12 de diciembre de 2014

Pablo Iglesias, un enemigo a eliminar por los mediocres


Observo con atención el proceso que está sufriendo Pablo Iglesias. Como releer un libro, como tener un déjà vu. Acaba de empezar y algunos ya intuimos, como el propio Pablo, lo que va a suceder durante los próximos meses.
Vivimos en un país que no perdona el éxito. Dicho de otro modo, la forma de interpretar las cosas se suele basar en la máxima de “tu éxito es mi fracaso” y así nos va. Como el chiste que cuenta que un feriante vendía cangrejos alemanes y españoles, los tenía en unas grandes vasijas. Los cangrejos alemanes estaban tapados y los españoles estaban en la vasija abierta. La niña preguntona se acercó para saber por qué esta diferencia de trato. El feriante le explicó: “los cangrejos alemanes se organizan, se ayudan, subiendo unos encima de otros consiguen salir del ánfora y, si no la cierro, se me escapan. Sin embargo, los cangrejos españoles no permiten que ninguno consiga subir, en cuanto uno sobresale ellos mismos tiran de sus patitas y lo hacen descender. Por eso no me hace falta tapar la vasija.”
Recuerdo mi primera conversación con Pablo, sé bien que es persona de ley. Un currículum excepcional, joven, comprometido, valiente y buena persona. Alguien que, sin duda, para los mediocres, es un enemigo a eliminar.
Estas conclusiones las saqué mucho antes de que apareciese Podemos. Y cuando decidió dar el paso me alegré sinceramente, porque representa lo que siempre he defendido y lo que creo que necesitamos en este país. Defendemos lo mismo, nos preocupa lo mismo, y hemos apostado por dar la batalla desde lugares diferentes pero con idénticos objetivos. Es obvio que hay muchas diferencias, pero en lo que me ocupa al escribir estas líneas creo estar cargada de razones para entender lo que sucede y apoyar sinceramente a una persona que ha llegado con ganas a levantarle las faldas a las viejas estructuras.
Hace casi dos años comíamos juntos en medio de mi personal vorágine. Aquél día Pablo me vio sobrepasada, cansada, ciertamente asustada y llena de ganas para cambiar las cosas. En aquél momento yo aún no era consciente de todo lo que vendría después, y él tampoco.
En tan sólo unas semanas comencé a vivir mi particular caza de brujas. Titulares falsos en los medios de comunicación que me acusaban de cosas terribles, sin pruebas, que fueron poco a poco desmentidas en algún rincón de esos medios. Mucha gente quiso creer que yo viajaba en primera clase, que cobraba sueldos astronómicos, que mis propios compañeros me querían expulsar…. Tahures de los medios de comunicación alimentaron las mentiras para intentar hacerme caer dentro de la vasija. Sus mentiras se amasaban entre las propias filas, las de mi partido, y salían muchas de ellas envasadas desde la calle Ferraz. No fueron pocos los periodistas que, agobiados por las barbaridades que les hicieron escribir aquéllos días me llamaban para disculparse, para contarme quién les había pedido cargar las tintas contra mi. Me costó comprender todo aquello, me dolió descubrir quiénes estaban detrás.
Un tiempo en el que en cada momento saltaba una historia, que daba lugar a miles de comentarios, que después se convertirían en preguntas en las charlas que he ido dando. Como una gota incesante, una y otra vez he tenido que dar explicaciones sobre historias inventadas. Dicha una mentira es muy difícil que la verdad limpie su mancha.
Según iba descubriendo intereses y engaños, fui comprendiendo el por qué del cuestionable nivel de la mayoría de nuestros políticos. Gentes grises que gestionan su influencia a base de urdir insidias, tejiendo grandes mantos de mentiras que como una red tiran sobre quienes llegamos con las manos limpias para señalarles con el dedo.
Tan pronto pueden hacer de ti una persona casi inhumana, una suerte de héroe, como con la misma velocidad comienzan a hacerte aguadillas que no cesarán hasta verte lejos de sus intereses. Todos ganan en esta historia, pues los medios de comunicación llenan titulares a costa de las modas y los que te consideran enemigo hacen todo lo posible para quitarte del medio. Y desgraciadamente, de eso se trata: conseguir audiencia cuando interesa aplaudirte, para después, conseguir audiencia cuando interesa aplastarte mientras unas sombras van alimentando a las pirañas.
Son los mismos, siempre los mismos, los que no quieren que nada cambie. Los que no quieren dejar de manejar los hilos en la sombra y solamente apoyarán a quienes se dejen manejar.
No hay nada peor que salir valorado muy positivamente en una encuesta. Recuerdo que justo antes de que la tormenta se desatase sobre mí, tuve la “mala suerte” de ser la segunda política mejor valorada, tras Eduardo Madina. Ahí la “niña descarada” dejó de hacerle gracia a algunos para ponerme en el centro de la diana. De nada les sirvieron las suculentas ofertas, de nada les sirvió intentar hacerme callar. A pesar de las dificultades decidí ser fiel a mis principios costase lo que costase. Y me tocó sufrir: bien saben los que me quieren que cuando se trata de tirar piedras algunos hicieron una labor encomiable. No dejaron un hueco por inspeccionar. Y a falta de escándalos reales solamente cabía inventarlos.
Recibí una llamada aquéllos días, justamente antes de comer con Pablo. Alguien que había sido un referente, tanto para él como para mí. Me quiso avisar de lo que pasaría, me quiso advertir de que el enemigo estaba en casa y de que la orden de abrir fuego se había dado ya. No podía imaginar hasta el punto que llegarían.
Y ahora observo cómo todo vuelve a empezar. Esta vez no soy yo, son Errejón, Iglesias, gente joven y con ganas que ha sabido hacer peligrar las sillas de los dueños del teatro.Afortunadamente han sabido con tiempo lo que vendría y a pesar de ello, dudo que las balas de las mentiras y los dardos envenenados no les hieran.
Por suerte lo que no te mata te hará más fuerte. Y quizás aquéllos no saben que sus ataques han servido para cargarnos de razones y, además, que algunos sintamos solidaridad y decidamos apoyar a los que ahora están recibiendo los ataques.
No seré yo el cangrejo que les haga caer. Porque nos han metido en esta cazuela y han puesto a hervir el agua. Si no nos organizamos y nos ayudamos a subir, al final, nos coceremos para ser merendados. Dependerá, sin duda, de que no permitamos cerrar la vasija, de que no dejemos caer a los que venimos con ganas a defender lo que es justo para todos.

(Beatriz Talegón. Elplural.com)

No hay comentarios:

Rebelion

Web Analytics