10 de abril de 2006

Misión en Marbella

Alguien dijo hace tiempo que "el poder corrompe, y el poder absoluto, corrompe absolutamente". Lo sucedido en Marbella parece actualizar esta sentencia y, lo que es peor, nos sugiere que siempre ha sucedido así y seguirá sucediendo.

Pero el gran problema es que los autores del descomunal desfalco seguían en sus cargos, con la sospecha, por parte de los votantes, de que podía estar ocurriendo algo así (si no con la certeza) pero les votaban por su interés particular.

Si los electores continúan buscando, con su voto, su interés individual por encima de su concepto de "la mejor sociedad posible", tarde o temprano el mundo entero será una auténtica "misión en Marbella". Sólo faltará Torrente.

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