sólo reconoce desigualdades ante la ley cuando se fundan en los talentos y virtudes de las personas. Aquí, además, no se respeta la libertad de pensamiento de un ámbito por demás profundo e íntimo.

Este texto también afecta la libertad de empresa y de asociación, cuando impone a instituciones médicas con estatutos aprobados según nuestra legislación, y que vienen funcionando desde hace más de cien años en algún caso, a realizar abortos, contrariando expresamente sus principios fundacionales.

El proyecto, además, califica erróneamente y de manera forzada, contra el sentido común, el aborto como acto médico, desconociendo declaraciones internacionales como las de Helsinki y Tokyo, que han sido asumidas en el ámbito del Mercosur, que vienen siendo objeto de internalización expresa en nuestro país desde 1996 y que son reflejo de los principios de la medicina hipocrática que caracterizan al médico por actuar a favor de la vida y de la integridad física.

De acuerdo a la idiosincrasia de nuestro pueblo, es más adecuado buscar una solución basada en la solidaridad que permita promocionar a la mujer y a su criatura, otorgándole la libertad de poder optar por otras vías y, de esta forma, salvar a los dos.

Es menester atacar las verdaderas causas del aborto en nuestro país y que surgen de nuestra realidad socio-económica. Existe un gran número de mujeres, particularmente de los sectores más carenciados, que soportan la carga del hogar solas. Para ello, hay que rodear a la mujer desamparada de la indispensable protección solidaria, en vez de facilitarle el aborto.

El Poder Ejecutivo saluda a ese Cuerpo con su mayor consideración,

Dr. Tabaré Vázquez
Presidente de la República

Primer atentado contra Obama

No hace demasiado tiempo decíamos en esta misma web que no teníamos confianza (aunque sí deseo) en que Barack Obama ganase las elecciones presidenciales (los que sabemos cómo se las gastan en USA para inmortalizar el imperialismo capitalista, no nos extrañamos ya de nada); y apostillábamos que, en el mejor de los casos (esto es, que ganase), habría qué ver cuanto tiempo tendríamos que esperar para verlo sufrir un atentado (cual si de un miembro de la familia Kennedy se tratase).

Pues hace sólo dos semanas que ganó las elecciones norteamericanas, DOS SEMANAS, y ya ha abortado la policía el primer intento de asesinato del presidente electo: supuestamente, se trata de dos neonazis de Denver. Bueno, ésa es la versión oficial: que si neonazis, que si la supremacía de la raza blanca, etc.

Desde luego, aquí caben las dos opciones: que sea algo realmente autónomo de esos dos locos, o que, una vez más, tengamos una pantomima bien disimulada (como la comisión Warren disimuló –más mal que bien- el asesinato de J.F.K.). Yo, esta vez (y sin que sirva de precedentes) me creo que se trata de una cuestión racista. Pero, para curarnos de esa enfermedad del optimismo injustificado, hay que plantear una tercera opción: que, aún siendo algo individual de estos hitleranos, la detención policial de Denver sirva para trasmitir a la opinión pública una falsa sensación de protección y seguridad del presidente y, con él, de la democracia. Al fin y al cabo, se trataba de dos vulgares aficionados, de una chapuza (amén de los rifles con mira telescópica y los chalecos antibalas que llevaban los locos fascistas); pero desde luego no era, ni de lejos, nada parecido a la histórica y triste conspiración perfectamente orquestada de Dallas.

Así, todos podemos estar tranquilos: cualquier atentado contra "el negro" será abortado por las fuerzas del orden y de la defensa de la democracia.

Claro que, los que somos optimistas en todo en la vida menos en la política, no podemos evitar alguna duda inquietante: ¿qué tenía JFK que no tenga Barack Obama? ¿Acaso era más social o progresista? ¿Quizá era más peligroso contra los intereses del sistema? Pero, por Dios: si, para colmo, era hasta blanco.

O desde el otro lado de "la cama": ¿qué intereses tendría el imperio capitalista de entonces, que no tenga el actual? Éste tiene infinitamente más que perder que aquél; y, además, Obama es negro.

¿No os parece, a los pesimistas irredentos como yo, que la victoria de Obama (y, sobre todo, su significado simbólico) es excesivamente dulce como para ser cierta sin más? ¿De pronto la sociedad más individualista, insolidaria, hipócrita, contaminadora y belicista del mundo, se ha vuelto racional, crítica y solidaria? ¿Así, sin más?

No quiero abundar en sospechas (no sea que me confundan con un paranoico cualquiera de los de la "teoría conspiratoria del 11M") pero, o efectivamente estoy para que me encierren, o me temo muy mucho que el de Denver no va a ser, en absoluto, el único atentado contra Obama.

La cuestión es si en los posteriores (que haberlos, habralos) vamos a tener tanta suerte.

La imagen es de Iván Lira y la hemos visto en Rebelión.

22 de noviembre de 2008

Falleció Enrique Aguiló

Ayer recibimos la terrible noticia del fallecimiento de Enrique Aguiló Bonnín, teólogo.

Enrique Aguiló, de origen mallorquino, residía en Sevilla junto a su familia. Fue misionero en Chile, como hermano de las Escuelas Cristianas (La Salle). Allí fue torturado por la dictadura de Pinochet.

Fue director del Centro de Estudios Teológicos para Seglares de Sevilla, donde también fue profesor hasta el curso pasado. Para alegría de algunos ultra-conservadores sevillanos (aquí y aquí).

También era miembro de la Asociación de Teólogos Juan XXIII. Lo cual valió las críticas de los cobardes que no se atrevían a criticar directamente al cardenal Carlos Amigo (aquí y aquí).

Pero sobre todo Enrique era un gran profesor y un magnífico psicólogo. También era todo sentido del humor, como nos recuerda su amigo Teodoro-Gallo en La Coctelera.

Descanse en paz, Enrique Aguiló. La Iglesia de Sevilla llora su pérdida.

Guatemala-2008, bajo sus 7 plagas

Teófilo Cabestrero

Guatemala tiene enormes riquezas y valores de naturaleza, culturas y espiritualidades, en sus 109 mil kilómetros cuadrados y en sus 13 millones de habitantes. Subsuelos con oro y otros metales. Todas las alturas y climas, costas, playa, altiplano, y alturas de 3.000 metros habitadas; 19 ecosistemas, 300 microclimas, biosfera maya, 33 volcanes (5 activos). Cultivan gran variedad de productos agrícolas. 60 por ciento de la población son indígenas, con 21 etnias mayas y una de negros garífunas; se hablan 23 lenguas además del castellano.

Pero toda la población sufre en 2008 las 7 plagas de Guatemala:

1. La plaga del miedo y la desesperación, bajo la violencia mortal impune. Impunidad y violencia se refuerzan y crecen en cifras y crueldad: secuestros, extorsiones, asaltos, robos, asesinatos atroces de personas, familias, mujeres y niños, linchamientos, venganzas, feroces matanzas... Tantas y tales son las fuerzas criminales (desde el narcotráfico y el crimen organizado a las bandas y mafias de secuestros y robos, hasta los sicarios y las maras o pandillas de jóvenes) que ya Guatemala se llama “país multicriminal”. Y nadie resuelve esto: el gobierno, incapaz; la policía, a veces cómplice; los jueces, 67 amenazados en lo que va de 2008, muchos se inhiben o huyen, otros son asesinados. La población se refugia en el miedo o en la seguridad privada, y se insensibiliza: “¿Tenemos horchata en las venas?” pregunta El Periódico (noviembre de 2008). Queda el país libre para la múltiple violencia criminal, que la Conferencia Espicopal Católica califica en octubre de 2008 de “terrible” e “insoportable”: De enero a setiembre de 2008, 4 mil asesinatos (de 15 a 20 diarios); 106 choferes de autobuses públicos asesinados, y casi otros tantos entre ayudantes y pasajeros; 50 menores asesinados por mes, en “limpieza social”, etc., etc.

2. La plaga de la pobreza y la desnutrición crónica; la extrema desigualdad y la inseguridad alimentaria. 60 por ciento de guatemaltecos viven en la pobreza; en pobreza extrema el 20 por ciento; 700 mil pobres más en este año, y 500 mil bajan de pobres a la extrema pobreza. El 50 por ciento de los niños arrastran desnutrición crónica; entre los indígenas el 70 por ciento. 6.147 comunidades padecen algún grado de desnutrición, 332 en alto riesgo. Guatemala es el país de mayores desigualdades de América Latina. La crisis económica mundial y la subida del precio de los alimentos, así como la pérdida de empleos y la vuelta de cientos de miles de emigrantes ilegales de Estados Unidos (disminuyen las “remesas”) agravan la pobreza en Guatemala. La canasta básica de alimentos ha subido a 2 mil quetzales, y el sueldo básico es de 1.660. Al déficit de viviendas dignas (más de 1 millón y medio) le acompaña el déficit de agua potable, salud, educación y trabajo.

