18 de enero de 2010

Forcano sobre la polémica del crucifijo

Si recuerdan los lectores, hace pocos días publicábamos en Enfoca una reflexión sobre la polémica acerca de la retirada de los crucifijos de la Escuela y demás organismos públicos. Pues, al respecto, el teólogo Benjamín Forcano nos ha respondido con su punto de vista personal.

Aparte de que Forcano siempre tiene cosas interesantes que decir, nos ha parecido buena idea compartir con vosotros su perspectiva. Creemos que siempre enriquece oir otras opiniones. Os dejo con él:

"He leído tu mensaje con interés y con no pequeña dosis de identificación y simpatía. Y te expreso algunas reflexiones.

Te guardas de no identificar la jerarquía con la Iglesia, pero quizás no valoras luego que el gran peso, el real, lo lleva la comunidad o el pueblo de Dios y no la jerarquía. Los abusos, contradicciones y desvaríos de la jerarquía son de ella, una parte mínima y secundaria (proviene y tiene razón de ser en cuanto subordinada a la comunidad) aunque de hecho con un enorme poder de influencia y condicionamiento negativos. Pero, creo conveniente subrayar que no todos dentro de ella ostentan esa trayectoria negativa; en ella encontramos profetas, reformadores, santos, mártires, simples seres humanos cabales y también cristianos católicos cabales.

Mi ser o no católico, no depende del comportamiento de la jerarquía, sino de mi seguimiento de Jesús de Nazaret, el cual me permite seguir siendo cristiano y católico, para, entre otras cosas, seguir desechando y combatiendo dentro todo lo que contradice ese seguimiento. Mi identificación con ese seguimiento lo he aprendido en muchos católicos normales e insignes, que me han señalado cómo no hacerlo con el de otros que desfiguran o se apartan del Evangelio.

Como todo ciudadano, no reclamo más que mi derecho a la libertad religiosa en esta sociedad abierta, secularizada y pluralista. Por ser , al igual que todos, laico (= ciudadano) admito de buen grado, faltaría más, ese mismo derecho para todos, privada y públicamente.

El Parlamento es delegado de la voluntad del poder popular. Sólo las personas son sujetos de derechos. Y, como entidad delegada, tiene la misión de legislar para preservar ese derecho a la libertad religiosa. Lo que toda sociedad integra son personas laicas (miembros de un pueblo, ciudad o comunidad) que pueden afirmar y expresar su derecho a ser católicos, creyentes de cualquier otra religión, o ateos (libertad religiosa). La laicidad, estrictamente hablando, no reduce su sentido a un solo polo: religiosidad o antirreligiosidad, sino que implica una u otra de las posibilidades.

Hay valores que son universales y pertenecen al patrimonio de la humanidad. Jesús de Nazaret es uno de ellos: fue crucificado por ser un modelo de humanidad , es decir, por haber vivido y defendido valores que pueden ser compartidos por todos: igualdad, justicia, fraternidad, libertad, amor, compasión y ternura, defensa de los más humildes, discriminados y marginados, etc. Dudo, por tanto, si desde una perspectiva de ética universal, puede sostenerse que la presencia de un crucifijo pueda herir, ofender o recortar los derechos de cualquier persona.

La demagogia de quien hoy grita que se está desterrando a Dios de la sociedad por buscar y empeñarnos en una legislación más democrática, justa y válida para todos, esconde seguramente un larvado interés de poder y dominio, de prejuicios, de privilegios intolerables que, como muy bien haces, hay que denunciar y combatir. Tal cometido te honra y ojalá nunca dejes de hacerlo, pues te coloca en la misma postura que el profeta de Nazaret, quien hubo de arrostrar una ignominiosa muerte por tal motivo. ¿Cuántos han igualado a Jesús de Nazaret en esa humanísima y difícil tarea?

Las denuncias de abusos, contradicciones y desvaríos cometidos en nuestra Iglesia, se han hecho siempre. También en nuestros días no pocos católicos, jerarquía y base, las formulan con lucidez y coraje, con un testimonio de vida por delante, teniendo que sufrir como consecuencia censura, marginación, persecución y hasta martirio. Son de la Iglesia católica, no sólo, pero son de ella y la honran con un auténtico seguimiento de Jesús.

Hace tiempo, es verdad, que la Iglesia, la real, la pueblo de Dios, en la que estamos todos los seguidores de Jesús, lucha por abolir todos esos lastres de claudicación y miseria moral que la empobrecen y desfiguran, restándole belleza y credibilidad. Nos avergonzamos de la conducta pública de muchos de nuestros hermanos, sin excluir tampoco fallos nuestros, pero nos gloriamos de esa muchedumbre, anónima y desconocida las más de las veces, que dan por el bien y liberación de los demás lo mejor de sus vidas, hasta soportar humillaciones y sufrimientos y hasta una muerte inicua.

Es cierto que Dios se ha ido hace tiempo (no lo ha estado nunca) de muchos modelos y procedimientos eclesiásticos y, también, de muchas ideas, actitudes y comportamientos nuestros. Pero Dios sigue vivo en la Iglesia a través de innumerables testigos del Evangelio, con una presencia de bondad, entrega, utopía, compromiso y esperanza. Son también Iglesia, la Iglesia católica. Yo, con pocos méritos, me quedo en ella, sigo en ella, pues de ella he recibido lo que tengo, y a ella, y a la sociedad, y al mundo quiero dar lo mejor que de ella he recibido.
Con respeto, paz y todo bien para ti".

Benjamín Forcano

1 comentario:

Sólo quien ama vuela dijo...

En un artículo de José Mª Castillo publicado en esta web se dice:

"Lo que los cristianos tenemos que pensar, cuando se presenta un asunto como éste, es: 1) Si, ante todo, somos buenos ciudadanos, sin pretensiones de preferencias o privilegios. 2) Si tenemos el debido respeto a las creencias de quienes no piensan como nosotros. 3) Si respetamos sus símbolos religiosos, exactamente como queremos que ellos respeten los nuestros. 4) Y, llegando hasta el fondo del problema, tenemos que preguntarnos qué es lo que representa el crucifijo para una persona que afirma creer en Jesús.

La cruz es para los cristianos, ¿un signo de privilegio y poder o es un símbolo de identificación con el dolor y el amor del Crucificado? Más aún, ¿creemos en la cruz de Cristo como expresión de lo que fue para Jesús: humildad, humillación y renuncia a dominar a quien sea y de la forma que sea?"

Rebelion

Web Analytics