9 de enero de 2010

Quitar el Crucifijo de la Escuela

Una amiga me envía un mail pidiendo que lo reenvíe a mis contactos: El mail denuncia que se quiten los crucifijos de los organismos públicos. Comparto con vosotros, amigos lectores, la respuesta que he enviado a mi amiga:

"Te escribo para manifestarte, con todo mi cariño y respeto, mi desacuerdo con tu mail. Verás: si tuviésemos una Iglesia más coherente (me refiero a la jerarquía, la que manda, la que expulsa a algunos curas y privilegia a otros y/o instituciones), un episcopado que se metiera en política para los grandes problemas de la humanidad (por ejemplo, hambre, guerra, etc) y no sólo para el aborto (porque proviene del sexo), o incluso más: si al menos tuviera la gallardía y coherencia de haber hecho otras cuatro manifestaciones con sus respectivas misas en la plaza de Colón de Madrid, cuando Aznar mantuvo los cuatro supuestos de aborto (teniendo mayoría absoluta y siendo el cuarto supuesto, el de los "daños psicológicos", ese cajón de sastre donde entraba todo) en lugar de "atacar con los militantes pro-vida" sólo cuando gobierna la izquierda; si tuviéramos una estructura eclesial que dejase en paz a los homosexuales, a los que se quieren divorciar, en definitiva, a los que no piensan como ellos; si tuviésemos un obispado que se hubiese manifestado contra la guerra de Irak con la misma virulencia con la que se manifiesta contra el aborto (sólo el del PSOE, repito, no el aborto del PP -que, por lo visto, ése no era un crimen-), contra el matrimonio homosexual y contra el divorcio; si no tuviésemos un obispado que justifica y alienta el machismo (véanse las declaraciones de esta semana del obispo de Granada, justificando la violencia de género si la mujer ha abortado), etc, etc, etc; en una palabra, si tuviésemos una iglesia más coherente con el Evangelio de Jesús que con sus intereses ideológicos conservadores y reaccionarios, y con sus desmedido afán de poder y de seguir mandando incluso más que el Parlamento, yo quizá hubiese reenviado cadenas como ésta.

Pero, por culpa de esta asfixiante e incoherente estructura eclesial-clerical-episcopal, tu amigo, aun cuando se sigue sintiendo cristiano, no se siente ya católico. Yo creo en y quiero seguir a Jesús de Nazaret, pero no me creo con el derecho a imponer mis símbolos (de mis creencias) en los organismos públicos, en una sociedad laica que, le guste o no a Rouco y CIA, dejó ya hace muchos años (gracias a Dios, por lo demás) de ser nacional-católica.

Resulta que tenemos una sociedad democrática, abierta y plural, donde la soberanía popular se representa en el Parlamento (y no en la obsesiva voluntad de unos cuantos obispos nostálgicos de su poder en el franquismo). De manera que si tengo que echarle algo en cara a este gobierno (supuestamente de izquierdas) no es que quite los crucifijos de las instituciones públicas, sino que no sea suficientemente firme y valiente a la hora de instaurar una España laica de verdad.

Quien quiera crucifijos, que los ponga en su casa, o vaya a la parroquia de su barro (o meta a sus hijos en el cole de los jesuitas o los salesianos, o vaya a los hospitales de San Juan de Dios) pero, ¿por qué razón hay que imponérselos a los no creyentes o a los que, simplemente, no desean que la simbología religiosa campee por los organismos públicos?

Y ya empieza a molestarme la demagogia ésa barata de que España va a peor porque "están echando a Dios de la escuela y de la sociedad". Ya está bien de hipocresía: a Dios se le empezó a echar de la sociedad cuando se empezó a maltratar, marginar y excluir a los pobres, a los que sufren, a las víctimas de la guerra, cuando se construyó un país para las clases medias y altas (dejando en el margen a los pobres), cuando se empezó a construir una España mucho más pendiente de su propio crecimiento económico que de la solidaridad con el Tercer Mundo y con los excluídos de la Tierra en general; cuando apoyamos al asesino de la Casa Blanca en su matanza iraquí, cuando callamos ante el mantenimiento de Afganistán, cuando callamos ante la situación de tantos inmigrantes pobres, cuando vendemos armas a otros países para que, a su vez, masacren a terceros más débiles (por cierto, ¿cuántas manifestaciones han hecho los obispos por estas lacras y heridas de nuestra sociedad?).

A Dios se le echa cuando, con una mano comulgamos en la misa y con la otra votamos a los partidos políticos que crean (o mantienen) este injustísimo sistema económico-político, que se alimenta de guerras, extorsión a los países pobres y aplastamiento del poderoso sobre el débil. A Dios se le echa cuando permitimos que cuatro banqueros sigan ganando pingües beneficios en medio de la sangrienta crisis que cierra miles de negocios y manda al paro a millones de familias. Y finalmente (por aquello de la memoria histórica), a Dios se le echa de la sociedad cuando se mete el crucifijo en la Catedral, al tiempo que se le pone el palio (entrándolo en la misma Catedral) al dictador asesino llamado Franco, flanqueado por esos obispos que hoy se rasgan las vestiduras.

No, amiga, no creo que se esté expulsando a Dios de la escuela ni de la sociedad; por el contrario, lo que yo opino es que hace ya muchísimo tiempo que a Dios lo expulsaron de la Iglesia católica (al menos, de su super-estructura jerarco-episcopal).

Dicho todo esto, por supuesto, con el mayor de mis respetos a tus creencias, y con el mayor de mi cariño."

2 comentarios:

Javier dijo...

Me alegra saber que no sólo un servidor responde a estas cadenas, y más me alegra saber que lo hacéis con muchísimo más talento que yo. Si me lo permitís, reenviaré ese escrito cada vez que me llegue la cadenita de los co...rpus christi.

Un abrazo.

ENFOCA Y VENTE CONMIGO dijo...

Javier: me alegro que te guste. Por supuesto, puedes hacer con el post lo que quieras. No usamos eso de la "propiedad intelectual". Faltaría más.
Un abrazo.

Rebelion

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