3. La plaga de la corrupción generalizada. “Toda Guatemala estamos afectados por la corrupción”, dice un guatemalteco. Desde las altas esferas, con dos ex-presidentes huyendo de la justicia, altos funcionarios prófugos o bajo juicio y en la cárcel, y desde el Congreso (82.8 millones de Quetzales “desaparecidos” en este año) con su presidente bajo juicio y varios funcionarios prófugos de la justicia, la corrupción desciende a pervertir instituciones tan vitales como la Policia Nacional (casi 2 mil agentes depurados en “suma y sigue”). Este cáncer de la corrupción se extiende en metástasis a todo el cuerpo social de Guatemala; a diferentes niveles, casi toda la población “trampea” y practica el nepotismo.

4. La plaga del fracaso educativo. Los niños y los jóvenes suman el 40 por ciento de la población de Guatemala, y la propuesta educativa nacional viene fracasando año tras año, desde la primaria hasta la universidad: es muy alta la ausencia de la escuela primaria, y muy bajo el acceso a la universidad, por la pobreza. El magisterio lucha en constante conflicto con el Gobierno, por los bajos sueldos y la falta de formación y de medios.

5. La plaga del racismo. A pesar de que los indígenas son más de la mitad de la población, en la convivencia y en todas las dimensiones de la vida, se han estructurado dos características históricas negativas, que no desaparecen: hay divisiones entre los grupos indígenas, y hay discriminación y racismo hacia todos ellos, violando el “Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas” firmado en los Acuerdos de Paz en 1996.

6. La plaga del crecimiento desmedido de la población. Por la pobreza y por costumbres culturales y religiosas, se descuida la educación sexual y el control de natalidad. Las familias pobres son las que más hijos tienen; y es abundante la procreación fuera de la familia: un 30 por ciento de los nacimientos es de madres solteras, y aumentan las madres adolescentes a partir de 14 años. La población crece a tal ritmo, que, en 20 años, Guatemala doblará su población, serán 25 millones, y no se ven posibilidades reales de superar el actual déficit de “atención” en viviendas, salud, educación y puestos de trabajo. Por ello ahora ya, cada año 200 mil guatemaltecos buscan su vida en otros países.

7. La plaga de la ingobernabilidad del Gobierno de turno. Después de las dictaduras militares, los sucesivos Gobiernos se muestran incapaces de superar los niveles inhumanos de desigualdad e injusticia estructural y social que provocaron el conflicto armado interno durante cuatro décadas. El actual Gobierno, como los anteriores, está defraudando las esperanzas. Ya se ha declarado sin capacidad para enfrentar al narcotráfico y al crimen organizado, y ni siquiera da seguridad a la vida de la población. Y llama al limosneo paternalista y populista de repartir alimentos y ayudas, “justicia social”.

Lo peor de estas plagas es que no son “momentáneas”, sino “permanentes”. Vienen de lejos, y no se ve que puedan desaparecer a corto ni a mediano plazo; se han fortalecido en los últimos años.

Sobre Religiones e Iglesias: En los años 70, los católicos eran casi el 90 por ciento de la población de entonces en Guatemala. Ahora somos el 50 por ciento. Han crecido mucho los pentecostales y toda una constelación de Iglesias que se llaman “cristianas”. Y durante el conflicto armado, las Iglesias tuvieron testigos, profetas y mártires. El último gran mártir fue el obispo Juan Gerardi, asesinado el 24 de abril de 1998 por los militares. Ahora, bajo la falsa paz firmada en 1996, las injusticias continúan y las nuevas violencias desangran a Guatemala más aún que durante el conflicto armado, pero, no hay tantos testigos, ni profetas, ni mártires en las Iglesias. Todos vivimos bajo el síndrome del miedo, y sobreabundan los ministerios y prácticas pastorales “espiritualistas”.

Teófilo Cabestrero cmf.
Ciudad de Guatemala, Noviembre de 2008

21 de noviembre de 2008

Fuera tropas de Afganistán

Manifestación en Sevilla:
Sábado 22 de noviembre a las 13h en la plaza de la Encarnación.

Sor Maravillas y mi santa madre

Manolo Saco
Público

Cuando José Bono justificaba la colocación de la dichosa placa en memoria de la santa Sor Maravillas en el edificio del Congreso, lo hacía amparándose en que la notoriedad de la monja estaba a la altura de la de otras celebridades que también merecieron una placa conmemorativa en la fachada de muchos edificios españoles. Yo me alarmé, porque a mi inmensa incultura debía añadir el desconocimiento de la existencia de tal monja. Me sumergí en san Google, y fue toda una SorPresa para mí, si se me permite la gracia.

La derecha, en la que incluyo a Bono, por supuesto, presentaba a la santa Maravillas como integrante de la Iglesia perseguida, algo así como una Sor presa en las cárceles republicanas. ¿Qué martirio o qué virtudes adornaban a la monja de tanto litigio como para hacerle un sitio en la fachada del Congreso?¿Había sido torturada, violada, desaparecida o asesinada por la hordas rojas en nuestra guerra civil para merecer una carrera tan meteórica hacia la derecha de dios padre?

No. La carrera de la santa Maravillas tiene ciertos parecidos con la carrera meteórica del fundador del Opus Dei. De familia acomodada, no sufrió persecución ni martirio. Y su santificación por parte de Juan Pablo II fue en pago a los servicios prestados a la propaganda eclesial.

Su destino estaba escrito desde el nacimiento. Hija de un ministro y embajador español en la Santa Sede, nieta de un diputado, su nombre completo era el de María Maravillas Pidal y Chico de Guzmán (lo de Escrivá de Balaguer, el santo marqués que se cambió el apellido de Escriba por el de Escrivá para dar brillo a su alcurnia, era pura modestia a su lado). Fundó el convento carmelita del Cerro de los Ángeles, en Madrid, lugar de peregrinación del franquismo, y murió en la cama en 1974 después de fundar varios conventos por el mundo. No hay nada extraordinario en su vida. Mi madre tuvo ocho hijos y los sacó adelante con el sueldo de un profesor de latín, y me juego la sidrería de Fanjul a que no rezaba menos que la monja carmelita.

La proeza de ser monja y santa es mérito solamente para los creyentes. No se trata de un "aquí nació y vivió don Pedro Calderón de la Barca", o Federico García Lorca, o Miguel Servet, personajes cuya valía y obra nadie discute y que pertenecen al patrimonio cultural de todos los españoles. No dudo de la bondad de la santa Maravillas, incluso me conmueve saber que abandonó las comodidades de su rico entorno social para entregarse a la causa de los necesitados. Pero gente así, completamente anónima, se parte la cara a diario en las misiones o en las ONG.

Que la derecha, de donde procede su alcurnia, tuviera tanto empeño en colocar la placa en edificio tan emblemático sólo demuestra que la placa a Sor Maravillas, más que un testimonio era un panfleto en memoria de una santa "súbita" que contó con la organización y el dinero suficientes para comprar una pronta subida a los altares. No como mi pobre y santa madre.

20 de noviembre de 2008

Pornografía infantil NO

Hoy, día universal de la infancia, nuestro blog se ha comprometido a escribir un post contra la Pornografía Infantil en Internet. Sumándonos así a la campaña promovida por La Huella Digital, en la que van a participar casi 1000 blogs de todo el mundo. La idea puede parecer inocente, pero puede lograr que, por un tiempo, los depravados que buscan en internet pornografía infantil se topen con nuestras páginas. Debíamos escribir un artículo, pero después de leer el de La Huella Digital, no podemos escribir nada mejor, ni más claro. Así que os dejamos con Nacho

Nacho de la Fuente Lago
La Huella Digital


Si has llegado hasta este texto buscando información y opinión limpia, serás bienvenido. Pero si has tropezado conmigo buscando "carne fresca" en forma de niños o niñas, vete maldito depravado. Si has llegado hasta aquí buscando toda esa mierda, te mando directamente a la mierda. Antes de escaparte buscando tus repugnancias lee esta dedicatoria. Posiblemente hayas tecleado en tu navegador palabras rotas como "angels", "lolitas", "boylover", "preteens", "girllover", "childlover", "pedoboy", "boyboy", "fetishboy" o "feet boy" para llegar a un sitio sucio y pestilente. Pero no ha sido así. Estás en un blog que grita contra la pornografía infantil que nos invade. Cientos de blogs y webs de todo el mundo lo estamos haciendo hoy: bufar con todas nuestras fuerzas contra una infamia imparable a costa de los más pequeños.

