4 de abril de 2014

La guerra de Rouco

Un conocido periodista decía que Rouco iba sembrando cizaña en vez de semilla. Hay que tener maldad para celebrar un funeral de Estado, por un personaje como Adolfo Suárez, y el aniversario del final de la Guerra Civil, para decir lo que dijo, faltando el respeto a España, al difunto y a su familia.

Yo entiendo que Rouco añore la Guerra Civil. La más beneficiada fue la Iglesia, a la que Franco cubrió de dinero, de privilegios medievales, y a la que entregó la educación ética, moral, religiosa y cultural de dos generaciones de españoles.

Conozco y soy amigo de curas y de monjas que han estado y están en África, Latinoamérica, la India, etc, que se juegan la vida y la salud por la verdadera Iglesia. La de Rouco no es ésta. La de Rouco es la de la algarabía, la de la influencia en las leyes de un gobierno de meapilas, la de manifestaciones en contra de Zapatero, que por cierto subió la asignación de la Iglesia del 0´5% al 0´7%.

En España, desde el Medievo, la Iglesia es una especie de fulana mantenida a la que el Estado asigna piso y nómina. Cuando paseamos por las cunetas y campos de España pisamos sobre más de 100.000 españoles asesinados, que siguen sepultados. Sólo por respeto a ellos, Rouco debería callar.

Rouco me produce pena. Quiso ser un pastor y se quedó en un simple arrea-ovejas. Para ser pastor hay que tener más categoría moral. Adiós al más talibán de la Iglesia, pero no nos hagamos ilusiones, ya lo dice el refrán: "la zorra cambia de pelo, pero no cambia de costumbres".

(Pedro Campo Rol. "20 Minutos")

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