28 de agosto de 2013

El Papa Francisco ante el tema del aborto

El tema del aborto  requiere una mirada atenta   a todos sus aspectos. No obstante, considero posible un  acuerdo común en puntos éticos de valor  universal. El primero: considerar  básico el derecho de todo ser humano a la vida.

         Pero defender el derecho a la vida no se identifica con la defensa del  proceso embrionario desde su comienzo ni siquiera en pasos posteriores de  su ciclo intrauterino. Es una cuestión abierta, científicamente hablando, en el sentido de que unos ponen un ser humano constituido desde el comienzo y otros no lo ponen hasta las ocho semanas, justo cuando el embrión pasa a ser feto. 

        Muchos estamos convencidos de que, en este punto, puede haber un acuerdo racional, científico y ético prepolíticos, porque la puerta  de que disponemos para entrar en esa "realidad" es común a todos, y no es otra que la de la  ciencia, de la filosofía y de  la ética.

Puerta que vale también para los que se profesan creyentes. La fe, del tipo que sea, no sirve aquí para aclarar el problema del aborto. "No está en el ámbito del Magisterio de la Iglesia el resolver el problema del momento preciso después del cual nos encontramos frente a un ser humano en el pleno sentido de la palabra" (Bernhard Häring, autor de la famosa obra "La ley de Cristo", y acaso el más reconocido moralista de la Iglesia católica).

        “Todo individuo tiene derecho a la vida”, proclama la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art. 3).  Y todo individuo tiene el deber de respetar ese derecho.  Sin embargo, ¿se puede afirmar con seguridad que el proceso embrionario es desde el inicio  un individuo humano?  Resulta, por tanto, crucial averiguar si el proceso del embrión  varía en su desarrollo, admite establecer dentro de él un antes y un después, un antes en que no es individuo y un después  en que lo es. Teoría discutida y discutible, no dogma.

De hecho, siempre existieron en la tradición cristiana teorías diferentes (teoría de la animación sucesiva defendida por Sto. Tomás y teoría de la animación simultánea, defendida por San Alberto Magno) sobre el momento de constitución de la vida humana. Pero, la teología postridentina a la hora de resolver los problemas de la moral práctica ha partido siempre de la animación inmediata.

        Las teorías más modernas afirman que el embrión no es propiamente individuo humano hasta después de algunas semanas.

Como escribe el catedrático Diego Gracia:"La mentalidad clásica , que sobrevalora el genoma como esencia del ser vivo, de tal manera que todo lo demás sería mero despliegue de las virtualidades allí contenidas, es la responsable de que la investigación biológica se haya concentrado de modo casi obsesivo en la genética, y haya postergado de modo característico el estudio del desarrollo, es decir, la embriología. Este estado de cosas no ha venido a resolverlo más que la biología molecular. La biología molecular ha llevado a su máximo esplendor el desarrollo de la genética, en forma de genética molecular. Pero, a la vez, ha permitido comprender que el desarrollo de las moléculas vivas no depende sólo de los genes”. (Diego Gracia, Etica de los confines de la vida, III, p.106).

El aserto clásico de que "todo está en los genes" es verdad sólo en parte y se hizo en detrimento de los factores morfológicos y espaciales, tan importantes en el desarrollo del embrión. Sin estos factores, los genes quedarían sin efecto. Los genes tienen capacidad para formar determinados órganos pero no si no hay inducción, lo cual viene a demostrar que el embrión actúa como un gran campo de fuerzas, en el que cada parte es un momento que está codeterminado por otros y a la vez los codetermina.

Se entiende por tanto que, desde este enfoque, el embrión requiera tiempo y espacio para la maduración de su sistema neuroendocrino y que no se halle constituido desde el primer momento como realidad sustantiva. Los genes no son una miniatura de persona. La biología molecular deja bien claro que, para el desarrollo y la ética del embrión, la información extragenética es tan importante como la información genética, que ella es también constitutiva de la sustantividad humana y que la constitución de esa sustantividad no se da antes de la organización (organogénesis) primaria e incluso secundaria del embrión, es decir, hasta la octava semana.

Queda claro de esta manera que quien siga esta teoría puede sostener razonablemente que la interrupción del embrión antes de la octava semana no puede ser considerada como atentado contra la vida humana, ni pueden considerarse abortivos aquellos métodos anticonceptivos que impiden el desarrollo embrionario antes de esa fecha. Esto es lo que, por lo menos, defienden no pocos científicos de primer orden (Diego Gracia, A. García-Bellido, Alonso Bedate , J.M. Genis-Gálvez, etc).

Esta hipótesis, suficientemente demostrada permite, a quien se apoya en ella, defender como no atentatorias contra la vida y como respetuosas de la vida aquellas acciones que se producen en el proceso constituyente del embrión antes de constituirse en feto, es decir, en estructura clausurada.

La teoría expuesta modifica notablemente muchos puntos de vista y establece un punto de partida común para entendemos, para orientar la conciencia de los ciudadanos, para fijar el momento del derecho a la vida del prenacido y para legislar con un mínimo de inteligencia, consenso y obligatoriedad para todos ante el conflicto de situaciones concretas.

          Y en un Estado democrático, ninguna instancia civil o religiosa puede atribuirse   el poder legislativo,  como si dimanase de sí misma al margen de la realidad  personal de los ciudadanos. La ética debe  determinarse en cada tiempo mediando la racional y responsable participación de los ciudadanos, pues la razón con todo el abanico de sus recursos investigativos es la que, por tratarse de la dignidad humana y de sus derechos, nos habilita para llegar a ellos, explorarlos, entenderlos, valorarlos y acordarlos democráticamente.


