29 de enero de 2010

La cadena perpetua

Aprovechando las últimas tristes noticias del Rafita (el asesino y violador de Sandra Palo), el PP, por medio de algunos de sus pesos pesados (Rajoy, Aguirre, Arenas…) ha abierto el debate (inexistente en España, por lo demas) de la cadena perpetua.

Naturalmente, evidencian algo que ya sabíamos: que, como buenos representantes del pensamiento dogmático reaccionario, no creen en el ser humano ni en la capacidad de regeneración de la persona. Tampoco creen en la finalidad social y personalista del Derecho Penal, sino mas bien en la ley del Talión (“ojo por ojo, diente por diente”). Al igual que Hobbes, creen que el hombre es un lobo para el hombre (“lupus homo homini est”) y que sólo un Estado Absoluto (o Leviatán) puede mantener el orden social. De ahí que la derecha se haya llevado siempre tan bien, en España, con la dictadura (la franquista, quiero decir, toda vez que no paran de atacar otras como la cubana).

Si de algo podíamos estar orgullosos en nuestro país es que, a diferencia de otros muchos, nuestro escaso avance en moral social nos había llevado a no tener siquiera que hablar de situaciones jurídicas tan lamentables como la pena de muerte o la cadena perpetua. En eso estamos más adelantados que, por ejemplo, EEUU y algunos países europeos mas desarrollados económicamente que nosotros: en que creemos que el código penal debe tener como finalidad la regeneración humana y la reinserción social, en lugar de la venganza. Sin embargo, la derecha, que tanto critica al marxismo porque, según ellos, "iguala por abajo", nos quiere ahora "igualar pr abajo", en el aspecto moral, con esos otros países más atrasados ética y jurídicamente. En fin, otra diferencia más entre la derecha y la izquierda en este país.

Y es que, hasta desde el punto de vista estrictamente económico, el de la utilidad práctica, e incluso desde el egoísmo mas primario, la cadena perpetua es mas ineficaz que la reinserción: en ella, el preso nos cuesta el dinero, mientras que reinsertado es un contribuyente más. (Esgrimo este argumento, no porque sea de peso para mí, sino porque me estoy dirigiendo a la derecha, a la que tanto molesta el gasto público).

Lástima que, esta vez, el comunicado que el Vaticano ha hecho a los europarlamentarios del PP (para teledirigir su voto) no haya ido por la línea de convencerles de que el Evangelio habla de perdón y de reconstrucción de la persona (mientras condena la venganza), sino en la otra, la de siempre: que voten en contra de cualquier ley “que atente contra los principios morales de la Iglesia Católica, especialmente, los referidos a la sexualidad y a la familia”.

Ahí es nada. Por lo visto, la cadena perpetua no atenta contra la moral católica. Ni la pena de muerte, a juzgar por lo afirmado en el ultimo catecismo de la Iglesia, donde se la admite “como ultimo recurso”.

Jerarquía eclesial y PP: ¿mismo perro con distintos collares?

Muy fuerte.

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