Un asqueroso mal de humanos inhumanos que destrozan vidas limpias e inocentes a cambio de un placer sexual incomprensible para el común de los mortales. El egoísmo elevado al cubo de unas mentes enfermas que ven a los más pequeños como simples objetos sexuales sin pararse a pensar que sus deseos pedófilos o sus acciones pederastas asesinan la felicidad de cualquier niño, tumban sus ilusiones. Son machetazos a su ingenuidad e infancia, tortazos a sus sonrisas, navajazos a sus pequeños corazones de porcelana.

Si has llegado hasta este párrafo me quedaré satisfecho si he golpeado algo tu sucia conciencia, también de porcelana. Y espero que sufras la décima parte de lo que padece un bebé o un niño cuando su intimidad es desgarrada por especímenes y salidos mentales como tú... Nada más. Por favor, vete ya de aquí. Que apestas.

Información para realizar denuncias:
http://www.delitosinformaticos.com/denuncias.shtml

Carta a la Ministra de Defensa

Benjamín Forcano

¡Los señores del universo, con sus sistema
capitalista vigente, ni solucionarán los problemas
graves de la humanidad ni acabarán con la guerra!

Respetada Ministra y estimada amiga:

Me permito escribirle como ciudadano español, en un momento de aguda y trascendental importancia. Todavía tengo en la retina y en el corazón las imágenes del funeral del día 9, en que todos nos quedamos sin palabras. En la ceremonia estaba convocada la solidaridad y el sentir del pueblo español y, particularmente, la de los familiares y amigos y de autoridades que, como Vd. , expresaron excelsamente su condolida protesta, dignidad y compasión. El brigada Juan Carlos y el cabo Rubén cayeron en una guerra, que jamás debió darse, absurda e innecesaria, pero urdida e impuesta por el "imperio". ¿Serán los últimos o habremos de soportar que otras veces, por debilidad nuestra y prepotencia externa, volvamos a verter nuestros llantos y lágrimas? El humanísimo y enternecedor funeral tiene una causa que, eliminada, nunca más debiera dar lugar a lágrimas: la guerra , barbarie, anacronismo y esclavitud.

La gente -¡ay si a la gente la escucharan y obedecieran los políticos! – sabe que ese camino es horrible, anticivilizatorio, inhumano y jamás le tocaría probarlo si tuviera dirigentes políticos humanos, inteligentes y solidarios. Por algo, la Administración Bush ha eliminado de las pantallas televisivas los desfiles iterativos de los más de 4.000 soldados caídos en el Irak. La sinrazón y crueldad los hacían subversivos e intolerables.

Todos recordamos cómo resonó el 15 de febrero de 2003, en España y en el mundo entero, un no atronador contra la guerra; era la voz del pueblo, de los engañados y atropellados, de las víctimas; pero los señores de la guerra superponen el orden de la guerra –el suyo- al de la justicia y la paz –el de todos-. Y, para que nadie se lleve a engaño, lo hemos escuchado ahora consternados: no se arrepienten de nada de lo hecho, es su manera de entender la convivencia internacional y el progreso: izar la bandera de la superioridad, de la explotación y del dominio frente a la bandera de la igualdad, de la justicia, de la cooperación y de la paz. Estos señores son los primeros que luego proclaman como principio intocable la soberana igualdad y dignidad de cada una de las naciones, pero hacen política de todo lo contrario, tratando de ocultar su indisimulado rubor que les lleva a presentarse como defensores del Derecho y no de la Fuerza.

Vd., Carmen, como ser humano en su condición de mujer y madre, levantó –no lo dude- muchas esperanzas en nuestro país al ser elegida Ministra de Defensa. Esos días hacían inigualable su imagen, enlazada con la torva faz del los ejércitos y de la guerra. Vd. demostraba no estar de acuerdo, sentirse estremecida, pero estaba allí apuntando un nuevo camino de esperanza: no le cabía la historia –tristísima historia- de una humanidad hostil, siempre guerreando por causas e intereses que no respondían a los valores e intereses de la humanidad. Había que zanjar esa fosa y pasar al camino llano, sencillo, cuerdo trazado por la ONU (la fraternidad, la razón y el derecho). Vd. era, como todos, partidaria de la vida y no de la muerte.

Vd. anunciaba y venía de una cultura nueva: el mundo no es bipolar: ricos/empobrecidos; no es amo/esclavo: señor depredador de la naturaleza, de los pueblos, de las razas o de las religiones; no es dicotómico: cuerpo/alma , en oposición irreconciliable; no es excluyente/disociador sino integrador/solidario. Por eso, Vd. apuntaba a la verdad, pero con un impaciente compás de espera: irrenunciable cambio de la cultura heredada. O se cambian las mentes o no se cambian las conductas; o nos proponemos convivir como hermanos o seguiremos exterminándonos como lobos al calor de las fogatas de la guerra.

Voy a citarle un documento ético-religioso solemne que, sin desvelar su procedencia, no dará lugar a sospechas: "No hay que obedecer las órdenes que mandan actos que se oponen deliberadamente al derecho natural de gentes y sus principios, pues son criminales y la obediencia ciega no puede excusar a quienes las acatan. Entre estos actos hay que enumerar ante todo aquellos con los que metódicamente se extermina a todo un pueblo, raza o minoría étnica: hay que condenar tales actos como crímenes horrendos. Los Estados pueden invocar el derecho a la legítima defensa cuando son injustamente atacados, tras haber agotado los otros medios, pero una cosa es utilizar la fuerza militar para defenderse con justicia y otra muy distinta querer someter a otras naciones. La potencia bélica no legitima cualquier uso militar o político de ella".

Está claro que, en este momento, me refiero sobre todo al imperialismo estadounidense, pero no sólo. La política de las naciones no se mide por sus palabras -la retórica de sus promesas y supuestos ideales-, sino por la realidad de sus hechos. Los imperios actúan siempre de la misma manera. La realpolitik de Estados Unidos nos tiene acostumbrados a exhibir una cartelera creciente de invasiones, golpes de Estado, apadrinamiento de dictaduras, derrumbe de regímenes democráticos, asesinatos de líderes populares emancipadores, etc.

La política real es la que cuenta y descubre los objetivos de una nación. No sólo los hechos, también las palabras hablan claro: "Posemos cerca de la mitad de la riqueza mundial. Debemos diseñar sistemas de relaciones que nos permitan mantener esta posición de disparidad sin ningún detrimento positivo de nuestra seguridad" (George Kennan, en 1945, como jefe del Departamento de Estado). "Lo mejor que podemos hacer es ir a América Central como amos, ir a esa tierra como señores" (senador Brown). "El comercio mundial debe ser y será nuestro... Cubriremos el océano con nuestros barcos mercantes. Construiremos una flota a la medida de nuestra grandeza. Nuestras instituciones seguirán a nuestra bandera en alas del comercio. Y el orden americano y la bandera americana se plantarán en lugares hasta ahora sepultados en la violencia y el oscurantismo" (Alberto J. Beveridge, uno de los principales exponentes del Destino Manifiesto).

El resultado a la vista. Estados Unidos se sale por todos los lados del Orden Internacional, diseñado y proclamado por la ONU: no respeta la soberana igualdad de las naciones, no fomenta relaciones de amistad basadas en el respeto a la igualdad de derechos y desatiende los medios pacíficos para el arreglo de situaciones internacionales susceptibles de conducir al quebrantamiento de la paz, según exige la Carta de las Naciones Unidas (Capítulo 1, artículo 1).

Es otro su camino para mantener su hegemonía: las armas, sus ejércitos, sus flotas, sus 140 bases militares en todo el mundo, su superavanzada teconología militar con un presupuesto mayor al resto del mundo, su poder mediático que controla el 80% de las agencias mundiales, y las superlacerantes y espantosas guerras de ahora en Afganistán e Irak. Si nos permitieran conocer los horrores perpetrados en estos dos países, aparte de la escuetas noticias de sus decenas de muertes diarias, podríamos contemplar a qué extremos de inhumanidad, vileza y barbarie se está llegando: en Afganistán, uso de bombas nuevas espeluznantes, hambrunas masivas y, como consecuencia, desplazamientos agónicos desesperados, bloqueo de la ayuda internacional, más de 30 bombardeos masivos... Del Irak, sabemos demasiado. ¡Verdaderos genocidios!

¿Todo esto por qué y para qué?

Para disuadir al mundo de cualquier otra ruta y orden que no sea el estadounidense, que lleve alternativamente a la igualdad, la justicia y la paz. Alguien, ciudadano norteamericano, para mayor mérito suyo y que conoce bien la política de su país, lo describe muy bien: "Cuando en nuestras posesiones se cuestiona la quinta libertad (la libertad de saquear y explotar) Los Estados Unidos suelen recurrir a la subversión, al terror o a la agresión directa para restaurarla" (Noam Chomsky).

