29 de diciembre de 2015

Siete consideraciones a favor de un Gobierno de Progreso

Hemos pasado de una situación en la que la ciudadanía concentraba mayoritariamente el voto en dos partidos (PP y PSOE) y en algunos partidos nacionalistas, a otra con 4 grandes formaciones en todo el estado, más IU (quinta formación en votos, pese a todos los obstáculos a los que ha debido hacer frente) y diversos partidos de ámbito autonómico.

La ciudadanía, además de distribuir el voto, ha manifestado su rechazo mayoritario a los gobiernos monopartidistas, así como su preferencia, también mayoritaria, por coaliciones de izquierda y centroizquierda. No tiene sentido, pues, proponer que gobiernes el partido más votado ni comparar los resultados actuales del PSOE (o del PP) con los de la situación precedente, exigiendo dimisiones a “los perdedores”. Ahora, afortunadamente, hablar de gobierno, o de ganadores y perdedores, obliga a hablar de coaliciones.

Los resultados obtenidos globalmente por las fuerzas de izquierda y centro izquierda han sido mejores que los de la derecha y centroderecha (y hubieran sido aún mejores si la coalición a la izquierda del PSOE hubiera incorporado a IU en todo el Estado, evitando la pérdida de cerca de un millón de votos). Ha sido la izquierda plural, pues, la ganadora de las elecciones.

Esta ventaja de las fuerzas de izquierda se puede y debe traducir en un gobierno de progreso que rompa con las políticas mal llamadas de austeridad del PP, rechazadas mayoritariamente por la ciudadanía, porque han conducido, entre otros, al debilitamiento de los servicios públicos, a la precarización laboral, al hundimiento de la actividad cultural, a la pérdida de derechos sociales, a la desprotección del medio ambiente, a leyes (en sectores vitales como la educación o la justicia) que han merecido el rechazo generalizado de la sociedad, etc., mientras se favorecía a las grandes fortunas y a la corrupción, con amnistías fiscales y reducciones de impuestos.

Ningún interés partidista debe anteponerse a esta necesidad de un gobierno de progreso, que puede lograrse con un programa transparente en torno a los muchos puntos de acuerdo existentes. Hay que hablar, pues, de esos puntos de acuerdo en vez de airear divergencias que, aunque legítimas, no deben bloquear los acuerdos necesarios y posibles.

Tras las pasadas elecciones autonómicas y municipales, las fuerzas políticas de izquierda y centroizquierda dieron muestras de generosidad, superaron descalificaciones mutuas y legítimas diferencias -gracias, en buena medida, a una potente presión ciudadana- y formaron gobiernos plurales en torno a programas consensuados con transparencia, que la ciudadanía ha acogido muy favorablemente. Eso mismo ha de hacerse ahora, en vez de pensar en innecesarias “grandes coaliciones” (que algunos extienden a “todas las fuerzas políticas”) que solo favorecerían a la derecha y su inmovilismo, en nombre de supuestos peligros secesionistas.

La alternativa al gobierno plural de izquierdas, que los resultados electorales hacen posible, es dejar que la derecha siga (des)gobernando u obligar a unas nuevas elecciones, en las cuales la ciudadanía castigaría al conjunto de la izquierda por haber antepuesto equivocados intereses partidistas a la formación de un gobierno de consenso. La presión ciudadana y de los militantes de los partidos es de nuevo esencial para evitar este despropósito y lograr la formación del gobierno de progreso que los pueblos de España necesitan ahora.



Un abrazo

(Esteban de Manuel. Partido EQUO)

5 de noviembre de 2015

Cuento de Noviembre

           

     Érase un país en el que la Sanidad funcionaba cada vez peor, a causa de una terrible reforma legal al respecto, firmada por el Ministro de la cosa (que ni tenía idea de medicina, ni había consentido escuchar a los médicos para hacerla). Para colmo, dicha reforma fue acompañada de recortes económicos cada vez mayores, a la vez que se invertía en la sanidad privada.
Las colas en los hospitales y centros de salud eran interminables; las listas de espera, demenciales; y en los centros cada vez había más colapso, menos medios, y el personal cualificado estaba cada vez más desbordado y estresado. A muchos enfermos, el remedio le llegó demasiado tarde, o no le llegó nunca, con lo que las estadísticas empeoraron dramáticamente.
Pero el Sr Ministro vio la luz: contrató a un “escribe-libros” para que le sirviese de portavoz, publicando el Libro Blanco de la Sanidad.
El autor (que gozaba de grandes espacios en la radio y la TV) dio en el clavo: la culpa era de los médicos, que no eran lo suficientemente buenos, porque no se les evaluaba. En adelante, en vista de tal sospecha, habría que entrar en las consultas de los galenos, para ver si hacían bien su trabajo. Al mismo tiempo, se les ofreció la gran panacea: su salario iría en función de los resultados. Si se curaban más enfermos, se les pagaría más; y si no, pues menos, como enseña la buena lógica matemática. En caso de que no mejorasen las curas reales, tampoco importaba: podía bastar con maquillar los datos de los resultados, haciendo buenos diagnósticos, fuese cual fuese la salud de los  enfermos.

Como es de suponer, médicos, ATS y todo el personal sanitario (el realmente preocupado, y ocupado, de la salud de los demás) puso el grito en el cielo, así como cualquier persona razonable. 

11 de septiembre de 2015

Los políticos contra los ciudadanos más necesitados


Marea Verde apoya la huelga de hambre de un padre que se ve directamente perjudicado por los recortes en educación

La Junta de Andalucía discrimina con los recortes en la educación pública a los alumnos con Necesidades Educativas Especiales, en este caso un alumno con necesidades vitales.

Un padre de un alumno con necesidad de un monitor personal, ha dado el paso para reclamar el derecho que tiene todo ciudadano a una educación pública en igualdad de condiciones. Su hijo necesita un monitor para poder asistir al colegio que le corresponde con sus compañeros de clase, y la administración le insta a cambiar a otro con riesgo para su salud lejano del centro de salud, por ahorrarse un monitor. El largo camino que ha recorrido para pedir la dignificación en la escolarización de su hijo le ha llevado a iniciar una huelga de hambre que ha iniciado a las 9 de la mañana del 11 de septiembre delante de la delegación provincial de Educación de Sevilla.

Asegura que no abandonará esta huelga hasta que la administración no cumpla con la asistencia necesaria de este alumno, para poder asistir con normalidad a su centro escolar.

Por todo ello, Marea Verde denuncia y reclama los monitores necesarios para que los alumnos que lo necesiten puedan tener las mismas oportunidades que sus compañeros y el derecho que todo ciudadano tiene a la educación pública.