               Por lo mismo, aunque en el tema del aborto intervengan instancias civiles y religiosas,  en este caso desde instancias científico-éticas se recorre un camino común, compartible por todos. Sin  negar validez a los credos religiosos, podemos de esta manera  convivir  acordando entre todos lo mejor y lo más ético para cualquiera de los problemas que se planteen a toda Comunidad civil.

(Benjamín Forcano)

27 de agosto de 2013

El Papa Francisco ante el tema de la homosexualidad

“Cuando uno se encuentra con una persona gay, debe                                                                                distinguir entre el hecho de ser gay  del hecho de hacer l                                                      lobby,                   porque ningún lobby es bueno.  Si una persona es gay                                                          y busca al Señor, y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para                                                                  criticarlo? (Papa Francisco, a los periodistas en el avión). 

         En  Occidente la homosexualidad  ha recibido una valoración muy variada. El Dr. John Boswell en su libro “Las bodas de la semejanza” ( 640 páginas) documenta cómo en la Iglesia católica del siglo VI al XII existía  como normal la celebración litúrgica de parejas homosexuales, según ritos y oraciones propias, presididas por un sacerdote. Es, a partir del siglo XIII, que la homosexualidad va revistiendo un carácter de vicio  horrible (pecado nefandum= innombrable), tan horrible  que lo de innombrable no se aplica a otros hechos más graves: “Asesinato, matricidio, abuso de menores, incesto, canibalismo, genocidio e incluso deicidio son mencionables”. ¿Por qué este horror que  convierte la homosexualidad  en el peor de los pecados?

Es también muy común la  opinión de que se elaboró una construcción bíblico- teológica moral justificatoria de  la gravedad de este pecado,  hoy demostrada como  precientífica y opuesta al contexto y sentido de los textos bíblicos y que la dejan desprovista  de este tipo de argumentos para condenarla.

Son de consenso generalizado las conclusiones científicas de que: “Ni desde la medicina, la psicología, la pedagogía, ni con medidas sociales o  legales, ha sido posible cambiar la orientación sexual, aunque intentos no han faltado” (Juan L. T. Herreros, Aproximación a la realidad homosexual” pp. 133-134). Los estudios más diversos confluyen en la tesis  de no poder calificar la homosexualidad como  enfermedad, desviación psicosopática o perversión sexual. La orientación homosexual no afecta  a la sanidad mental ni al recto comportamiento en el grupo social.

En razón de ello, la OMS ha suprimido la homosexualidad de la relación de enfermedades. Y el Consejo de Europa  insta a los gobiernos a suprimir  cualquier tipo de discriminación en razón de la tendencia sexual.

Y, desde la perspectiva  teológica, es bien fundada la posición de quienes sostienen  que  la sexualidad humana no  tiene como modelo natural  exclusivo  la  heterosexualidad  -ese es un presupuesto no probado- sino que se da también la homosexualidad  como una variante natural legítima, minoritaria.

(Benjamín Forcano)


26 de agosto de 2013

La ordenación sacerdotal de la mujer como reto para el Papa Francisco

   

                                   “Creo que aún no hemos hecho una teología profunda de la mujer en                                la Iglesia. En cuanto a la ordenación de las mujeres  la Iglesia ha                                hablaCiertametntedo y dice no. Lo ha dicho Juan Pablo II, pero con                                unaformulación definitiva. Esa puerta está cerrada. Pero quiero                                    decirles algo: la mujer en la Iglesia es más importante que los                                           obispos y los   curas. ¿Cómo? Esto es lo que debemos tratar  de                            explicar mejor.            Creo que falta una explicación teológica sobre esto”.                                (En el encuentro con los periodistas en el avión).

                ¡Esa es muna puerta  cerrada! Ciertamente lo es desde hace más de 20 siglos y  lo sigue siendo. Pero, en el hoy del siglo XXI, es momento de preguntarse por qué está cerrada y si hay motivos para que siga cerrada.

         Todos entendemos que haya podido ser así  por razones de una situación histórico-cultural muy distinta a la nuestra. Situación que ha perdurado hasta hoy, pero no porque fuera una tradición “divino-apostólica” sino por ser una praxis introducida desde el principio por motivos hoy bien conocidos y explicables, pero que en modo alguno permitan elevar esta praxis  a categoría divina y deducir  que la no ordenación de la mujer  “forma parte de la constitución divina de la Iglesia”. Las diferencias entre varón y mujer no son razón para someter la mujer al dominio del varón  y excluirla de algunas tareas eclesiales.

         La Carta Apostólica del Papa Juan Pablo II (30 de mayo de 1994), no aporta nada nuevo, su enseñanza estaba incluida en documentos anteriores, sobre todo en la Declaración del Papa Pablo VI  Inter insigniores de 1976. Ni cuestiona para nada las investigaciones  históricas o bíblicas. Juan Pablo II tuvo, es cierto, la voluntad de zanjar  definitivamente la cuestión entre los fieles de la Iglesia católica. Pero, de inmediato, muchos  comentaristas católicos le replicaron que esta es una cuestión abierta, una doctrina ajena a la Escritura y una verdad no revelada. Por todo ello, no ha podido ser propuesta como una verdad de fe, ni definida como una verdad de magisterio  infalible o ex - cathedra.