Le podría añadir, querida Ministra, mi pequeña pero directa experiencia en algunos países de Centroamérica (El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Panamá, Cuba ...) donde la invasión, la devastación, la crueldad, la mentira lograron cuotas que no tienen nombre. "El capitalismo internacional usufructua para unos pocos (un 20%) sus avances sobre montañas de cadáveres y víctimas de la población mundial" (Frei Betto).

Pero esto, con ser tristísimo, no apaga en mí otra gran preocupación. Lo es el hecho de que, frente al actual imperialismo de Estados Unidos, otros Gobiernos occidentales con experiencia larga en esa asignatura, aparecen cómplices y cobardes. Reverencian al emperador Bush y su cohorte, y su concepción de la política internacional, más por miedo que por convicción. Lo estamos viendo ahora con la cumbre en Washington de la dichosa crisis económica internacional. Una crisis global, que presupone la implicación del mundo entero, ese mundo bipolar Primer Mundo/Tercer Mundo en la que, con los datos en la mano, el Primer Mundo (1/3) maneja el 90% de la riqueza (PIB) frente al Tercer Mundo (2/3). Es un mundo cuyo sistema económico neoliberal se ha impuesto en todas partes, al modo de una dictadura férrea, que ha sembrado riqueza inconmensurable, siendo un bien y una bendición para la opulencia de Occidente y un castigo y una maldición para las inmensas mayorías, excluidas y marginadas, abriéndose entre ambos una sima de desigualdad que jamás existió, pues si en 1820 la diferencia entre países ricos y pobres era de 3 a 1, en 1950 es de 35 a 1, en 1973 de 44 a 1 y en 1992 de 72 a 1.

Evidente que el capitalismo es el sistema más eficiente y menos malo, pero para los ricos, para significativas minorías frente a inmensas mayorías. La ideología del capitalismo, su lógica feroz lleva a la desigualdad creciente, a la miseria frente al lujo, a la competitividad agresiva, al egoísmo individualista, al nacionalismo exacerbado, al enfrentamiento, a la pérdida de los valores genuinos del ser humano, al empleo de ley del más fuerte, a la deshumanización.

La crisis global engloba a todos, sólo que a la mayoría empobrecida la incluye como sujeto proveedor de materias primas, como sujeto sufridor –robado, sometido y olvidado- y sobre el que recaen innumerables consecuencias dañosas para la vida, la alimentación, la salud, la educación, etc. Es la minoría rica emprobrecedora la causante del sistema neoliberal actual, y que por primera vez , ha hecho crak su falsedad estrepitosa. Pero, no deja de ser sintomático que, al analizar y tratar de reparar el sistema, los que han estado aplastados y han servido para enaltecerlo, no cuenten para nada. ¿Cuál es el problema: apuntalar el sistema para que pueda seguir manteniendo la desigualdad e injusticia a costa de las mayorías? ¿No cuestionar para nada el nivel de vida de los países ricos hundiendo en una desigualdad progresiva a los países pobres? Entonces, seguimos en el mismo error y en el mismo pecado: vivir los unos a costa de los otros, fortificar el orden de los señores del mundo, hundirnos en el voraz y vergonzoso consumismo, que a nosotros nos enajena y deshumaniza y a los pobres margina, esclaviza y mata. El consumismo parcial, injusto e ilimitado no es la meta –no puede serlo- de ningún orden económico vigente.

Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, dijo el profeta galileo de Nazaret. Nuestros cristianísimos países y gobiernos de Occidente defienden el orden vigente. Pero la sociedad nueva de la que habla Jesús no está al servicio del emperador de Roma ni de los emperadores actuales. Jesús, judío fiel, sabe que a Dios le pertenece el orbe y todos sus habitantes. ¿Qué le puede pertenecer al César que no sea de Dios? Sólo su dinero injusto. Los Césares de hoy –muchos de ellos se llaman cristianos- viven enredados en su propio sistema, lejos de la dinámica del reino de Dios que hace de los pobres sus hijos predilectos. Nadie que sea cristiano de verdad puede consentir que los Césares de hoy sacrifiquen los pobres a ningún poder, sea éste político, económico, religioso o eclesiástico. "Los humillados por los poderosos son de Dios. De nadie más" (José Antonio Pagola).

Ya es para pensar que los mismos que han creado la bancarrota del capitalismo , pero sin experimentar en sí mismos sus perniciosas consecuencias, sean los que se reunen para conjurar el peligro de su propia opulencia. Los pobres, las 2/3 de la humanidad, no cuentan, son precisamente los que proveeen al Primer Mundo la fuente de su riqueza y bienestar. Y deben seguir así. Y si no lo aceptan, ya saben su suerte: ser perseguidos, humillados, exterminados hasta la muerte, para lo cual los señores se reservan en exclusiva las armas de la muerte. ¿Estos son los que van a dictar un nuevo y restaurado orden económico mundial?

La humanidad es una. O nos salimnos de la dialéctica estúpida y diabólica de buenos y malos (ellos los buenos, los otros el eje del mal ) y, en consecuencia, quien no está con nosotros está contra nosotros o si no el odio y la guerra son imparables. El punto de mira es la humanidad global, no Occidente ni Oriente, no los unos contra otros, sino todos unidos para construir entre todos una vida y convivencia humanas dignas, justas , libres y pacíficas. Es un sueño, pero tenemos recursos para ello y sobran, pero sobran antes que nada los proyectos imperialistas. ¿Qué no se podría haber hecho en el Tercer Mundo con los trescientos mil millones de euros gastados en cinco años en la guerra del Irak? ¿Qué con lo invertido en mantener los 190.000 soldados mercenarios de aquella zona? ¿Qué con lo invertido en el mantenimiento de las 140 bases estadounidense en el planeta tierra? ¿Qué con el presupuesto militar anual de EE. UU. de setencientos mil millones de dólares? No hay dinero para devolver lo que hemos robado y compensar las deudas infinitas que hemos contraído, y sí para asegurar nuestra fortaleza imbatible, frente a los millones de chavolas y barrios subhumanos de tantas y tantas ciudades del mundo.

¡Señores del universo, grupo de los 20, el de los 8 y el emergente! O atienden a los problemas reales de la humanidad -que para eso es y sirve la economía y política- o seguirán sembrando de miseria, esclavitud, inhumanidad y guerras desquiciantes el planeta tierra, que a todos pertenece y a todos puede cobijar con dignidad y libertad.

Querida Ministra: son mis palabras, simples y escuetas, claras y sin recovecos, dictadas por toda una filosofía y concepción de la vida primigenias, lejos de los dualismos atroces que hemos inventado.

Concluyo de nuevo con unas palabras de ese documento ético-religioso solemne: "Los gobernantes trabajarán en vano por la paz, mientras no pongan todo su empeño en erradicar los sentimientos de hostilidad, de menosprecio y desconfianza, los odios raciales y las ideologías obstinadas, que dividen a los hombres y los enfrentan entre sí....La paz, que nace del amor al prójimo, es fruto de la justicia, requiere respeto a los demás hombres y pueblos y exige una ejercicio apasionado de la fraternidad".

Benjamín Forcano
Sacerdote y teólogo

19 de noviembre de 2008

Hacia una civilización de la austeridad compartida

Del Foro Ellacuría
Somos Iglesia - Andalucía

Consumo, calidad de vida y austeridad

¿Qué nos hizo creer que el consumo sin límites es el camino más seguro hacia la felicidad? (...) ¿Qué nos hizo creer...?
Que el consumo per cápita de coches, televisores, baños, frigoríficos, ordenadores mide el bienestar de una sociedad.
Que es más interesante hablar con alguien ausente por el teléfono móvil que hacerlo con el que está al lado.
Que la calidad de la enseñanza se mide por el número de ordenadores por metro cuadrado con que se inunda la escuela.
Que comprar regalos en Navidad para toda la familia garantiza la buena relación de sus miembros.
Que en una conferencia el uso del power point puede sustituir al uso magistral de la palabra.
Que gastar en armamento sofisticado es lo más inteligente para construir la paz.
Que el problema del exceso de información se resuelve con nuevos programas para seleccionar información, en una desesperada huida tecnológica hacia delante.
Que tener un coche para cada miembro de la familia es una necesidad vital.
Y suma y sigue. ¿Qué nos hizo creer todo esto?

El consumo y sus paradojas.

Consumo y consumismo. El consumo es una necesidad vital. A través de él accedemos a buena parte de los bienes y servicios que consideramos necesarios para vivir. Consumir es, por tanto una realidad humana ineludible. Pero asistimos, en nuestras sociedades, a una absolutización del consumo, que se convierte en configurador determinante de nuestra cultura. Y es a esta absolu lutización a la que denominamos consumismo. Políticos y empresarios nos presentan la necesidad de producir y consumir más... Cuanto más mejor. “El tirón del consumo dispara al 7’2% en crecimiento económico de EE.UU.” “La economía española creció un 2’3% en el tercer trimestre por el consumo y la construcción” ( ... Titulares como éstos son interpretados, sin necesidad de más aclaraciones, como síntomas evidentes de bienestar en nuestras sociedades.