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Marea Verde de Sevilla
correo electrónico: mareaverdesevilla@gmail.com

6 de septiembre de 2015

"RIP por Sofía. Un cuento sobre la muerte de la Filosofía"



Siempre he creído que un país (una sociedad, en general) podrá llegar lejos en la medida en que sus ciudadanos cultiven la capacidad de pensar. También he mantenido siempre que una democracia no es posible si el pueblo no tiene conciencia crítica.   También he defendido en todo momento que, sin una educación ética de la ciudadanía, la sociedad nunca respetará los Derechos Humanos.

Esas tres capacidades (pensar por sí mismo, tener juicio crítico para evitar manipulaciones y optar por valores éticos) las aporta el estudio de la Filosofía, y de su rama especial, la Ética. Conocer lo que ha sido la cuna del pensamiento, la ciencia, la ética y el derecho en Europa, los últimos veintisiete siglos, nos da una idea de lo que somos y de quiénes somos. Saber lo que han reflexionado los pensadores más importantes de la historia de la humanidad, es absolutamente imprescindible en la formación humanista del ciudadano, y en la construcción de la mentalidad democrática.

Por eso no podemos comprender la opción de la LOMCE, última propuesta educativa del gobierno del PP, respecto a la Filosofía y la Ética: quitar la primera en 2º Bachillerato (como materia obligatoria que era hasta ahora) y eliminar también la segunda, poniéndola tan sólo como alternativa a la religión (entendemos que la formación moral del ciudadano, no puede ser opcional, sino que debe ser obligatoria).

No alcanzamos a adivinar ninguna posible buena intención en eliminar una materia que hace pensar y construye ciudadanos críticos, y en quitar otra que forma éticamente al pueblo. ¿Qué se puede pretender con ello? Los mal pensados podrán argüir que se busca una ciudadano sumiso y acrítico con el poder, y tan amoral (o inmoral) que no le preocupe ni la corrupción, ni la mentira ni el ataque a los Derechos Humanos.

Como reivindicación de la Filosofía, y de su papel en la sociedad y en la vida de las personas, Pedro Jiménez escribe esta novela corta, “RIP por Sofía. Un cuento sobre la muerte de la Filosofía” que, escrito en un lenguaje para alumnos y jóvenes, sin embargo ofrece un debate y una reflexión totalmente abierta a adultos. La búsqueda de la felicidad personal y la transformación de la sociedad en un mundo mejor, son los fines de la sabia Sofía,  que es la protagonista principal del cuento y la que representa simbólicamente a la Filosofía.

Si deseáis adquirir “RIP por Sofía”, lo tenéis en la librería Anatma, del pasaje de Los Azahares (detrás de las Setas de la Plaza de la Encarnación), en Sevilla, o pidiéndolo por e-mail a la dirección pedrojoji@gmail.com.


Un saludo y una invitación a luchar por la Filosofía y la Ética.

9 de julio de 2015

¿Qué es el TTIP? De la democracia al gobierno de las transnacionales

Ayer la Eurocámara apoyó el TTIP gracias a un pacto entre Socialistas
y Populares. Por este motivo difundo, aunque hoy pueda ser tarde 
este papel de Cristianisme i Justicia sobre el mismo. Conviene
formarse e informarse acerca de lo que se nos viene encima si no
hacemos nada.
Arturo Landeros
40760_1El Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP) es un tratado de libre comercio que se está negociando entre Estados Unidos y la Unión Europea desde 2013. Si no ha oído nada sobre él es porque las autoridades negociadoras de las dos regiones lo han mantenido en secreto durante las diferentes rondas de negociación. Hemos conocido una pequeña parte de su existencia y de las dificultades que tienen los eurodiputados de acceder a la información sobre su contenido, gracias a una serie de filtraciones. Los controles sobre su redacción son muy estrictos, la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, defiende el secretismo en el que se ha manejado todo como parte del protocolo para la firma. Sin embargo, los lobbies de las empresas transnacionales están teniendo una participación muy directa como consultores en la redacción del mismo.
El TTIP se está negociando de espaldas a la ciudadanía lo cual ha hecho que mucha gente se pregunte sobre los riesgos que conlleva su firma. La presión social ha logrado que las autoridades europeas comiencen a hablar y a pronunciarse, pero en todo caso, la información no vendrá de Bruselas. Por eso es necesario mirar lo que ha pasado en otras regiones que han firmado tratados de libre comercio para entender la magnitud de lo que implica el TTIP. El ejemplo más claro es lo que ha ocurrido con el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica después de más de veinte años de su firma.

¿Qué aprendemos del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica?