         Los argumentos aducidos por la Carta son más  que débiles: el hecho de que Jesús   eligiera entonces  únicamente  a varones, no quiere decir que lo hiciera exclusivamente y para siempre. Esa exclusión a perpetuidad no va incluida en la acción de Jesús. Muchos teólogos y teólogas han probado que no existen objeciones dogmáticas para la admisión de la mujer a la ordenación sacerdotal.  Y los obispos alemanes advirtieron al Papa de la “no oportunidad” de la publicación de esa Carta.

         No es objeto de este mi artículo entrar a describir la enorme literatura teológica que siguió a la publicación de la Carta. Pero quiero destacar algunos aspectos  fundamentales.

         El sacerdocio más que un  derecho personal es una vocación y un servicio a Dios y a la Iglesia. Y queda fuera de toda duda que excluir  a la mujer por razón de su sexo  del ministerio sacerdotal supone de hecho una grave discriminación dentro de la Iglesia. Cristo no excluyó a la mujer del sacerdocio. Dios no hace distinción de personas.

         Como muy bien ha escrito el teólogo Domiciano Fernández: “En la Iglesia católica se ha decidido desde arriba, entre las Congregaciones romanas y el Papa. No se ha tenido suficientemente en cuenta  las opiniones de las diferentes Conferencias Episcopales y de los sínodos  de los obispos celebrados en Roma. Con los documentos pontificios  por delante, se ha limitado la libertad de reflexión  y de expresión de las Iglesias locales y de los teólogos” (Ministerios de la mujer en la Iglesia, Nueva Utopía, 2002, pg. 235).

         Es precisamente este teólogo, que murió sin que le dejaran publicar su libro, a quien me atrevo a recomendar. En opinión de teólogos que lo han  leído, es un libro  espléndido para conocer a fondo esta cuestión,  por su rigurosa documentación histórica y por su mesura e imparcialidad en valorar las razones de una y otra parte.

         Cito como conclusión estas  sus palabras: “Mi actitud fue desde el principio la de estudiar e investigar  estas cuestiones sin prejuicios y sin tomar partido de antemano por ninguna opción concreta, sobre todo en el problema de la posible o no posible ordenación de la mujer. Sin prisas y sin intereses personales de  de ninguna clase,   comencé a estudiar la cuestión  de la Sagrada Escritura y en la tradición de la Iglesia, valiéndome  las monografías y amplios estudios  que han hecho otros autores  sobre estos temas y confrontando las fuentes siempre que me fue posible.

         Pronto me convencí  de que no existía una dificultad  dogmática seria que impida la ordenación sacerdotal de la mujer. No existen argumentos serios  sacados  de la Sagrada Escritura, donde no se plantea esta cuestión. Los argumentos teológicos deducidos de que el sacerdote representa a Cristo varón  y el de alianza nupcial entre Cristo y su Iglesia  (de los que me ocupo  en el capítulo VII) no me parecen convincentes.  Los argumentos  que con tanta frecuencia han dado los Santos Padres y los teólogos, fundados en la inferioridad, en la incapacidad  y en la impureza de la mujer, son inadmisibles  y nos debieran llenar de vergüenza y sonrojo a los crsitianos” (Idem, pp. 11 y 12).  

         “ Muchos años de estudio no han podido  convencer ni a los teólogos ni a los biblistas de que sea expresa voluntad de Cristo  excluir a las mujeres del ministerio ordenado. Los ministerios los ha creado la Iglesia  según las necesidades de los tiempos  y según la cultura de la época. Han cambiado y siguen cambiando.


         Lo que los biblistas y teólogos rechazan y no ven oportuno ni conveniente es que se quiera zanjar  de un modo definitivo la cuestión de principio, cuando no hay argumentos válidos  que fundamenten esta decisión.  Una decisión del Papa no puede convertir en palabra revelada lo que realmente no lo es.  Es un anacronismo  invocar el ejemplo de Cristo o de los apóstoles para deducir  que se trata de una verdad que pertenece al “depositum fidei”. Y si no se trata de una verdad revelada el Papa no tiene autoridad  para proclamarla como infalible o como verdad de fe.  Me parece esencial que haya más  diálogo, más libertad, más espíritu de comunión.  Que Roma no se limite  a proclamar verdades y dar órdenes.  Es necesario es cuchar lo que otros dicen.  Escuchar para reflexionar y aprender , y no sólo para enseñar.  Es importante descubrir  lo que Dios nos habla a través de los signos de los tiempos” (Idem, pp. 271-272). 

(Benjamín Forcano).

25 de agosto de 2013

El Papa Francisco ante el reto de algunos temas de la moral sexual y de la bioética

Este es el tercero de mis artículos sobre el Papa Francisco tras su viaje a Brasil. Y  va a versar sobre temas que él por propia iniciativa ni  mencionó ni  hubiera tratado.  Con ello, se apartó de la práctica de los Papas anteriores que daban realce a estos temas y con frecuencia  recurrían a ellos.

        El Papa Francisco llevaba en su cabeza otras preocupaciones, poco tratadas o muy olvidadas, acaso más importantes y en ellas se iba a centrar. Por otra parte, a estos temas tan manidos, pensaba que poco o nada tenía que añadir, además de que la gente se los sabía de memoria o poco menos :

-¿ Por qué no hablado de ellos?, le preguntó un  periodista en el avión ya de retrono en el viaje.

