4 de septiembre de 2013

Carta de una empleada pública a la Consejera de Fomento

Esta mañana he recibido esta carta de una empleada pública a la Consejera de Fomento. Conozco a la autora y se de su compromiso y buen hacer durante 28 en la Consejería, tanto en la edición de publicaciones como en cooperación internacional. Pero no la reproduzco aquí porque la conozca sino porque su causa me parece justa y los medios de que ella dispone para hacerse oir escasos. Los míos no lo son mucho más, pero le cedo este espacio y lo difundo por las redes. Cuando uno se presenta a unas elecciones presentando como programa la rebelión contra la política de recortes debe ser coherente y ejercer con valentía y decisión esa rebeldía. No hacerlo, y justificar desde el poder la política de recortes, es contribuir al descrédito de la política en general y difundir el desesperanzador, y falso, mensaje, de que no hay alternativas. No podemos permitir esto. Por otra parte, la Junta de Andalucía ha justificado los recortes salariales a los funcionarios como medida necesaria para cumplir el compromiso no despedir a ningún empleado público. Este despedido, que no es un caso aislado, como los recortes de personal “silenciosos” en sanidad y educación, demuestran que también en esto mintieron.
“Esto es Así”
Carta abierta a la Consejera de Fomento y Vivienda
Doña Elena Cortés

Mi nombre es Magdalena Torres Hidalgo. En octubre de 1985 fui llamada a través de una oficina de empleo para trabajar en esta Consejería en tareas relacionadas con el patrimonio arquitectónico andaluz, en su investigación y difusión a través de la edición de publicaciones, trabajo que se amplió posteriormente al ámbito de la cooperación internacional para el desarrollo. Hoy día, los temas culturales no están de moda, y la solidaridad internacional menos, y en los tiempos que corren son probablemente una cuestión menor dentro de los grandes objetivos sociales que abarca Fomento y Vivienda, pero siguen estando dentro de las competencias que le encomendó en su día el pueblo andaluz a través de su Parlamento, comprendiendo el valor que tiene para cualquier comunidad conocer y preservar su herencia histórica.
En esta tarea, y defendiendo “lo público”, tanto en el ámbito andaluz como en el de la cooperación internacional, con profesionalidad y honestidad, he pasado prácticamente mi carrera laboral, ajena a otros intereses y creyéndome protegida por el trabajo bien hecho y por los acuerdos laborales para nuestra estabilidad comprometidos y firmados por la Junta de Andalucía.
Después de 28 años, el pasado día 2 de septiembre esta Consejería me ha despedido para situar en mi puesto de trabajo a un abogado funcionario de carrera cuya competencia en el ámbito del patrimonio y de las publicaciones desconozco, aunque no dudo que la tenga.
Hasta ese día formaba parte de una minoría, los interinos, denostada y abandonada por todos, funcionarios, políticos, sindicatos… Hemos sido considerados unos “enchufados”, a pesar de nuestros esfuerzos, de acceder a través de un sistema público de empleo, aunque sea diferente, de demostrar nuestra capacidad y dedicación durante años… y de no haber tenido oportunidad, algunos de nosotros, de realizar nuestro trabajo desde un puesto estable al ignorar la Administración en el plano funcionarial nuestra especialidad, no crear puestos específicos y no convocar, por tanto, oposiciones para ellos.
Nos han desplazado, degradado, bajado el sueldo, y ahora, sin piedad, nos despiden.
Despedir a gente cualificada para entregar ese puesto de trabajo a otros cuyos méritos están aún inéditos no debe ser, ni en época de crisis y de recortes, ni demasiado sensato ni demasiado justo. Pero a la administración andaluza, de un tiempo a esta parte, parece no importarle.
Ciertamente, a los políticos de la Consejería este despido les parece “muy injusto”, pero aun pareciéndoles “muy injusto” lo aceptan, lo rubrican y lo ejecutan. Han olvidado que el que consiente y firma tiene tanta responsabilidad como el que ordena.
¿Cómo justifica esto una izquierda en cuya honestidad algunos aún confiábamos? ¿Dónde han quedado los mensajes electorales de Izquierda Unida acerca de la destrucción de empleo?
Ahora formáis parte del poder, de ese poder que toma decisiones y las lleva a la práctica a costa de personas como yo. Probablemente, al ser una minoría, sin fuerza alguna de presión y sin repercusión mediática, no somos más que “daños colaterales” que tenéis que aceptar para seguir estando ahí, pero el tamaño de la injusticia no importa, sigue siendo inaceptable.
Hay líneas que una formación progresista, que se supone que defiende a los débiles, nunca debería traspasar.
A los ingenuos como yo, no nos cabe por fin más remedio que entender, ahora sí, que en la política actual no hay excepciones, que estas cosas pasan, que “Esto es Así”.

(Esteban de Manuel)

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