Tras la caída del muro de Berlín, el libre mercado fue recibido acríticamente como el campeón de la pelea del siglo. Sabemos la manera fulminante en que fue acogido por los países exsoviéticos. También la manera en que fue impuesto a la mayoría de los países en desarrollo como condición para la renegociación de sus deudas, muchas de ellas ilegítimas. Pero se habla poco de cómo en Estados Unidos la apertura comercial despertó sospechas en ambas costas de su geografía. Las primeras voces críticas fueron las de los sindicatos que preveían una fuga de puestos de trabajo hacia los países que ofrecían bajos salarios en los que las transnacionales buscaban aumentar sus márgenes de ganancia.
Así, el anuncio de la firma del primer gran Tratado de Libre Comercio, el firmado en América del Norte entre Estados Unidos, Canadá y México (TLCAN), puso en alerta y movilizó a los sindicatos estadounidenses. Desde que culminó la edad dorada de la producción y de los salarios en Estados Unidos (1947-1973), los trabajadores venían notando las consecuencias de la flexibilidad laboral. Los años ochenta trajeron una situación que llegaría para quedarse en forma de salarios menguantes en industrias con alta tecnología manufacturera. Una paradoja que ponía en duda el mito del trabajador cualificado.
El caso de la Ciudad de Detroit es paradigmático. Se trataba de la mayor ciudad industrial dedicada a la manufactura automotriz en Estados Unidos, hogar de las Tres Grandes: General Motors, Ford y Chrysler. Si bien sus problemas empezaron desde la crisis del petróleo de 1973, Detroit vivió un prolongado deterioro industrial que comenzó con la caída sostenida de salarios. La industria del automóvil no dejaba de crecer, pero cuanto más trabajaba un obrero y más se capacitaba, menos salario percibía. Con la llegada del TLCAN muchos de esos empleos se fueron a la frontera norte de México. Quizá esta situación hubiera sido positiva si hubiera beneficiado a los trabajadores mexicanos para subir su nivel de vida. Pero en realidad fueron pocos los beneficiados mientras que la gran mayoría de trabajadores y trabajadoras en México engrosaron un amplio ejército de reserva de mano de obra barata y sirvió como amenaza para evitar la organización sindical. Al poco tiempo los puestos de trabajo que habían llegado a México migraron hacia el sureste asiático.
Tan sólo en el estado de Michigan, donde se encuentra Detroit, 46.000 puestos de trabajo desaparecieron como consecuencia del Tratado de Libre Comercio de Norte América según el Economic Policy Institute (EPI), un centro de investigación estadounidense con vínculos con el sector sindical. Precisamente el debilitamiento de la fuerza sindical fue la primera fase para poder deslocalizar las empresas automotrices. El sindicato AFL-CIO, que agrupa a los trabajadores del sector industrial en Estados Unidos, asegura que el TLCAN ha significado la pérdida de, al menos, 700.000 puestos de trabajo. Detroit es hoy la ciudad más grande del mundo en bancarrota. Una imagen decadente rodeada de óxido y abandono.
Otra imagen desoladora son los restos de las pequeñas granjas familiares rodeadas de grandes campos agroindustriales del medio Este. Campos enormes de monocultivos de maíz y soja subvencionados por el gobierno enmarcan lo que fueron cultivos diversificados de pequeñas propiedades familiares. Las grandes extensiones se encuentran cercadas y en ellas se puede leer carteles con los nombres de Monsanto o Archer Daniels, grandes empresas de semillas transgénicas. Estas empresas controlan la producción y la exportación de productos modificados genéticamente que al ser subsidiados llegan a bajo precio a los hogares del vecino país del sur. Esas familias en México han pasado de ser productoras de maíz, cultivo nativo y centro de origen, a ser importadores netos. La competencia desleal y la asimetría han marcado las relaciones ejercidas desde los lobbies corporativos del agronegocio.
Si bien no todo es atribuible al TLCAN, en cierto modo ha sido un experimento que ha inaugurado una época en la que no basta con tener un empleo capacitado para poder llevar un nivel de vida aceptable. De hecho, por primera vez en Estados Unidos habrá una generación que no tendrá un mejor nivel de vida que sus padres.
Frente al TLCAN hubo una resistencia heroica de los trabajadores del campo y de la ciudad en los tres países involucrados. De hecho, fue el detonante de la insurrección indígena en el sur de México cuando la mañana del 1 de enero de 1994 el Ejército Zapatista de Liberación Nacional hizo coincidir su alzamiento en armas con la entrada en vigor del TLCAN, advirtiendo que se estaba condenando al campo a la desaparición. Veinte años después más de dos millones de campesinos mexicanos han perdido sus tierras y con ello sus trabajos. La lucha sindical en Estados Unidos fue fuerte en algunos sectores, pero la inercia del golpe a los sindicatos libres pasó factura para poder conservar derechos que se han perdido. Poco se sabía a ciencia cierta de sus efectos, pero a veinte años de distancia quedan pocas dudas de lo que significó para la mayoría de los trabajadores y campesinos empobrecidos.

¿Qué peligros hay para los pueblos de Europa con el TTIP?

A más de veinte años de distancia del TLCAN, un nuevo tratado irrumpe ante la crisis del capitalismo global, el Tratado Transatlántico o TTIP, por sus siglas en inglés. Ambos están hermanados en las falsas promesas de empleo y mejoras en los niveles de vida. Las voces a favor dicen que se incrementará el comercio entre las dos regiones. Las empresas europeas podrán ser tratadas como empresas locales en Estados Unidos y viceversa. Señalan que los aranceles desaparecerán y que los productos y servicios podrán ser comercializados sin trabas. Para ello se creará una comisión reguladora que armonice las legislaciones de ambos lados del océano. En este punto es donde las voces críticas ponen un primer alto. Vista la experiencia previa con el TLCAN, la armonización regulatoria puede parecerse más a una regulación a la baja para permitir que los productos norteamericanos puedan encontrar menores resistencias en el mercado europeo. Tal es el caso de los productos transgénicos que hoy se comercializan libremente en Estados Unidos. O la baja protección fitosanitaria comparada con la europea. Los servicios públicos como la salud o la gestión del agua estarán también en la mira de los desreguladores.
Además uno de los temas más preocupantes es el relacionado con los tribunales de controversias, como el llamado ISDS, una especie de arbitraje de diferencias entre los estados y los inversores. Es un mecanismo incluido dentro del TTIP que permitiría a una empresa llevar a un Estado ante un tribunal internacional privado con el fin de esquivar la legislación nacional. Existen muchos casos de cómo estos juicios han beneficiado a la empresas a costa del dinero público de los países. La empresa energética sueca Vattenfall está reclamando a Alemania 3.700 millones de euros en compensación por la decisión de cerrar gradualmente las centrales nucleares a raíz del desastre de Fukushima; la tabacalera Philip Morris ha demandado a Uruguay por una campaña antitabaco que elimina la publicidad de las cajetillas; Egipto espera el resultado de un arbitraje después que la empresa Veolia denunciara al país por el aumento del salario mínimo. Así el ISDS otorga a las grandes empresas el poder de cuestionar decisiones democráticas incluso a favor de la salud de la población.
La misma Comisión Europea ha admitido que es probable que el TTIP provoque un perjuicio para los empleos en Europa, muy dependiente del comercio intraeuropeo. Un estudio de la Universidad de Tufts en Estados Unidos alerta de una pérdida de 600.000 puestos de trabajo en la Unión Europea de los que 90.000 serán de los países del sur. De hecho Bruselas ya contempla ayudas para el desempleo generado por el TTIP, algo un poco contradictorio.
El TTIP facilitará la entrada de las empresas privadas como proveedores de servicios públicos en el contexto actual de políticas de recortes y austeridad en Europa. Las grandes empresas estadounidenses tienen intereses en los servicios sanitarios, en la educación y en la energía. La firma del TTIP haría irreversible las privatizaciones que se han venido haciendo durante los últimos años.
La alimentación también se está negociando. El centro del debate se encuentra en las restricciones referentes a los organismos genéticamente modificados, los pesticidas, la carne tratada con hormonas y promotores de crecimiento. La legislación europea no es perfecta, pero es más estricta que la de Estados Unidos donde el 70% de los alimentos procesados contienen ingredientes genéticamente modificados. La presión de los lobbies de la industria agroalimentaria podría provocar que las políticas de etiquetado en los productos europeos se modifiquen de tal forma que no indiquen la procedencia de los alimentos o si éstos incluyen transgénicos.

¿Estamos a tiempo de detener el TTIP?

