10 de octubre de 2009

Obama, premio Nóbel de la paz

Como sé que muchos lectores, que aún no lo supieran, habrán arrugado la cara (y les entiendo), les brindo este artículo de Pere Rusiñol que, con el irónico título "Debería haberlo compartido con Bush" lo explica de modo inmejorable. O, al menos, mejor de lo que yo lo hubiese hecho.


Con Vds:


PERE RUSIÑOL - MADRID - 09/10/2009 22:46


"Lo más sorprendente de un fallo tan chocante es que no se incluya al menos una mención a George W. Bush: sin el legado catastrófico y criminal de su antecesor en la Casa Blanca sería imposible imaginar que un presidente recién llegado al poder gane el Nobel sólo por sus discursos, su talante y su sonrisa, sin ningún acuerdo tangible que vender.


El premio es suceder a Bush, simplemente, y por tanto bienvenido sea, porque efectivamente es una gran contribución a la paz mundial y en este sentido nunca un galardón ha sido tan merecido. Pero ahora de lo que se trataría es que Obama empezara a ganárselo como si Bush no hubiera existido. Es decir, haciendo algo que justifique un galardón que mantiene un gran prestigio a pesar de que se ha otorgado a personajes como Henry Kissinger, el hombre vivo que más golpes de Estado y guerras ha diseñado.


Ciertamente, Obama ha prometido cerrar Guantánamo, pero pasan los meses y el penal sigue abierto y sus arquitectos, tan campantes. Y habla de paz, pero manda más soldados a Afganistán, donde ni siquiera ha finiquitado la operación Libertad Duradera, que arruina con sus bombas sobre civiles cualquier avance hacia la paz.


Y habla mucho de multilateralismo, pero abre siete bases militares en Colombia con el resto de América Latina en contra.Y dice que retira el escudo antimisiles de Europa, pero parece que a lo mejor lo recicla. Y promete luchar contra el cambio climático, pero aún no ha ratificado Kioto, pese a que ya ha llovido mucho desde que ganó.


A lo mejor aquí está el truco y no nos hemos dado cuenta. El comité que otorga el Nobel, consciente de lo que nos jugamos en la Cumbre del Clima del próximo diciembre en Copenhague, le habría mandado un regalo envenenado para que no le quede más remedio que sumarse al tratado".

1 comentario:

Javier dijo...

Buenos días:
Aprovecho para colgar el que a tal efecto ha escrito Michael Moore:

Felicidades por el Nobel: ahora gáneselo.

Estimado presidente Obama: Qué notable es que lo hayan reconocido como un hombre de paz. Sus rápidos pronunciamientos tempranos –que cerraría Guantánamo, que repatriaría a las tropas en Irak, que quiere un mundo libre de armas nucleares–; su reconocimiento ante los iraníes de que en 1953 derrocamos al presidente que habían elegido democráticamente, aquel gran mensaje al mundo islámico en El Cairo, la eliminación de ese término inútil de guerra al terror, que haya puesto fin a la tortura: todo eso ha hecho que nosotros y el resto del mundo nos sintamos un poco más seguros, considerando el desastre de los ocho años anteriores. En ocho meses usted ha dado un golpe de timón y ha llevado a esta nación por un curso mucho más sensato.
Sin embargo… a nadie escapa la ironía de que se le haya concedido el premio en el segundo día del noveno año de nuestra guerra en Afganistán. Ahora está usted en una verdadera encrucijada. Puede hacer caso a los generales y expandir la guerra (que sólo nos conducirá a una más que predecible derrota) o puede declarar el fin de la guerra de Bush y traer a casa a todos los combatientes. Ahora. Es lo que un verdadero hombre de paz debe hacer.
No hay nada malo en tratar de hacer lo que su predecesor no pudo: capturar al o a los responsables del asesinato masivo de 3 mil personas el 11-S. Pero eso no se puede hacer con tanques y tropas. Usted persigue a un criminal, no a un ejército. No se utiliza dinamita para acabar con un ratón.
El talibán es otro asunto. Es un problema que el pueblo de Afganistán debe resolver, tal como nosotros hicimos en 1776, los franceses en 1789, los cubanos en 1959, los nicaragüenses en 1979 y los habitantes de Berlín oriental en 1989. Algo tienen en común todas las revoluciones emprendidas por los pueblos que anhelan la libertad: pero en última instancia son ellos mismos quienes deben lograr esa libertad. Otros pueden brindar apoyo, pero la libertad no se puede entregar desde el asiento delantero de una Humvee de una persona de fuera.
Tiene usted que poner fin ahora mismo a nuestro involucramiento en Afganistán. Si no lo hace, no le quedará más remedio que devolver el Premio Nobel a Oslo.

Le saluda, Michael Moore.
MMFlint@aol.com
(Traducción: Jorge Anaya).

Rebelion

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