27 de marzo de 2014

La mayor (y más silenciada) causa del crecimiento de las desigualdades

Las desigualdades en la mayoría de países a los dos lados del Atlántico norte, Norteamérica y la Unión Europea, han crecido enormemente, alcanzando unos niveles nunca vistos desde principios del siglo pasado, cuando tuvo lugar la Gran Depresión. Este crecimiento ha sido particularmente acentuado en los países conocidos como PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España), que se convierten en GIPSI cuando se añade Italia.

¿Por qué este crecimiento tan notable?
Existe ya toda una extensa bibliografía que intenta explicar este hecho. Una síntesis de las distintas razones que se han dado aparece en el discurso que el Premio Nobel de Economía, James Alexander Mirrlees, dio con motivo de su ingreso a la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras, y que se publicó en La Vanguardia el 23 de marzo de 2014. Es un resumen de lo que constituye la sabiduría convencional en el conocimiento económico actual. El problema que conlleva y reproduce este conocimiento hegemónico es que ignora el contexto político, que condiciona y determina el conocimiento económico.
Por ejemplo, una de las explicaciones que se han dado con mayor frecuencia paraexplicar la disminución de los salarios (una de las mayores causas del crecimiento de las desigualdades) es la globalización económica, con la movilidad de capitales que se desplazan a países de bajos salarios para abaratar sus productos. Pero esta explicación ignora que los países escandinavos como Suecia o Noruega, por ejemplo, están entre los países más globalizados del mundo. Es decir, sumando sus exportaciones e importaciones se alcanzan los porcentajes del PIB  de los más altos existentes en el mundo. Debido a su pequeño tamaño, la economía de estos países está enormemente integrada y globalizada. Y, en cambio, sus salarios están entre los más elevados del mundo. Y ello se debe a que el mundo del trabajo y sus instrumentos políticos y sindicales son muy fuertes y han ejercido una fuerte influencia sobre sus Estados.
Estos datos muestran que no es la globalización económica en sí, sino la manera como se realiza tal globalización, la que determina el nivel salarial. En otras palabras, son las variables políticas (lo que se llama el contexto político) las que determinan el fenómeno  económico (y no a la inversa). Esta realidad constantemente es olvidada incluso por autores progresistas, como Christian Felber, que en su conocido libro La economía del bien común apenas toca el contexto político, reduciendo su libro a un tratado de ingeniería económica sin considerar las variables políticas que harían posible su realización.
Por qué los indicadores de desigualdad que se utilizan no nos sirven para entender la desigualdad
Esta ignorancia o desconocimiento del contexto político ha llevado al establecimiento de unas ciencias económicas que nos limitan en el entendimiento de las desigualdades. Comencemos por el estudio de los indicadores de desigualdad. El más común para medir las desigualdades de renta es el coeficiente de Gini, que intenta medir el nivel de desigualdades mediante un valor que va de 0 a 1. 0 quiere decir igualdad completa y 1 desigualdad total. En general, el Gini es más bajo en los países escandinavos que en los países PIGS o GIPSI.
Ahora bien, sin negar que este indicador pueda sernos útil, la realidad es que la información que nos proporciona es muy limitada, pues no nos señala por qué este nivel está donde está ni por qué varía. Para poder entender y, por lo tanto, medir mejor las desigualdades, hay que comenzar por entender de dónde proceden las rentas. Y las dos fuentes más importantes son la propiedad del capital, por un lado, y el mundo del trabajo, por otro. Es decir, la desigualdad en la distribución de las rentas depende primordialmente de la distribución de la propiedad del capital y de la distribución de las rentas del trabajo. La relación de poder entre las fuerzas del capital, por un lado, y las fuerzas del trabajo, por otro, es lo determinante en la distribución de las rentas en un país. La evidencia de que esto es así es abrumadora y, en cambio, el lector raramente lo leerá en los mayores medios de información.
En realidad, este hecho es una de las razones que explica la falta de atención (cuando no abierta hostilidad) que el tema de las desigualdades tiene dentro de lo que se llaman “ciencias económicas”. Como dijo hace unos años el Premio Nobel de Economía Robert Lucas (miembro del consejo científico de uno de los centros más importante y prestigiosos de investigación económica en España, la Barcelona Graduate School of Economics) “una de las tendencias perniciosas y dañinas en el conocimiento económico… en realidad, venenosa para tal conocimiento, es el estudio de temas de distribución” (Robert Lucas, “The Industrial Revolution: Past and Future”. Annual Report 2003 Federal Reserve Bank of Minneapolis, May 2004).
A los economistas próximos al capital les molesta que se investiguen las causas de las desigualdades pues la evidencia científica muestra que la principal causa de su crecimiento ha sido, precisamente, el enorme crecimiento de las rentas del capital a costa de las rentas del trabajo, hecho que es consecuencia del gran dominio de las instituciones políticas y mediáticas por parte del capital, dominio que ha diluido y violado el carácter democrático de las instituciones representativas de los países donde el crecimiento de las desigualdades ha tenido lugar (ver el excelente libroCapital in the Twenty-First Century, de Thomas Piketty, 2014).