Existen ciertos momentos en que uno piensa que las cosas podrían haber tomado un giro distinto para no terminar en un callejón sin salida. De firmarse el TTIP el mundo caminará hacia la entrega total de las democracias al poder económico de las transnacionales, las verdaderas ganadoras. Las batallas sindicales contra el TLCAN no han prosperado, pero ha habido otros tratados que se lograron detener gracias a la movilización popular. El TTIP es opaco y antidemocrático, una amenaza para el empleo y un retroceso para el medio ambiente. En la medida en que se ha arrojado luz sobre su contenido, los negociadores y los lobbies de las empresas han tenido que dar explicaciones que ahondan más en el secuestro de la democracia. Muy poco sabemos sobre cómo continúan y qué contienen las negociaciones. Incluso desconocemos la fecha de la firma. Pero en caso de que sea firmado, todavía falta que los parlamentos de los países de la Unión Europea ratifiquen el TTIP. Estamos a tiempo de cambiar el futuro de los pueblos de Europa al detener la firma del tratado. Esto equivale a poner a las personas y al planeta por delante del capital.
Arturo Landeros es miembro del colectivo Educación para la Acción Crítica (EdPAC)
Aqui el artículo en PDF

5 de mayo de 2015

Entrevista a Santiago Cirugeda: el luchador insobornable

-¿Cómo vive la concesión de este premio y el hecho de que sea el primer español en recibirlo? -Como un aval, como una herramienta para seguir haciendo presión. Aquí las administraciones políticas no escuchan, a pesar de que el tipo de arquitectura que yo defiendo se está impulsando en muchos otros sitios. -¿Se entienden ahora mejor sus ideas que cuando empezó? -Sí, pero más que mis ideas, que por otro lado no son sólo mías, la manera de trabajarlas. Cambiar las cosas lleva tiempo. A mí, al final, siempre me llaman cuando hay problemas o se ponen las cosas complicadas. -¿Ve factible que su arquitectura de guerrilla se convierta en algún momento en una práctica asumida, normalizada, o está condenada al activismo y los resquicios de la legislación? -Aspiramos a que muchos de estos modos de hacer se conviertan en políticas oficiales. En eso estamos trabajando muchos. Pero cuando lo que ahora es guerrilla se convierta en política oficial, montaremos otra guerrilla para hacer otras cosas. Siempre, siempre habrá una arquitectura de resistencia, porque aunque mejoremos la condiciones políticas siempre habrá una parte de la población que quedará abandonada. Y si solucionamos diez cosas, aparecerán otros diez problemas. No voy a acomodarme, no tengo interés en ser funcionario. Estaré siempre en la parte devaluada del ámbito público. -Siempre en la lucha, entonces... -Sí, me veo siempre ahí. Es donde brotan las mejores capacidades humanas. El trabajo en común, la creación, la respuesta a un problema. Se trata de no ser ciudadanos pasivos. Hay que estar siempre replanteando las cosas, porque las cosas cambian continuamente. Y no podemos quedarnos parados porque una cosa sea legal o no. Lo que ayer era ilegal o alegal hoy puede ser legal, y lo que hoy es legal mañana puede no serlo. -¿Qué proyecto en curso le ilusiona especialmente? -La Carpa, por ejemplo [Cirugeda es el responsable del proyecto de rehabilitación del antiguo Pabellón del Siglo XV de la Expo 92, en la Cartuja]. El primer esbozo del proyecto se presentó el pasado agosto. La Junta, que es la que tiene que autorizar la cesión, lo valoró muy positivamente, pero no ha resuelto nada aún. Ya que hay gobierno otra vez, espero que lo haga de una vez. La lentitud no es nuestra, es de la Administración. Nosotros estamos preparados, hemos creado la cooperativa, somos 17 colectivos, asociaciones y empresas, y hay una lista de espera para gente que quiere entrar. Tanta gente involucrada no puede estar equivocada. Sería un absurdo político que a tantos colectivos que producen gran parte de la cultura en Sevilla se les niegue el uso de un bien común. -El problema es que el CAAC reclama también ese edificio... -Álvarez Reyes [el director del CAAC], que es amigo mío, lleva años planteando esa ampliación, pero no tiene dinero para arreglarlo. Mientras no lo hagas, tío, déjanoslo a nosotros, que sí vamos a hacer algo de verdad. Le propusimos compartir el espacio, que el CAAC tuviera en el Pabellón un almacén, pero se negó. Hablamos [los distintos representantes del colectivo La Carpa] con él y con el director del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, Román Fernández-Baca, que dijo, delante de Álvarez Reyes: "Creo que es el momento de que se permita que haya otro modelo cultural aquí". En 600 metros estarían la banca [el futuro Caixafórum]; el CAAC, un centro público; y un espacio de creación ciudadana. Pues veamos cómo funcionan los tres, por qué han de ser excluyentes. Lo que no se puede decir, como dijo Álvarez Reyes, es que nos quedemos en los barrios porque la Cartuja es una zona de prestigio, porque insultas a los barrios y nos insultas a nosotros. ¿No es prestigio Zemos? ¿No es prestigio la UNIA? ¿No es prestigio Recetas Urbanas [la oficina de Cirugeda]? Al margen de eso, acabamos de estar cuatro años en un barrio con pocos equipamientos donde hemos hecho todo lo posible y de allí nos ha echado el Ayuntamiento. Queremos retomar algo para toda la ciudad, reutilizar un equipo que lleva 23 años abandonado. Coño, no voy a decir nombres, pero otros teatros de aquí que se han hecho con mucho dinero público se los ha quedado como teatro propio una sola compañía. Nosotros no queremos un teatro propio para nadie, sino para 17 colectivos avalados por su trabajo y para quien quiera usarlo. -¿Qué puede aportar La Carpa? -La Administración pública puede llegar a necesitar el doble de recursos que nosotros para rehabilitarlo. ¿Por qué? En La Carpa haremos una actuación poco a poco, pero es que vamos a darle uso desde el minuto uno, a los diez días de estar ahí ya podríamos usar el 20% del espacio. La Administración no, la Administración va a proyecto completo, a un coste muy elevado, para el que no tiene recursos, y hasta que no esté acabado eso no se abre. Nosotros vamos a ir haciendo programación cultural y educativa al mismo tiempo que se va rehabilitando. Y tenemos muchas vías de financiación, desde banca ética a ayudas europeas, porque en Europa están apostando por este tipo de proyectos en los que la ciudadanía organizada se hace cargo de una corresponsabilidad. -¿Esto que me está contando lo entienden los políticos? -Todos los partidos hablan de participación, de corresponsabilidad, de no sé qué... Todos