8 de junio de 2012

"Cómo cocinar a un Cristo". Visto para sentencia



1.Una causa anacrónica y descolocada

          Había revuelo de prensa, famosos del canto,  del humor y del arte que se apiñaban a la entrada del Juzgado y saludaban con efusión a los encausados. Se hizo el recuento y el control y al final acabamos una cuarentena de personas dentro de la Sala, enmarcada por el juez, los abogados y testigos.  

Pude seguir la causa contra Javier Krahe (cantautor) y Montse Fernández(Productora) , en la que se les acusa de delito por ofender sentimientos religiosos  de miembros de la Religión católica expresado en  escarnio a algunas  de sus creencias. Tal escarnio se da en un cortometraje  con  imágenes fugaces en las que aparece cómo  se cocina a un Cristo, después de desclavarlo de una cruz, untarlo con mantequilla y meterlo  en un horno  y sacarlo  “al tercer día ya en su punto”. Todo en un minuto escaso.

Pasaba el tiempo y en la sala se sucedían las intervenciones del juez y de los abogados, sus preguntas y respuestas,  sus defensas y ataques, muy correctas, pero  tratando unos y otros de inclinar a su favor lo que podría ser la sentencia del juez. Fue restricto y contundente el acusador: “el video, en sí mismo,  es un escarnio de la creencia fundamental de la   Divinidad de Jesús, de su muerte y de su resurrección; es palmaria la intención de ofender y dicha ofensa alcanza a los sentimientos de  la  comunidad por ser el valor religioso un valor comunitario de primer magnitud”. 

La exposición iba cobrando tintes dramáticos, a pesar de que era evidente que los autores no habían tenido esa intención, de que no habían hecho el corto para emitirlo, de que eran unas imágenes fugaces y de que  no se podía sobreponer una interpretación arbitraria a la sugerida por el corto mismo. Me parecía estar asistiendo a una acusación  anacrónica, descolocada,  que no hacía justicia a los tiempos nuevos : Modernidad, concilio Vaticano II,Transición democrática española.

2.Significado  alegórico del corto “Cómo cocinar a un Cristo”.

         A quien contemple la instantánea del corto “Cómo cocinar a un Cristo” no hay duda de que le provoca una reacción de repulsa y horror,  pues nadie entiende que los elementos objetivos  de esa acción pretendan describir o presentar una novedad culinaria de interés y aplicación social. No tiene sentido. 

         Ni puede entenderse tampoco como acción directa de desprecio y crueldad contra  quien, en opinión universal, fue un dechado de humanidad. Los autores, por otra parte, tienen conocimiento para inducir que por ahí no concordaban con el público. Hay repudio,  cierto,   pero de un uso inapropiado, esperpéntico, que se volvería  contra quien lo ha usado sin razón y contra toda  estética.

 Entonces, ¿qué otro sentido podía tener la acción del corto?   

                Si la acción del corto  sobrepasa  lo sugerido  literalmente, había que verlo desde un  significado alegórico: (del griego alos  agoreuo), ficción en virtud de la cual algo representa o significa otra cosa diferente

Tal función es frecuente en el campo de la comunicación religiosa. Así, por ejemplo, cuando Jesús dice que “Yo soy la vid y vosotros los sarmientos”  es claro que ni  El es vid ni los discípulos son sarmientos, pero la vid y los sarmientos  tienen una relación aplicable a Jesús y sus discípulos. 

La actividad de cocinar a Cristo, tras untarlo y meterlo en un horno,  con el comentario de  que  “sale al tercer día en su punto”,  podía entenderse como  una alegoría: “los creyentes cristianos  sostienen  que  Cristo, tras ser crucificado,  recibir sepultura y ser embalsamado  resucitó al tercer día”.

 Pero a los no creyentes tal creencia les puede resultar insólita, incomprensible y absurda, tan insólita, incomprensible y absurda  como la de que una figura que parece ser de piedra de un Cristo cocinado en horno pueda, al cabo de tres días, pueda resultar una buena comida. 

Llevada hasta ahí la lectura alegórica del corto, la ocurrencia de cocinar a Cristo resulta absolutamente  descabellada. Pero, precisamente por eso, no se la puede tomar en su significado directo y  se la pueda calificar de antiestética al pretender aludir de esa manera  alegórica a la irracionalidad e imposibilidad de la resurrección de Jesús.   

3.Contexto sociopolítico del tema

         Para situar  el tema,  me resultaba  necesario tener en cuenta que vivimos en una sociedad con Estado aconfesional, admitido el  derecho a la libertad religiosa y según el cual cada ciudadano es libre de  ser creyente de una  u otra religión o no serlo de ninguna.  Creer o no creer es un derecho individual que conlleva el disentimiento legítimo  entre los que creen  o no creen y el diálogo entre unos y otros para depurar y asegurar los valores comunes que los  unen y aquellos en que con libertad y respeto no coinciden.

Ciertamente hubo, ya antes de Cristo, un rechazo  de la resurrección, lo hubo en la misma sociedad judía y, de no ser por  los hechos ocurridos posteriormente, los mismos discípulos eran tan  radicalmente opuestos a  esa creencia, que no la hubieran admitido. Y aún  después de  producirse,   representantes y maestros de la  cultura judía  y de otras culturas, siguen negándola, como siguen negándola otros no creyentes.

El tema de la resurrección ha suscitado en la Exégesis  y Teología modernas,  estudios de  máxima calidad y rigor  que  sustentan con vigor  la fe  en este dogma cristiano. Desde esos estudios  y, sobre todo, desde la fe  que todo cristiano recibe desde la experiencia y transmisión de los primeros testigos, entiendo que la teología no ve que pueda ser objeto de escarnio público la resurrección de Cristo simplemente porque en unas imágenes fugaces, se pretenda sugerir alegóricamente la imposibilidad o irracionalidad de esa creencia.  Pienso que esas u otras alusiones  estimulan más que debilitan la  fe en la resurrección de Cristo. 

Podríamos suscribir lo que   pensadores y teólogos han escrito: “La mejor de la religión es que produce herejes” o “Solo un ateo puede ser un buen cristiano, pero ciertamente también: solo un cristiano puede ser un buen ateo”.
            Pienso que el corto no pretende ningún escarnio de sentimientos religiosos ni  impugna directamente con argumento alguno el dogma de la resurrección cristiana. Solo parece haberlo intentado hacer alegóricamente.  Dicha alegoría no puede ser vista como  escarnio de la resurrección por ningún  católico, que viva su fe con la madurez, libertad, respeto  y diálogo con que la Iglesia católica exige vivir la  fe renovada y actualizada en la sociedad de hoy.

Es muy significativo el hecho, normal entre nosotros, de que creyentes y ateos dialoguen y colaboren amistosamente,  aún sabiéndose en disentimiento de ciertos dogmas de la Iglesia católica.  Sobre el dogma de la resurrección, conocemos  nobles y profundos diálogos en que , con posturas contrapuestas, unos la defienden y otras la niegan, con razones propias, sin que por ello lleguen a reprobarse mutuamente o plantar acusación pública de unos contra otros. 

Vivimos en otros tiempos, tiempos en que legítimamente la libre fe e increencia de cada uno, no nos impiden construir y colaborar juntos en fundamentales valores y derechos que brotan del dogma universal de la dignidad humana.


(Benjamín Forcano. Teólogo)

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