–“No era necesario hablar de eso, sino de las cosas positivas  que abren camino a los chicos. Además, los jóvenes saben perfectamente cuál  es la postura de la Iglesia.

 – Pero, ¿Cuál es su postura  en esos temas?  

- La de la Iglesia, soy hijo de la Iglesia.

        Menuda respuesta, “La de la Iglesia”. Cualquiera puede intuir que en ella hay un dar largas de momento, considerando que la Iglesia no se identifica con la Jerarquía. Y que, en las cuestiones doctrinales, el papel docente corresponde más bien  a los que han sido autorizados por su formación, dedicación, estudios y títulos reconocidos, no precisamente a la autoridad. Dice el Vaticano II: “Las recientes adquisiciones científicas , históricas o filosóficas plantean nuevos problemas que arrastran consecuencias para la vida  y reclaman  investigaciones nuevas por parte de los téologos” (Gs, 62).  

        Tarea que incumbe también a los obispos: En el cuidado pastoral deben conocerse suficientemente  las conquistas de las ciencias  profanas de modo que también los fieles sean conducidos a una vida de fe más  genuina y más madura” (GS 62) .

        Está claro que , al hablar de esta tarea, el concilio la encomienda sobre todo a los obispos, pero sabedores de que cuando definen una doctrina  lo hacen siempre de acuerdo  con la Revelación, a la cual deben sujetarse y conformarse todos. Por otra parte, y según lo requiere  su cargo y la importancia del asunto, celosamente trabajan  con los medios adecuados a fin de que se estudie como debe esta Revelación y se la proponga apropiadamente” (LG, 25).

        Traería aquí las palabras del obispo Pedro Casaldáliga,  un  obispo pobre, poeta y profeta, libre y ejemplar si los hay: “Con mucha frecuencia los obispos creemos que tenemos la razón, normalmente creemos que la tenemos siempre, lo que pasa es que  no siempre tenemos la verdad, sobre todo la verdad teológica, de modo que pido a los teólogos que no nos dejen en una especie de dogmática ignorancia. Y hablando de los teólogos en España, creo que es de justicia subrayar que hoy en España hay teólogos y teólogas (las teólogas son más recientes)  a la altura de aquel siglo de oro, de las letras y del pensamiento españoles, y ni Italia, ni Francia, ni Alemania, por citar los países más vecinos, dejan atrás ni en número ni en calidad la galería de teólogos que tenemos en España” (En el XVI  Congreso de Teología, Los pobres, interpelación a la Iglesia, Madrid, 1996)  

        No pocos obispos,  sin tiempo para estudiar y lo que es peor sin disponibilidad para ponerse al día con las nuevas investigaciones exegéticas y teológicas, y así promover una vida entre  los fieles más genuina y más madura, se han dedicado, con infantil y roma ignorancia,  a repetir doctrinas caducas y a hacer imposible la vida a los téologos, a quienes enardecidos señalaban (a casi todos los que tuvieron parte activa y relevante en los documentos conciliares) como extraviados y peligrosos.

            Parece que el Papa Francisco dejaba entender todo lo que había ocurrido y no quería precipitarse, como lo haría cualquiera de nosotros que, sin tener en cuenta el bimilenario entramado histórico y las compejidades que le toca abordar,  daríamos respuesta puntual e inmediata.  A sus espaldas, y para quien quisiera oir, resonaban las palabras del Vaticano II, magisterio de primera línea:

-  “Los teólogos podrán empeño en colaborar con los hombres versados en otras disciplinas; poniendo en común sus energías y sus puntos de vista y respetando el método  y exigencias propias de la ciencia teológica, deben buscar siempre el modo más adecuado para comunicar la doctrina con los hombres de su tiempo” (GS, 62). Y aún mas: “La cultura requiere constantemente una justa libertad para desarrollarse, y una legítima facultad de obrar, según sus derechos y sus propios principios; exige respeto y goza de una específica inviolabilidad” GS, 57).

          “Empeño en colaborar, en poner  en común energías y puntos de vista, en adecuar la doctrina a hoy,  en  respetar la específica inviolabilidad de la cultura”. ¿Nuestros dirigentes han tomado en serio estos principios del Vaticano II y los han aplicado? ¿Los conocían?   Creo que el Papa Francisco, si miramos a lo hecho y dicho hasta ahora,  se  mueve en este ambiente y actitud de respeto, de colaboración e integración. No ha sido ese, desgraciadamente,  el clima posconciliar, decididamente contrario y  que tanto anquilosó a la Iglesia.  Ciertamente no lo tiene fácil. Los  40 años de involución posconciliar han calado profundamente en la cristiandad, con una estrategia de nombramientos y contenidos doctrinales que, además de uniformes y con merma de la libertad y pluralidad, daba empuje a los movimientos más conservadores y desactivaban insistentemente el programa y espíritu renovador del Vaticano II.

         Los propósitos y el estilo del papa Francisco difieren enormemente de los anteriores, pero recibe acumulados todos los temas y problemas y, aparte de su interior visión y fortaleza, va a necesitar de unos apoyos y recursos, de todas partes, para llevar a cabo las reformas paralizadas del Vaticano II y las que  últimamente le vienen más urgidas.        No le servirán ni la ligereza ni la impaciencia, sí la clarividencia, la corresponsabilidad de todos, y la firmeza sentida en torno suyo. Muchos, no todos, queremos las reformas, por ellas hemos luchado fieles al Evangelio y al espíritu y pautas del Vaticano II, pero las resistencias pertinaces a  nadie como a él le va a tocar verlas,  sufrirlas y resolverlas.