hablan de lo mismo, el PP, PSOE, IU... Aparentemente quieren, pero los resultados son mínimos. Y las vías de comunicación son nulas, o muy pequeñas. Y eso cansa a la gente. Te hartas. Creo que lo hacen a propósito: "Presentadme el proyecto; ah sí, muy bien, precioso, yo te apoyo; ahora montad la cooperativa; luego no sé qué; más tarde lo de más allá; después espérate, hombre, que es que hay elecciones...". -¿Para qué? -Para tenerte controlado. Lo hacen adrede. La Carpa puede llegar a cierto nivel de cansancio tremendo que pueda complicar todo el proyecto. Que estamos peleando por hacer esto, pero, eh, que la gente se tiene que buscar la vida. El taco, ¿no?, como aquí [señala bromeando a un cartel del bar mexicano donde se celebra la entrevista]. Todos nosotros. -¿Ha sentido usted ese agotamiento por ir siempre a la contra, fuera del cauce homologado? -Claro. El deportista que yo he sido conoce sus límites. Busco mecanismos preventivos. Por ejemplo, ante cosas como ésta de La Carpa, que lleva ya un año, cojo proyectos pequeños que sé que me van a entregar una recompensa. Y así es más fácil seguir, porque las batallas son muy cansadas. Ahora por ejemplo estoy haciendo en Madrid una cubierta transitable para una piscina, mejoras de una escuela y un centro de salud mental en Barcelona, por aquí un huerto comunitario... Cosas que te dan oxígeno y afecto. -¿En qué momento y por qué dio el salto al mundo del arte? -Bueno, yo no di ningún salto, a mí me metieron a la fuerza. Empecé a hacer actuaciones en la calle, con columpios, contenedores y andamios, y dijeron: "Hostia, esto es arte público". El tío en solitario que hace cosas raras en la calle. Pero yo lo que estaba reclamando es que la gente estudiara la legislación, para saber cómo se hacen las cosas, para tener más herramientas. El arte me ha permitido hacer cosas que de otra manera no habría podido, claro que sí. Pero para mí no es más que una herramienta. Igual que el activismo, igual que la universidad, igual que cualquier cosa que haga. Uso todos los medios que tengo a mano, pero el fin útil de todo sigue siendo el mismo: informar a la gente de las herramientas que tiene para cambiar las cosas. Y me da igual estar en el Macba de Barcelona, en el Pompidou o en Nueva York, el caso es que llego allí y me ofrecen capacidad de difusión. -¿Cómo se lleva con el mundo académico? -No he dado nunca clase de forma permanente en una universidad, no he estado nunca contratado. Es una cuestión de estrategia, porque si me meto ahí me van a machacar. Amigos míos me lo han dicho: por mucho carácter que tengas, aquí te van a hundir. Es una estructura muy grande, así que o se mete ahí mucha gente a cambiarlo o mejor ni lo intentes. Yo lo que hago es aparecer y desaparecer, voy dando talleres por todo el mundo, donde me invitan, una semana, dos semanas, y ya... -¿No se ha imaginado nunca haciendo, no sé, una simple casa de recreo en el campo? -Pues mira, justo ahora me han pedido una en Cataluña dos personas, una casita muy económica sobre una piscina, para reutilizarla, y la vamos a hacer. Son meditadoras, trabajan con discapacitados, un tipo de cliente que me interesa. -¿Nunca he tenido la tentación o la vanidad de soñar con una Gran Obra por la que ser recordado? Pongamos que una administración pública le encarga un importante centro de arte... -Trabajaría en conjunto con mucha gente. Me han propuesto alguna vez hacer alguna obra de autor, como las llaman, pero es que para mí la autoría es de la propia comunidad donde se construyen las cosas. Yo querría que me recordasen porque han ocurrido 20 cosas interesantes, pequeñas o medianas, mientras se realiza un proyecto. O diez escuelas. ¿Diez escuelas no son una obra grande? Para mí sí. O cuatro centros culturales pequeños. Cosas que no van a ser las setas ni el Guggenheim, vale; ¿y qué? La Carpa es un edificio ya hecho, es menos espectacular, pero rehabilitar un espacio de 10.000 metros junto a la ciudadanía es un grandísimo proyecto. Más que el del Guggenheim, que ha costado una pasta y es una obra de arte, perfecto, pero la escala social es otra. Ahora todo tiene que ser muy bonito y muy grande, y a mí lo que me interesa es que algo sea grande a escala social, en el plano de la implicación de la gente. A mí todo eso del arquitecto de renombre que te viene con un proyecto carísimo me parece totalmente obsoleto. -Es curioso: usted es arquitecto, pero todas las prácticas que defiende y todo el discurso con el que las arropa suponen una desautorización de la figura clásica y elevada del arquitecto... -A ver. Vamos a fijarnos, por ejemplo, en Rafael Moneo, al que respeto mucho, pero es de otra época: una persona que ha hecho dos bancos, el Banco de España y Bankinter, y dos museos, el Prado y el Thyssen, en un kilómetro, en la mejor calle de Madrid. Es dejar mucha ciudad en las manos de una sola persona. Yo prefiero que exista la posibilidad de que otros colaboren. ¿O es que no hay gente con talento? Claro que la hay, gente que tiene mucho talento pero no la habilidad o los contactos políticos o lo que sea para hacer todo eso. Me acabo de acordar de que el otro día estuve hablando en una cena en Barcelona con Elías [Torres], el de la [remodelación de la] Alameda. Que es colega mío, eh, pero lo que hizo aquí fue... Estuvimos bromeando con unas copas: "illo, esha un poquito de albero ahí, ¿no?". Que está asquerosa la Alameda, ese amarillo que ya no es ni amarillo, que es negro... Y se lo dije: eres un grandísimo arquitecto, pero ahí no estuviste bien, fue mala idea. O la ampliación del aeropuerto de Moneo. Son buenos arquitectos, pero parece que aquí han hecho las cosas con menos cariño. O tuvieron menos exigencia de las administraciones... -¿Qué otras cosas de la ciudad le parecen discutibles? -Lo que más discuto es la ausencia de proyectos sobre el patrimonio y sobre lo ya construido. Creo que no es el momento de hacer nuevos proyectos. Me interesa la gente que está reutilizando corrales, edificios abandonados... Pero la Administración tiene el patrimonio abandonado. Es lamentable que su modelo de actualizar ese tipo de edificios sea el del mercadito ese de las Naves del Barranco, una cosa hecha para grupo de población de ciertos recursos, que van allí a comer de puta madre y a otra cosa; o buscar alguna empresa solvente, y si es extranjera mejor, para que se haga cargo del patrimonio público. Mira, no. Pero incluso así: venga, tú quieres hacer un mercado de esos, vale, hazlo; pero no hagas otros dos, ¿no? Haz también otro tipo de cosas. (Diario de Sevilla)