Sin embargo, si entendemos que la economía debe estar al servicio del desarrollo humano, es decir, al servicio de la ampliación de las capacidades, oportu nidades y libertad de las personas, el puro dato del crecimiento económico y del aumento del consumo no resulta demasiado clarificador. Que crezcan la producción y el consumo no implica necesariamente que seamos más libres. Ni que el resultado del crecimiento económico se distribuya con justicia entre grupos sociales y pueblos de la Tierra. El mero dato del crecimiento del consumo oculta, por otra parte, las consecuencias que tienen para el medioambiente nuestros modelos y ritmos de crecimiento.

La universalización del consumismo.

Si dirigimos ahora nuestra mirada hacia el mundo encontramos una realidad paradójica. Mientras la desigualdad en el acceso a los bienes de consumo sigue aumentando en el planeta, el consumismo como modelo cultural va imponiéndose, enganchando en sus redes, no sólo a las clases medias, sino también a las clases populares y mayorías empobrecidas de la inmensa mayoría de países.

Aunque crece el abismo de la desigualdad, el consumismo como modelo cultural inunda todo el planeta. Su extensión ha ido de la mano del proceso de glo balización económica que vivimos en nuestros días. Uno de sus principales agentes han sido las empresas trasnacionales. Dentro de la espiral de crecimiento ilimitado de la producción y del consumo, las empresas buscan mercados en los que poder vender sus productos a gran escala. La publicidad y los medios de comunicación globales son sus grandes aliados en este empeño. A través de ellos se propone un estilo de vida que alcanza los rincones más lejanos del planeta y que se aloja en las carencias, deseos y esperanzas de muchas personas que buscan una vida mejor. Ser como ellos se convierte en la aspiración frustrada de muchos empobrecidos y excluidos del sistema, frustración apenas disimulada por el acceso a algunos bienes especialmente simbólicos. Este fenómeno puede dar respuesta a la pregunta que se hacen las perso nas que pisan por primera vez los cinturones de miseria de determinadas ciuda des del sur: ¿cómo es que, si apenas tienen para comer, poseen un televisor, cassette, móvil o zapatillas de deporte tan caras?

Una promesa imposible de cumplir.

¿Avanzamos hacia una sociedad global de consumo de masas? Nuestro sistema alimenta esta suposición y reduce el problema de la pobreza a una mera cuestión de crecimiento. Pero se trata de una suposición falaz. Por un doble motivo.

En primer lugar, porque hay bienes de consumo que tienen el carácter de posicionales. Se trata de bienes cuyo valor reside en otorgar un prestigio o un estatus. Así, su universalización supone su pérdida de valor, pues ya no distin guen a sus poseedores respecto de sus vecinos. Por lo tanto, la desigualdad está inscrita en el código genético de este sistema de producción y consumo.

En segundo lugar, aun cuando esto no fuera así, el crecimiento continuado de la producción y el consumo genera unas tensiones medioambientales insoporta bles para la Tierra. Cuando, tras la independencia de la India, preguntaron a Gandhi si su país iba a alcanzar los niveles de vida de Gran Bretaña, contestó: “Gran Bretaña necesitó apropiarse de la mitad de los recursos del planeta para alcanzar su prosperidad”.

Esta intuición gandhiana ha tenido su correlato científico en investigaciones posteriores a través del concepto de huella ecológica. Se entiende por tal el área de territorio productivo necesaria para producir los recursos utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población definida. Pues bien, si toda la población actual viviera como un estadounidense medio, con una huella ecológica de 4’5 hectáreas por persona, harían falta 26.000 millones de hectáeas. Pero la Tierra sólo tiene 13.000, de las cuales 8.800 son ecológicamente productivas. Por lo tanto, harían falta tres planetas Tierra para universalizar el modelo de consumo del estadounidense medio. Y eso manteniendo constante la población actual...

En conclusión, el abismo de las desigualdades y la extensión de una promesa imposible de cumplir están gestando un futuro cargado de injusticia, frustración e inestabilidad. Cualquier esfuerzo de honestidad debe aplicar aquí la mirada y el corazón.

¿Qué nos hizo creer todo esto?

¿Qué nos hizo creer todo esto? Nos planteaba Adela Cortina en el texto con el que hemos comenzado esta reflexión. Probablemente nos hemos formulado muchas veces esta misma pregunta y hemos cuestionado los dictados de la publicidad y su imposición de modelos de vida. Pero la fuerza de las creencias que nos envuelven puede acabar diluyendo nuestra capacidad de preguntar. Somos conscientes de las consecuencias que el consumismo tiene sobre nuestra libertad, sobre las posibilidades de desarrollo de los países del sur y sobre el mundo que heredarán nuestros hijos. Sin embargo, seguimos sintiendo resistencias para ensayar formas alternativas de consumir y de vivir. Una sensación de desengaño y soledad puede acompañar, lamentablemente, muchos de nuestros esfuerzos.

Y a veces sólo queda la culpabilidad. Pero la culpabilidad nunca podrá ser un instrumento de transformación. Nos sigue haciendo falta reflexionar sobre los mecanismos culturales que sostienen la dinámica desbocada del consumo. Nos sigue haciendo falta lucidez para aceptar que el consumismo penetra dimensiones determinantes de nuestra existencia. En este apartado podremos comprobar cómo se funde con la construcción de nuestra identidad, con nuestras percepciones del éxito y el fracaso y con nuestra manera de entender una vida de calidad. Necesitamos reconocernos en esta complejidad. Sólo así podremos acoger nuestras propias resistencias. Y sólo así seremos capaces de orientar nuestra energía, de manera afirmativa ya, hacia formas de vida más libres y liberadoras.

Consumimos para expresar nuestra identidad.

No cabe duda de que el consumo en los últimos siglos –desde la revolución industrial, con la producción masiva y en serie– ha adquirido rasgos hasta entonces desconocidos. Hoy, y para los privilegiados del primer mundo, disponemos de una capacidad adquisitiva que nos da acceso a cantidad de bienes y servicios que desbordan nuestras posibilidades de disfrute.

Este desbordamiento ha inducido cambios determinantes a la hora de relacionarnos con las cosas. Hoy compramos determinados productos no sólo porque nos son útiles instrumentalmente, sino porque mediante ellos queremos expresar lo que somos. Vestir una ropa concreta, comer o beber determinados productos, elegir la decoración de nuestra casa, indican lo que somos... o lo que desearíamos ser. Es probable que muchos de nosotros nos sintamos distantes de esta concepción del reconocimiento social. En nuestras vidas no hemos identificado el pres tigio con la consecución de estilos de consumo costosos y sofisticados. Más bien, el desarrollo de una conciencia crítica ante la injusticia y el compromiso con las personas desfavorecidas han podido ser sustanciales en nuestra sociali zación y en la construcción de nuestra identidad moral. Hemos creído y nos hemos dicho que el ser era más importante que el tener. Hemos creído que podía mos hacer crecer nuestras mejores capacidades al margen de los dictados del sistema y de las formas de vida que se nos imponían. Pero algo importante de esta cultura consumista puede todavía permanecer latente entre nosotros...

La dinámica del consumo avanza colonizando espacios que eran ajenos a la lógica mercantil, pero que acaban siendo mercantilizados. Podemos preguntarnos si no estamos siendo atrapados por la creación de nuevos símbolos de identificación ligados otra vez al mercado. Hemos creído que el desarrollo de ciertas capacidades, como el conocimiento de otras culturas y de otros pueblos, eran un signo de nuestra solidaridad ... Pero, ¿no acaba resultando casi necesario haber viajado a determinados países de América Latina para encarnar mejor una identidad de compromiso? ¿No nos sentimos casi obligados a co nocer ciertas ciudades europeas para poder presentar nuestro cosmopolitismo? Hemos creído que el contacto con la naturaleza constituía la mejor expresión de una vida sencilla que sabe disfrutar sin la necesidad de consumir... Pero, ¿no se ha convertido el contacto con la naturaleza en el blanco de una oferta de consumo que ha creado un deporte por cada sensación, un deporte generador de materiales, ropa, instalaciones y lugares imprescindibles?

Nuestra capacidad económica no se ha dirigido hacia las urbanizaciones residenciales, pero continuamos viviendo la reducción de nuestro consumo como una renuncia sacrificada, continuamos ejerciendo nuestra solidaridad económica como una privación ante las experiencias que nos podríamos permitir...

¿De qué nos hemos liberado? La expresión de nuestra identidad continúa dentro de la lógica consumista. Y de aquí las resistencias, las culpabilizaciones, las justificaciones ante una conciencia exigente.