        El Papa Francisco no quiere enseñar, gobernar, actuar ni gestionar solo. Nos lo ha demostrado.  Cuenta con todos los que han visto que su proyecto es volver a Jesús,  recuperarlo y   anunciar con gran fuerza su gran novedad para hoy y buscar entre todos soluciones, dando  la vuelta a esta sociedad neoliberal desigual y fratricida.


        Sobre los temas que voy a exponer,  la exégesis y teología modernas aportan luces y principios que difícilmente puede ignorar o descuidar un cristiano de hoy.  Yo espero que el Papa Francisco, con la libertad y coherencia que le caracterizan, sabrá abordarlos distinguiendo lo que es y pertenece al Evangelio y lo que es y pertenece al bagaje cultural de la humanidad.  Ambas cosas -Evangelio y Culturas- se han necesitado y relacionado siempre y en cada momento se han implicado para dar respuesta a la búsqueda y problemas del hombre. Hoy, sin desestimar la herencia del pasado, la cribamos y la enriquecemos con los nuevos conocimientos, que nos alumbran espacios o aspectos inéditos de la realidad. 

(Benjamín Forcano. Sacerdote y teólogo).

Los divorciados en la Iglesia, como reto para el Papa Francisco.


                   “La misericordia es más grande para el caso de los divorciados. El cambio de época, unido a otros problemas de la Iglesia, ha dejado muchos heridos. Si el Señor no se cansa de perdonar, nosotros no tenemos más elección que ésta.Y la Iglesia es madre , debe encontrar misericordia para todos. Los divorciados sí pueden hacer la comunión, esto hay que mirarlo en la totalidad de la pastoral matrimonial. Será uno de los temas  a consultar con los ocho cardenales. Es además un tema antropológico y también lo  es el problema judicial de la nulidad de los matrimonios. Todo esto habremos de revisar(En el encuentro con los periodistas en el avión).

                Viejo tema éste que debiera haber recibido ya solución, de haber atendido las enseñanzas de Jesús. El matrimonio, como realidad humana,  existencial, puede presentar dificultades, crisis, incompatibilidades ,  hasta rupturas. Para estos casos, es donde Jesús habla de nos ser crueles e hipócritas ensalzando hasta el absoluto  una ley con detrimernto de otras leyes. El propone el proyecto del matrimonio indisoluble, como un  proyecto ideal, una meta a conseguir, la mejor. Pero, sin perder de vista la condición humana que, por su debilidad e incorregibilidad, puede en ocasiones hacer imposible el logro de ese ideal.

         En tal caso, no se puede seguir afirmando que  la indisolubilidad es una norma siempre iderogable. La situación de  millare y millres de católicos, divorciados y recasados civilmente, es un grito contra ciertas normas  que los condena a vivir fuera de la Iglesia. La connatural libertad y riesgo que acompaña a todo matrimonio  hace que no se lo pueda considerar  como absolutamente indisoluble y que, llegado el caso de un fracaso serio, se lo pueda enmendar  iniciando un nuevo camino. Es un derecho obvio, aunque relativo y condicionado. Y, en este caso,la Iglesia no puede limitarse a dar una solución excepcional para seres excepcionales.  

            “Todo católico tiene el derecho y la necesidad de recibir la Sagrada Comunión. Todos tienen necesidad de participar  activamente en la celebración eucarística, el acto central  de la Iglesia católica y a la vez el signo de unidad con Cristo.  Tienen derecho a ser recibido  con los brazos abiertos  y sinceras muestras de bienvenida, en el seno de la comunidad católica y a tomar parte activa plenamente en las tarea s de la comunidad” (S. Keller, ¿Divorcio y nuevo matrimonio  entre católicos?, Sal Tarrae, Santander, 1976, 7-8).

         En el año 1980, nueve teólogos españoles (José Alonso Díaz, José María Díez Alegría, Casiano Floristan, Benjamín Forcano, Jos I.González Faus, Gregorio Ruiz, Fernando Urbina, Rufino Velasco, Marciano Vidal)  hiceron público un documento   “Preguntas de unos teólogos a sus obispos”, con ocasión de su publicación  “Instrucción “ civil sobre el divorcio.  Dichos  teólogos destacaban que los obispos:

-No haber tenido en cuenta el sentir real  de su comunidad católica,

-Haber preocupado  únicamente  del divorcio  como si se tratara de una ley meramente civil y política.

- Haber dado a entender  que para los católicos no hay ninguna posibilidad de divorcio y ésta era doctrina que debía permancer inmutable.
Y decían los teólogos:

         ” Por supuesto que nosotros no ponemos en duda la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio  tal como aparece en la revelación de Jesús.  Está claro que el modelo de matrimonio  que Jesús anuncia y exige, como conforme a la voluntad divina, es el matrimonio monogámico, indisoluble y que, fundado en un verdadero amor, tiende a hacerse realmente exclusivo, total e incondicional para t seoda la vida.

            Pero esta doctrina de Jesús debe proponer  como un  ideal y una meta hacia la que debe aproximarse toda pareja, sin excluir riesgos, equivocaciones y fracasos y no como una ley absoluta, con la cual toda pareja, por el hecho mismo de casarse,se identifica automáticamente, sin posibilidad de conocer rupturas o incompatibilidades o, por lo menos,  incompatibilidades que hagan inviable esa ley.

