“Cuando
uno se encuentra con una persona gay, debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer l lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al Señor, y tiene buena voluntad,
¿quién soy yo para criticarlo? (Papa Francisco, a los periodistas en el avión).
En
Occidente la homosexualidad ha
recibido una valoración muy variada. El Dr. John Boswell en su libro “Las
bodas de la semejanza” ( 640 páginas) documenta cómo en la Iglesia católica
del siglo VI al XII existía como normal
la celebración litúrgica de parejas homosexuales, según ritos y oraciones
propias, presididas por un sacerdote. Es, a partir del siglo XIII, que la
homosexualidad va revistiendo un carácter de vicio horrible (pecado nefandum= innombrable),
tan horrible que lo de innombrable no se
aplica a otros hechos más graves: “Asesinato, matricidio, abuso de menores,
incesto, canibalismo, genocidio e incluso deicidio son mencionables”.
¿Por qué este horror que convierte la
homosexualidad en el peor de los
pecados?
Es también muy común
la opinión de que se elaboró una construcción bíblico- teológica moral
justificatoria de la gravedad de este
pecado, hoy demostrada como precientífica y opuesta al contexto y sentido
de los textos bíblicos y que la dejan desprovista de este tipo de argumentos para condenarla.
Son de consenso
generalizado las conclusiones científicas de que: “Ni desde la medicina, la psicología, la pedagogía,
ni con medidas sociales o legales, ha
sido posible cambiar la orientación sexual, aunque intentos no han faltado”
(Juan L. T. Herreros, Aproximación a la realidad homosexual” pp.
133-134). Los estudios más diversos confluyen en la tesis de no poder calificar la homosexualidad
como enfermedad, desviación
psicosopática o perversión sexual. La orientación homosexual no afecta a la sanidad mental ni al recto
comportamiento en el grupo social.
En razón de ello, la OMS ha suprimido la homosexualidad de la relación de enfermedades.
Y el Consejo de Europa insta a los gobiernos a suprimir cualquier tipo de discriminación en razón de
la tendencia sexual.
Y, desde la
perspectiva teológica, es bien
fundada la posición de quienes sostienen
que la sexualidad humana no tiene como modelo natural exclusivo
la heterosexualidad -ese es un presupuesto no probado- sino que
se da también la homosexualidad como una
variante natural legítima, minoritaria.
(Benjamín Forcano)
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