Es más, el protagonismo del capital financiero (y muy en particular de la banca) dentro del capital, junto con el descenso de las rentas del trabajo, generador del descenso de la demanda, explica el comportamiento especulativo de ese capital, origen de la enorme crisis, tanto financiera como económica (y, por lo tanto, política), que estamos viviendo. El lector puede así entender por qué el Sr. Lucas y un gran número de economistas próximos al capital no quieren ni oír hablar de temas de desigualdades, porque, por poco que se mire, se ve claramente el origen de tanto sufrimiento que las clases populares están padeciendo, que no es otro que el enorme dominio que el capital tiene sobre las instituciones del Estado.
La concentración del capital
Permítanme que me extienda en estos puntos. Es bien sabido que la propiedad del capital está mucho más concentrada que la distribución de las rentas. Así, el 10% de la población en la mayoría de países de la OCDE (el club de países más ricos del mundo) tienen más del 50% de la propiedad del capital. En España, uno de los países con mayor concentración, tiene alrededor del 65% (tabla 7.2 en el libro de Piketty). Por otra parte, la mitad de la población en su conjunto no tiene ninguna propiedad: en realidad, está endeudada. De esta concentración se deriva que cuanto mayor es el porcentaje de las rentas que derivan del capital, mayor es la desigualdad en la distribución de las rentas. Es lo que solía decirse que cuanto mayor poder tiene la clase capitalista (término que ya no se utiliza por considerárselo “anticuado”), mayores son las desigualdades en un país.
Naturalmente que estas desigualdades entre el mundo del capital y el del trabajono son las únicas que explican las desigualdades de renta en un país. Pero sí que son las más importantes. Les siguen las desigualdades dentro del mundo del trabajo, que se reflejan predominantemente en la extensión del abanico salarial. Pero incluso estas dependen de las fuerzas derivadas del capital. Cuanto mayor es el poder de la clase capitalista, mayor es la dispersión salarial, hecho que la economía convencional atribuye a su hincapié en estimular la eficiencia económica, aun cuando la evidencia científica muestra que no hay ninguna relación entre dispersión salarial y eficiencia económica. En realidad, algunas de las empresas más eficientes (como las cooperativas del grupo Mondragón) son las que tienen menor dispersión salarial. El objetivo de esta dispersión no es económico sino político: el de dividir y, por lo tanto, debilitar al mundo del trabajo.
Esta observación, por cierto, explica las limitaciones de aquellos autores que ciñen la definición del problema al 1% de la sociedad, eslogan generado por el movimiento Occupy Wall Street y que ha sido importado a España. El sistema económico se sostiene precisamente por la lealtad del siguiente 9% superior de renta, que deriva sus rentas del trabajo, pero cuyo poder y permanencia dependen de su servicio al 1%. Los grandes gurús mediáticos, por ejemplo, reciben salarios elevadísimos cuya cuantía no deriva de su competencia o eficiencia, sino de su función reproductora de los valores que favorecen los intereses del 1%.
En conclusión, las causas de las desigualdades son políticas y tienen que ver predominantemente con el grado de influencia política que los propietarios del capital tienen sobre los Estados. Cuanta mayor es su influencia, mayor es la desigualdad social. El hecho de que estas hayan crecido enormemente desde los años 80 se debe al cambio político realizado por el Presidente Reagan y la Sra. Thatcher –la revolución neoliberal–, que fue y es la victoria del capital sobre las fuerzas del trabajo, victoria que continúa debido a la incorporación de los partidos de centroizquierda gobernantes al esquema neoliberal promovido por el capital. Cada una de las políticas neoliberales (los recortes del gasto público y transferencias sociales, la desregulación del mercado de trabajo, el debilitamiento de los sindicatos, la descentralización e individualización de los convenios colectivos, la bajada de salarios y otras medidas) repercute en el beneficio del capital y su concentración a costa de las rentas del trabajo. Son políticas claramente de clase que no se definen con este término por considerarlo “anticuado”. Es precisamente resultado de la enorme influencia del capital que tal terminología se considere anticuada. Es predecible que los portavoces del capital así lo presenten, pero es suicida que los portavoces de las izquierdas, en teoría próximas a las clases populares, también consideren estos términos anticuados. Confunden antiguo con anticuado. La ley de gravedad es antigua pero no es anticuada. Si usted lo duda es fácil de comprobar: salte de un cuarto piso y lo verá. Y esto es lo que está ocurriendo con gran número de las izquierdas gobernantes en España y en Europa. Están cayendo del cuarto piso y todavía no se han dado cuenta del porqué. Le agradecería al lector que les enviara este artículo.
(VicenÇ Navarro. Público)

