Ha comprado dos botellas de aceite de un litro,
un paquete de azúcar, pan y unas naranjas.
Debe de rondar los setenta años,
saca del refajo un pañuelo y cuenta las monedas.
-Me pregunto si su idea de riqueza
coincidirá con la mía-
La cajera, con el desprecio bien aprendido hacia los que ya no son útiles,
productivos, esclavos como ella, me dice
que lleva cinco años comprando lo mismo
-cuando no hay que dárselo fiado-
Recoge la bolsa, avanza en falso hacia la puerta
y vuelve arqueando las piernas, el luto,
la babucha rota,
se iza sobre sí misma
y me dice que ha votado a Felipe,
que le dio la paga.
Extraño pueblo el de España
tan poco acostumbrado a la justicia.
Antonio Orihuela
un paquete de azúcar, pan y unas naranjas.
Debe de rondar los setenta años,
saca del refajo un pañuelo y cuenta las monedas.
-Me pregunto si su idea de riqueza
coincidirá con la mía-
La cajera, con el desprecio bien aprendido hacia los que ya no son útiles,
productivos, esclavos como ella, me dice
que lleva cinco años comprando lo mismo
-cuando no hay que dárselo fiado-
Recoge la bolsa, avanza en falso hacia la puerta
y vuelve arqueando las piernas, el luto,
la babucha rota,
se iza sobre sí misma
y me dice que ha votado a Felipe,
que le dio la paga.
Extraño pueblo el de España
tan poco acostumbrado a la justicia.
Antonio Orihuela
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