La red mediática occidental incrementa su guerra contra el régimen
de Bachar
Al Assad. Sería un milagro que la gente no lo detestara
después de todos los crímenes que, sistemáticamente, se le vienen atribuyendo.
Una guerra no se puede llevar a cabo sin antes falsear la realidad de lo que
ocurre y lograr que, inconscientemente, la opinión pública la haga suya. Pero,
pese a todo, medios sirios e internacionales han demostrado con comisiones de
inspectores y expertos, con testimonios e imágenes directas, que la oposición
está importada y armada desde fuera, y coordinada por gobiernos que dicen
representar a Estados democráticos y de derecho.
Desde el
inicio, la oposición está nutrida de bandas o escuadrones que asedian, roban,
queman, bombardean y matan a cuantos no se pasan a la oposición. Y nuestra
prensa exhibe a diario , como derechos humanos triturados, lo que es terrorismo
disfrazado de Estado, en este caso de Estados Unidos, Inglaterra, Francia… La
alerta lanzada por quienes conocen de cerca lo que está ocurriendo en Siria
sirve para denunciar que la guerra actual en Siria está emprendida desde fuera
y en contra del sentir mayoritario de la población, que no busca para nada el
bien del pueblo sirio ni su libertad, ni la democracia ni los derechos humanos
.
Curiosamente,
los cristianos de Oriente todos apoyan a Bachar al Assad, pues saben que
respeta a todas las religiones. La Iglesia Católica siria hace tiempo que ha
instado a los países occidentales que interrumpan el suministro de armas a los
terroristas en Siria; y , por el contrario, animen a los rebeldes armados a
sentarse a la mesa de negociaciones. Así, lo ha aseguradoJean-Clement Jeanbart, arzobispo
para los greco-católicos de la ciudad de Alepo, en el noroeste de Siria;
también ha expresado su preocupación por la presencia de mercenarios
extranjeros en Alepo y ha afirmado que actualmente hombres a sueldo de
distintas nacionalidades, como libia, jordana, egipcia, afgana e incluso turca,
están operando en Siria. En el momento actual, cuando gran parte de países
están veraniegamente lejos y pasivos al curso de la política, oímos los
tambores de la guerra que, para los artífices de la misma, resultaría inevitable
por el crimen y atrocidades del Gobierno de Al Assad por haber usado armas
químicas contra la población y provocado miles de muertes.
No hay que
estar muy informado para saber que los mercenarios terroristas importados a
Siria para combatir a Al Assad están siendo barridos desde hace meses y que el
reclutamiento de mercenarios yihadistas es cada vez más difícil. Esto puede
explicar el suceso sorprendente de que en julio se produjera una fuga
simultánea y masiva de presos de 9 países para incorporarse a los “rebeldes” de
Siria y continuar allí haciendo el trabajo sucio de los mercenarios. Dicha fuga
estuvo hábilmente coordinada por Estados Unidos e Israel y otro países aliados,
tal como reconoce el ministro del interior de Arabia Saudí: “Hemos llegado a un
acuerdo con ellos: que serán eximidos de su pena de muerte y les será dado un
salario mensual a sus familias y seres queridos a quienes se les impedirá
viajar fuera de Arabia Saudí a cambio de rehabilitación (…) y su entrenamiento
para enviarles a la Yihad en Siria”.
El 21 de
agosto se produce un ataque con gas sarín en Ghotta, en la periferia de
Damasco. El ejército mercenario, y haciéndoles escolta los medios de
desinformación, responsabilizan al gobierno de Al Assad. Se dan cifras
abultadas de muertos, niños sobre todo, pero no tarda en saberse que tal
noticia es falsa. Nunca el Gobierno utilizó estas armas y, menos ahora, que la
situación la estaba ganando estratégica y militarmente; las fotos servidas por
las agencias Al
Jazzera y Reuters se
demuestra que muchas de ellas son falsas, pues estaban tomadas en la mezquita
Al-Fateh en el Cairo. Por otra parte, en esa zona la gente había sido avisada
por el Gobierno y evacuada, los niños muertos expuestos no estaban allí, no
mostraban las señas propias de una muerte por gas, los médicos que
intervinieron no tenía ni idea de cómo atenderles. ¿Cómo el Gobierno podía
gasear a gente que le sigue y lucha para que siga rigiendo su país?
Desde 2012,
la OTAN opera en Turquía, donde tiene su Estado mayor. Allí Estados Unidos
tiene más de 20 bases aéreas, radares, aviones y espionaje electrónico. De allí
proviene la logística y las órdenes para los mercenarios desplegados en Siria.
¡Una operación militar encubierta!
De nuevo el
cinismo de los poderoso imperialistas se impone: ayer fue Irak, con el pretexto
y fraude de la existencia de armas de destrucción masiva; hoy es Siria, con el
uso de armas químicas.
Pero, el
sentir mundial contra la guerra ha reaccionado y parece que la oposición hasta
en los niveles altos de la política se ha vuelto recelosa y crítica cuando no
declaradamente en contra.
Ya las
voces, testimonios y pruebas de estar urdiendo un engaño han crecido y lo que
parecía evidente para una intervención se ha vuelto sospechoso y rechazable.
Hubo mucho silencio y sometimiento, pero la información inesperada y la
voluntad radical antibelicista ha desenmascarado la locura de quienes están por
la muerte y no por la vida. Nunca la guerra es solución y aquí encubría
propósitos muy distintos a los proclamados.
(Benjamín Forcano. Sacerdote y teólogo expulsado de los Claretianos por orden de Joseph Ratzinger -Benedicto XVI-)
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