Banqueros y pensiones

A mí siempre me ha parecido muy sospechoso que los mismos que prejubilan sin rubor a trabajadores de 50 años, los bancos con la excusa de las fusiones, sean vendedores de planes de pensiones. El negocio es magnífico: por un lado contribuyen a erosionar el sistema público de pensiones, que es su principal competencia, prejubilando gente; por otro lado meten miedo diciendo "el sistema público de pensiones no va a durar, hazte un plan de pensiones privado". Desde luego, si todos prejubilaran al ritmo de los bancos cualquier sistema de pensiones sería insostenible, tanto público como privado.

En estas viene el ínclito Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), el agorero Gobernador del Banco de España, a contarnos que el sistema de pensiones quebrará en 2025. Hay que ser hijo de puta. Los que creen en este sistema económico, como el pesimista MAFO, saben que la salida de la crisis depende en gran parte de que el consumidor recupere la confianza para gastar en lugar de ahorrar. Por eso ahora estamos al borde del precipicio ¿qué haremos los hipotecados de a pie cuando recuperemos parte de nuestro salario en la bajada de la cuota de la hipoteca? Si guardamos el dinero será señal de que hemos entrado en una espiral difícil de romper.

Palabras como la del gobernador contribuyen al pesimismo y animarán a la gente a guardar su dinero en planes de pensiones, en lugar de gastar y gastar.

No dudo en que él, MAFO, cree en este sistema basado en el consumo sin freno del ciudadano. Sin embargo no duda en arriesgar un poco más induciendo a la gente a guardarse el dinero en lugar de consumir. Todo sea por sus amigos: los banqueros. Lo dicho, un hijo de puta.

Por cierto, si el sistema público puede quebrar en 2025, ¿existe algún banco que no tenga riesgo de quiebra en un par de años? Tanta inyección de dinero público en los bancos y tanta caída de la bolsa me hace sospechar que mi dinero no está muy seguro en un plan de pensiones privado.

P.D.- La existencia de gente como MAFO me hace tener confianza en que la propia voracidad del sistema hace que este camine con paso firme hacia la autodestrucción. A pesar de los esfuerzos que hacen los gobernantes para evitarlo, la capacidad del sistema financiero de cagarla parece ilimitada.