25 de agosto de 2013

Los divorciados en la Iglesia, como reto para el Papa Francisco.


                   “La misericordia es más grande para el caso de los divorciados. El cambio de época, unido a otros problemas de la Iglesia, ha dejado muchos heridos. Si el Señor no se cansa de perdonar, nosotros no tenemos más elección que ésta.Y la Iglesia es madre , debe encontrar misericordia para todos. Los divorciados sí pueden hacer la comunión, esto hay que mirarlo en la totalidad de la pastoral matrimonial. Será uno de los temas  a consultar con los ocho cardenales. Es además un tema antropológico y también lo  es el problema judicial de la nulidad de los matrimonios. Todo esto habremos de revisar(En el encuentro con los periodistas en el avión).

                Viejo tema éste que debiera haber recibido ya solución, de haber atendido las enseñanzas de Jesús. El matrimonio, como realidad humana,  existencial, puede presentar dificultades, crisis, incompatibilidades ,  hasta rupturas. Para estos casos, es donde Jesús habla de nos ser crueles e hipócritas ensalzando hasta el absoluto  una ley con detrimernto de otras leyes. El propone el proyecto del matrimonio indisoluble, como un  proyecto ideal, una meta a conseguir, la mejor. Pero, sin perder de vista la condición humana que, por su debilidad e incorregibilidad, puede en ocasiones hacer imposible el logro de ese ideal.

         En tal caso, no se puede seguir afirmando que  la indisolubilidad es una norma siempre iderogable. La situación de  millare y millres de católicos, divorciados y recasados civilmente, es un grito contra ciertas normas  que los condena a vivir fuera de la Iglesia. La connatural libertad y riesgo que acompaña a todo matrimonio  hace que no se lo pueda considerar  como absolutamente indisoluble y que, llegado el caso de un fracaso serio, se lo pueda enmendar  iniciando un nuevo camino. Es un derecho obvio, aunque relativo y condicionado. Y, en este caso,la Iglesia no puede limitarse a dar una solución excepcional para seres excepcionales.  

            “Todo católico tiene el derecho y la necesidad de recibir la Sagrada Comunión. Todos tienen necesidad de participar  activamente en la celebración eucarística, el acto central  de la Iglesia católica y a la vez el signo de unidad con Cristo.  Tienen derecho a ser recibido  con los brazos abiertos  y sinceras muestras de bienvenida, en el seno de la comunidad católica y a tomar parte activa plenamente en las tarea s de la comunidad” (S. Keller, ¿Divorcio y nuevo matrimonio  entre católicos?, Sal Tarrae, Santander, 1976, 7-8).

         En el año 1980, nueve teólogos españoles (José Alonso Díaz, José María Díez Alegría, Casiano Floristan, Benjamín Forcano, Jos I.González Faus, Gregorio Ruiz, Fernando Urbina, Rufino Velasco, Marciano Vidal)  hiceron público un documento   “Preguntas de unos teólogos a sus obispos”, con ocasión de su publicación  “Instrucción “ civil sobre el divorcio.  Dichos  teólogos destacaban que los obispos:

-No haber tenido en cuenta el sentir real  de su comunidad católica,

-Haber preocupado  únicamente  del divorcio  como si se tratara de una ley meramente civil y política.

- Haber dado a entender  que para los católicos no hay ninguna posibilidad de divorcio y ésta era doctrina que debía permancer inmutable.
Y decían los teólogos:

         ” Por supuesto que nosotros no ponemos en duda la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio  tal como aparece en la revelación de Jesús.  Está claro que el modelo de matrimonio  que Jesús anuncia y exige, como conforme a la voluntad divina, es el matrimonio monogámico, indisoluble y que, fundado en un verdadero amor, tiende a hacerse realmente exclusivo, total e incondicional para t seoda la vida.

            Pero esta doctrina de Jesús debe proponer  como un  ideal y una meta hacia la que debe aproximarse toda pareja, sin excluir riesgos, equivocaciones y fracasos y no como una ley absoluta, con la cual toda pareja, por el hecho mismo de casarse,se identifica automáticamente, sin posibilidad de conocer rupturas o incompatibilidades o, por lo menos,  incompatibilidades que hagan inviable esa ley.

          
  Como catolicos deseamos que, en el interior der la Iglesia, se robustezca el derecho a proponer públicamente lo que se piensa, cuando tal pensamiento es no sólo sincero sino objetivamenete fundado., serio, y contribuye a esclarecer  la verdacera doctrina de Cristo y a replantear ciertos  presupuestos y normas de la Iglesia.  ¿Vds. Creen personalmente, cada uno, que la actual disciplina de la Iglesia  sobre este punto es la propia del Evangelio, la que responde a la vida y enseñanza de Jesús? No les parece que la Iglesia debería enfrentarse ahí, radicalmente  consigo misma”? Tenemos que mirar a lo que pasa en nuestra propia Iglesia, con la realidad de tantos matrimonios fracasados, acaso sin esperanza de recuperación, y por eso ya práctiacamrne divorciados, pero canónicamente condenados”.

(Benjamín Forcano)

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