26 de marzo de 2014

La Dignidad y la Desvergüenza

“La ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos humanos son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción de los gobiernos”. Con esta consigna arrancaba hace más de dos siglos, en las calles de París, una de las Marchas por la Dignidad que mayor huella dejaría en la historia de la humanidad. La semana pasada, esas palabras volvieron a resonar, en diferentes lenguas, entre las miles de mujeres, hombres y niños que, desde diferentes rincones del Estado, ocuparon las calles de Madrid para alzarse contra el despojo de sus derechos más elementales. Dignidad, dignidá, dignitat, dignidade, duitasuna.
Esta exigencia de dignidad, de respeto, es la respuesta a una política que pretende convertir el miedo en una categoría central de la vida cotidiana. El miedo al endeudamiento, al desahucio, al exilio forzoso, a la pérdida de unos ahorros o de un empleo cada vez más miserables. Esta política del miedo, de la ignorancia y del desprecio por los derechos, tiene dos caras. Una, la de los antisociales decretos leyes de los viernes, la de las contrarreformas laborales, la de la conversión de la vivienda en un lujo para pocos, la del asalto privatizador a la sanidad y a la educación, la de los 200.000 millones de euros para la banca. La otra, la represiva. La que arma a la policía hasta los dientes y la lanza como un mastín desbocado, babeante, contra una ciudadanía indefensa. La que siempre tiene a mano una reforma amenazadora del Código Penal, de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, de las infames leyes de Seguridad Ciudadana y de Seguridad Privada, de la Ley del Aborto.
Quienes impulsan esta política del miedo son gente creyente, como el Ministro Fernández Díaz, que encomienda a Santa Teresa la resolución de la crisis mientras recibe a los desesperados en Ceuta y Melilla con vallas cortantes y disparos. También son gente piadosa, como el Ministro Ruiz Gallardón, artífice de una justicia para ricos y del enésimo intento de controlar el cuerpo de las mujeres, comenzando por las más pobres, por las que nunca podrán burlar la ley en clínicas privadas de pago.
Esta gente creyente, esta gente piadosa, autorizó a la policía a irrumpir en Madrid con balas de goma y gases lacrimógenos mientras las integrantes del Coro de la Solfónica, dirigida por Sonia Megías, gritaban “estas son nuestra armas”, enseñando sus instrumentos y las partituras. Esta gente creyente, esta gente piadosa, toleró infiltraciones, cargas desmesuradas y permitió que decenas de detenidos tuvieran que permanecer siete horas contra una pared y con los brazos en alto en los calabozos de Moratalaz, sin poder ir al servicio, sin beber ni comer hasta el día domingo. Y esta misma gente ordenó a la policía que disolviera la concentración legítima de apoyo y de solidaridad con quienes, en la más absoluta impotencia, habían visto avasallados sus derechos.
Da igual que el Comisario Europeo de Derechos Humanos, Nils Muiznieks, haya pedido, hace solo unos meses, el fin de la impunidad con la que las autoridades españolas suelen tratar los abusos policiales en manifestaciones y comisarías. Da igual que desde el Consejo General de Poder Judicial se hayan confirmado muchos de los vicios de inconstitucionalidad que las asociaciones de derechos humanos señalaron en la llamada Ley Mordaza. Da igual también que hasta los sindicatos policiales cuestionen la política irresponsable de unos altos mandos empeñados en presentar todo acto de protesta como una conspiración terrorista o filonazi.
Esta imperturbabilidad, esta incapacidad para rectificar, es consustancial al Régimen del miedo, del desprecio por los derechos, tan necesario cuando lo que se pretende es blindar privilegios que solo pueden prosperar en las alcantarillas del poder, sin luz pública alguna. De ahí el sutil pero efectivo golpe mediático que se ha producido en los últimos meses. El que permite a los grandes periódicos y televisiones silenciar y ridiculizar la protesta social. La de ahora y la de siempre. La hipócrita e interesada recuperación de la figura Adolfo Suárez como emblema de un “Consenso sin conflicto” tiene ese propósito. Borrar la memoria de la presión en la calle que forzó al Régimen franquista a abrirse más de lo que hubiera querido, y evitar, claro, que esta presión pueda llegar a imponer hoy la ruptura democrática que entonces no se consiguió.
En un momento de desasosiego social muy profundo, la Marcha por la Dignidad ha espoleado la esperanza de miles de personas que asistían impotentes, atemorizadas, a la expropiación de sus derechos y de la capacidad de decidir sobre sus vidas. Ese grito de esperanza tendrá continuidad en decenas de actos y manifestaciones como la que tendrá lugar este sábado en Barcelona paradenunciar las políticas represivas y apoyar a quienes, hace más de dos años, rodearon el Parlament de Catalunya para impugnar los presupuestos más anti-sociales aprobados desde tiempos del franquismo. Cada uno de estos actos, cada una de estas manifestaciones, será una confirmación, modesta pero irrevocable ya, del viejo aforismo del cardenal de Retz: cuando los que mandan pierden la vergüenza, los de abajo pierden el respeto. No se trata más que de eso: de exigir dignidad, de plantar cara, a una gente que lo ha hecho todo por convertirse en la encarnación más acabada de la desvergüenza.
(Jaume Asens y Gerardo Posarello. Público).

