22 de octubre de 2011

La política hipócrita

Duran i Lleida da con el lema que resume esta campaña: “Si explicase cuáles son mis ideas perdería las elecciones”. Es el cinismo al cuadrado, la hipocresía superlativa: no sólo oculta lo que piensa, sino que se regodea en ello. La frase es de una soberbia insultante para el votante medio, que Duran retrata como a un niño pequeño, como a un débil mental, al que mejor no decir la verdad, no vaya a ser que se asuste y llore.

Otro ejemplo del mismo problema. Habla Mayor Oreja, a cuenta del final de ETA: “Yo puedo ser más libre en mis apreciaciones, pero Rajoy no, porque su primera obligación es ganar los comicios”. Y no pasa nada por decir estas cosas, asumir abiertamente que algunos políticos en campaña callan o mienten. Sale gratis, o incluso rentable, como le saldrá al PP presentarse a las elecciones con un programa donde la propuesta más concreta es que hace falta “un gobierno como dios manda”, formado por “los mejores” y que “genere confianza y empleo”. Y que se porte bien, y sea bueno.

Mientras la derecha calla para poder arrasar el 20-N, algunos de los más nefastos empresaurios (quiero pensar que son una minoría) escriben su carta a los reyes magos. La patronal ha desvelado sus recetas para salir de la crisis: despido aún más barato; bajar los impuestos, pero crear un impuesto nuevo a los enfermos (ellos lo llaman copago); privatizar lo que sea rentable; mermar los servicios sociales y, de postre, recortar los derechos constitucionales a la huelga y a la representación sindical, no vaya a ser que alguien se queje. Por este camino, en la España que nos espera, los halcones y hurones del aeropuerto sin aviones de Castellón serán de los trabajadores mejor pagados.

(Ignacio Escolar. Público)

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