27 de agosto de 2013

El Papa Francisco ante el tema de la homosexualidad

“Cuando uno se encuentra con una persona gay, debe                                                                                distinguir entre el hecho de ser gay  del hecho de hacer l                                                      lobby,                   porque ningún lobby es bueno.  Si una persona es gay                                                          y busca al Señor, y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para                                                                  criticarlo? (Papa Francisco, a los periodistas en el avión). 

         En  Occidente la homosexualidad  ha recibido una valoración muy variada. El Dr. John Boswell en su libro “Las bodas de la semejanza” ( 640 páginas) documenta cómo en la Iglesia católica del siglo VI al XII existía  como normal la celebración litúrgica de parejas homosexuales, según ritos y oraciones propias, presididas por un sacerdote. Es, a partir del siglo XIII, que la homosexualidad va revistiendo un carácter de vicio  horrible (pecado nefandum= innombrable), tan horrible  que lo de innombrable no se aplica a otros hechos más graves: “Asesinato, matricidio, abuso de menores, incesto, canibalismo, genocidio e incluso deicidio son mencionables”. ¿Por qué este horror que  convierte la homosexualidad  en el peor de los pecados?

Es también muy común la  opinión de que se elaboró una construcción bíblico- teológica moral justificatoria de  la gravedad de este pecado,  hoy demostrada como  precientífica y opuesta al contexto y sentido de los textos bíblicos y que la dejan desprovista  de este tipo de argumentos para condenarla.

Son de consenso generalizado las conclusiones científicas de que: “Ni desde la medicina, la psicología, la pedagogía, ni con medidas sociales o  legales, ha sido posible cambiar la orientación sexual, aunque intentos no han faltado” (Juan L. T. Herreros, Aproximación a la realidad homosexual” pp. 133-134). Los estudios más diversos confluyen en la tesis  de no poder calificar la homosexualidad como  enfermedad, desviación psicosopática o perversión sexual. La orientación homosexual no afecta  a la sanidad mental ni al recto comportamiento en el grupo social.

En razón de ello, la OMS ha suprimido la homosexualidad de la relación de enfermedades. Y el Consejo de Europa  insta a los gobiernos a suprimir  cualquier tipo de discriminación en razón de la tendencia sexual.

Y, desde la perspectiva  teológica, es bien fundada la posición de quienes sostienen  que  la sexualidad humana no  tiene como modelo natural  exclusivo  la  heterosexualidad  -ese es un presupuesto no probado- sino que se da también la homosexualidad  como una variante natural legítima, minoritaria.

(Benjamín Forcano)


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