25 de febrero de 2015

Falla el putsch de Obama en Venezuela

Una vez más, la administración Obama trata de cambiar por la fuerza un régimen que se resiste a sus designios. El 12 de febrero de 2015, un avión propiedad de Academi (ex Blackwater) disfrazado con las insignias de las fuerzas armadas de Venezuela debía bombardear el palacio presidencial de Caracas para eliminar físicamente al presidente Nicolás Maduro. Los conspiradores tenían previsto poner en el poder a la ex diputada María Corina Machado y hacerla aclamar de inmediato por varios ex presidentes latinoamericanos. Red Voltaire | Damasco (Siria) | 23 de febrero de 2015 français italiano Português Deutsch Türkçe فارسى русский ελληνικά English polski عربي + JPEG - 23.4 KB El presidente Obama con su consejero para Latinoamérica, Ricardo Zúñiga. Al fondo, la consejera de Seguridad Nacional, Susan Rice. © White House El presidente Obama había emitido un claro aviso. Lo puso por escrito en su nueva doctrina de defensa (National Security Strategy): «Estamos del lado de los ciudadanos cuyo pleno ejercicio de la democracia está en peligro, como los venezolanos». Siendo Venezuela, desde la adopción de la Constitución de 1999, uno de los Estados más democráticos del mundo, esa frase presagiaba lo peor en materia de intentos destinados a impedir su marcha por el camino de la independencia y la redistribución de la riqueza nacional. Era el 6 de febrero de 2015. Washington terminaba de planificar el derrocamiento de las instituciones democráticas de Venezuela. El golpe de Estado estaba planificado para el 12 de febrero. La «Operación Jericó» contaba con la supervisión del Consejo de Seguridad Nacional (NSC), bajo la responsabilidad de Ricardo Zúñiga. Este «diplomático» es el nieto de otro Ricardo Zúñiga, el presidente del Partido Nacional de Honduras que organizó los golpes militares de 1963 y de 1972 a favor del general López Arellano. El Ricardo Zúñiga que ahora trabaja en la Casa Blanca dirigió desde 2009 hasta 2011 la estación de la CIA en La Habana, donde reclutó agentes y los financió para fabricar una oposición contra Fidel Castro a la vez que negociaba la reanudación de las relaciones diplomáticas con Cuba, finalmente anunciada en 2014. Como siempre en ese tipo de operaciones, Washington se esfuerza por no parecer implicado en los acontecimientos que sin embargo dirige. La CIA organiza y dirige a los golpistas a través de organizaciones supuestamente no gubernamentales: la NED (National Endowment for Democracy) y sus dos tentáculos de derecha, el International Republican Institute (IRI) y de izquierda, el National Democratic Institute (NDI); la Freedom House y el International Center for Non-Profit Law. Además, Estados Unidos siempre recurre a sus aliados utilizándolos como contratistas en ciertos aspectos del putsch. Esta vez participaron al menos Alemania –a cargo de la protección de los ciudadanos de los países de la OTAN durante el golpe–, Canadá –a cargo del control del aeropuerto internacional civil de Caracas–, Israel –encargado de garantizar los asesinatos de varias personalidades chavistas– y el Reino Unido –a cargo de la propaganda de los golpistas. Finalmente, también moviliza sus redes políticas para que reconozcan a los golpistas: en Washington, el senador Marco Rubio; en Chile, el ex presidente Sebastián Piñera; en Colombia, los ex presidentes Álvaro Uribe Vélez y Andrés Pastrana; en México, los ex presidentes Felipe Calderón y Vicente Fox; en España, el ex presidente del gobierno José María Aznar. Para justificar el putsch, la Casa Blanca había estimulado grandes empresas venezolanas a retener en sus almacenes enormes cantidades de productos de primera necesidad. La no distribución de esos productos tenía como objetivo provocar grandes colas ante los comercios y el estallido de motines estimulados por la acción de provocadores infiltrados entre los consumidores descontentos. La maniobra fracasó ya que, a pesar de la escasez artificialmente provocada durante enero y febrero y de las colas ante las tiendas, los venezolanos nunca llegaron a atacar los comercios. Para reforzar el sabotaje económico, el presidente Obama había firmado, el 18 de diciembre de 2014, una ley que impone sanciones contra Venezuela y contra varios de sus dirigentes. Oficialmente, Washington decía querer sancionar a las personalidades responsables de la represión contra manifestaciones estudiantiles. En realidad, desde el inicio del año, Washington estaba pagando un salario -4 veces superior al ingreso medio de los venezolanos– a los miembros de pandillas que se dedicaban a agredir a las fuerzas del orden. Estos falsos estudiantes asesinaron a 43 personas en varios meses y sembraban el terror en las calles de Caracas. JPEG - 9.6 KB El ex número 2 de la ISAF en Afganistán, general Thomas W. Geary, actualmente al mando de la inteligencia del SouthCom. La acción militar estaba bajo la supervisión del general Thomas W. Geary, desde la sede del SouthCom en Miami, y de Rebecca Chavez, desde el Pentágono. Como subcontratista de la parte militar del golpe aparecen el ejército privado Academi (ex Blackwater); una firma actualmente administrada por el almirante Bobby R. Inman (ex jefe de la NSA) y John Ashcroft (ex secretario de Justicia de la administración Bush). Según esa parte del plan, un avión militar Super Tucano, matrícula N314TG, comprado por Academi en Virginia, en 2008, para asesinar a Raúl Reyes, número 2 de las FARC colombianas, avión falsamente identificado con las insignias de las fuerzas armadas de Venezuela, debía bombardear el palacio presidencial de Miraflores y otros objetivos entre los que se encontraban la sede del ministerio de Defensa, la dirección de Inteligencia y la sede de TeleSur, el canal de televisión multinacional creado por el ALBA. El avión se hallaba en Colombia, el cuartel general de los putchistas había sido instalado en la embajada de Estados Unidos en Bogotá –la capital colombiana– con la participación del embajador estadounidense Kevin Whitaker y de su segundo, Benjamin Ziff. JPEG - 31.5 KB Varios oficiales superiores, activos y retirados, habían grabado de antemano un mensaje a la Nación anunciando que habían tomado el poder para restaurar el orden en el país. También estaba previsto que suscribirían el plan de transición, publicado en la mañana del 12 de febrero de 2015 en el diario El Nacional y redactado por el Departamento de Estado estadounidense. El plan incluía la formación de un nuevo gobierno, encabezado por la ex diputada María Corina Machado. JPEG - 23.3 KB El golpe de Estado pondría en el poder a María Corina Machado. El 26 de enero de 2015, la ex diputada recibía en Caracas a sus principales cómplices extranjeros. María Corina Machado fue presidenta de Súmate, la asociación que organizó y perdió el referéndum revocatorio contra el presidente Hugo Chávez Frías, en 2004, utilizando para ello –ya en aquel momento– los fondos de la NED (National Endowment for Democracy) y los servicios del publicista francés Jacques Seguela. A pesar de aquella derrota, María Corina Machado fue recibida con honores por el presidente George W. Bush en el Buró Oval de la Casa Blanca el 21 de marzo de 2005. Después de ser electa en 2011 como representante del Estado de Miranda, el 21 de marzo de 2014 María Corina Machado se presentó ante la Organización de Estados Americanos (OEA) como jefa de la delegación de Panamá a ese foro continental y fue inmediatamente destituida de su cargo de diputada por haber violado así los artículos 149 y 191 de la Constitución de Venezuela. Para facilitar la coordinación del putsch, María Corina Machado organizó en Caracas, el 26 de enero, un coloquio denominado «Poder ciudadano y Democracia hoy», en el que participaron la mayoría de las personalidades venezolanas y extranjeras vinculadas a la intentona golpista. JPEG - 21.2 KB ¡Mala suerte! La Inteligencia Militar venezolana estaba vigilando a las personalidades sospechosas de haber fomentado un complot anterior para asesinar al presidente Maduro. En mayo de 2014, el fiscal de Caracas había acusado a María Corina Machado, el gobernador Henrique Salas Romer, el ex diplomático Diego Arria, el abogado Gustavo Tarre Birceño, el banquero Eligio Cedeño y el hombre de negocios Pedro M. Burelli, quienes negaron haber escrito sus propios e-mails afirmando que habían sido falsificados por la Inteligencia Militar. Por supuesto, todos eran cómplices. Al seguir la pista de estos conspiradores, la Inteligencia Militar descubrió la «Operación Jericó». En la noche del 11 de febrero, los principales líderes de la conspiración y un agente del Mosad israelí fueron arrestados y se reforzó la protección aérea de la capital venezolana. Otros implicados fueron arrestados el 12 de febrero. El día 20, las confesiones de los arrestados permitieron la detención de otro cómplice: el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma. JPEG - 27.1 KB El alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, era el agente de enlace con Israel. Ledezma había viajado secretamente a Tel Aviv, el 18 de mayo de 2012, para reunirse con el primer ministro israelí Benyamin Netanyahu y con el ministro de Relaciones Exteriores Avigdor Lieberman actuando como representante del jefe de la oposición venezolana, Henrique Capriles Radonski. El presidente Nicolás Maduro compareció de inmediato en televisión denunciando a los conspiradores [1]. Mientras tanto, en Washington, la portavoz del Departamento de Estado hacía reír a los periodistas que recordaban el golpe de Estado organizado por Obama en 2009 en Honduras o más recientemente, en enero de 2015, en la intentona golpista de Macedonia, al declarar: «Esas acusaciones, como todas las anteriores, son ridículas. Es una política de hace tiempo, Estados Unidos no apoya las transiciones políticas por medios no constitucionales. Las transiciones políticas deben ser democráticas, constitucionales, pacíficas y legales. Hemos visto varias veces que el gobierno venezolano trata de desviar la atención de sus propias acciones acusando a Estados Unidos u otros miembros de la comunidad internacional por los acontecimientos en el interior de Venezuela. Esos esfuerzos reflejan falta de seriedad de parte del gobierno de Venezuela al enfrentar la grave situación que está confrontando.» Para los venezolanos, este golpe de Estado abortado plantea un grave dilema: ¿Cómo mantener la democracia cuando los principales líderes de la oposición están en la cárcel por haber preparado crímenes en contra de la democracia? Para quienes aún creen, erróneamente, que Estados Unidos ha cambiado, que ese país ha dejado de ser una potencia imperialista y que ahora defiende la democracia en el mundo, la «Operación Jericó» es un obligado tema de reflexión. Estados Unidos contra Venezuela - En 2002, Estados Unidos organizó un golpe de Estado contra el presidente democráticamente electo Hugo Chávez Frías [2] y posteriormente asesinó al juez venezolano a cargo de la investigación, Danilo Anderson [3]. - En 2007, Estados Unidos intentó un cambio de régimen organizando en Venezuela una «revolución de color» con la participación de grupos trotskistas [4]. - En 2014, Estados Unidos pareció renunciar a su objetivo y respaldó grupos anarquistas que realizaron innumerables actos vandálicos para desestabilizar Venezuela, lo que los venezolanos llaman la Guarimba [5]. (Thierry Meyssan)