          
  Como catolicos deseamos que, en el interior der la Iglesia, se robustezca el derecho a proponer públicamente lo que se piensa, cuando tal pensamiento es no sólo sincero sino objetivamenete fundado., serio, y contribuye a esclarecer  la verdacera doctrina de Cristo y a replantear ciertos  presupuestos y normas de la Iglesia.  ¿Vds. Creen personalmente, cada uno, que la actual disciplina de la Iglesia  sobre este punto es la propia del Evangelio, la que responde a la vida y enseñanza de Jesús? No les parece que la Iglesia debería enfrentarse ahí, radicalmente  consigo misma”? Tenemos que mirar a lo que pasa en nuestra propia Iglesia, con la realidad de tantos matrimonios fracasados, acaso sin esperanza de recuperación, y por eso ya práctiacamrne divorciados, pero canónicamente condenados”.

(Benjamín Forcano)

13 de agosto de 2013

Errores y mentiras en los medios sobre el accidente de tren en Santigo


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El 15 de abril de 1912, la mañana después del hundimiento del Titanic, el Baltimore Evening Sun publicó un reportaje en portada que titulaba “A salvo todos los pasajeros del Titanic”. La realidad fue que murieron en el naufragio más de 1.500 personas.
A la hora de cubrir tragedias, la prensa ha cometido numerosos errores de este tipo a lo largo de la historia. Y los seguirá cometiendo. En ocasiones, el medio reconoce el error. En otras, no; y pasan a convertirse en informaciones falsas. Algunas, intencionadamente.
La tragedia del accidente de tren en Santiago de Compostela del pasado 24 de julio ha dejado en evidencia una cobertura de los hechos cuanto menos cuestionable, por parte de algunos medios. Analizamos el caso más llamativo, el del periódico ABC.
La construcción del relato del “maquinista culpable”
El código deontológico de la Federación de Asociaciones de Periodistas Españoles (FAPE) incluye en su punto 5 lo siguiente:
“El periodista debe asumir el principio de que toda persona es inocente mientras no se demuestre lo contrario y evitar al máximo las posibles consecuencias dañosas derivadas del cumplimiento de sus deberes informativos. Tales criterios son especialmente exigibles cuando la información verse sobre temas sometidos al conocimiento de los Tribunales de Justicia”.
Si bien es cierto que el respeto a la presunción de inocencia es un problema muy habitual de los medios de comunicación, en el caso que nos ocupa, el incumplimiento de este mandato ha sido especialmente grosero.
Múltiples medios, intentando preservar impoluta la imagen de la Alta Velocidad Española (AVE) como joya de la Corona de la depauperada Marca España, vieron la posibilidad de volcar toda la responsabilidad sobre el maquinista. Es importante señalar que esto se produce en un momento en el que un consorcio de 11 empresas, entre las que se encuentran ADIF y RENFE, opta a un contrato de 12.000 millones de euros en Brasil para la construcción de una línea de Alta Velocidad entre Rio de Janeiro y Sao Paulo. La concesión del contrato se falla el 19 de septiembre.
El fallo humano del maquinista, que circulaba a 190 kilómetros por hora cuando la velocidad de paso por A Grandeira era de 80, es posible. E, incluso, pudiera ser que sí, que fuera el único responsable de la tragedia, al margen del resto de posibles fallos y problemas. Pero lo cierto es que no está probado, que el maquinista no ha declarado ante el juez, que las cajas negras todavía no han mostrado su contenido a los investigadores, que los peritos e ingenieros no han dado un informe sobre las verdaderas causas del accidente.
Nada de esto ha importado en los últimos días para que ciertos medios hayan condenado al maquinista frente a la opinión pública, no sólo con datos verificados, sino incluso con manipulaciones, falsedades y, lo que es más grave, mentiras.
ABC y la foto de Facebook
El diario ABC publicó una noticia el día siguiente del accidente con una foto de la cuenta de Facebook del maquinista, en la que se veía el velocímetro de un tren que circulaba a 200 kilómetros por hora. Fue, sin duda, el punto clave en el que el relato del “maquinista culpable” alcanzó su cúspide.
El rotativo hacía así noticia de un hecho de dudoso carácter informativo, con la intención de hacer responsable al maquinista del accidente. Un tren circulando a 200 km/h es algo muy normal. A los maquinistas de alta velocidad se les paga por conducir a esas velocidades. De hecho, en el tramo previo al accidente, según marca la hoja de ruta, el tren debe circular a 220 km/h. Por eso se llama “Alta Velocidad”. El diario ignoró además un comentario de la misma foto el maquinista que señalaba que no podía ir a más velocidad porque si no le multaban.
Falseo de un entrecomillado
Lo más grave de esta noticia fue la manipulación del entrecomillado en el titular:
“Qué gozada hacer saltar el radar a la Guardia Civil. Menuda multa para RENFE”.
En realidad, el maquinista había escrito en una conversación en su cuenta de Facebook lo siguiente:
“QUE GOZADA SERIA IR EN PARALELO CON LA GUARDIA CIVIL Y PASARLESHACIENDO SALTAR EL RADAR JEJE MENUDA MULTA PARA RENFE JEJE”.
Un entrecomillado debe recoger literalmente lo dicho por el maquinista y no se puede hacer ninguna modificación que cambie el significado y la intención del declarante. El hecho de cambiar el tiempo verbal del condicional al presente es sintomático de la intencionalidad que se buscaba en el titular. Convertir algo que jamás se produjo en un hecho. Insinuar la culpabilidad del maquinista por un hecho pasado independiente y sin relación con la tragedia.
El periodista David Randall, en su manual sobre periodismo El periodista Universal, dice al respecto de las citas entrecomilladas:
“Dos pequeñas marcas en los extremos opuestos de una serie de palabras indican que lo que hay entre ellas es una reproducción literal de lo que se dijo. No una versión editada, una exposición pasada a limpio o resumida. Tampoco lo que alguien quiso decir, o habría dicho si hubiera sido suficientemente culto como para emplear frases gramaticales correctas. Se trata de una reproducción exacta, palabra por palabra y sílaba por sílaba, de lo dicho”.
El Manual de estilo de El País recoge:
“Las comillas deben emplearse sólo para encerrar frases reproducidas textualmente”.
El de La Voz de Galicia:
“En los textos se usarán comillas para indicar que lo que comprenden es una cita textual”.
En el caso de ABC, no se puede concluir que se tratase de un error. La periodista que redactó la noticia defendió su trabajo: “No hay nada manipulado. Está el literal de la captura de una red pública”. Algo que a la luz de los hechos es claramente falso.
Muchos otros medios recogieron la dudosa noticia de la foto del Facebook del maquinista, pero no falsearon sus declaraciones.
Además, ABC no sólo recogió la cita falseada de Facebook. Horas después, la portada de la edición en papel del mismo periódico -a pesar de haberlo podido corregir- incluyó el mismo titular entrecomillado falso haciendo al maquinista culpable de la tragedia.
La detención ordenada por el juez
Otro de los casos de errores manifiestos en la información sobre el maquinista del Alvia accidentado se dio en el momento de su detención.
A las 21:52 horas del 25 de julio, ABC titulaba en su página web: “El juez ordena la detención del maquinista del convoy siniestrado en Galicia”. El texto incidía en la orden que el juez instructor había dado para que se detuviese al maquinista. El texto estaba publicado casi una hora después de que el Tribunal Superior de Justicia de Galicia (TSTG) hubiese mandado un comunicado que posteriormente fue publicado en la web del Poder Judicial, en el que negaba taxativamente que el juez hubiese ordenado detención alguna.
Extraña mucho que ABC no tuviese el comunicado del TSJG que negaba la detención del maquinista por parte del juez. El hecho es que, después, el titular y el cuerpo de la noticia fueron modificados, incluyendo, entonces sí, que la detención fue realizada por la Policía, no por el juez.
Pudiera parecer un error menor, si no tenemos en cuenta que el cuerpo de policía forma parte del Ministerio del Interior y el juez instructor no, circunstancia de unas connotaciones políticas nada desdeñables.
Las causas de un accidente de este tipo son vitales para la construcción del relato y la historia que ayude al lector a comprender un hecho de este tipo, tanto las inmediatas y particulares, como las generales. El problema es que conocer las causas de un evento de este calado suele llevar mucho tiempo, un tiempo que los medios de comunicación no respetan. En su manual de periodismo, David Randall incide en que no hay que tener prisas en asignar culpas.
Lamentablemente, ABC tiene experiencia en la asignación de culpas prematuras. El 28 de noviembre de 2009, en su portada de la edición de papel, llevaba la foto de Diego P.V. acompañado del siguiente texto: “La mirada del asesino de una niña de tres años. Tenerife llora la muerte de Aitana, que no superó las quemaduras y los golpes propinados por el novio de su madre”.
Diego fue puesto en libertad a los pocos días y la autopsia reveló que su muerte se debió a una caída accidental desde un columpio. El diario ABC destrozó la vida de un joven por no respetar la presunción de inocencia. Algunos creyeron que aquella portada cambiaría el modo en que algunos medios y periodistas realizan su trabajo. El tiempo ha demostrado que la ignominia es perenne.