El consumo como expresión del éxito y el fracaso social.

La cultura del consumismo hunde también sus raíces en un elemento tremenda mente significativo para la vida humana: la percepción del éxito y el fracaso.

En nuestras sociedades del bienestar se extiende una determinada concepción del éxito. La mayoría de las personas tienden a definir su yo ideal, su aspiración personal, con estos tres rasgos: el éxito profesional, unas relaciones socia les que aporten prestigio y reconocimiento, e ingresos económicos que permitan una vida de calidad. El éxito se cifra en la obtención de estos logros y la capacidad de consumo acaba canalizando nuestras aspiraciones. No haber sido capaz de alcanzar estas metas genera sentimientos de fracaso y de desprecio personal. Lo peor de la pobreza en nuestras sociedades no es tan sólo la caren cia que comporta, sino los sentimientos de autodesprecio y anulación personal que acaban por definir la exclusión. Pero es que la conjunción éxito-consumo se agudiza aún más con la intervención de un rasgo que caracteriza la posmodernidad: la percepción del tiempo.

Se ha señalado con insistencia que una sociedad que mira hacia el futuro como amenaza, acaba por absolutizar el valor del presente. Triunfa lo instantáneo. El éxito tiene que ser ahora, y el fracaso, de llegar, máximamente fugaz. En este clima cultural, el binomio éxito-consumo cobra nuevas fuerzas. El afán de nove dad es una de las motivaciones que nos llevan a consumir. El marketing ha esti mulado siempre esta disponibilidad: Un cambio siempre viene bien, parece ser el lema. El consumo se nos presenta, así, como el recurso más inmediato y directo para satisfacer deseos, para representar momentáneamente nuestra sensación de éxito, para desterrar cualquier sentimiento de insatisfacción... El triunfo de lo instantáneo acaba por imponer una concepción de la vida en la que la avidez por el cambio y la urgencia del placer clausuran cualquier otro horizonte. ¿Puede haber vida humana en esta concepción del éxito? ¿Puede existir algún tipo de autenticidad en un proyecto vital cegado por el instante? ¿Puede hablarse de una cultura saludable cuando la inmensa mayoría de las personas parecen abocadas al fracaso?

Podemos preguntarnos también si no habremos hecho nuestra esta concepción del éxito y del fracaso. ¿No participamos de la necesidad de ser reconocidos mediante el éxito visible y palpable en cualquiera de las metas que nos proponemos, aunque se llamen transformadoras? ¿Cómo vivimos nuestros esfuerzos cuando no reciben el aplauso del entorno, ni somos incluidos en los grupos de prestigio? ¿No seguimos alimentando el inmediatismo del que se sirve la cultura del consumismo? Frente a ella no podremos construir nada sustantivo sin recuperar la vivencia del éxito como crecimiento de nuestras mejores capacida des; sin recuperar la vivencia del fracaso como lugar donde maduran nuestras convicciones; sin redescrubrir el horizonte de sentido en nuestras vidas, donde las dificultades presentes cobren significado en un proyecto de futuro.

Envueltos por la calidad de vida.

Para concluir nuestra reflexión sobre las raíces culturales del consumismo queremos llamar la atención sobre un concepto que cobra fuerza entre nosotros: calidad de vida. ¿De qué calidad y de qué vida hablamos cuando empleamos este término? Calidad quiere oponerse a cantidad. El modelo de bienestar que va emergiendo prefiere una vida de calidad a la cantidad de bienes que podamos adquirir. Aumentar la capacidad económica para consumir bienes costosos nos encadena a la lógica del trabajo y nos priva del tiempo, la salud y la calma para vivir. Hoy percibimos el consumismo compulsivo como una esclavi tud. El prototipo del yuppi que orientaba toda su energía a la consecución de estatus y poder pierde atractivo, incluso en el imaginario del cine norteamerica no. Valoramos nuestro tiempo personal, los espacios de relación con nuestros amigos, la posibilidad de estar más con nuestros hijos... En el mundo laboral, junto a los niveles de retribución, valoramos las posibilidades de conciliación con la vida familiar, la carga de tensión, o los tiempos de vacaciones. Antes de embarcarse en la hipoteca de un piso, muchas personas empiezan a plantearse dos veces las consecuencias que tendrá sobre sus vidas.

Frente a la cultura del consumismo, el concepto calidad de vida ofrece, sin duda, aspectos muy positivos. Va abriéndose una nueva conciencia sobre las necesidades que el sistema de producción y consumo crea en nosotros y comienza a afirmarse la prioridad de nuestras vidas sobre las cosas. El hecho de que el marketing utilice el término calidad de vida indica hasta qué punto configura ya nuevos estilos y nuevas identidades. Estamos asistiendo a un cambio cultural que ofrece oportunidades

Pero merece la pena detenerse también en sus insuficiencias. A veces el térmi no calidad de vi da designa una voluntad de evasión. Evitar problemas y complicaciones, huir como sea del estrés, robar tiempo de un tiempo más amplio –la compleja realidad laboral, social o política– que carece de sentido... Parece que estuviéramos buscando pequeños reductos de satisfacción, pero en mitad de un paisaje desesperanzador. Podemos acabar renunciando al despliegue de capacidades valiosas, a nuestra implicación con la realidad, por no agobiarnos, por no afectarnos, por no sufrir. La calidad de vida que nos envuelve está reñida con la pasión, la pasión por la vida. Y también es una virtud individualista. Se trata del ejercicio de la virtud de la prudencia en mi relación con las cosas. Porque soy yo, en definitiva, quien gestiona la calidad de mi vida optimizando mis propios recursos. Buscamos la satis facción, el bienestar, la serenidad y la paz... Y, por si acaso, preferimos no mirar alrededor, no sea que las demandas de los otros, los conflictos o las injusti ticias, acaben alterando nuestra propia armonía. Es la calidad de mi vida, de la vida de mi familia y de mis amigos, a lo sumo. ¿Nos imaginamos un mundo donde quienes disponen de capacidades aspiren tan sólo a recluirse en una casa unifamiliar cuyo horizonte acabe en su propio jardín?

En resumen:

Hemos visto cómo la cultura del consumismo penetra dimensiones importantes de nuestra existencia: la expresión de la identidad, el éxito, la calidad de nuestras vidas. Sus raíces son profundas y resultaría ingenuo hablar de consumismo como si no nos afectara, como si no nos hubiese también configurado. Conscientes de la injusticia e inviabilidad de esta cultura, nuestro esfuerzo por crear nuevas formas de vivir tropieza con resistencias y culpabilizaciones. Pues donde esté tu riqueza, allí estará tu corazón (Mt 6, 21)... Esta afirmación del evangelio cobra aquí un profundo significado: mientras las categorías más determinantes de nuestra vida continúen sostenidas en la cultura del consumis mo, no haremos sino ejercicios de voluntarismo. Reconocer esta realidad puede liberarnos de sentimientos de frustración que, en el fondo, no hacen sino pa ralizarnos. Y puede disponernos a descubrir la orientación más afirmativa e integradora de nuestras capacidades, para sentir, decir y hacer creíble otra ma nera de vivir. Por este camino queremos orientar ahora nuestro análisis.

Recuperar la autenticidad.

Las consecuencias éticas del sistema: competitividad y alienación. Cualquier propuesta de vida no puede olvidar la realidad en la que se inscribe. La cultura del consumismo se extiende en un mundo marcado por desigualdades profundas. Y el impacto de nuestros modelos de crecimiento sobre el equilibrio de la Tierra cuestiona con claridad su sostenibilidad.

Vivir en la realidad nos abre a la razón moral, a la aplicación de la capacidad racional sobre nuestros estilos de consumo y sobre sus repercusiones. Queremos subrayar aquí dos consecuencias morales que promueve el consumismo:

a) En primer lugar, el consumismo genera competitividad en nuestras relaciones. Dice el pensador T. Todorov que si la meta última de las fuerzas políticas de un país es solamente asegurar el máximo de consumo y el máximo de producción, sin interrogarse nunca sobre el efecto de estos logros sobre las relaciones interpersonales, el despertar puede ser brutal. Nuestras sociedades parecen amenazadas por formas de comunicación empobrecedoras y por representaciones individualistas de la existencia, que nos hacen vivir como una tragedia el hecho de que necesitemos a los otros.

b) En segundo término, el consumismo promueve un concepto de felicidad que acaba expropiando nuestra humanidad. En las sociedades capitalistas operan sistemas complejos de control destinados a generar constantemente dese os de acumulación. Si la sociedad consagrase a la satisfacción de las necesidades básicas de los más pobres siquiera una fracción de la creatividad y recursos que destina a moldear las preferencias de consumo de quienes tienen poder adquisitivo, hace mucho que habríamos erradicado la pobreza y el hambre. “Las propuestas de nuestra sociedad nos invaden, nos recorren por dentro, se hacen fuertes en el hueco de nuestras heridas, y desde esa clandestinidad empiezan a mover los hilos de nuestra vida” . Esta clandestinidad nos empuja hacia aspiraciones que olvidan las capacidades que nos hacen más humanos. El consumismo es agente de alienación.