13 de febrero de 2015

Contribución a la estadística

Wisława Szymborska
Wisława Szymborska
De cada cien personas,
las que todo lo saben mejor:
cincuenta y dos,
las inseguras de cada paso:
casi todo el resto,
las prontas a ayudar,
siempre que no dure mucho:
hasta cuarenta y nueve,
las buenas siempre,
porque no pueden de otra forma:
cuatro, o quizá cinco,
las dispuestas a admirar sin envidia:
dieciocho,
las que viven continuamente angustiadas
por algo o por alguien:
setenta y siete,
las capaces de ser felices:
como mucho, veintitantas,
las inofensivas de una en una,
pero salvajes en grupo:
más de la mitad seguro,
las crueles cuando las circunstancias obligan:
eso mejor no saberlo
ni siquiera aproximadamente,
las sabias a posteriori:
no muchas más que las sabias a priori,
las que de la vida no quieren nada más que cosas:
cuarenta,
aunque quisiera equivocarme,
las encorvadas, doloridas
y sin linterna en lo oscuro:
ochenta y tres,
tarde o temprano,
las dignas de compasión:
noventa y nueve,
las mortales:
cien de cien.
Cifra que por ahora no sufre ningún cambio.

Wisława Szymborska (De su libro Instante. Traducción y epílogo de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia Soriano. Ediciones Igitur, 1ª ed. 2004.)
Visto en divulgaMAT.