5 de agosto de 2013

Todo mucho más claro

Con el barullo continuo de los titulares sobre la corrupción y sobre la impunidad de casi todos los que la cometen es posible que pase inadvertida la desaparición de la asignatura de ética en el plan de reforma de la enseñanza que ha presentado el Gobierno. Una ventaja de esta época sombría es que la desvergüenza de los que mandan se ha vuelto tan absoluta que ya no hacen falta especiales sutilezas para adivinar los propósitos de sus actos, y ni los más incautos corren peligro de engañarse sobre ellos. A los que mandan y a los que aspiran a mandar en España, o en los territorios que en el futuro próximo logren venturosamente liberarse de ella, que exista una asignatura dedicada al estudio de la rectitud en los comportamientos privados y públicos les debe de parecer tan cómico como la idea de que los corruptos vayan a la cárcel, o de que los pobres tengan el mismo derecho a la educación que los ricos, o de que la salud sea un bien tan valioso y tan primordial para la dignidad humana que no se la puede degradar sometiéndola a las leyes del beneficio privado.
En otras épocas, las personas de inclinaciones progresistas gastaban tremendas energías intelectuales en adiestrarse en la sospecha, en buscarle las vueltas sucias a las estrategias del poder, queriendo desenmascarar los intereses ocultos que actuaban detrás de apariencias intachables. Todo ese esfuerzo se ha vuelto superfluo. No hay nada que desenmascarar porque nadie pierde el tiempo ya en disimulos superfluos. Ladrones confesos de miles de millones de euros salen a la calle por esa otra célebre puerta por la que decían antes que escapaban al castigo los chorizos de medio pelo. Y si son condenados tampoco hay que alarmarse: vendrá un indulto oportuno, un tercer grado benévolo, porque en la cárcel sólo se quedan los pobres. Y nunca faltarán leales que reciban al ladrón liberado como un mártir de la causa, o de la patria. La llegada del verano no ha menguado el flujo de la desvergüenza pública. Patriotas catalanes con una nómina de ladrones en sus filas ponían cara de integridad herida al exigir responsabilidades por los suyos al partido del Gobierno central. Los mismos que bloqueaban la aparición del presidente del Gobierno en el Parlamento español exigían investigaciones parlamentarias sobre la corrupción en el Parlamento andaluz. Dice Pascal que la noción de verdad o justicia cambia según el lado del río fronterizo en el que uno se encuentre. Los corruptos de un lado señalan acusadoramente a los ladrones del otro, y ya ni se fijan en que en el calor teatral de sus aspavientos todos muestran por igual semejantes vergüenzas.