De la calidad de vida a la autenticidad.

Algo se rompe en nosotros. Las satisfacciones inmediatas, la necesidad del éxito visible, la fascinación del bienestar nos atraen con toda su fuerza. La conciencia nos señala aún las contradicciones de la realidad y de la cultura que ayudamos a sostener. No podemos vivir rotos. Rotos, si olvidamos el mundo en toda su complejidad, pero también con todas sus posibilidades para reclu irnos en un bienestar individual que no mira ya a nadie ni a nada. Pero rotos, también, si vivimos tan sólo de coherencia racional, a fuerza de puños, sintiendo nuestros actos como renuncia y sacrificio, viviendo cada gesto ético como una privación de nuestra propia felicidad.

Recuperar la autenticidad quiere decir recuperar la integración de todo lo que somos. Significa desbancar el mito por el que el consumismo moldea categorías básicas de nuestra existencia. Si la cultura que nos rodea sigue presentándonos nuevos bienes de consumo como el camino para expresar nuestra identi dad, recuperar la autenticidad significa construirnos a partir de las mejores capacidades que llevamos dentro. La relación con las personas y con nosotros mismos, y tantas otras capacidades que no pueden comprarse, ofrecerán siempre la mejor oportunidad para el crecimiento personal. Este descubrimien to exige superar una concepción del éxito que nos aboca al inmediatismo, para recuperar el horizonte de sentido que requiere todo proyecto vital. Si la fuente de nuestra felicidad nace desde el interior, si nos damos el tiempo para cultivar la, la exigencia moral de ponderar nuestro consumo y de ejercer nuestra solida ridad económica dejará de vivirse como una privación. Nadie ha dicho que se trate de una tarea fácil. Pero nadie tampoco ha definido la felicidad humana al margen de la voluntad y de la acción. Sólo así podremos alcanzar una vida de calidad. Recuperar la autenticidad supone inaugurar estilos de vida que lleven a la felicidad y que puedan ser también universalizables. Ambos fines son esen ciales desde una propuesta que subordine el consumo a la persona –que lo pon ga a su servicio– y, al mismo tiempo, sea justa con el conjunto de la población del mundo.

Estilos de vida incluyentes.

Frente a la exclusión que genera la cultura del consumismo, existen –y pueden extenderse– estilos de vida incluyentes. Incluyentes, porque no olvidan el escándalo de las profundas desigualdades en nuestro mundo. Porque proponen formas de consumo que pueden, en justicia, universalizarse a todos los habitan tantes del planeta. Porque consideran sus repercusiones en el equilibrio de la Tierra y tienen en cuenta los derechos de las generaciones futuras.

Esta forma de vida no tiene una vocación minoritaria, complacida en su propia coherencia, pero sin capacidad de incidencia en la realidad. Busca, por el contrario, la creación de una nueva cultura y una nueva esperanza, y asienta su fuerza en la afirmación de una felicidad liberada de falsas atracciones. Los cambios políticos y estructurales que nuestro mundo requiere se basarán siempre en el descubrimiento y afirmación de nuevas formas de vida por parte de las personas. En nuestras mentes hay información sobre la realidad, conciencia de las contradicciones, razonamientos morales e ideológicos... Pero nada de esto puede movernos si no existe también una experiencia de liberación personal. Por aquí hemos intentado explicar nuestras resistencias y culpabilidades a la hora de emprender formas alternativas de vivir. Por ello, destacamos a continuación un valor que necesitamos cultivar: el valor de la sencillez. En la maraña de la cultura que nos envuelve y que nos configura, la sencillez nos ofrece la novedad para crecer.

El valor de la sencillez.

Si el consumismo fomenta la cultura de usar y tirar, de sepultar las cosas con más cosas, siempre atentos a nuevos reclamos publicitarios y a la esclavitud de la moda, el estilo de vida sencillo nos permite establecer una nueva relación con las cosas. Un estilo de vida sencillo nos invita a valorar las cosas adecuadamente, por su valor de uso, sin desperdiciarlas o abusar de ellas Las cosas merecen de nosotros un cuidado, sobre todo cuando sabemos que no alcanzan a todos. Esta valoración adecuada no se adquiere cuando su cantidad sobrepasa nuestra capacidad de uso. Cuando estamos saturados de bienes, lo más fácil es que los usemos mal. La acumulación conduce al descuido. Un estilo de vida sencillo pide un cierto señorío personal sobre nuestras compras. Pensar antes de comprar. Un acto con cierto nivel de conciencia y no meramente lúdico. Comprar bien es la primera condición para relacionarme adecuadamente con el bien que adquiero. Todos lo hacemos así cuando la compra nos resulta económicamente importante, pero sería justo que lo hiciéramos también cuando los bienes que compramos no tienen tanto valor económico.

Los estilos de vida sencilla permiten un mayor espacio para la autonomía personal y para nuestro crecimiento humano. Y esto tiene que ver con un redireccionamiento de mi persona: dejarme atraer más por lo humano, que por lo material; disfrutar en el uso y no en el abuso o en la posesión nominal. La sencillez nos ofrece la posibilidad de valorar y de vivir toda la experiencia que a veces queda sepultada por las cosas, por los artilugios tecnológicos, por los ritmos que nos marcan. Vivir de otra manera nuestro tiempo interior; reconci liarnos con nuestro cuerpo; desarrollar nuestra sensibilidad para contemplar; disfrutar de la relación con las personas y con nosotros mismos... La sencillez antepone la satisfacción que nos regala la vida a la que nos producen las cosas. Y esto supone una sabiduría, una profundidad humana que nos permite distinguir lo importante de lo superficial, la felicidad de sus sucedáneos.

La vida sencilla tiene que ver también con la vergüenza. Tener vergüenza de necesitar cargar con grandes bultos cuando nos vamos dos días fuera de casa, de llevar tantas cosas por si acaso y regresar una y otra vez sin haberlas tocado. Vergüenza de necesitar tanto, cuando otros muchos no pueden llevar nada.

Resulta difícil, sin embargo, cultivar la sencillez como una pura decisión personal. Todo nos arrastra en sentido contrario: muchas de nuestras tendencias internas, el ambiente social en el que nos movemos y el bombardeo comercial. Por eso, ésta no puede ser una tarea que lleve adelante con mis solas fuerzas. Necesitamos ámbitos en los que la sencillez sea el estilo normal de vida, grupos humanos en los que desarrollar estos valores, espacios culturales en los que se hagan visibles.

Hacia una civilización de la austeridad compartida.

¿Es también la sencillez una opción ética? Sin duda. Tomamos este senda no porque sea fácil. Si nos dejáramos llevar por los reclamos publicitarios compraríamos con compulsión. No hay más que recordar los más de 2.000 coches de lujo que tenía uno de los hijos de Sadam Husein: un ejemplo del desbocamiento de la posesión cuando carece de límites adquisitivos. Optar por una vida sen cilla puede ser una decisión consciente para los beneficiados por la distribución de la riqueza en el mundo.

Pero esta decisión meditada no puede olvidar que la sencillez de vida es una obligación para otros muchos habitantes del planeta. La gran mayoría de los seres humanos del mundo no pueden adquirir bienes suficientes para llevar una vida digna. Hablamos de sencillez también por solidaridad con ellos. Y por eso mismo, no se trata tan sólo de crecimiento personal, sino de crecer en humanidad, para que otros dispongan de ella.

Y hay una segunda motivación ética: las generaciones futuras, que tienen tanto derecho como nosotros a disfrutar del mundo, no podrán hacerlo si seguimos consumiendo y despilfarrando al ritmo en que lo hacemos. La sencillez de vida tiene un respaldo ético que la legitima: es universalizable. No así el despil farro, que es una ofensa ética. Aquí es donde Ignacio Ellacuría presenta su pro puesta de civilización de la pobreza, como la llama él originalmente. Después, Jon Sobrino tradujo el término por civilización de la austeridad compartida, para que nadie acusara a Ellacuría de proponer que todos fuéramos pobres. No era ése el sentido. Se habla de “civilización de la pobreza” como contrapunto a la “civilización del capital”. Porque “rechaza la acumulación del capital como motor de la historia y la posesión de cosas como principio de humanización, y hace de la satisfacción universal de las necesidades básicas el principio del desarrollo, y del acrecentamiento de la solidaridad compartida el fundamento de la humanización”.