10 de marzo de 2014

¿Qué dedo me corto que no me duela?

Comunicado del SAT Universidad de Sevilla
caraB3web_1Cuando una hija le pregunta a su madre o a su padre que a quién quiere más, si a su hermano o a ella misma, lo normal es que la madre responda con otra pregunta “¿qué dedo me corto que no me duela?”.
Como se viene denunciando desde antes del comienzo de la crisis y sus “medidas de ajuste”, el poder económico está empeñado en demostrar, por la fuerza, lo que lleva anunciando desde siempre: lo público no funciona, está mal gestionado, es ineficaz... Durante años, cuando lo económico parecía ir bien, la realidad se empeñaba en no ajustarse a estas proclamas. Desde el comienzo de la democracia hasta el inicio de la crisis los servicios públicos han incrementado su eficacia, tanto en la calidad y cantidad de los servicios como en sus beneficios sociales y su universalidad.
Pero la cantinela estaba ahí: la ineficacia de lo público frente a la sacrosanta eficacia de lo privado. Con la crisis, con la ruptura de la madre de todas las burbujas financieras, el poder económico ha visto la oportunidad de forzar la realidad para que se parezca a su discurso. Es claro que los recortes en servicios sociales no persiguen lo que dicen: el ajuste del gasto público para frenar el endeudamiento. Más bien al contrario, estos ajustes han traído un menor ingreso del Estado. Cada euro recortado en servicios es un euro que no paga impuestos y, sobre todo, que no va al consumo privado. Siendo esto así, ¿cuál es la verdadera intención del recorte? No puede ser otra que forzar la ineficacia del servicio público.
En esta situación nos encontramos ahora, por ejemplo, al diseñar la docencia de nuestra Universidad para el próximo curso. Una de las imposiciones de los recortes ha sido la subida de la dedicación docente máxima de 240 a 320 horas anuales. Dado que ni el Gobierno Central ni el Andaluz permiten contratar profesorado, más allá de algunas interinidades, una de las pocas formas en la que se puede mantener la docencia por debajo de 240 horas anuales es disminuir el número de grupos de docencia, opción por la que parece se está inclinando el Equipo de Gobierno de nuestra Universidad.
Y así llegamos a la pregunta-respuesta inicial “¿qué dedo me corto que no me duela?”. ¿Que es preferible? Si se aumenta el número de alumnos por grupo, la calidad de la docencia se ve perjudicada y, en consecuencia, el servicio prestado por la Universidad; pero si se mantiene el mismo número de grupos aumentando la docencia del profesorado, la calidad de la docencia, de la investigación y de la gestión pueden verse perjudicadas y, en consecuencia, el servicio prestado por la Universidad. “¿Que dedo me corto?”. Sea como sea el objetivo está cumplido: forzar que la Universidad, como servicio público, sea ineficiente como el poder económico venía diciendo.
Y todo esto por los recortes promovidos por el Estado desde 2010, pero también por la acción del Gobierno Andaluz, autodenominado de izquierdas, que con su “tasa de no reposición” no permite la contratación de profesorado desde hace años. Según datos de la Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo, la Universidad de Sevilla perderá 1.172 profesores en la próxima década. Tristemente, el gobierno bipartito de PSOE e IU en la Junta de Andalucía participa activamente en la degradación de los servicios públicos.
¡NO A LOS RECORTES, VENGAN DE DONDE VENGAN!
¡NO A LA DEGRADACIÓN DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS!
¡NO AL PAGO DE LA DEUDA ILEGÍTIMA!

