28 de septiembre de 2007

59 segundos

Como todos sabemos, éste es el título de un programa de TVE1 que se emite los miércoles a medianoche (luego, sería más correcto decir los jueves). Consiste, por si hay gente que no lo haya visto, en un debate político de seis personas: tres de izquierdas y tres de derechas. De entre éstas últimas, por ejemplo, una asidua participante es la periodista Isabel San Sebastián, que anoche mismo afirmó "que es una vergüenza que, por culpa de las malas relaciones entre Zapatero y Bush, a España la pusieron, en la última reunión de la ONU de anteayer, en la mesa de Birmania, en vez de junto a algún país de los grandes". Esto era simplemente un botón de muestra.

Entre las manías igualitarias del programa, destaca la de que todos los participantes tengan EXACTAMENTE el mismo tiempo en cada intervención: 59 segundos.

Aunque sea pagando el horrible precio de tener que ver, algunas noches, a Nacho Villa (director de informativos de la COPE) y soportar, no sólo su discurso rancio, dogmático, insultante, intolerante, difamador, falso y manipulador (como corresponde a la emisora para la que trabaja) sino también sus malas formas y su horrenda falta de educación (interrumpiendo continuamente a sus oponentes y hablando siempre fuera de su turno), a pesar de ello es un programa que merece la pena por varias razones:

En primer lugar porque trata semanalmente problemas de rabiosa actualidad, vistos y leídos desde diferentes interpretaciones y variados puntos de vista.

En segundo lugar, porque demuestra que es posible estar en completo desacuerdo y sentarse juntos a dialogar (e incluso discutir en el peor de los casos).

En tercer lugar, porque nos ofrece a los españoles la impagable oportunidad de ver cómo se retratan cada uno de los participantes con sus opiniones, dejando ver claramente quiénes son elitistas, racistas, antidemocráticos o farsantes y quiénes tienen preocupaciones sociales, solidarias y éticas.

En cuarto lugar, porque nos hace comprobar que se puede gestionar una televisión pública haciéndola espacio de todos y de todas las opiniones, en lugar de utilizarla exclusivamente para manipular a la opinión pública, dirigiendo sus conciencias hacia los intereses del poder gubernamental.

Y en quinto y último lugar, porque nos permite comparar a TVE con, por ejemplo, las tertulias políticas de la COPE o Telemadrid (TeleEspe, como simpáticamente la llaman en el humorístico y divertidísimo programa de Eva Hache, en la Cuatro, éste último -hay que reconocer- bastante más tendencioso), tertulias en las que absolutamente todos los invitados son de la misma cuerda ideológica (mayoritariamente, de ultraderecha), sin que haya, por tanto, debate alguno ni posibilidad de disensión. Dicha comparación muestra, a las claras, los distintos estilos mediáticos de la izquierda y la derecha, fieles reflejos de sus distintos pensamientos, ideales y valores.

Obviamente, se puede estar de acuerdo con unos o con otros (faltaría más) pero lo que nadie puede negar es que no es lo mismo un debate en el que el espectador puede escuchar opiniones totalmente contrarias, que tertulias en las que todo el mundo dice lo mismo, esto es, la verdad absoluta. La verdad y la salvación.

Y es que esta manía de la izquierda de dar a todos las mismas oportunidades y derechos, es insoportable. Como, por ejemplo, cuando la ONU (que debe estar ya muy cerca de las logias masónicas, pues se opone a guerras como las de Irak y esas cosas) osa permitir que Birmania o los países latinoamericanos (ésos que se permiten votar a gentuza como Chávez o Evo Morales) se sienten a la misma mesa que los países grandes, donde reinan el orden, la moral y el crecimiento económico ilimitado. ¡ Lo que hay que ver !

Y lo peor es que, con esta manía de "educar a los ciudadanos" en la Secundaria, cualquier día nos encontramos con que hasta los negros puedan también opinar.

Como ya dijo alguien, el movimiento obrero empezó cuando los trabajadores pobres dijeron: "Y ahora, además de almorzar, queremos también cenar". Desde luego, es que los pobres no se conforman con nada.

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