Una cultura de la austeridad compartida distingue entre necesidades básicas y deseos. Si nuestro sistema permite la satisfacción de los refinados deseos de quienes pueden pagarlos, dejando al margen las necesidades básicas de quie nes no pueden hacerlo, tendremos que proponer un principio según el cual las necesidades tienen prioridad sobre las preferencias o los deseos. No podremos considerar legítima toda forma de consumo que impida el desarrollo de las capacidades básicas de la mayoría de la humanidad.

Se trata de una concepción tan opuesta a nuestra cultura de la satisfacción, que demanda una profunda transformación cultural. A ella hemos dedicado bue na parte de esta reflexión. Disponemos de los recursos y de la base tecnológica para un mundo diferente y en paz con la natura raleza. Pero tenemos que instaurar su base social y cultural, porque, como dice Sánchez Ferlosio, “nada cambia si no cambian los dioses que rigen la vida”.

La cultura de la austeridad compartida no pretende redistribuir la escasez. Pretende el aumento de la calidad en las relaciones humanas, en la solidaridad, en el reconocimiento mutuo. Se trata de vivir humanamente, dando espacio a dimensiones de la persona que hoy quedan oscurecidas por la lógica del mercado. Hemos visto que hay límites ecológicos para la producción material de la humanidad. Pero no hay límites para el desarrollo social, para la participación ciudadana, para el despliegue cultural y educativo, para el crecimiento moral. No hay límites para el amor, la amistad y la ternura. Todos estos son bienes que, al contrario que los materiales, se multiplican cuando se comparten. Como dice J. Riechmann, “caminar ligeramente sobre la tierra no implica renunciar a los gozos y los goces de una existencia plena”.

¿Quién reivindicará todo esto?

¿Quién lo convertirá en un proyecto de transformación social? Ningún político va a avanzar en esa dirección si no percibe que la ciudadanía lo está demandando. Hace unos años el politólogo alemán Peter Glotz dijo que era la izquierda quien debía construir una alianza de los fuertes a favor de los débiles y en contra de sus propios intereses. Y este espíritu va calando. Cada vez van surgiendo más grupos y movimientos que reclaman que otro mundo es posible, que todas las personas podemos aprender a vivir de otra manera. Y en este camino están descubriendo su propia autenticidad. Concluimos nuestra reflexión con unas palabras de Adela Cortina, palabras que han inspirado muchas de estas líneas: “La dicha es para los cuerdos, para quienes practican, más que la virtud de la prudencia, la de la cordura, que es un injerto de la prudencia en el corazón de la justicia y la gratuidad”.

Paradigma conquista.

En el conjunto de los seres de la naturaleza, el ser humano ocupa un lugar singular. Por un lado es parte de la naturaleza por su enraizamiento cósmico y biológico. Es fruto de la evolución que produjo la vida de la cual él es expresión consciente e inteligente. Por el otro, se sobreeleva por encima de la naturaleza e interviene en ella creando cultura y cosas que la evolución sin él jamás crearía, como una ciudad, un avión o un cuadro de Portinari.

Por su naturaleza es un ser biológicamente carente (Mangelwesen), pues a dife rencia de los animales no posee ningún órgano especializado que le garantice la subsistencia. Por eso se ve obligado a conquistar su sustento, modificando el medio, creando así su hábitat. Muy pronto en el proceso de hominización surgió el paradigma de la conquista. Salió de África, de donde irrumpió como "homo erectus" hace 7 millones de años, y se puso a conquistar el espacio, comenzando por Eurasia y terminando por Oceanía. Al crecer su cráneo, evolucionó a "homo habilis", inventando, hace unos 2,4 millones de años, el instru mento que le permitió ampliar todavía más su capacidad de conquista. Por comparecer como un ser entero pero inacabado (no es defecto sino marca) y teniendo que conquistar su vida, el paradigma de la conquista pertenece a la autocomprensión del ser huma no y de su historia. Prácticamente todo está ba jo el signo de la conquista: la Tierra entera, los océanos y los rincones más inhóspitos. Conquistar pueblos y "dilatar la fe y el imperio" fue el sueño de los colonizadores.

Conquistar los espacios extraterrestres y llegar a las estrellas es la utopía de los modernos. Conquistar el secreto de la vida y manipular los genes. Conquistar mercados y altas tasas de crecimiento, conquistar cada vez más clientes y consumidores. Conquistar el poder de Estado y otros poderes, como el religioso, el profético y el político. Conquistar y controlar los ángeles y los demonios que nos habitan. Conquistar el corazón de la persona amada, conquistar las bendiciones de Dios y conquistar la salvación eterna. Todo es objeto de conquista. ¿Qué nos falta todavía por conquistar?

La voluntad de conquista del ser humano es insaciable. Por eso el paradigma-conquista tiene como arquetipos referenciales a Alejandro Magno, Hernán Cortés y Napoleón Bonaparte, los conquistadores que no conocían ni aceptaban límites.

Después de milenios, el paradigma-conquista ha entrado en nuestros días en una grave crisis. Basta de conquistas. Si no, destruiremos todo. Ya conquista tamos el 83% de la Tierra y en ese afán la devastamos de tal forma que ha sobrepasado en un 20% su capacidad de soporte y de regeneración. Se han abierto llagas que tal vez nunca volverán a cerrarse. Necesitamos conquistar aquello que nunca antes habíamos conquistado porque pensábamos que era contradictorio: conquistar la autolimitación, la austeridad compartida, el consumo solidario y el cuidado para con todas las cosas, para que sigan existiendo. La supervivencia depende de estas anti-conquistas.

Al arquetipo Alejandro Magno, Hernán Cortés y Napoleón Bonaparte, de la conquista, hay que contraponer el arquetipo de Francisco de Asís, Gandhi, Madre Teresa e Irmã Dulce, del cuidado esencial. No hay tiempo que perder. Debemos comenzar por nosotros, por las revoluciones moleculares. Con ellas garantizaremos las nuevas virtudes que nos salvarán a todos. Leonardo Boff -2003-08-29.

Cualquier análisis de la economía, hecho desde una perspectiva humana y cris tiana, debe tener en cuenta que la economía, ni como ciencia ni como proceso productivo y distributivo de la riqueza, es neutral, sino que se puede enrumbar en favor de unos más que de otros, y, muchas veces, en favor de unos en contra de otros. Más aún, el Nuevo Testamento nos pone en guardia con toda claridad sobre lo resbaladizo y ¡peligroso! que es ética e incluso teologalmente el mundo del dinero y de la riqueza.

Jesús dice: "no se puede servir a Dios y al dinero". En la carta a Tito se dice: "la raíz de todos los males es la ambición del dinero". La historia y su sabiduría acumulada lo confirman.

Esto significa que un análisis de la economía debe ser hecho también desde la perspectiva de sus posibles y reales males, desde la injusticia que genera, de la pobreza y miseria que produce. Si esto no se hiciera, la economía no se sometería al principio de verificación fundamental: si está propiciando o no lo que es su última razón de ser: facilitar, no impedir, que el oikos (la casa, el hogar), el símbolo fundamental de vida para los seres humanos sea una realidad. En el análisis debe estar, pues, presente también la profecía, es decir, la denuncia, la sospecha al menos, de que la configuración económica ha produci do y puede seguir produciendo para las mayorías muerte en vez de vida. Esto es lo que Ignacio Ellacuría llamaba profecía. Y de ahí, aunque el término suene raro en el mundo de la economía, pero fácilmente se pueden encontrar equivalentes, la necesidad de conversión.

Y junto a la profecía la utopía. No hace falta ser experto en ciencias económicas, históricas y sociales para llegar al convencimiento de que el futuro de nuestro país, la utopía, no está en el norte del planeta. Simplemente, es impo sible, pues no hay recursos para ello (y menos para que el norte se convierta en la utopía de todos los otros países como el nuestro). Pero además, no es de seable. Deseable y necesario es que la vida justa y digna sea posible, pero no es deseable la concepción de vida que nos viene del norte, la ley del más fuerte y poderoso, la falta de compasión y misericordia hacia los débiles (de fuera y de dentro), la prepotencia absoluta que no hace caso de leyes internacionales ni del tribunal de La Haya, el apoyo millonario a dictado res, represión y guerras injustas...

Ignacio Ellacuría decía que ese modo de vivir no genera ni vida ni civilización. Por eso, en un momento audaz, abogó por la "civilización de la pobreza". Y si estas palabras suenan duras en exceso, digamos que la utopía sea la "civilización de la austeridad compartida".

Ojalá la ANEP dé pasos en la dirección en la que se ha comprometido: el bien del país, de sus mayorías populares. Para ello le ofrecemos desde aquí estas sencillas reflexiones sobre la dignidad última del ser humano, sobre el pecado que priva de vida y sobre la austeridad compartida, el único tipo de comunidad posible en nuestro mundo, para que nuestra vida tenga calidad.

(De una Carta a las Iglesias, de la UCA).

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