29 de enero de 2015

Interesante entrevista a Adela Cortina

Adela Cortina (Valencia, 1947) viaja casi cada semana a Madrid desde su ciudad natal para acudir a la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. En 2008 se convirtió en la primera mujer que ingresaba en esa institución, fundada hace casi siglo y medio. Ganadora del último Premio Nacional de Ensayo por su libro Para qué sirve realmente la ética (Paidós), esta vez ha venido a participar en un coloquio sobre filosofía. Al día siguiente, tomará un tren a las seis de la mañana. A las nueve y media le espera en Gandía un grupo de empresarios. Además de catedrática de Ética y Filosofía Política en la Universidad de Valencia, Cortina es directora de la Fundación Étnor (Ética de los Negocios y las Organizaciones), que contribuyó a fundar en 1991. “Somos cien voluntarios y tres trabajadores”, dice de la fundación. Serán los tres empleados mejor tratados de España, ¿no? Ella oye la pregunta y se ríe: “En esta vida nunca se sabe”.
Pregunta. Esta debería ser la entrevista más fácil del mundo.
Respuesta. ¿Por qué?
P. Por su oficio. Los catedráticos de ética no mienten, ¿verdad?
R. ¡Pues claro! Los de ética y los de sociología y los de derecho.
P. No es lo mismo.
R. Es cierto, las gentes dan por supuesto que somos intachables, y cuando hablan conmigo están todo el rato justificándose. Lo mío es una cuestión académica y luego, en el terreno de la vida, intento ser consecuente, pero no hay nadie incorruptible.
P. ¿Unas épocas son más éticas que otras? Llevamos una temporada...
R. Hay que juzgar las épocas en su contexto. Mis alumnos no soportan que los filósofos griegos den por buena la esclavitud, pero no es lo mismo el siglo IV antes de Cristo que el XXI. Cuando les digo que a lo largo de la historia ha habido un progreso moral me responden: “Ahora también hay esclavitud”. Cierto, pero cuando aparece es una noticia que sale en los periódicos es porque ya no la toleramos.
P. ¿El progreso moral nos hace ser más exigentes pero somos cívicos de boquilla?
R. Tal vez, pero más vale ser Sócrates insatisfecho que loco satisfecho. El progreso moral viene de la insatisfacción ante el funcionamiento del mundo. La gente dice que ahora hay una crisis ética precisamente porque ha existido ese progreso.
P. Usted dirige una fundación para la ética de los negocios. ¿Le hacen caso?
R. He llegado a recopilar hasta 20 términos de nuestro ámbito en el mundo de la empresa: responsabilidad social corporativa, banca ética, banca solidaria… Ves eso y te dices: ¿cómo es que ha habido una crisis tremenda?
P. ¿Hay sitio para la moral en la lógica del beneficio?
R. Ninguna actividad humana puede quedar más allá del bien y del mal. Uno no se quita la ética como se quita el sombrero. No todo vale. Una empresa debe satisfacer las expectativas legítimas de todos sus afectados. No solo de los accionistas, también de los trabajadores, los clientes, el medio ambiente... El beneficio es el motor, pero la meta debe ser satisfacer esas expectativas.
P. ¿No cree que el motor se ha convertido en el fin?
R. Eso es lo malo. Los autores clásicos de la economía —como Adam Smith, que era catedrático de Filosofía Moral y al que tanto critican— pensaban que si las empresas funcionaban bien habría más riqueza y, por tanto, más igualdad. Si cambiamos el motor por la meta, la empresa se ilegitima desde el punto de vista social. Es ilegítimo y poco inteligente, porque actuar éticamente aumenta la probabilidad de permanecer en el medio y largo plazo.
P. ¿Las empresas llaman a su fundación y les dicen “hágame ética?”.
R. Muchas piden un código y que lo hagamos todo nosotros. Eso no nos interesa. La otra forma es tener reuniones con los jefes, con los trabajadores, con los afectados... También hemos hecho algo en lo que creo que somos los primeros del mundo: una auditoría ética.
P. ¿Para quién?
R. Para Mercadona.
P. ¿Podemos ir al súper con la conciencia tranquila?
R. Yo diría que sí, pero no hagamos propaganda.
P. ¿No teme que les encarguen una auditoría para sacar pecho?
R. Nosotros no ponemos sellos ni damos premios. La responsabilidad social debería ser un instrumento de gestión, una medida de prudencia y una exigencia de justicia. Esta frase me salió una vez de corrido y ha tenido la mar de éxito.
P. Habla usted de justicia y alguna vez ha criticado el uso del término bienestar porque le parece ambiguo.
R. Hablar de bienestar resulta engañoso porque da la impresión de que se van a conseguir sociedades lo más placenteras posibles. Perdón por la cita, pero es de Kant: el bienestar es un ideal de la imaginación mientras que la justicia es una exigencia de la razón. ¿Cómo se imagina uno su bienestar? ¿En una isla del Pacífico con un cocotero? ¿Pero una sociedad está obligada a pagar el cocotero? No, está obligada a pagar las exigencias de justicia de la gente para que ella organice su bienestar, para que elija una vida que luego tenga razones para valorar. Cuando dijeron “no podemos pagar el Estado del bienestar”, tiraron al niño con el agua de la bañera.
P. Para algunos, lo importante es la igualdad de oportunidades; para otros, la igualdad material.
R. Lo que ocurre es que hemos llegado a un nivel excesivo de desigualdad que no solo es injusto en sí mismo sino que pone en peligro la democracia. Cuando Rousseau habla de las bases de la democracia dice que necesita una sociedad medianamente homogénea para que todos quieran empujar en la misma dirección. Las diferencias radicales desaniman. Como dice el premio Nobel de Economía Amartya Sen, la pobreza es falta de libertad.
P. Individualmente y dentro de Foro + Democracia ha hecho usted propuestas de regeneración: primarias obligatorias, listas abiertas y eliminación de la disciplina de voto y de las donaciones anónimas a los partidos... ¿Los políticos le han hecho más caso que los empresarios?
R. Parecido. Lo positivo es que hay una sociedad civil en ebullición. Eso de que los intelectuales están callados es mentira. Hay muchas propuestas que buscan la justicia social.
P. ¿Por qué no las escuchamos?
R. En parte, porque tendemos a dividirlo todo de antemano entre carcas y progres, y eso hace imposible el diálogo. Hay temas que la sociedad estaría dispuesta a discutir pero nos dividimos de entrada. Sin diálogo no hay democracia. Es lamentable la partidización de la vida pública. Dices algo y te contestan: “Eso lo dice el PP”, o “lo mismo dice el PSOE”. No, perdona, esto lo digo yo. Que no nospartidicen.
P. Es imposible hacer ahora una entrevista en España sin hablar de Podemos, pero en su caso tiene sentido porque sus dirigentes citaban en un artículo en este periódico su idea de que en los años ochenta empezó en España una época de “rebajas morales”. ¿Lo leyó?
R. Sí, también citaban la idea de Aranguren de que la democracia se estaba desmoralizando.
P. ¿Y era cierto?
R. En aquellos años empezó la cultura del pelotazo, la idea de que cualquier actuación está bien con tal de conseguir lo que uno busca. Nació el capitalismo de casino, el boom de la construcción. Todo valía con tal de ganar.
P. Usted se fue a Alemania en la Transición en busca de una ética cívica que sustituyera a la moral tradicional. ¿La encontró?
R. Cogí el avión para Alemania el 15 de junio de 1977, el mismo día de las primeras elecciones democráticas, y tuve que votar por correo. Venía el cambio y muchos decían: “Desaparecerá la moral nacional-católica y todo estará permitido, no habrá una ética de todos los españoles”. Nos preguntamos si había una ética cívica —la moral de la vida cotidiana— y, a la vez, una fundamentación para la ética desde un punto de vista filosófico. No son lo mismo. En Alemania encontré la ética del discurso de [Karl-Otto] Apel y [Jürgen] Habermas, y hemos intentado ligar esa rama con la rama española, que es muy buena, la de Unamuno, Ortega, Zubiri, Laín, Marías, Aranguren...
P. ¿Hay que universalizar los valores occidentales o admitir el multiculturalismo?
R. Si son libertad, igualdad y solidaridad, sí. Si son el economicismo y el pelotazo, mejor dejarlos donde están. Y si son los otros, habría que encarnarlos, porque todo el mundo dice: “Los valores occidentales están en peligro”, y los que los estamos poniendo peligro somos nosotros. ¿Igualdad y solidaridad? ¿Dónde están? Los valores occidentales habría que empezar por universalizarlos en Occidente.

(El  País)

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