7 de marzo de 2014

No sé nada de Ucrania

Lo confieso: no sé nada de Ucrania. Pero sí sé mucho de lo que pasó en Irak, y en Kosovo, y en Afganistán, y en todas las guerras lanzadas por Estados Unidos y/o la OTAN desde finales del siglo pasado hasta hoy. No sé nada de Ucrania, aunque algo voy sabiendo. Por ahora hay conjeturas, unas pocas certezas, muchas sospechas. Pero no quiero que dentro de unos años, cuando ya no tenga remedio, acabe sabiendo lo que en otras guerras supimos a toro pasado: que en Irak no había armas de destrucción masiva, que en Kosovo no había un genocidio en marcha, que en Afganistán lo de menos era la “lucha contra el terrorismo”. O que en Ucrania no hubo pacíficos ciudadanos masacrados por policías represores. La máquina bélica de desinformación trabaja a pleno rendimiento en Ucrania y alrededores desde hace meses. Ya no sirve el viejo tópico de que la primera víctima de la guerra es la verdad: en las guerras actuales, cuando empiezan los disparos la verdad es un cadáver del que no quedan ni los huesos. Y el caso de Ucrania no parece una excepción. Una vez más, nos encontramos con un país que para su desgracia es pieza fundamental en el tablero geopolítico. Lo de menos es la libertad de los ucranianos, pues las ganancias o pérdidas de EEUU, la Unión Europea, la OTAN o Rusia son de otro nivel. Una vez más, como en casos anteriores, nos encontramos con un escenario propicio, donde aparecen oprimidos y opresores (que los hay en Ucrania, aunque cada uno trace la línea divisora según sus intereses), oligarquías manejables (e intercambiables), agravios históricos, divisiones étnicas y potencias extranjeras metiendo dinero y manejando peones locales. El terreno perfecto para la intoxicación informativa que necesita toda guerra hoy. Por tener, tenemos hasta a Rusia, contra la que ya traemos de casa la rusofobia puesta, esos pérfidos rusos que en las pelis hablan arrastrando mucho las erres. No hace falta que me convenzan de lo malo que es Putin. Pero si de injerencias militares hablamos, no es peor que cualquier presidente norteamericano o que no pocos primeros ministros británicos y europeos. Aunque desde aquí no podamos hacer mucho, yo me conformo con no dejarme engañar. Y no es poco. Me conformo con no olvidar cómo en todas las guerras anteriores hubo publicistas dedicados a vendernos la necesidad de guerra, y cómo nos sirvieron pruebas falsas, masacres sin autoría clara, paripés diplomáticos, retorcimientos de la legalidad internacional, y mucha emoción, intriga, dolor de barriga, que el espectáculo siempre ayuda. ¿Por qué Ucrania iba a ser la excepción? Precisamente Ucrania, que pone en juego un movimiento de fichas de alto voltaje, tan grande que seguramente no terminará en guerra porque ninguna de las partes desea una guerra así, no ahora. Pero si hubiera guerra, aunque fuese a escala controlada, yo no me resigno a ser de nuevo espectador de bombardeos en prime time, ni a ver de nuevo “daños colaterales”, ni que el resultado final sea, como en las guerras precedentes, otro país condenado a la violencia y la miseria por décadas, sin rastro de la libertad prometida. Estoy seguro de que hay muchos ucranianos hartos de ser gobernados por delincuentes y que aspiran a algo más que sobrevivir. Pero no entran en los planes de la OTAN, la UE ni el FMI que ahora ofrecen rescatarlos. No sé nada de Ucrania, y hago lo posible por saber, leyendo a quienes sí saben. Y asumo que algunas las sabré después. Cuando sea demasiado tarde. Si ustedes tampoco saben nada de Ucrania, al menos están a tiempo de saber lo que pasó en guerras anteriores, si es que no lo saben ya. Y créanme: lo que descubran sobre Irak o Kosovo les será muy útil para entender qué pasa en Ucrania. (Isaac Rosa. Eldiario.es)