Todo ha estado mucho más claro este mes de julio, y lo estará más aún cada día, cada semana que pase. Gracias a las serviciales normas del Gobierno las compañías eléctricas no tendrán ni siquiera que preocuparse de la modestísima competencia que les harían esas personas cándidas empeñadas en instalarse unos paneles solares en el tejado o un molino eólico en el jardín. Quien paga manda. Se abandona a las librerías a su suerte y se suprimen las compras de libros y las suscripciones a revistas en las bibliotecas públicas, pero el presidente de la Comunidad de Madrid inaugura con pompa el almacén de Amazon. Instituciones científicas que han tardado décadas en alcanzar su pleno rendimiento irán a la ruina por los recortes del Gobierno, pero rebajas fiscales de centenares de millones de fondos públicos subvencionarán los casinos y los prostíbulos de Eurovegas.Ya todo está a la vista. El ex ministro de Industria se coloca estupendamente en una de las opulentas empresas a las que benefició con ejemplar descaro cuando ejercía su cargo. Los mismos políticos madrileños que dedicaron sus mandatos a sabotear la sanidad pública cobran sin disimulo de las empresas que saquearán los despojos de la privatización. Nada menos que el presidente del Tribunal Constitucional es militante de cuota del partido que lo ha nombrado. Y no creo que haya en Europa otro ejemplo de un gobierno que dedica sus esfuerzos coordinados a desproteger el patrimonio y destruir precisamente aquellas riquezas educativas, empresariales, culturales y científicas que más podrían ayudarnos a corregir los errores económicos que nos han llevado al desastre. El sonriente ministro de Educación presenta una reforma que agravará la ignorancia, y que al reducir casi hasta la extinción las humanidades, señaladamente la ética y la historia de la filosofía, servirá para que cada vez haya menos ciudadanos críticos y más súbditos. Reduciendo ayudas al estudio y al mismo tiempo exigiendo másteres de pago se privatiza de hecho la enseñanza universitaria y se establecen diferencias en gran medida irreparables entre quienes carecen de medios y quienes pueden costearse las credenciales carísimas que facilitan el acceso a buenos puestos de trabajo. Las autoridades culturales y económicas se alían con éxito para estrangular del todo el teatro y el cine y perjudicar en lo posible una de las pocas industrias internacionales y competitivas que tenemos, que es la editorial. Y paso a paso se asfixia nada menos que uno de los logros más incontestables, más fértiles, más vitales de la democracia, el tejido de la investigación científica, que junto al patrimonio histórico y las industrias educativas y culturales —incluido el valor económico de la enseñanza del español— era lo más sólido y lo más prometedor que teníamos, nuestra mejor esperanza de una economía que no se basara tan calamitosamente como hasta ahora en la especulación inmobiliaria, y el turismo de masas.


Para esto hemos quedado. Los que puedan pagárselo aprenderán idiomas sin acento y obtendrán títulos en universidades y escuelas de negocios que les aseguren su posición de privilegio. Los que tengan talento pero carezcan de medios deberán aguantarse o irse. Gracias a la desprotección de los pocos tramos de costa todavía no arrasados más pronto o más temprano volverá a haber algunos empleos en la construcción, y, al menos mientras no acaben las convulsiones en los países musulmanes del Mediterráneo, seguirá habiendo trabajo temporal y no cualificado en la hostelería turística. Una nueva economía del conocimiento empezará a florecer pronto en las afueras de Alcorcón, en un ámbito laboral libre de molestias sindicales y hasta de leyes contra el tabaco: albañiles, camareros, croupieres, animadoras y guardas de seguridad de clubes de alterne, porteros de discoteca.Y las transmisiones en directo de encierros y las multitudes internacionales de borrachos de los sanfermines aseguran el éxito global de la ya célebre marca España: probablemente en ningún otro país es más barato beber alcohol hasta perder el conocimiento, quemarse al sol y practicar el vandalismo. Casi cada día de julio, en la prensa extranjera, aparecían fotos de nuestro país: caras de acusados de corrupción saliendo de los juzgados, toros y juerguistas amontonados en Pamplona. Que viva España.

La verdad es que a ninguno de ellos le hará falta haber estudiado ética, ni historia de la filosofía. Ni literatura, ni física, ni geografía, ni ortografía…
(Antonio Muñoz Molina. El País)

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