29 de junio de 2011

Llevar la indignación donde más duele

Poderosas élites occidentales, fundamentalmente anglosajonas, guiadas por el pensamiento de Zbigniew Brenzinski, inspirador de la política de los últimos presidentes de Estados Unidos incluido el actual Obama, pretenden evitar la expansión económica y política de Rusia y China en Asia Central. Y, a ese su objetivo, caminan paso tras paso: Irak, Congo, Sudán, Libia, Siria, Irán, ... Asia Central. Si caen Libia y Siria ya todo el mediterráneo está en sus manos. Muchos expertos coinciden en que los preparativos para atacar a Irán estarían muy avanzados. La tecnología yanki permitiría atravesar con su armamento nuclear los bunkers de Irán y controlar las consecuencias.


Esta es una perturbadora realidad, que la sociedad manipulada ignora, al ignorar las profundas conexiones de los acontecimientos y pensar que esas son `lejanas’ guerras que nada tiene que ver con la crisis económica que padecemos. En Walt Street se originó la crisis con Bill Clinton y en Walt Street se está dando con Obama la financiación de la guerra que exige al Departamento de Defensa inversiones cada vez más millonarias. ¿Cuánto ha costado a la sociedad la guerra de Irak? ¿Cuánto el rescate de los bancos? ¿Para quiénes son los beneficios del petróleo y de la especulación? Con Siria, Irán y Asia Central se están tomando decisiones económicas, militares y mediambientales de enorme magnitud, pero que ignora la sociedad.


Sin la menor culpabilidad, esta élite occidental psicopática considera las devastadoras consecuencias de su objetivo como simples consecuencias estadísticas, imprescindibles para su Nuevo Orden Mundial. Su proyecto de dominación global no iría adelante, si la sociedad rompiera el silencio y su complicidad espantosa. Podemos reaccionar a tiempo: dejando de pensar que nada de esto nos incumbe y que hay relación de causa a efecto entre la crisis económica y la guerra; abandonando el error de que nada podemos hacer - nuestra impotencia es la base para su manipulación- y de que es posible una política sin dignidad. Nuestra sumisión a la lógica de los mercados pervierte la política y no podemos soñar con una dignidad sin política.
Con nuestro descrédito de la política estamos haciendo el juego a los grandes financieros que no desean sino someter a Estados Y pueblos a” a los mercados”.


(Benjamín Forcano)

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