6 de marzo de 2014

Privatización de los registros civilies


 
 
PRIVATIZACIÓN DE LOS REGISTROS CIVILES
Información importante a tener en cuenta

 
             Sabía usted que el Registro Civil es un Registro público y gratuito desde su creación en el año 1870?

 
             Sabía usted que el Ministro de Justicia, Alberto Ruíz Gallardón, quiere privatizarlo y que sean los Registradores de la Propiedad los que lleven el Registro Civil?

 
             Sabía usted que, si sucede tal cosa, tendrá que pagar como mínimo entre 20 y 30 euros por las partidas de nacimiento, de matrimonio, de defunción…

 
             Sabía usted que las aplicaciones informáticas del Registro Civil costaron a todos los españoles unos 130 millones de euros, y quese pondrán gratuitamente a disposición de los Registradores de la Propiedad?

 
             Sabía usted que los funcionarios que llevan el Registro Civil continuarán en los Juzgados, por lo que la medida no supondrá ningún ahorro?

 
             Sabía usted que el Presidente del Gobierno, dos de sus hermanos y la nuera de Gallardón son Registradores de la Propiedad?

 
             Sabía usted que el lobby registral de los hermanos Rajoy ya había reclamado al anterior Gobierno la entrega de la llevanza del Registro Civil de forma que ese servicio público pasara a ser otro negocio privado de explotación comercial de los registradores de la propiedad?

 
             Sabía usted que el número de Registradores de la Pro­piedad de toda España no llega a 800?

 
             Sabía usted que los Registradores de la Propiedadprestan un servicio público en régimen de monopolio y perciben sus retribuciones directamente de los usuarios privados o públicos?

 
             Sabía usted que el beneficio industrial de los registradores en cada uno de sus registros es del 60% y que con la asunción del Registro Civil, las gananciasestimadas a repartir entre 800 registradores de la propiedad se acercaría a los 180 millones de euros más al año?

 
             Sabía usted que esos 180 millones los pagaríamos los ciudadanos en forma de arancel registral?
             Sabía usted que en toda Europa los registradores son asalariados del Estado?

 
             Sabía usted que la legislación hipotecaria que aprobó el propioMariano Rajoy siendo Ministro de Administraciones Públicas del Gobierno Aznar, legitimó la posibilidad de que un Diputado o un Ministro pueda seguir siendo titular del Registro de la Propiedad teniendo a un compañero que le “lleva” el Registro mientras él está en la política?

 
             Sabía usted que, según denuncia la Asociación de Usuarios de Registros, Rajoy mantiene la plaza como registrador en Santa Pola, que le ha procurado unos 20 millones de euros (más de tres mil trescientos millones de pesetas)?

 
Pues si no lo sabía, ahora ya lo sabe. Y ya que lo sabe,cuénteselo a su familia, a sus amigos, a sus compañeros de trabajo, a sus vecinos… y digamos de una vez: ¡¡¡BASTA!!!

Campus McDonald's

Una de las cosas que se le ha ocurrido al Gobierno del Estado para la "estrategia de emprendimiento y empleo joven del Ministerio de Empleo y Seguridad Social" ha sido llamar a McDonald's (sí, como leen) para que organice por las universidades jornadas de que ayuden a los jóvenes universitarios a orientarse en el mercado laboral (exáctamente lo que están leyendo, no es broma).

El único sitio en el que, hasta ahora, se ha organizado ha sido en la Universidad Politécnica de Valencia. Me congratula ofreceros el siguiente vídeo para que veáis el recibimiento que algunos jóvenes dieron a las jornadas.

Un compañero propone los siguientes lemas para las jornadas:

"Encuentra tu empleo basura entre comida basura"

"Under size your salary while super size you"

"Si explotamos tu colesterol, ¿por qué no explotar tu trabajo?"

Desde luego, si esto es todo lo que tienen que ofrecer a los jóvenes, me parece a mí que lo de la recuperación no se lo creen ni ellos.

Rebelion

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