8 de julio de 2008

Hambre: El G8 contrra los pobres de la tierra

Nunca se repite lo suficiente: los ingresos de las 500 personas más ricas de la Tierra son superiores a los de los 416 millones más pobres. La economía global produce cada año cerca de 9550 millones de dólares en bienes y servicios per cápita, 25 veces más de los 365 dólares anuales (un dólar por día) que definen la pobreza extrema en la que malviven más de 1000 millones de personas. O lo que es igual, más de 1000 millones de seres humanos subsisten a diario con un 4% de la riqueza global.

Así, por ejemplo, aunque las exportaciones en Latinoamérica se incrementaron de los 96000 millones de dólares en 1981 hasta los 752000 millones en 2007, el número de personas que siguen viviendo con menos de dos dólares al día en ese mismo área, se incrementó de los 136 millones en 1980 a 209 millones en 2005. Y sólo el 10% de la investigación mundial en salud (con un presupuesto cercano a los 60.000 millones de dólares) se destinó a enfermedades que afectan al 90% de la población mundial. Y queremos detener los datos porque, al final, acaban mareando y haciendo al lector desistir de continuar con la lectura.

Y todavía hay quienes dicen, ante estos datos, que ese sistema neoliberal es el mejor de los posibles. Y, como en otras ocasiones, para quienes así se pronuncian tenemos el mismo consejo-deseo: que se vayan a vivir, con sus hijos, a cualquiera de las zonas más deprimidas del planeta, y repitan allí que el capitalismo neoliberal funciona y que están muy satisfechos con él.

Frente a lo anterior, los líderes del G8, que ahora mismo acaban de empezar su "enésima, inservible e hipócrita cumbre", podrían acabar con la crisis alimentaria y el hambre en el mundo, si solamente aportaran 2 centavos por cada dólar americano invertido en financiar al sector de la banca. Pero, en lugar de eso, lo que han hecho ha sido gastar un trillón de dólares (para los sajones un trillón es lo que para nosotros un billón: ellos pasán del millón al billón y de ahí al trillón, nosotros pasanmos del millón a mil millones y de ahí al billón) en seis meses para sacar a sus bancos del atolladero de la actual crisis financiera. Eso evidencia que tienen, si quieren, capacidad sobrada para resolver con eficacia el problema del hambre. El problema es que no quieren.

Quizá por ello hayan elegido esta fecha para su fechoría de la cumbre: para amortiguar la presencia de la contestación social, que, como aquellos jóvenes del Mayo del 68 francés durante los fines de semana, ahora está de vacaciones. Por no hablar del gasto que supone cada celebración de estas cumbres infames y cínicas que, me da a mí, daría de comer a bastantes pobres durante bastante tiempo.

Y hablando de vacaciones, feliz verano a todos.

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